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miércoles, 18 de noviembre de 2020

CAPÍTULO 8: El diario del lunes



CAPÍTULO 8

El diario del lunes

“-Hay dos clases de conocimiento, local y universal. Hay dos clases de tiempo, el local y el histórico.

-¿Hay dos clases de dioses?

-No –dijo ella- No hay dioses allá. Los dioses están acá.

Ella notó el cambio en su cara. Dijo, después de un momento, “Hay almas allá. Muchas, muchas almas, mentes, mentes llenas de conocimiento y pasión. Vivas y muertas. Gente que vivió en esta tierra hace cien, mil, cientos de miles de años antes. Mentes y almas de gente de mundos a cien años luz de este, todos ellos con su propio conocimiento, con su propia historia.

El mundo es sagrado, Havzhiva. El cosmos es sagrado. Este es un conocimiento que nunca tuve que abandonar. Todo lo que aprendí, acá y allá, sólo lo aumentó. No existe nada que no sea sagrado.”

Hablaba lenta y quedamente, de la manera en que hablaba la mayoría de la gente en el pueblo.

-Vos tenés que elegir lo sagrado local o lo sagrado más grande. En el fondo son iguales. Pero no en la vida que cada uno vive. “Saber que hay una elección es tener que hacer esa elección: cambiar o permanecer, río o piedra. Las Gentes son la piedra. Les historiadores son el río.”

Úrsula K. Le Guin, A Man of the People, en su Four ways to forgiveness, 1995 (traducción propia no autorizada)

 

 

-¿Estás bien querida?

-Sí, compañera, gracias. Tengo todo revuelto. Serán las consecuencias del viaje.

-Te perdiste todo el relato.

-Ya lo conozco. Me lo contó todo ese mismo día. Así fue que terminamos decidiendo viajar.

-Cuestión que el equipo de Alejo, Gavy y Pablo había mandado al pasado a Leo usando la energía emocional de la marcha estudiantil del 21 de abril, gastando muy poquito del plutonio que quedaba en el reactor de la Torre de Soldati y no teníamos otra opción que usar ese resto para el viaje a 1777.

-Ay, yo estuve en esa marcha. La que fuimos del Pizzurno por Avenida Corrientes hasta Plaza de Mayo. Fue por el boleto estudiantil, estaba lleno de pibes y pibitas.

-Una energía re fuerte, ¿no Nelly?

-Perá un poquito, perá. ¿Cómo puede ser que haya quedado plutonio en la Torre de Soldati casi cuarenta años sin que nadie se lo lleve?

-Como pasó con la Deuda Externa, Alicia, la dictadura que la hizo desapareció pero los gobiernos “democráticos” la siguieron garpando. Evidentemente el grupo de milicos que había laburado en este proyecto o se lo guardó para sí, o se dedicaron a sobrevivir a los juicios o directamente se rajaron con la guita que habían hecho en el negociado y desaparecieron para siempre.

-Alejo nos contó que este Martínez Zuviría era una especie de cachivache que quedó con los recursos justitos para moverse en las sombras en democracia, chantajeando a los radicales para sobrevivir bajo el radar y dedicarse a laburitos menores, secuestros extorsivos, contrabando, piratería del asfalto. Pero nunca se animó ni le dio el cuero para intentar manipular y vender el plutonio. Así que con Santos hicimos los preparativos y nos mandamos.

-Ay, lo contás como si se hubiesen ido a Las Toninas en micro.

-¿Y cómo se fueron vestidos, con disfraces?

-Nos pareció con la Negra que la única forma de acceder a los activistas negros, y también la más cómoda para nosotros, era hacernos pasar por laburantes. Así que lo de la ropa terminó siendo lo más sencillo. Yo conseguí estas bombachas de campo y el poncho, además de un chiripá, de un fabricante en el interior de provincia de Buenos Aires, en la Feria de Mataderos.

-La ropa de los pobres no cambia con los siglos. Yo la llamé a mi tía, que todavía vive en Villa Lynch y me prestó las enaguas y vestido de hilo blanco que habían sido de mi bisabuela. Para caracterizar a una persona esclavizada, o liberta, pasaron tranqui.

-¿Tu bisabuela era negra, como vos?

-¿Mirá si serás bruta, uruguaya, ¿qué iba a ser, alemana?

-Quise decir si era africana, ¿vos me entndiste, chiquilina?

-Ay, Alicia, no seas tan dura amiga. Mi bisabuela ya había nacido libre, Denise, pero su mamá todavía había sido sirvienta en cascos de estancias y sus ropas eran las más comunes de las viejas esclavas del Río de la Plata. Si ustedes ven las fotos de mi familia en los 50 se parecen a las del Mississippi de las películas yanquis.

-No me quiero poner hincha como Alicia, pero no termino de entender bien cómo funciona eso de la energía ¿sincronística es?

-Muy buen punto, Nelly. Me contó el Viejo Alejo que Leo rastreó a un científico que había militado en El Partido en los setenta y que lleva veinte años laburando en un equipo que estudia las ondas gravitacionales, la demostración concreta de las teorías de Einstein sobre la posibilidad de viajar en el tiempo. El tipo era de Villurca, por lo que para Leo fue fácil acercarse, como militante de la misma zona, entraron en confianza y el compañero le facilitó toda la info que tenía sobre ese asunto.

-¿Un astrofísico trosco? Eso es genial.

-Sí compañeras, metalúrgico había sido. Había un compañero del Comité de Redacción del Periódico que le estaba por hacer una entrevista cuando nos fuimos al pasado, debe haberla publicado ya.

-Después chequeamos la info que pudimos entender de los manuales de la torre, que había sido fabricada en Austria, por un grupo de científicos nazis que habían continuado investigando las aplicaciones armamentísticas de las teorías sobre la energía psíquica de Carl Gustav Jung. Con Santos creemos que se trata de los mismos que colaboraron en la fabricación de las máquinas del tiempo en el Palacio Barolo y el Salvi, o que profundizaron ese laburo.

-La Negra se puso a estudiar a fondo el laburo de Jung desde que descubrimos al agente Cabral.

-En realidad crucé un par de ideas con dos compañeros especialistas en Freud y Lacan.

-Sí, sí, Hernán.

-Y también lo hablé con Fernando Ramírez, amigo de Scoro.

-¿El que rompe las bolas contra Infumables por feisbuk?

-Jaja. Sí, ese. Así como lo ves es un erudito de temas de psicología y filosofía y un luchador. Odia profundamente toda la defensa que hace Jung del esoterismo oriental. Fue muy útil discutir con él para ver qué había de piola y qué no en el planteo del ex discípulo de Freud.

-¿Ese Yang no es el de la peli che? ¿El que terminó encamándose con una de sus pacientes?

-Qué grande Denise, sí, ese mismo. Vos decís Un método peligroso, del canadiense Cronemberg, que cuenta desde la visión de un chongo culpógeno la historia de Sabina Spielrein, la primera paciente psiquiátrica que Jung cura con el método del psicoanálisis inaugurado por Freud. Lo que se conoce menos que la historia de amor entre ellos es que Sabina terminó estudiando sicología y fundando una escuela para niños y niñas en la Rusia Soviética, la Clínica Blanca de Moscú, donde desarrolló técnicas novedosas basadas en una crianza emotiva y simpática con la infancia. Mejor mírense Te doy mi alma, de un director de cine tano, de 2002, que es más fiel con Sabina y encima ta gratis en youtube.

-Ay, no, eso nunca lo había escuchado. ¿Y qué le pasó?

-La asesinaron los nazis en su pueblo natal. Estaba escapando con su familia de la persecución del estalinismo, acusada de subvertir la moral soviética con sus experimentos justo cuando los nazis entraron en la URSS.

-Pero explícales cómo funciona lo de la sincronicidad, Negra, que a vos se te entiende mejor.

-Bueno, en realidad es más sencillo de lo que parece. ¿Nunca les pasó que en un mismo día o en la misma semana soñaron con algo que después vieron en la calle?

-A mí me pasa con los números de la Quiniela. Siempre que sueño con un uno termina saliendo.

-Pero vos sos millonaria Alicia.

-No querida, nunca le acierto a la jugada. Si pongo en la matutina, mi número sale en la vespertina. Así que ya no juego más. Pero sigo soñando números y me fijo a la que paso a hacer las compras en Los Incas y clavado que en alguna jugada salió. ¿Eso es la sincronicidad?

-Eso mismo, Alicia. Jung entendía que todos los seres humanos compartimos una carga de energía psíquica diferente a la de las emociones o los impulsos sexuales, también en el inconsciente. Esa energía nos conectaría a todos los seres vivos del planeta y de todas las épocas. Dice que cuando nuestro inconsciente está muy concentrado y activo en alguna cosa que nos preocupa mucho, activamos esa energía y podemos ver en la realidad material, física, producirse hechos que “vimos” en nuestros sueños.

-¿Cómo eso que dicen las viejas que “llamamos a la desgracia”?

-Algo así, aunque para Jung no se trata de que el inconsciente provoca la aparición de estas cosas. Simplemente se trata de un hecho que aparece en el inconsciente y luego aparece en la vida real, puede ser al mismo tiempo o en tiempos diferentes. Incluso en espacios diferentes. Alguien sueña en Canadá con un avión que se cae y al mes lee en las noticias un accidente aéreo en Europa. No hay una relación de causa, son coincidencias sin causa.

-¿Y entonces cómo funciona?

-En el ejemplo de Alicia, Jung diría que ella vio inconscientemente algo que iba a pasar en la realidad o que ya estaba pasando, por ejemplo, la secuencia de acciones de varios seres humanos responsables de establecer al azar los números de la Quiniela.

-Como si hubiera espiado.

-Más como si hubiera sentido moverse los hilos que conectan su energía psíquica con la energía psíquica de esos otros.

-Como los videntes.

-Ahí va. Jung reivindicó desde su ruptura con Freud las prácticas esotéricas alquimistas y astrológicas de las tradiciones religiosas anteriores a la sociedad cristiana, sobre todo las orientales, como la hindú o la china. Y todo el final de su investigación estuvo dedicado a encontrar explicaciones científicas y pruebas racionales irrefutables para esas filosofías.

-¿Y lo logró?

-Bueno, Nelly, depende. Toda la ciencia “seria” de occidente dice que era un chanta, incluso nadie lo tomó tan en serio como para refutar sus experimentos y pruebas.

-La máquina del tiempo demuestra que es todo cierto. En el Barolo la energía sincronística de las personas que habían usado por primera vez un objeto se juntaba con la energía emocional del viajero para formar un túnel en las ondas gravitacionales y llevarte al tiempo y espacio donde se había usado por primera vez. En la Torre de Soldati perfeccionaron el mecanismo prescindiendo de los objetos-llave. Con tecnología de la era nuclear y espacial se podía construir el gusano tiempo espacio del largo que va desde el mirador del viejo restaurante giratorio hasta el subsuelo donde pasa el Cildáñez y, como en la visión de Alighieri, del otro lado del río Leteo, que pasa al lado del culo de Satanás y une el abismo del Infierno con la base de la montaña del Purgatorio. El plutonio pone en funcionamiento un rastreador de energía emocional en las coordenadas de tiempo y espacio que se le incorporan a la computadora y traslada al viajero a ese lugar con exactitud.

-¿Cómo saben que funcionó?

-Ni idea tenemos Nelly. Lo que dice Santos es lo que nos dijeron los cumpas que señaló la máquina. Algo así como “proceso completado exitosamente”. La misma señal que apareció cuando nos mandaron a nosotros a la colonia. Ahora que volvimos en una pieza sabemos que la máquina funciona. Lo que no sabemos es si Leo llegó también.

-¿Y cómo hicieron para volver si se gastaron el último puchito de plutonio?

-Ahí está la clave de todo el asunto, Alicia. La única energía que puede reemplazar al plutonio, y que incluso es mucho mejor para calibrar la máquina, es la del inconsciente, las emociones y pulsiones de las personas. Pero se necesita en cantidades enormes.

-¿Qué hicieron? ¿Contrataron extras?

-¿Y de dónde sacábamos la guita, Denise? Si todavía le debemos a Visa doce cuotas de la ropa de gaucho. Si esta fuera una novela yanqui todo se resolvía con guita, ¿verdad? Pero no tenemos. Entonces tratamos de aprovechar la energía emocional de las masas movilizadas.

-Pero no son tantas las chances de que ocurran movilizaciones tan emotivas. Y si pasan, ¿cómo hacen para adivinar cuándo van a pasar?

-Ese es todo el asunto, querida San Marcos. Hay que tener una capacidad de análisis político del movimiento de la sociedad para anticipar cuándo pueden ocurrir eventos de esas características. Y también de caracterización. Acertamos por ejemplo eligiendo el 27 de diciembre de 1777, el día de San Benito de Palermo, porque la Cieguita nos dijo que era la segunda gran festividad de los africanos en las colonias y pudimos aprovechar parte de la energía emotiva del lugar donde queríamos aterrizar, y nos salió al pelo.

-Y también la confianza necesaria en tu clase social. Con Santos tuvimos que darles un flor de debate al equipo del viejo Alejo, porque pensaban que no iba a estallar ningún tipo de lucha contra el macrismo que se pudiera prevenir. Como no son del Partido estaban muy desmoralizados con el primer semestre del gobierno. Se vé que tuvimos razón nosotros.

-Ay, Negra de mi alma no sabés lo que fue esta marcha. A Lucía la mataron el jueves pasado y para el sábado, en la charla de Boedo, Jorge anticipó que iba a ser una rebelión masiva.

-Le decía a las compañeras, Negra, porque el gusano me tiró en Avenida de Mayo, no veía tanta gente desde el 19 de diciembre del argentinazo.

-Qué grande, qué alegría, loco. Esta es mi raza, las mujeres en lucha. ¿Además fue convocada como huelga de mujeres, no? Qué concepto revolucionario, las mujeres luchando con los métodos de la clase obrera, pegándole al patriarcado donde más le duele, en su soporte material, el capitalismo. Qué alegría. Uy, perdón, de nuevo….

-Andá tranquila, nena, serán las emociones. Te voy a buscar un sertal o alguito más fuerte al hospi para frenarte la náusea.

-Gracias, Denise, sos una grossa.

-¿Y ustedes qué marcha usaron para viajar para allá?

-Ninguna, Alicia, usamos puro plutonio. Nos dieron unos comunicadores viejos. Mirá, acá los tengo en el morral. Éstos, ¿ves? Son como esos juguetes que se usaban en los 80 para hablar de un lado al otro, ¿cómo se llamaban?

-¡Walkie tolkies! Mis amigos más chetos los tenían. Tenés razón, son igualitos, negritos, con el botoncito rojo arriba y la antenita plegable.

-Eso, walkie talkies. Lo apretás acá y activa la máquina, que si está cargada te arma el gusano espacio tiempo donde estés vos y te trae de vuelta.

-Pero digo yo, ¿cómo eligieron la fecha exacta para viajar?

-La compañera historiadora de zona sur. Encontró una cita en una investigación. Como habíamos quedado el Primero, aproveché que tenía que visitarlo al loco Ronaldo y a la Andre en su casa de Longchamps para reunirme con la Cieguita, que vive ahí nomás, cerca de la estación Ardigó.

-¿Dónde queda eso?

-En Florencio Varela, Alice, en el ramal del Roca que sale de Temperley para Guitiérrez.

-Pero el ramal que va para Longchamps es otro. Aunque soy de Ciudadela tengo familia por el sur. Son ramales paralelos, no te quedan cerca.

-Claro, amiga. Es el problema de construir el Partido en zona sur. Para reunir los círculos es más sencillo irte hasta Constitución y tomarte el otro ramal aunque estén a la misma altura a treinta cuadras. Lo que nos dejó una burguesía que armó los recorridos del Roca para mover trigo y vacas al puerto antes que para conectar a las personas. Por eso con Rolando tuvimos que hacer otra movida.

-Ah, claro, te fuiste en el Torino.

-No, con el Toro me mandé hasta el barrio donde está la casa del Rolando y la Andre, un barrio obrero saliendo treinta cuadras más o menos de la estación Longchamps hacia el sudeste, cerca de la fábrica donde el loco es delegado. No saben, queda al lado de un Cementerio, un delirio.

-¿Por?

-Porque fabrican leche, Nelly.

-¿Y qué tiene que ver?

-Que usan el agua de la napa, que corre debajo de la fábrica y del cementerio.

-Me estás cargando. Decime cuál es la marca y no la compro más.

-Todas las marcas son veneno, Alicia.

-Tiene razón Denise, todas son veneno. Cuestión que le metí un domingo a la tarde por Pavón hasta el puente carretero de Remedios de Escalada y me crucé para Lanús Este, detrás de los talleres del Roca. Ahí empalmé con la ruta provincial 210, que se llama Alsina primero y Almirante Brown después, en Lomas de Zamora, y Tomás Espora se llama hasta la casa de Rolando y Andre. Desde que salís de la zona urbana de Temperley, la ruta se va haciendo un paseo de casas quintas muy chetas, muy bacanas, como las de Adrogué donde Borges pasó las famosas vacaciones inventando los delirios de Ficciones y El Aleph. Pero el barrio donde viven mis amigos todavía no tiene ni asfalto ni cloaca. Bendiciones del progreso.

-¿Ahí lo viste a Kurt Wilkens?

-Si, obvio. Estaba medio preocupado y ansioso por verme. Me decía que le daba muy mala espina la diferencia de los resultados de las elecciones sindicales en gráficos y en el SUTNA, que en los dos lados había visto un laburo muy choto de todas las agrupaciones troskas. Discutimos largo sobre las diferencias al interior del Frente De Izquierda porque el compañero no podía entender el grado de violencia que había entre ellas en cada gremio Festejamos SUTNA, pero vamos a llorarr Gráficos, me decía.

-Te debería querer matar, todo el embrollo en el que lo metiste.

-No sé, Alicia, se lo toma como una aventura. Pensá que hasta hace unos meses el tipo estaba engayolado y lo iban a boletear. Esto de la huelga nacional de mujeres, por ejemplo, lo debe tener re impactado. Además tiene el informe fresquito de la Andre, que milita en el frente de mujeres.

-¡Mirá si estuvo en la Plaza recién! ¡Qué mierda no haber sabido!

-Tranqui, amiga, no va a faltar oportunidad. Te prometo que te llevo a Longchamps en la próxima y te lo presento.

-Pero no te lo vayas a comer, Nelly, por favor. Contenete.

-No seas envidiosa Denise, si querés vamos juntas.

-Lo que se comparte no engorda, amiga.

-Cortenlá, che. Son terribles. Les estaba contando cómo la fuimos a ver a la Cieguita, el camino es un verdadero flash.

Resulta que el Rolando es un baqueano de esos que contaba Sarmiento en el Facundo. Un chabón muy bizarro, andará por los cuarenta, nacido y criado en una familia obrera muy pobre de San Telmo, generación de Cemento, de esos que festejan cómo se cagaban a trompadas con la cana después de los recitales y que te hablan con nostalgia de los pogos, la falta de aire, el olor a chivo, los baños reventados y toda esa.

-La generación del reviente.

-Claro, vos sabés, Negra, como lo que hablábamos del Tony. Cuestión que el loco tocó fondo en esa cuando la conoció a la Andre, otra personaje, y se enamoraron sarpado y se empezaron a rescatar juntos. Cuando Rolando entró a pegar buenos laburos (hace como ocho años que está en la fábrica), se mudaron de San Telmo a Longchamps, en un terrenito de cuatro por dieciséis muy barato, al borde de la mancha urbana, y el tipo se re aquerenció. De ahí que se conocieron con Leo, tienen el mismo flash con la historia de los barrios.

El Rolo me contó toda la historia de la zona mientras íbamos a la casa de la Cieguita. Longchamps fue originalmente una estación de tren que los oligarcas de la zona rosquearon con la familia Burzaco para poner cerca de la pista de maniobras donde probaban los globos aerostáticos, donde salió el primer vuelo famoso de Jorge Newbery a principios del siglo veinte. El barrio donde vive se llama Ministro Rivadavia por uno de los nietos del sorete que fue presidente con la Constitución Unitaria de 1826. Martín Rivadavia fue Ministro de Marina del sorete de Roca en 1896, el mismo que le dá nombre a Comodoro Rivadavia, la ciudad petrolera de Chubut donde arrancaron las huelgas de la Patagonia Rebelde en los años 20.

Pero la zona se fue poblando con los vascos que habían venido con Garay de Asunción en 1580 para arreglar la cagada que se había mandado Mendoza. En algún momento alguno le cedió las tierras a los franciscanos o jesuitas y después se instalaron criaderos de vacas lecheras, por eso aparecieron las primeras fábricas embotelladoras de leche y después las grandes fábricas que ahora son de una multinacional francesa. El loco Rolando cuenta la historia a los compañeros de laburo, la mayoría viven en la misma zona. Tiene un flash con el tema de la conciencia del ambiente, Los obreros tenemos que ser la conciencia viva del lugar donde vivimos repite siempre que cuenta el tiro.

Cuestión que se conoce la zona palmo a palmo. Para reunirse con el círculo de la Cieguita y los del Partido de Florencio Varela, como le da paja tomarse el tren hasta Temperley y esperar el otro ramal, que siempre tarda bocha, como no tiene bondi directo, el loco arregla con un cartonero del barrio y se le sube al sulky para acompañar la pendiente del arroyo Las Piedras.

El Piedras nace de unos humedales cerca de Glew y va bajando despacito y con meandros hasta el Río de la Plata. Recién lo rectifican y lo entuban cerca de la desembocadura, en Quilmes. Desde la época de la colonia sirvió como frontera, primero contra las montoneras de los aborígenes del sur, después como divisoria de estancias, chacras y quintas, laburadas por los jesuitas o los franciscanos desde el mil setecientos y transformadas en tierras para la especulación inmobiliaria por los oligarcas del 900.

Pero desde la expansión industrial de la ciudad de Buenos Aires entre Roca y Perón que prácticamente no se desarrolla. Si me corren un poco, es el primer límite bien rural de la mancha de cemento porteña hacia el sur.

Sigue siendo un riacho contaminado por todas las porquerías que la gente tira. Como no hay cloacas, es el sumidero de la mierda y el meo, del agua para lavar los platos y la ropa y de las pocas fábricas que todavía quedan en algunos tramos. Una venita tan podrida como el Riachuelo, el Luján o el Reconquista.

La Cieguita vive con su hijito en uno de los ranchos de madera y chapa de zinc que hay al costado del arroyo. Como son tierras inundables, no valen nada y muchos compañeros las fueron ocupando de prepo a medida que sus dueños iban perdiendo la guita necesaria para mantenerlas, o producto de las guerras familiares por herencias y juicios de sucesión eternos.

-Bienvenido al querido barrio de Gobernador Costa –así me dio la bienvenida con un irónico tonito épico la Cieguita cuando me recibió en la puerta de su rancho. -¿Hicieron el camino colonial con el Rolo? ¿Qué le pareció?

-Una aventura increíble –le contesté sin mentirle, a mí todos los viajes nuevos siempre me asombran. –“Colonial” le decís por lo que vinimos a hablar, supongo.

-No, compañero, porque esa galopada en sulky que se manda Rolando cada que viene por estos pagos repite los mismos paisajes que se vienen haciendo a caballo por esta zona desde que los primeros vascos vinieron a instalarse. Y el pobrerío vive casi en las mismas condiciones materiales de mierda todos estos quinientos años. Un rancho al costado de una zanja de barro.

No sé si a ustedes les pasa, compañeras, pero para mí los historiadores, las historiadoras, son una raza muy rara. Parece que vivieran en otro plano, no sé, como si registraran la vida cotidiana con otra lente. Una especie de conciencia del tiempo. Y no digo los historiadores de academia, que compran y venden pedacitos del conocimiento del pasado como mercanchifles en el almacén de las cátedras y los supermercados de los congresos. Me refiero a estas almas extrañas que tienen una conciencia permanente del flujo temporal. La Cieguita me dice cosas como esas:

-Conocer la Historia humana es como pescar, compañero. El universo tiene cientos y miles de millones de años desenvolviéndose como un enorme río que busca y busca pero nunca encuentra su desembocadura final. Nosotras sólo hacemos foco en una parte de todo ese enorme conocimiento, si tenemos suerte y recursos, podemos llegar a juntar un poquito del agua de ese infinito río. Pero siempre hay que saber que no existe el cuenco perfecto y todo el conocimiento tarde o temprano se te escurre por los dedos. Para la clase obrera, para todas las clases desposeídas, es peor. Nos roban todos los cuenquitos, como decía Walsh, nos expropian hasta el conocimiento de nuestro origen, de nuestro propio pasado, que es nuestro porque nosotros lo supimos sufrir, ¿se da cuenta compañero?

La casa de la Cieguita es mucho más amplia y amistosa por adentro de lo que parece por afuera, un castillo antiguo a punto de derrumbarse, como en la peli del japonés mago ese, El castillo errante. Una salamandra de hierro alimentada con las raras leñas que encuentra cerca del arroyo nos permitía armar una especie de escudo de calor, una burbuja que ponía a raya la voraz humedad que acechaba desde el arroyo y el barro.

En lo más alto de las paredes estaba todo lo que debía salvarse de la humedad o las inundaciones: la comida y los libros. Sólo un biombo, armado con lona y tanza, separaba la cama de dos plazas de la madre de la “pieza” del nene, que tendría unos ocho o diez añitos y se pasó toda la tarde, obvio, rodando por el arroyo con la gurisada.

-Disculpe la modestia del hogar pero es lo que alcanza con un sueldo de docente precarizada de la provincia, compañero –dijo cuando corrió la cristinet llena de calcomanías de Mariano Ferreyra para ofrecernos un platito de metal con torta fritas que acababa de sacar de la tapa de la salamandra- pero usted vino acá por información del pasado, no a cenar, ¿verdad?

-Gracias. Tengo otro apetito hoy. Necesito poder ubicarme bien en una parte específica de ese río infinito que me decía, compañera.

-Sí, lo habíamos hablado. Un delirio muy seductor el suyo, compañero. Poder viajar en el tiempo para ver con sus propios ojos lo que nosotras sólo podemos leer en los archivos. Sepa que lo envidio. ¿Qué es lo que precisa?

-Le confieso que no sé casi nada de la historia colonial, lo que aprendimos en la secundaria, cosas que contaba Leo y, claro, el libro verde que publicó el compañero Rath en el 2013.

-La Revolución Inconclusa, sí, lo conozco. Colaboré con el equipo de historiadoras del Partido que juntamos material para su confección. No es un aporte novedoso en cuanto a fuentes, sino en cuanto a la interpretación de la información conocida. En la historia colonial de Argentina no hay nada novedoso en cuanto a fuentes. Son pocas y están todas masticadas desde la época de Mitre y Groussac. Después del trabajo de documentación de Ravignani en los años veinte y treinta hay muy pocas cosas que puedan llegar a sorprender o cambiar radicalmente la idea que se tiene de esa época. Excepto, claro, la mirada de clase.

Rolando seguía la charla con fascinación, como un chico que va por primera vez al cine. ¿Cómo la mirada de clase, compañera? ¿Me lo explica?

-Claro, Rolo. Los hechos los conocen todos, pero el tema es cómo juntás los pedacitos, y el cuadro final que te queda depende mucho de la selección que hiciste y las interpretaciones. Y ahí juega tu programación mental. Lenin decía que cuando alguien viaja a otro país desconocido siempre le llama la atención lo que tiene que ver con su propia vida. Los pequeño burgueses se fascinan con los museos, los grandes palacios y los edificios que reflejan toda la grandeza de la civilización que visitan, que por lo general son sus propias aspiraciones, lo que ellos aspiran a lograr en su propia vida, en su propio país.

-¿Y Lenin, qué miraba?-pregunté con genuina curiosidad antes que con ánimos de chicana.

-Su compañera, Krupskaia, en las memorias, cuenta que Lenin hacía una jerarquía de las ciudades que conocieron en su extenso exilio político por sus bibliotecas públicas, porque era donde se pasaba revisando libros para investigar la realidad que quería cambiar o donde tenía acceso gratuito a los diarios. ¿Lo que hubieran hecho con interné, no?

Les decía, el mérito del libro del Colo Rath está en que se pone a entender el origen del país de la misma forma en que su Partido lee la realidad contemporánea, entendiendo este pedazo de realidad que es el Río de la Plata dentro del tablero mundial de fuerzas sociales y políticas que se disputan el mundo en el siglo dieciocho.

-Cuénteme de ese tablero, compañera. Con qué nos vamos a encontrar en el año 1777.

-Bueno, eso es muy interesante. Los milicos tenían una autoconciencia histórica de clase muy fuerte. Videla y compañía se sentían ellos mismos herederos de la tradición católica de los Conquistadores. En los manuales de los setenta, se contaba el origen de la Argentina en agosto de 1776, oh casualidad, doscientos exactos años antes del golpe del 24 de marzo de 1976.

-¿El país no había nacido con la Revolución de Mayo, entonces?

- Los intelectuales de ahora dirían que los milicos “resignificaron” el período colonial. Es un jueguito medio sutil y complicado, compañero. Porque los milicos vinieron a parar un proceso revolucionario, nadie lo sabía mejor que ellos, para eso el imperialismo yanqui y la burguesía nacional los pusieron al frente del Estado. Entonces, aunque eran liberales en economía y reivindicaban la historia liberal de Mitre, que arranca con la “gesta gloriosa” del 25 de mayo de 1810, ya hacía muchos años que venían reivindicando “lo bueno” del pasado colonial, las tradiciones hispánicas, el idioma, la cultura…la religión. Algo que los milicos comparten con todos los nacionalistas, incluso paradójicamente con los nacionalistas de izquierda o populistas. Algo que había empezado el mismo Rosas en 1830, reivindicando el origen español de las Provincias Unidas.

-¿Qué había pasado en el 76? ¿Por qué elegían ese año como el origen del país?

-La creación por Cédula Real del Virreynato del Río de la Plata, claro. La Cédula Real es como un decreto, Rolo –había cazado al vuelo el gesto en los ojos del compañero, demostrando la ironía de su apodo- porque al principio el Virreinato no fue más que eso, un decreto firmado por el Rey Carlos III, de la familia francesa de los Borbones, en un palacio en Madrid. Como todo deseo, primero había que hacerlo realidad. La idea principal del rey era parte de una maniobra más grande, que incluía toda una batería de reformas en la organización administrativa de sus colonias en todo el mundo, lo que terminó siendo un manotazo de ahogado para sacar a España de la crisis terminal en la que estaba desde comienzos de siglo. Pero no sirvió. Como dicen los árabes, a veces el camino que elegís para esquivar tu destino te acerca más a él.

-¿Eso no es de Kung Fu Panda?

-Sí, tenés razón compañero, también lo dicen los chinos desde Confucio. Pero yo se lo leí primero a Borges, en un cuento sobre una leyenda árabe.

-Las Reformas Borbónicas, de eso algo me acuerdo de la escuela. Uno de los antecedentes de la Revolución de Mayo. Salieron como el culo. Las hicieron para salvar al imperio y terminaron con la pérdida de casi todas las colonias americanas.

-Claro, pero ese es el beneficio de les historiadores, compañero, que tienen el diario del lunes. Usted tiene que pensar que está yendo al río en el mismo momento en que está pasando todo, cuando la gente que se va a encontrar no tiene idea de cómo va a resultar la cosa. El Rey Carlos III, vuelvo, quería frenar la diarrea que le estaba generando en las finanzas el despliegue feroz del imperialismo británico y holandés por el mundo. La burguesía comercial y financiera anglosajona y holandesa, protestante, había destronado a los terratenientes feudales del poder del Estado cien años antes y con eso permitió que se desarrollara fabulosamente la nueva industria basada en los sistemas de máquinas integradas y el trabajo asalariado.

Como pusieron con tanta poesía Marx y Engels en El Manifiesto, los bajos precios de las ropas y calzados, de las herramientas y clavos fabricados en Manchester y Liverpool derrumbaron las murallas de los grandes imperios antiguos, desde el Español hasta el Chino, con mucha más fuerza que los cañones.

-Aunque nunca dejaron de usar cañones.

-Y no, claro. Algo que aprende quien se pone a mirar la historia de los últimos cinco mil años de la humanidad en nuestro planeta, desde que vivimos divididos en clases explotadoras y clases explotadas, desde que se inventaron los Estados, es que parece que toda gran transformación sólo la pueden hacer en medio de grandes y feroces guerras. Incluso los historiadores más cínicos han llegado a decir que las guerras son buenas porque son necesarias para cambiar las organizaciones sociales y parir nuevas y mejores realidades.

La creación del Virreinato del Río de la Plata, bien mirada, fue una jugada chiquita en el tablero del ciclo de guerras europeas por el control del mundo que empezaron después que la burguesía protestante tomara el control de Inglaterra y Escocia en 1707 y empezara a meterse en la disputa contra Francia, Austria y España por el control de las colonias en América, África y Asia.

Si lo mirás así, el capitalismo moderno que hoy domina el planeta entero es el heredero de los casi cien años de guerras entre reinos europeos que van entre 1707 y el fin de las Guerras Napoleónicas en 1813. En esos cien años Inglaterra pasa de ser una potencia de segunda o tercera línea, perdida en las rutas comerciales del norte de Europa, lejos del gran eje del Mediterráneo, el Caribe y el Océano Índico hasta quedarse con todo el tablero, como en el TEG.

En la primera mitad del siglo dieciocho, ponele hasta el fin de la guerra de los seis años entre 1756 y 1765, las potencias europeas se andaban midiendo. Todas estaban más o menos parejas hasta esas guerras. La sucesión de rebeliones políticas de la burguesía contra los poderes feudales católicos, había fragmentado al máximo al viejo imperio español de Carlos V y la familia Habsburgo, de origen alemán.

Ahí tenés otra ironía típica de la historia humana, cuando Cortés conquista Tenochtitlán en 1520, abriendo para el imperio español la conquista de las mejores minas de oro y plata americanas, seguidas por el triunfo de Pizarro sobre Atawallpa en los Andes poco después, en ese mismo momento la Reforma Protestante de Lutero daba la señal de guerra para el fin del imperio católico mundial. Un siglo y medio de guerras religiosas contra los poderes católicos de Europa que terminaron en la consagración política de la burguesía comercial y financiera en Holanda, Inglaterra y Bélgica y abrieron paso a la primera fase de la Revolución Industrial.

-Como en el TEG también, cuando más grande es tu imperio más fácil que se haga mierda.

-Eso. Entonces, caído el poder de los católicos en Alemania, los protestantes reformados de Inglaterra y Holanda le empiezan a disputar mano a mano a lo que queda de España. Ahí se arman alianzas que van a durar casi hasta 1945, compañero. Inglaterra y Holanda, ahí bien al norte, ponen plata para sostener a Austria y Portugal en el continente y frenar el desarrollo de Francia, que da un zarpazo y mete un miembro de la familia Borbón a reinar España y sus colonias americanas. Entre esos dos polos, Inglaterra y Francia, se van a ubicar todo el resto, yendo y viniendo hasta que Napoleón pierda todo en Waterloo.

Los primeros grandes sacudones fueron la Guerra de los Seis Años y la Guerra de Independencia de las Colonias americanas de Inglaterra, lo que hoy son los Estados Unidos. Ahí chocaron fuerte las dos potencias y provocaron las Reformas de los Borbones en América.

En las dos, España jugó como aliada de Francia contra Inglaterra y Austria. En la primera ganaron los ingleses y en la segunda perdieron. Pero la independencia de los Estados Unidos duró más de diez años y los franceses gastaron la guita que no tenían para ganarla. Así que tuvieron que meter un terrible ajuste para recaudar más impuestos y eso les terminó costando caro: la Gran Rebelión de Túpak Amaru de 1780, la Revolución Burguesa de 1789 en Francia, la Revolución de los Esclavos en Haití de 1791, con la que perdieron las mejores colonias azucareras, y finalmente la Guerra de Independencia de las colonias españolas en América, entre 1808 y 1826, que sepultó el poder de España –y de la Francia borbónica- en Europa hasta el día de hoy, dejándola como un satélite parasitario de las grandes potencias capitalistas.

En ese gran terremoto del siglo 18, 1776 fue una chispita muy interesante. Sobre todo para el medio millón de almas que vivían en la Gobernación de Buenos Aires.

-¿Quinientas mil personas nada más?

- En la ciudad no habrían más de cuarenta mil personas. La gran mayoría africanas o descendientes de africanas y aborígenes. Negros, pardos y mulatos para el decir de la época.

-¿No es todo lo mismo?

-No, compañero. Durante la colonia los europeos tenían un estricto registro de las relaciones de parentesco de cada persona, porque eso definía las relaciones económicas, las propiedades y por lo tanto los derechos políticos. Sólo quienes demostrasen ser ciento por ciento europeos podían acceder a cargos y sueldos del Estado en las colonias. Al resto de la población blanca, descendientes de europeos nacidos en las colonias se les llamaba criollos o creoles y se les prohibía el acceso a los altos mandos del Ejército, el Poder Ejecutivo y la Iglesia. Era la forma de mantener a las colonias sangrando recursos para Europa y que la guita fuerte no se quedara en América.

Esas eran las clases dominantes, los dueños de las tierras y las empresas comerciales, de las minas y los campos, las plantaciones y las vacas. El Estado imperial les permitía auto organizarse entre ellos para las decisiones municipales, eso eran los Cabildos, organismos de poder político y económico locales que decidían de forma colegiada, juntando los votos de las familias criollas dueñas de algo. Estos tipos, los descendientes de los conquistadores, después de doscientos años de riquezas bastante menos importantes de las que habían soñado, sobre todo en las colonias españolas y portuguesas del sur, que salvo la plata de Potosí no tenían mucho más, estallaron por el aire cuando los Borbones les vinieron a pasar la factura de las guerras contra Inglaterra.

Y estaban gritando sobre un polvorín de millones de hambrientos y torturados. Los explotados y explotadas en América eran quienes no podían demostrar con papeles firmados algún vínculo de sangre con un europeo. Supuestamente los aborígenes de México y el Altiplano tenían algunos derechos de auto organización y uso de sus tierras concedido por el Rey, como los Pueblos de Indios, aunque en realidad la Corona presionaba para usar a las jefaturas de los ejidos y los ayllus, las aldeas campesinas, como punteros de las decisiones del Estado. Después venían todos los mestizos que habían sido fruto de las violaciones de los europeos contra las mujeres aborígenes, si es que algún estanciero les reconocía algún derecho de sangre menor. Estos eran los cholos, por eso las cholas del Collasuyo

-Como se llamaba Bolivia con los inkas, Rolo- acoté muy por lo bajo.

- todavía reivindican el uso de sombreros y vestidos europeos, para señalar su origen parcial europeo. Y hasta te podían hacer los papeles de nacimiento en la parroquia con el porcentaje de sangre europea que tenías. De una mitad hasta un sexto se tenían en cuenta para diferentes oficios y permisos de trabajo. Los soretes eran muy estrictos.

En las cloacas de la pirámide social estaban las personas que fueron esclavizafas, secuestrados todos en África y transportados inhumanamente por el Atlántico, sin ningún tipo de derecho, como en Roma, las leyes les considereban res parlante, cosas que hablan. Como decía una vieja fórmula inglesa: les trataban algo mejor que a sus perros y un poquito peor que a sus caballos. Mulatos se les decía a los descendientes de mujeres negras violadas por europeos blancos, puros o criollos; zambos o pardos se les decía a quienes habían nacido de una relación entre africanos y aborígenes y después centenares de combinaciones y clasificaciones.

Cuarterones, por ejemplo, se les decía a quienes tenían un cuarto de sangre blanca, o aborigen o negra.

Mi “preferido” es Lobo, porque sintetiza toda absurda crueldad y obsesión de los racistas con el sistema de castas. Lobo se le decía a quien descendía de distintas generaciones de moriscos, como llamaban a descendientes de europeo y mulato, mezclados con albinos, que era como llamaban a descendientes de morisco con europeo y finalmente saltapatrás, que eran los descendientes de albino y europeo. Quien fuera hijo o hija de un saltapatrás con mulato o mulata, era llamado lobo. Un antiguo recurso de genocidas, como verán, ese de igualar a las personas que odian con animales, rebajándoles el derecho a la vida.

-Me estás jodiendo. No te puedo creer. Como los nazis.

-Creelo, Rolo. Los nazis no salieron de un repollo, querido amigo. Hasta el día de hoy se siguen usando algunos de estos insultos a la inteligencia humana, como el apodo de chinas a las mujeres que viven en poblaciones rurales.

-La chinita, claro. ¿No es por los ojos rasgados de las gurisas del interior?

-No, amigo mío, chinos o chinas se llamaban las castas de descendientes de mulatos y aborígenes. El campo argentino está lleno de chinas y chinos porque en su enorme mayoría, la clase obrera en los territorios heredados de la colonia es una mezcla de afrodescendientes y aborígenes. Es nuestro pueblo. Es lo que somos: un pueblo de “chinos” y “chinas”.

El lenguaje popular tarda mucho más en cambiar que las relaciones sociales que lo parieron. Fíjense que el insulto clasista más popular todavía hoy es

-Hijo de puta –quiso adivinar Rolo.

-No, ese es el insulto popular más común de corte misógino. Si bien es clasista, siempre que las trabajadoras sexuales, forzadas o libres, son expropiadas de los medios de producción y obligadas a trabajar para otros para sobrevivir, obreras, y por lo tanto el insulto apunta a denigrar a la madre con una profesión “mal vista”. Está en el orden de los insultos de género patriarcales, como “andá a la concha de tu madre”. Viste que siempre hay una obsesión con los genitales de las mujeres. No te mandan a la recalcada pija de tu viejo.

-¿Entonces?

-“Negro de mierda”, compañero. Los mismos que se cansaron de escribir novelas y manuales de historia machacando que en Argentina nunca hubo negros ni esclavos te insultan así por la calle. Y ahora que ese color de piel no tiene la misma magnitud que cuando los africanos fueron el mayor impacto poblacional de inmigración forzada, los tipos te quieren ubicar en el único lugar social donde recuerdan que mantenían a las personas de tu mismo color de piel, en la esclavitud absoluta, como una de sus propiedades.

-Qué vergüenza la Historia Nacional –dijo el Rolo y explicó una serie de cosas que le parecían muy importantes para justificar que se iba a comprar unas birras y volvía. Creo que hizo una relación muy boluda entre las últimas castas y el supermercadito más cercano.

-¿Cómo te acordás todo eso, Cieguita?

-Doy clases en polimodal hace quince años, compañero. Los técnicos del ministerio te dirían que la “secuencia didáctica” se me hizo carne. Son como trucos de magia que usamos las docentes para captar la atención de los pibes y pibas a los temas importantes. Volviendo a nuestro asunto, el Virreinato se inventó con dos objetivos de igual importancia para España y Francia: primero controlar el flujo de guita de Potosí que se iba al enemigo portugués e inglés comprando mercancías de contrabando a Inglaterra.

-Los precios que derriban más que los cañones…

-Eso mismo. Y el segundo, muy relacionado, limitar el avance de Portugal sobre la cuenca del Paraná. Vos sabrás que Buenos Aires se fundó con ese objetivo en el milquinientos y pico, para evitar que Portugal se siga expandiendo hacia el oeste, hacia las minas de plata del altiplano. Los portugueses descubrieron las rutas comerciales que había entre el imperio inka y los guaraníes en la zona donde fundaron Sao Paulo y sabían que los ríos que desembocaban en el Paraná, nacían en la Cordillera.

-Buenos Aires se fundó como frontera de guerra.

-¿Nada que ver con la poética y la literatura, no?

-Pero mucho que ver con la cara de culo y las relaciones humanas que tenemos.

-Vos sos de los míos, compañero, de los que creemos que tanta mufa y mala onda tiene que tener un origen ancestral. Y sí, imagínate, son quinientos años con el único objetivo de hacer mierda a un vecino para crecer vos. Los portugueses, los querandíes, los ranqueles, los mapuches, los guaraníes.

-Los inmigrantes, los villeros…

-Y dale que vá, ¿no? El porteño es heredero de un invasor mezquino rapiñando entre gente que lo molesta.

-Entonces los tipos ponen a Buenos Aires de capital de todos los territorios desde el Alto Perú hasta el Río de la Plata. En el 76.

-¿Chile también?

-Entraban las intendencias y gobernaciones desde Potosí hasta Córdoba del Tucumán, Salta del Tucumán y todas las pequeñas del Altiplano y la yunga. Chile y Montevideo quedaban afuera, porque eran Capitanías Generales, meros destacamentos militares con población inferior a una intendencia y que dependían directamente del Rey. Asunción, Santa Fé, la Vera de las Corrientes y las ciudades de Cuyo quedaban adentro. Por eso hasta el día de hoy –mirá que verga el Estado independiente criollo- la Argentina usa como argumento en su reclamo frente a la ONU por las Malvinas, que antes de la invasión de los ingleses de 1833 las islas formaban parte de los territorios heredados del Virreinato del Río de la Plata.

-Entonces Macri tendría que pedir que además de las Islas, le devuelvan Asunción, Uruguay y toda Bolivia.

-Y todo el sudeste de Brasil. Claro, por eso hay tanto facho que dice que son provincias nuestras. Otra forma en que el nacionalismo popular mantiene viva la conciencia colonial. Te digo más, compañero, si fuesen coherentes, tendrían que reclamar también otras dos islas de tamaño similar a las Malvinas, pero que quedan en África.

-Esa no la había escuchado nunca.

-Las ventajas de la profesión. Casi nadie las ha nombrado. Han pasado por debajo de los radares de todos los grandes inventores de la historiografía nacional, pero entre los territorios oficialmente incorporados al Virreynato, los portugueses le cedieron a España las islas Fernando Po y Annobon, en el Golfo de Guinea Ecuatorial, cagate de risa.

-Me jodés. El facho argentino se queda corto, tenemos derecho a reclamar tierras en otro continente, jaja.

-Totalmente.

-¿Y para qué mierda querían dos islas en África un Virreynato en Buenos Aires, me querés contar?

-Si conocieras la dinámica económica colonial no te sorprenderías tanto. Esas dos islas fueron puertos portugueses desde el 1471, primero para abastecimiento de la ruta hacia la India, después como punta de lanza para el secuestro de africanos y su venta como esclavos a Europa y América. En octubre de 1777 por primera vez en casi doscientos años Buenos Aires lograba un viejo sueño, controlar el comercio de esclavos desde la fuente misma, eliminando a Río de Janeiro como intermediario.

-Carajo. Mucho más importante que las Malvinas.

-Muchísimo más. Pensá que vía Buenos Aires se calcula que se vendieron más de dos millones de africanos hacia las minas de plata de Potosí y las estancias ganaderas y agrícolas del Norte, Cuyo y el Litoral. Dos millones de personas es casi el diez por ciento del total de seres humanos traficados de África a las colonias americanas por Europa desde el siglo dieciséis hasta la abolición del tráfico negrero en el siglo diecinueve. Un diez por ciento del negocio más lucrativo de ese entonces.

-¿Y los portugueses por qué cedían esas islas entonces?

-Por la fuerza, compañero. Porque la guerra de independencia de los Estados Unidos, como todas las guerras entre imperios, se libró en todas las fronteras. Carlos III aprovechó la debilidad portuguesa en América del Sud, con Inglaterra concentrada exclusivamente en sus colonias, para mandar a su mejor militar, el Teniente General Pedro de Cevallos, primer Virrey del Río de la Plata, con órdenes de recuperar Colonia do Sacramento de manos portuguesas y terminar con el escandaloso contrabando de esclavos y mercancías inglesas en las narices de la Aduana de Buenos Aires, amén del control portugués de las cientos de miles de cabezas de ganado cimarrón que había entre Montevideo y Colonia. De hecho, Cevallos salió de España con el decreto de creación del Virreynato al frente de una flotilla de guerra y encaró directamente a Santa Catarina, y hasta que vence a los portugueses y los corre hasta de Colonia no entra a Buenos Aires, más de un año después, en octubre de 1777.

A ver, acá lo tengo, sí, el 15 de octubre, casi que tenemos un Día de la Lealtad con un Teniente General doscientos años anticipado. Porque te imaginarás que acá lo recibieron con terrible fiesta. El tipo llegaba con una flota imperial, había conquistado –o pretendía hacerlo- casi toda la Banda Oriental enterita hasta las barbas de Sao Paulo y venía a elevar a Buenos Aires a capital de Virreinato.

-Alta fiesta. Entonces nosotros caemos casi sobre esa fecha. ¿Cuándo habíamos dicho por wasap? El 27 de diciembre de 1777. ¿Por qué el 27 de diciembre?

-Porque encontré en el Archivo General de la Nación un acta de un representante de cuatro mil negros y castas que le reclaman al nuevo Virrey que les reconozcan los compromisos asumidos antes de la conquista de Colonia y Santa Catarina. El acta es de fines de 1777 y se hace en torno a las celebraciones y homenajes por la victoria y su coronación como Virrey. Pienso que cuatro mil tipos son muchos para la época y que debe haber costado juntar esa gente, o incluso menos, la mitad, un cuarto ponele para deliberar y armar la petición.

-Una asamblea enorme. ¿Qué le reclaman?

-Que los libere a todos o que les baje el precio para pagarse la libertad.

-¿Por?

-Es que Cevallos era un militar mediocre en cuanto al arte de la estrategia y la táctica. Lo suyo era la preparación minuciosa del contingente, una especie de milico con mucho sentido práctico. El tipo ya había estado en la región como gobernador diez años antes. De hecho era la segunda vez que tomaba Colonia.

-Era su deporte preferido.

-Sí, je, tipo “necesitamos tomar Colonia de nuevo, llamen a Cevallos”. Y todavía más, para que te sorprendas. Desde Colonia recién tomada aguantó y rechazó la primer invasión inglesa que se registra en la historia del Río de la Plata, cincuenta años antes de las más conocidas de 1806 y 1807.

-Ese dato tampoco lo tenía.

-Una flota anglo portuguesa intentó recuperarla al toque que Cevallos entró triunfante en 1765. Incluso se cantaron leyendas del tipo defendiéndola enfermo de paludismo, toda la épica. Pero la clave del éxito militar no era ningún heroísmo, era la manipulación de las necesidades más elementales de la población explotada del litoral. La primera vez que tomó Colonia, reclutó una infantería ligera muy superior en cantidad a la de los portugueses, entre guaraníes de las misiones jesuíticas y africanos esclavizados. Para los guaraníes de las misiones la lucha contra los portugueses era una cuestión clave, porque los portugueses los secuestraban y esclavizaban en las fazendas de Sao Paulo, igual que africanos. A los africanos de Buenos Aires y el Litoral se les prometía la libertad. Con esa superioridad numérica fue que ganó el mismo territorio dos veces en una década, no porque fuera una luminaria. Pensá que en esa época las batallas se definían por la cantidad de gente que metías en el campo, lo que se llama la infantería ligera, o sea, los pobres soldados a pata y con pocas armas.

-La carne de cañón.

-Literalmente. El ejército que lograba llegar al otro lado es porque había dejado una alfombra de muertos más corta que la del adversario.

-Mirá vos. Además imagino que esos muchachos le ponían toda la garra, luchaban por una libertad bien concretita.

-Exactamente compañero. Africanos y guaraníes eran muchos más en número y en moral de combate, contra destacamentos militares de soldados mal pagos, lejos de su patria natal y criollos forzados a una guerra cuando lo único que querían era que los dejen hacer guita en el comercio.

-Este Cevallos fue un tipo clave entonces. ¿Cómo pasa desapercibido en la historia argentina?

-Porque no llegó a pasar la prueba de la academia bajo el alfonsinismo y por lo tanto no llegó a la conciencia popular de los últimos treinta años, o sea, a los manuales del secundario y los capítulos de Zamba. Y porque los historiadores jesuitas han casi desaparecido de las academias oficiales y los medios de comunicación. Pero en los años treinta del siglo veinte, un par de historiadores importantes le dedicaron su atención y llegaron a esa conclusión que después retomaron los milicos en la dictadura: que el Virrey Cevallos había puesto las bases del primer proyecto “nacional”.

-¿Qué me perdí?

Rolo caía con la mochila de tela gastada donde todavía se podía leer La Polla Records, cargada de botellas de birra helada y todo tipo de chizitos y papas fritas que el hijito de la Cieguita celebró a su turno.

-Caíste justo para que nos hablen del primer Perón de la historia, doscientos años antes del que conocemos.

-¿Ya prendieron uno?

-Compañero, ya lo hemos hablado varias veces. En mi casa no se consumen esas cosas y le permito las cervezas sólo porque es una reunión informal, pero complotan contra el sentido de la actividad.

El Rolo pidió disculpas como pudo y se puso a descorchar igual. Lo bueno de ser troscos es que tenemos cierto changüí para cagarnos en los retos de los dirigentes sin socavar la disciplina.

-Lo que tiene que saber el equipo que vaya a diciembre del 1777 - retomó la charla, de todos modos, la Cieguita, y con brío, después de besar el primer vaso frío- es que llegan en una coyuntura explosiva. Quizás en el mayor intento del Imperio Español por controlar la fuga de guita hacia Inglaterra, monopolizar todo el tráfico esclavista hacia Sudamérica y el ganado vacuno de las dos orillas del Río de la Plata. El proyecto de Cevallos era construir un espacio único y autosuficiente en términos económicos, que vinculara los espacios ecológicos más importantes en recursos mineros de la región, del Altiplano pero también de las Minas Gerais y de las pampas húmedas de pasturas y ganado. Por eso la obsesión con tomar la Isla de Santa Catarina, que desde el milquinientos y pico era la entrada más rápida desde el Atlántico a las picadas que llegaban a la cuenca del Paraná y desde ahí a las yungas altoperuanas. Pero también porque podía disputarle en el futuro el Río Grande a Sao Paulo y evitar la expansión portuguesa hacia el sur.

-En ese sentido un proyecto de “nación”, de un único espacio económico y político.

-Exactamente.

-¿Y por qué fracasó?

-Porque en los papeles estaba genial, pero a Madrid le importaba un cazzo el desarrollo de un espacio nacional en sus colonias, sólo le interesaba frenar el avance portugués y el drenaje de impuestos y de plata potosina hacia sus enemigos.

-¿Pero Cevallos no la hizo igual?

-A Cevallos lo mandaron llamar en abril del año siguiente a la conquista de Colonia, en el 78. Y murió al poco de llegar a Madrid.

-¿Qué raro, no?

-Mirá, la política española estaba tan picante, las presiones de los dos imperios más importantes, y el Vaticano, hacían que los Borbones pegaran volantazos raros todo el tiempo. A Cevallos ya se la habían hecho en 1766, terminó de festejar la toma militar y defensa de la invasión inglesa de Colonia y le ordenan entregarla a los portugueses porque Carlos III la había cambiado en un acuerdo de paz para que los ingleses les devuelvan Manila y La Habana, que le habían arrancado a cañonazos en la Guerra de los Siete Años. Pero también hay historiadores que dicen que Cevallos era un pinche de los jesuitas y que su retirada de Buenos Aires era un golpe político del Ministro Floridablanca, acusado de masón, contra los intereses del Vaticano en la región. Incluso algún biógrafo llega a arriesgar que lo envenenaron en el barco de vuelta, para garantizar que no volviera más.

-Como a Moreno.

-Sí, como a Moreno.

-O sea que era común matar a los políticos así –concluyó Rolando.

-Eso compañero, o que los inventores de leyendas políticas de derecha y de izquierda tienen poca imaginación y se chorean entre ellos.- remató la Cieguita.- Lo que es seguro es que había un enfrentamiento bastante importante entre los criollos desde Asunción hasta Buenos Aires contra las reformas que aumentaban el poder del rey en la región, porque ya en esa época eran conscientes de que les convenía el comercio con Inglaterra y Portugal. Estos tipos apoyaban a Juan José de Vértiz y Salcedo, que fue gobernador de Buenos Aires antes de Cevallos en 1755 y el segundo Virrey después que rajan a Cevallos. La pica entre los dos era clara.

Vértiz fue el primer y último virrey nacido en las colonias, criollo, y mantuvo una política muy flexible con los portugueses y el contrabando de Colonia, todo lo contrario de Cevallos. Hay sospechas de que él le habría hecho la cama, de forma elegante digamos, aprovechando una mayor influencia sobre las familias poderosas de Buenos Aires, Asunción, Santa Fé, Corrientes y Montevideo.

-Y el poder del Rey estaba muy lejos para hacer contrapeso.

-Así es.

-Y por qué elegiste el 27 de diciembre, ¿o es al azar?

-Ah, tenés razón. Por lo que les decía antes, de poder juntar dos mil o cuatro mil negros para deliberar al aire libre, debía ser en una celebración popular.

-Pero la navidad es el 25.

-Claro, pero durante la colonia, los españoles habilitaban un feriado larguísimo, como en las saturnalias de la época del Imperio Romano, que arrancaba el 8 de diciembre, y terminaba el 6 de enero, en Reyes.

-Perdonen, compañeros, pero no soy muy católico. Sé que el 8 es feriado y las abuelas arman el arbolito ¿y el 6 es reyes no?

-Sí Rolo. El 8 es muy importante, es el día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, o sea que celebran su principal diferencia con el dogma reformado de los protestantes, que decían que María no necesitaba haber sido embarazada por el Espíritu Santo para ser venerada como madre de Jesús.

El propio Carlos III presionó al Papa de esa época para que obligara a que fuera una celebración obligatoria para todos los católicos del mundo, y la hizo protectora de los cuerpos de infantería del Ejército, lo que le aseguraba una fuente de ingresos permanentes a las parroquias que la tuvieran de patrona.

Fíjense que, irónicamente, la fiesta de la Concepción le juega en contra de la política catóica anti-aborto.

-¿Cómo es eso?

-En el siglo dieciocho, al menos hasta la Revolución francesa, nadie reclamaba el derecho a abortar. El problema eran los protestantes. Fijate que para la Iglesia Católica, la madre de Jesús es concebida sólo dos semanas y media antes de parir. O sea que consideran a Jesús como ser vivo cuando está bien conformado el feto, y por lo tanto la concepción de la vida para los católicos debería ubicarse nueve meses despúes de la fusión exitosa entre el semen sagrado del Espíritu Santo –o el de José- y el óvulo de María.

-Usted es una provocadora, compañera.

-No le permito. Es la verdad histórica. Después nace Jesús el 25, y el 27 es la navidad de los negros, San Benito de Palermo, cuando se les permite cierta libertad para desplegar sus festejos en los barrios al sur de la ciudad y en los arrabales del oeste y el norte. La otra fiesta que se permite a los negros celebrar es más conocida…

-Los carnavales.

-Claro, que empezaban el día de Reyes, que en España siempre fue una fiesta muy importante y que los esclavos celebraban en honor al Rey Negro, el Rey Baltasar de la tradición bíblica, que permitía un disfraz mucho más cómodo de Rey Momo para las viejas religiones africanas que el santoral de Benito de Palermo.

-Y vos suponés que en medio de las celebraciones aprovechaban para discutir problemas políticos.

-Sí, sí. Como les decía antes, es una cuestión de perspectiva. Los antropólogos demostraron bastante bien la importancia de las tradiciones religiosas africanas neolíticas que sobrevivieron durante la etapa colonial, disfrazadas debajo de parafernalia católica y que, por lo tanto, actualizaban ritualmente, colectivamente, frente a toda la comunidad afro, las relaciones políticas y de parentesco que se habían armado más allá del poder de los amos. Una forma de supervivencia y de lucha incluso en las condiciones más adversas que haya conocido cualquier parte de la población humana en su vasta historia.

-Las poblaciones africanas en América deben ser uno de los mayores ejemplos de heroísmo de la historia. –como siempre, me saltaba el épico romanticismo. Pero lo creo de verdad, ahora confirmado con conocimiento de causa.

-Sí, claro. ¿Ustedes no aprovecharían para hacer asambleas políticas masivas un feriado en que les permiten reunirse lejos de sus amos y sin que ningún blanco los fiscalice?

-Totalmente. Bueno compañera, la verdad, estoy impresionado con todo su conocimiento y la capacidad para contarlo con tanta sencillez. Le estamos muy agradecidos.

-¿Viste lo que es Santos? Una grossa, te la dibuja de una. No sabían que en el sur teníamos una bestia así.

-Rolando, la bestia sos vos. No hace falta el agradecimiento compañero, es mi manera de meterme en su viaje. El que envidio, le repito.

-No podemos llevar más gente, un problema técnico. Pero le prometo compañera, que si lo mejoramos, usted es la primera que voy a invitar.

-No, no, no. Es una envidia procrastinadora, nomás. Yo tengo una raíz importante acá, mi tarea es cuidar que se convierta en un árbol independiente y fuerte.

Afuera se escucharon los aplausos y la voz rasposa del cartonero vecino del Rolo que pasaba a buscarnos para la vuelta, así que apuramos una despedida cortita.

-Claro, comprendo. Bueno, muchas gracias de nuevo, cuando volvamos me vengo a contarle cómo nos fue, desde yá muchas gracias.

Cuando salimos del rancho, la humedad y el frío del otoño parecían apretar más por la caída de las sombras y el rocío había perdido su condición romántica mutado en escarcha cruel ya, acechando la vida desde el arroyo. Estábamos parapetados en el sulky, apretados contra los cartones y los plásticos para refugiarnos de la brisa traicionera del otoño porteño, cuando la Cieguita lo paró al chofer y me encaró para un último consejo.

-Ay qué boluda que soy. Me olvidé lo más importante. Espere un ratito compañero que ya salgo. –y en un relámpago la vimos meterse al rancho y salir con un paquete de papeles en un sobre de cartón-. Le tenía preparados algunos machetes para que puedan repasar si no tenían chance de volver por acá antes de viajar. Son cronologías elementales de ese año y el siguiente, espero que les sirvan.

-Muchas gracias, compañera, por su esfuerzo, seguro nos van a servir mucho.

-Y recuerden, no se regalen nunca, no viajan a un río tranquilo. 

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