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martes, 17 de noviembre de 2020

CAPÍTULO 4: La blanca muerte

 


CAPÍTULO 4

La blanca muerte

 


“Under pressure

that burns a building down

splits a family in two

puts people on streets.

It's the terror of knowing

what this world is about

watching some good friends

screaming let me out


Bajo presión

que incendia un edificio

divide en dos a una familia

pone a la gente en las calles.

Es el terror de saber

de qué se trata este mundo

mirando algunes buenes amigues

gritando: ¡déjenme salir!”


 

David Bowie y Queen, 1981

 

 

-¿Cuervo no vino, Negra?

-No negrito, lo dejé con las abogadas y los delegados. Prefirió reunirse rápido con los suyos y pasar su primer noche libre entre gente como él, en los dos sentidos, viste… y acordate que ya no se llama Shosé, ni vos Santos.

-Claro, entiendo.

-¿Se puede saber de qué hablan ustedes? –Nelly rompió la intimidad del saludo de los dos viajeros para integrarlos a una tertulia que había recuperado la noción de lo urgente-  ¿Quién es ese Shosé del que hablan?

-Xosé Cuervo, el objetivo que fuimos a buscar, el éxito de nuestra misión.

-¿Todavía no les contaste nada, Santos? ¿Y qué hicieron todo este rato?

-Comer mondongo –dijo Alicia abriéndose en carcajadas y alcanzándole un platito sopero de loza con una cuchara y repasador a la desesperada Negra.

-Ay muchas gracias, corazón, no sabés el hambre que tengo. ¡Y encima mondongo! ¿Eso no se lo contaste tampoco? ¿No?

-Te las presento, Negra. María Verídica, Negra Vicky, este es mi viejo círculo fabril de Ortúzar, sólo falta Flor, ¿no? Nelly, bolchevique de laboratorios, labura en la línea de montaje de vacunas para vacas.

-Los últimos eslabones del gran negocio de la exportación de carne, ja.

-…Alicia, jubilada administrativa del Tornú, gloriosa militante de la TERS nos vinimos a enterar hoy, la dueña de casa y de ese perro histérico.

-Más respeto con Ulises porque te rajo de acá. Mirá lo que te dice, nooo, nooo, si vos sos una cosa hermosa, hermosa…

-Y Denise, delegada de Enfermería, cabeza de la gloriosa lucha por las seis horas y el fin de los módulos esclavistas…

-Gracias, nene, siempre tan inflador vos. Pero, no, cierto, la gente no sabe pero tenemos que laburar más de doce horas para hacer un sueldo digno las enfermeras…

-…y yorugua, como vos.

-En serio, ¿de dónde sos chiquilina?

-De Flor de Maroñas, compañera, ¿y usted?

-Tratame de tú que no soy tan vieja, querida. Yo soy de Paysandú, pero llevo mucho tiempo de este lado del charco.

-Sí, Denise, sí, ya sabemos. Dejá que los chicos cuenten su historia. Tomá, comé un poco de guiso, nena, dale.

-Boludo no sabés, lo primero que hice cuando llegamos a casa fue agarrar unos mangos del tarro de las puteadas y comprarme unos fílis de diez… vos decís que no, pero para mí fue como un orgasmo.

-¿Vos siempre sos tan frontal con tu lenguaje, querida?

-Hay, disculpen compañeras, pero la verdad que pasamos mil y una y no veía la hora de volver a fumar unos industriales de este siglo. Y después de todo, los orgasmos son cosas lindas para andar hablando, ¿no les parece? ¿Ponemos en palabras tantas forradas todos los días y de las cosas lindas nos vamos a tener que esconder?

-La chica tiene razón, Alicia, nosotras porque somos unas viejas de mierda, nos criaron para el carajo. Y eso de lo que habla debe ser algo muy lindo…

-Bueno, dale che, dejen de bardear.  Negra, no van a entender nada si no les contamos desde el principio. Mucho menos nos lo van a creer…

-A vos no te creen porque agrandás todas tus anécdotas, como buen marinero….

-¿Viste querido? Y para tu información, Tomás y todos los primeros discípulos eran marineros, pescadores, obreros del río y de los lagos de Galilea…

-Veo que son todas cristianas.

-Gajes del oficio, amor, no porque creamos en los curas.

-¿Cómo sería eso, compañera?

-Cuando tenés que laburar todos los días con abuelitas y nenitos que se te mueren, querida, te agarrás de algún consuelo, ¿viste? Las enfermeras y la gente del hospital terminamos en la religión para no deprimirnos del todo.

-Y así nos va, Denise, así nos va.

-Pero te aclaro que yo estoy a favor del aborto legal. En el hospital lo militamos y por suerte las más jovencitas la tienen re clara, vieras las residentes mostrándole los pañuelos verdes en la cara a los doctores soretes, qué alegría.

-Viejos verdes, esos doctores.

-Bueno, Alicia, no seas mala. Pero tiene razón, mete mano los doctores, como si fueran tus patrones.

-¿Y por qué parte les ibas contando?

-Del pire de Leo después del Congreso y esos meses de mierda…

-Uff, recién arrancás. Lo de Tony ¿ya se los dijiste?

-Lo saben, todas estuvieron en su velorio.

-A mí no me dicen por qué se murió todavía.

-Contale vos Negra, que lo conocías mejor… bah, no sé, como quieras.

-Ta. Y… la verdad, Denise, la bocha es corta, el Tony se pasó de rosca con merca y el físico no lo segundeó más.

-¿Cómo merca?

-El Tony era adicto a la cocaína, compañera, sí.

 -Pero era tan buen chico…

-Ay, Denise, no seas tan bruta, es una adicción, no un asesinato, estaba enfermo…

-Alicia tiene razón, compañera, lamentablemente muchos de mi generación y de la generación del Tony arrastramos nuestro pasado con la merca. Algunos aprendimos a convivir con ella sin consumirla y otros no pueden, o pueden menos.

-¿Era un pibe jovencito no?

-Se mató después de cumplir los cuarentiocho… dejó tres dulzuritas huérfanas… un desastre…

-¿Del 68? Mono, de metal creo…

-¿Y eso qué tiene que ver, boludo?

-Estamos en el año del mono de fuego, al menos en alguna parte de él. Justo en el momento que toda su vida lo llevó a un cambio trascendente, eligió mal y perdió para siempre. Cuando te cuente bien mi semana con el jesuita húngaro me vas a entender Negrita.

-¿Se pueden dejar de joder todos y explicar qué carajo pasa acá?

-Sí, Nelly, perdoná. Es concreto, el Tony podría haber sido el mejor de todos nosotros, pero se dejó llevar por la calentura y se enfiestó con la amante de Leo.

-¿Se suicidó por la culpa?

-¿Culpa de qué Alicia?

-¿Cómo de qué, se encamó con la novia de su amigo, o los troskos no tienen códigos?

-Tenemos los mejores códigos del universo, amiga, por eso no consideramos a las y los amantes como propiedad privada de nadie. La flaca le pintó garchárselo al Tony y el Tony la garchó, ninguna culpa.

-Son los tiempos de ahora, Alicia, nosotras somos de otra época.

-Dale Denise, bien que las tres nos ensartamos feo con eso de hasta que la muerte nos separe.

-Já, a mí me separó Alfonsín y la abogada del Partido.

-Pero Santos dice que la violó a la piba.

-Esa culpa sí puede haber sido. La culpa, o el cuerpo que no le aguantó la dosis de yeso que se tiró encima para tapar la culpa… ahí es donde la merca no te perdona, en ese segundo en que cruzás la línea….

-Pero cómo que la violó, el Tony era un pibe macanudísimo, un militante todo terreno, ¿él te lo confesó?

-¿Cómo Denise, y si no lo confiesa es mentira? Dejémonos de joder con eso de no creerle a las víctimas, nadie inventa una cosa así.

-Todo lo que vos quieras, Nelly, pero si fue capaz de traicionarlo a Leo andá a saber…

-No compañeras, la guacha no mentía. Aunque no me lo quiso reconocer, el Tony la violó, me lo dijo cuando lo fui a encarar.

-No entiendo nada, cómo, ¿te lo confesó y lo negó al mismo tiempo?

-Fácil mi querida Santotomás, porque somos varones. Me quiso explicar que estaban enfiestados con la frula y estaban jugando, que a las minas les gusta jugar a que se resisten o hacerse las frígidas, que si las violan eso les da más placer.

-¿Eso te dijo? Que reverendo sorete, si lo sabía lo ahorcaba yo misma.

-¿No te conté? La siria se lo contó a Leo, que se puso pelotudo, mezclando la frustración con el orgullo de machirulo, y que lo iba a corchetear y no sé qué cuento. Lo calmé y lo fui a encarar sólo. Me quiso hacer cómplice con esa bosta mal comida del amor libre y un chamuyo de masoquismo y nos terminamos cagando a trompadas.

-¿Y la piba?

-No sé, a los días se volvió a ir de viaje, tan fugaz como apareció. Dicen que fue a Chile, no sé.

-¿Pero vos no eras defensor del amor libre?

 -Sí Nelly, un militante de la libertad sexual y afectiva. Por eso mismo me peleo con los forros que se aprovechan para usarlo de chamuyo. Amor libre es no ponerle límites de propiedad ni de moral al deseo, pero la palabrita clave es el consenso y la piba le dijo bien claro que no quería sexo anal. El chabón me quiso explicar que era un chamuyo porque ya había aceptado nalgadas, jugar al ahorcado y las esposas contra las patas de la cama.

-Diosmelibre… ¿atada?

-Cada quien decide los juegos que le gustan, compañera, pero cuando las mujeres decimos no, es no, y punto. 

-Por eso no entiendo a la juventud, teniendo todo a la mano se meten con esa porquería de la droga.

-¿Vos decís la merca o la culpa? Porque al fin y al cabo esa es la falopa que venden en la Parroquia donde seguís yendo, Alice. Y si hacemos un balance estricto, a vos la culpa te viene jodiendo tanto como al Tony la merca…

-La merca no es excusa de nada, compañeras. Tony abrazó la merca al mismo tiempo que el rock, la libertad sexual y la lucha obrera se le aparecieron como el camino para cambiar este mundo de mierda, y nunca pudo distinguirlas. Su vieja era perra, perra del ERP, digo. La chuparon en mayo del 77 y el viejo zafó misteriosamente. Para cuando Tony empezó a dudar si el chabón la había entregado bajo tortura o si fue casualidad, su viejo ya se había instalado con otra familia en Suecia y no aportaba. Al chabón lo bancó una tía materna en Villa Lynch, cerca de uno de los barrios donde yo me crie cuando mi viejo nos trajo de Uruguay, por eso teníamos tan buena onda. Los wachos lo admiraban porque era un toro bravo, a los doce ya porongueaba en una bandita que alternaba los pogos de V8 y el reviente contra la yuta en los recitales y las esquinas más picantes del barrio. Así se fue criando, como un motorcito de bronca que no paraba de alimentarse de toda la miseria que arrasaba con sus amigos en la villa. Nunca tuvo un mango partido pero siempre se las ingeniaba para comer, ponerse pilchas caretas o pegar faso y merca. Cuando le fallaba el ingenio se abría camino a las trompadas o los cadenazos.  

-Qué fea infancia, pobrecito…

-No crea, compañera, él siempre recordaba los ochenta con alegría. Decía que pudo ver a los genios, como Miguel Abuelo y Luca, mientras los milicos tuvieron que ir en cana. Después sí, en los 90 se le vino todo el mundo abajo.  Luca y Miguel se fueron y el rock se empezó a poner muy careta y comercial, Fito se dio vuelta como una media y el Flaco Spinetta desapareció. Tony se refugió con amargura en el metal y flashó con el punk rock.

Aprendió mil oficios pero los laburos no duraban una chota. Se le murió la tía de una diabetes larga, que le llevó toda la guita que juntaba y el departamentito en los monoblocks. Se comieron un desalojo muy feo con la señora convalesciente. En el 92, cuando creía que estaba todo perdido, se enamoró de una piba que estudiaba en el Nacional Buenos Aires y militaba en la juventud del Partido. Tuvieron un flash re lindo mezclando la militancia contra el menemismo, la lucha contra los cierres de fábricas y la Ley Federal de Educación, y los recitales de Todos tus Muertos, Hermética, y la Bersuit o las Manos.

En Cemento parecía que el rock volvía a sus fuentes, lejos de la fama y la careteada. Pero eran una mezcla terrible. Al Tony la piba lo enterneció como un hijito de nuevo, pero la flaca lo re maltrataba, tenía un mambo con el viejo y su sexualidad… Para cuando se separaron, a fines de los 90–mal, con mucha violencia- el Tony ya había quedado enganchado en El Partido y la lucha empezó a crecer, a comerse toda su energía y alimentar sus ilusiones.

-Ahí fue cuando lo conocí, andaba debutando en los treinta como en una segunda infancia, se mandó a vivir a Tierra Amarila, en la 21-24, organizó un comedor piquetero, pecharon contra los narcos cuando quisieron abrir una cocina de paco en la villa. Para el Argentinazo fue uno de los mejores soldados del pueblo sublevado, con un coraje a prueba de todo y una disciplina inquebrantable. La vieja hubiese estado orgullosa de su hijo. Tony siempre se acordaba de eso.

-Pero entonces ¿cómo fue que terminamos así, Santos? No entiendo, un pibe tan bueno, tan luchador, tan revolucionario…

-Y bueno, Nelly, no ganamos, y la espera, o la derrota, nos van torciendo la fuerza anímica. Hasta los pibes de fierro como el Tony se oxidan si no le das golpes de fragua.

-Es que el kirchnerismo deformó hasta a los más lúcidos, compañera. Hace diez años lo conocí cuando empecé a organizar mi secundario. El Tony era conocido en el barrio y lo mandaron del Partido a darnos una mano. Y, todo bien, tenía la capacidad organizativa de un bolchevique experimentado y fogueado en la lucha. Además que no se comía ningún chamuyo y conocía el barro desde el otro lado. No era ningún careta de la facultad que venía a “salvar marginales”, alto trosko con pergaminos. Los guachines del colegio lo idolatraban y las pendejas nos moríamos de amor. Pero ya le tuvimos que parar el carro porque mezclaba la lucha por el socialismo con el chamuyo de la exploración sin límites de la sensibilidad y el amor y casi se nos pudre un par de veces con dos pibitas con las que se encamaron y casi termina todo mal.

-Ah, pero era un degenerado…

-No, Alicia. Siempre que estuvo al borde de bardearla con menores se rescató de toque. La vieja cultura del rock y el sexo libre y la libertad de experimentación con sustancias alucinógenas o estimulantes nerviosos, nos empujaba en ese sentido, digamos, deformado de la libertad. Ya no eran los rockeros lisérgicos de los sesenta y setenta, una juventud que empuñó sus mejores fantasías contra la explotación obrera, las dictaduras o la guerra de Vietnam. Ahora los “pesados” estaban más duros que conscientes, los punkies y los rastafari alimentaban la fantasía de la revolución recluída en su micromundo de grupis y fanáticos. Pero ya no vivían desenfrenados para hacer música y luchar, eran banditas que la llegaron a embocar en el mercado de rock que resurgió de la mano de los empresarios onda Pergolini y Grimbak.

Sobre todo después de Tango Feroz, la peli de Piñero. Algunos se llenaron de guita porque en medio de la fiebre consumista de la pizza con champán la juventud castigada de clase media y de los barrios los empezó a seguir porque no se comían ninguna, eran como la esperanza del rock.

-Pero ya no luchaban.

-Y… no todos por lo menos. Algunos se bandearon al showbussiness y después de Cromañón se hicieron grandes caretas, defensores del negocio limpio y pulcro. Otros fueron más coherentes y bancaron las luchas.

-A esos les choriaron una canción…

-Claro, vos lo dijiste, y ese sorete terminó haciendo apología de violarse menores de edad hace dos meses en una charla con estudiantes de periodismo.

-¿Quién?

-Ah, ustedes no estuvieron… el Pelado ese, el que se chorió la canción…

-Me estás jodiendo… ¿el mismo que algún trasnochado editorialista de izquierda llegó a caracterizar como “la voz de la juventud del argentinazo” cuando ganó el premio Gardel?

-No seas podrido, amego. Mirá qué sorete el Pelado. Siempre se supo que se garchaba a las pendejas que lo iban a ver en los camarines. ¿Y ahora lo reconoció? No me extraña, el rock y el amor libre tienen más traidores que el peronismo.

-Sí, Negra, se armó flor de bondi. Dijo que no había que ser retrógrado y que las pibas de trece años querían encamarse con sus ídolos y que él no era quién para juzgarlas. Dijo que hay mujeres histéricas que si no las violás no llegan al orgasmo.

-Qué pedazo de sorete. Pero ojo que así razonan toda una sarta de viejos quemados del palo, no te creas, Nelly.

-Ya lo sé, piba, soy entrerriana pero viví toda esta última etapa en Caseros, La Chapita de El Palomar, sé lo que es el rock, amiga.

-Esos también tienen un machito golpeador en la banda.

-Sí, una lástima, el mejor bajo del mundo.

-Pero son soretes, compañera, soretes impunes. Es el resultado lógico de la descomposición del mensaje libertario original del rock cuando se separa de la lucha de clases, no hay vuelta. Terminan siendo pequeños empresarios alimentando su ego y obligando a sus parejas sexuales a una libertad sin límites, que en realidad sólo disfrutan los músicos, porque los que se encaman con cualquiera son ellos y son ellos los únicos que golpean o disfrutan de esa versión bastarda del bsdm que improvisan ellos. Las pibitas terminan abortando sus hijos o criándolos sin que estos soretes se dignen reconocerlos, o pagarles alimentos. O las cagan a palos cuando ellos quieren porque son fackin reyes de la mierda.

-¿El Tony era así…?

-No que yo sepa, Denise, pero últimamente estaba muy pelotudo. Armó y rompió tres relaciones y solo se rescataba cuando le tocaban las visitas judiciales con sus tres nenitas. Pero vivía atormentado en la negrura de todas esas emociones que lo torturaban. Idolatraba a la vieja con una ternura increíble, pero cuando entraba en una relación con una mujer que le recordaba el vínculo, se odiaba porque terminaba ubicándose en el lugar del traidor de su viejo, o al menos el fantasma de su viejo que se había armado en la cabeza. Y cuando se daba cuenta, explotaba. La merca, que había sido el combustible de sus mejores hazañas cuando era un pibe, ahora le taponaba la poca lucidez emocional que le quedaba. En vez de resolver el nudo, lo terminó ahorcando.

-Pero yo lo conozco desde que entré y nunca me imaginé una cosa así.

-Porque vos entraste en el 2013, con la euforia del crecimiento de la izquierda, Alice. El frenesí de abrir locales, fundar agrupaciones, ganar centros de estudiantes, le llenaba todos los huecos emocionales. A veces la lucha permanente contra este régimen de mierda hace que los revolucionarios de verdad reemplacemos con la militancia los boquetes de nuestras vidas destrozadas. Pero el crecimiento electoral es mucho peor. Eso no lo habíamos vivido en carne propia como ahora. El año pasado tuvimos treinta y pico de semanas de campaña electoral. El Tony estuvo metido full time. Afichadas, pintadas, volanteadas, timbreos, apertura de locales, lograr la legalidad en provincias donde había núcleos reducidos de compañeros y compañeras… si te quedabas quieta mucho tiempo en la parada del 112 pasaba el Tony pegatinando y te tapaba con la cara de un candidato…

-Y ese ritmo no se puede soportar sin alguna pichicata…

-Bien decís Denise, alguna pichicata. La mayoría de la clase obrera se vive metiendo todo tipo de pichicata en el cuerpo para aguantar el ritmo diario de la hiperexplotación y la alienación. Si no son los ansiolíticos son el ibuprofeno y el diclofenac, que en las estaciones de trenes ya se venden como caramelos. Leo siempre contaba que fumaba marihuana para poder dormir… y el tipo es docente, imagínate los que no tienen vacaciones…

-Todo muy cierto, Negra, pero el Tony era un enfermo.

-Estaba enfermo.

-No, Negra. Tony es un enfermo, un misógino psicótico. El tipo me justificó toda la mierda en uno de sus viajes. Tiró que las minas merecían ser castigadas, las minitas que les cabía coger y que no armaban parejas serias, que eran todas unas trolas y él tenía que encargarse de corregirlas, para que aprendan.

-Un sorete, boludo, no te puedo creer lo que me contás.

-Creeme, Negra, te digo, el chabón flashaba que las minas estaban contra él, que su vieja y su tía lo habían abandonado. Cuando le pegaba un mal viaje vomitaba cianuro de los pulmones.

-Qué pedazo de mierda. Y yo que lo quise bancar como una amiga hasta el final.

-Tenemos que revisar todas las alianzas, todos los códigos. Se nos llenó de mierda la juventud, Vicky.

-Hay nene, no desprecies tu juventud, cuando llegues a mis años la vas a saber valorar, querido.

-No me refiero a eso, Denise.

-¿Me perdí de nuevo?

-Habla de la Juventud del Partido, uru. ¿Verdad?

-No hay peor merca que los votos y un aparato no tiene moral: lo único que le importa es crecer, ganar, sumar. Si la Juventud está habilitando violines y golpeadores con tal de “desarrollar al Partido” cagamos, se pierde todo.

-¿Vos decís, boludo? Estás exagerando. Conozco Matanza y son re sanos, otras regionales también, estás exagerando.

-Yo los escucho hablar así, no sé, y me siento una piltrafa… con este año tan horrible que tenemos encima, todos los que todavía faltan con este tipo y encima la única esperanza que tenemos, El Partido, según ustedes es una cagada… ¿qué vamos a hacer?

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