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jueves, 19 de noviembre de 2020

CAPÍTULO 12: Sos el primer trabajador

 


CAPÍTULO 12

Sos el primer trabajador

Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,

y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.

Antonio Machado, (Sevilla, 26 de julio de 1875 – Exilio en Francia, 22 de febrero de 1939), extracto de su poema “He andado muchos caminos” en su libro Soledades, de 1903

 

 

El mismo criado me condujo a través del primer patio hacia el ala opuesta a las habitaciones que conocía. Eran habitaciones en construcción y las mesas estaban ocupadas en trabajos de carpintería, probablemente para los techos, que todavía faltaban.

Me dejaron al lado de Shosé Cuervo, que sin hablar mucho, me iba indicando tareas menores de acarreo y operaciones sencillas con el martillo. En vez de atorarlo con preguntas, me puse a laburar con dedicación y seriedad, en perfecto silencio. La mejor forma de ganarse la confianza de un laburante, en cualquier época.

Esperaba poder avanzar en la información durante la cena, pero me sorprendió no verlo cuando terminó la misa de la noche. El negro canoso me dijo que Shosé vivía en su propia casa, que alquilaba a Don Esteban.

-¿Un esclavo puede tener su propia casa?- le pregunté, azorado.

-El amo le deja tener otro trabajo, con lo que paga sus vicios y alquila su ranchito. Aquí todos tenemos esa suerte.

A cada paso descubría que me faltaban muchas cosas más que antes para poder salir vivo de allí y completar la misión. El cansancio del laburo, sin embargo, fue más fuerte que la incertidumbre y me venció un sueño demoledor.

La mañana del 29, el viejo esclavo me despertó muy temprano. Me encontraba repuesto y la tortura de la letrina me pareció menos grave. Los matecitos compartidos con la negrada me devolvieron la fuerza y la confianza. Pasé la hora de meditación que me había asignado el jesuita acomodando las mejores movidas que tenía por delante. Decidí que lo mejor era acelerar todo lo posible la relación con Shosé para entrar en contacto con la Negra y buscar la forma de volvernos. Con la misión cumplida o no, cada segundo que pasaba aumentaban las posibilidades de que nos encontraran y nos entregaran o que el alemán destruyera los wakitokys.

Cuando me llevaron de vuelta al taller me alegró verlo.

-Buenos días. Lo esperaba para cenar. Me dijeron que no vive aquí.

-Buenos días. No le han mentido. Mi casa está en barrio San Nicolás, doce calles pal norte.

-¿Cómo es que los esclavos pueden tener su propia casa lejos del amo?

-Es la costumbre de la ciudad. Los esclavos de servicio trabajamos afuera para mantenernos. Así los amos se ahorran mucho dinero.

-Es usted un buen carpintero, le hace honor al nombre.

-No es mi único oficio. Tampoco es mi nombre.

-No comprendo.

-Es el nombre que me puso Don Esteban. Antes que él otros amos me pusieron otros nombres. Dijo que tenía las manos delicadas, que sería un buen carpintero al servicio de dios y me puso Joseph, como el de la Biblia. En la Compañía aprendí el oficio. Y muchos más.

-¿Y cómo se llama?

-No sé. Me robaron de la aldea de mis ancestros cuando era muy pequeño, más o menos treinta años atrás. A veces mi madre me llama con mi nombre, en sueños, pero cuando despierto, no puedo recordarlo.

-¿Qué fue de su familia?

-Cómo saber. Me vendieron en Río de Janeiro a los ingleses que me trajeron aquí. Los jesuitas me compraron con quinientos más después de la cuarentena en El Castillo.

-Tampoco sabía que en Buenos Aires hubo castillos, ¿dónde queda?

-Los ingleses le llaman el Castillo, porque es la casa más grande de todo Buenos Aires, más que el Fuerte y mejor ubicada. Queda en la barranca del Retiro, al norte de la Plaza Mayor. ¿E tú, marinero, de dónde vienes?

Era la primera vez que Shosé mostraba su interés. Sus amigos estarían cruzando información con la Negra en algún lado también. Me hizo bien volver a decir la verdad

-También vengo de Buenos Aires, aunque nací río arriba, a la orilla del Alto Paraná. ¿Puedo tutearlo? El alemán se puso cabrero cuando lo hice.

-Don Esteban es el amo. Nosotros no somos nada, por eso no nos tratamos como señores.

-Me parece perfecto.

-¿Si conoces Buenos Aires por qué no conoces El Castillo?

-Porque vengo del futuro, del año 2016. Pero no te asustes, no soy un enviado de dios ni nada por el estilo. Me trajo una máquina y estoy acá para joderles.

-Nada me puede asustar ya. Y dejé de creer en los dioses ha muchos años. ¿A qué has venido?

-Necesitamos ayuda en el futuro para organizar a los trabajadores emigrados de África.

-¿Por qué no les ayudan los otros esclavos?

-Ya no hay esclavitud desde que nos independizamos de España.

-¿Todos son libres? ¿Las mujeres también?

-Bueno, no totalmente. La explotación tomó otra forma. Los explotadores también. Por eso seguimos luchando.

-Pero los africanos seguimos sufriendo, en su futuro. Vaya cambio.

-Es cierto. Doscientos cuarenta años no son suficientes para terminar con la explotación de los últimos cinco mil. Pero somos muchos los que nos organizamos para combatirla. Por eso vinimos hasta acá. Buscamos alguien que nos pueda ayudar. Alguien con principios de clase además de la piel.

-¿Y por qué no terminar con la explotación aquí y cambiar el futuro?

-No es tan sencillo. Es el dilema de Burguess Shale, pero me temo que juega en nuestra contra.

-No conozco ese sitio.

-Yo tampoco. Es un lugar donde científicos del futuro encontraron el mayor registro fósil de animales prehistóricos anteriores al Período Cámbrico, encima con partes blandas intactas, queda en Canadá. Para hacerla corta, la ciencia descubrió que la vida en el planeta va mutando para sobrevivir. Mientras las condiciones ambientales son generosas, la vida se expande a su placer, desarrollando mutaciones cada vez más maravillosas. Pero cuando las condiciones se hacen hostiles, cada ser vivo intenta una estrategia para sobrevivir.

Verá, siempre se ha creído que sólo los animales más perfeccionados lograban sobrevivir, la ley del más fuerte, de los mejores. Pero estos tipos descubrieron en Burguess Shale organismos mucho más complejos y mejor desarrollados que sus descendientes. El chiste es que estaban mejor desarrollados para su ambiente; una vez que su ambiente cambió, desaparecieron. El estudio demostró que no existe ningún ser superior a su propio contexto.

No siempre sobreviven los mejor adaptados, los más fuertes e inteligentes, los más poderosos. Un cambio en el medio ambiente que sea desfavorable para ellos los elimina y deja vivos a seres inferiores pero que no sufren ese cambio particular.

-No entiendo todo.

-

-El capítulo de Los Simpson lo cuenta mejor. El asunto es que si alguien lograse ir hacia cualquier momento de la cinta del tiempo y cambiase una pequeña cosa del contexto, eso obligaría a todas las formas de vida a mutar.

El problema es que nadie puede saber antes de que pase cómo se van a combinar todos los sucesos después de ese primer cambio. Nadie puede anticipar el camino que hará la vida después de un pequeño cambio. Es la paradoja de la contingencia histórica. Por eso cada acción humana, por modesta que parezca, es trascendente para el futuro de la humanidad y el planeta.

-Entonces digo bien. Terminar con la explotación ahora, para que no haya más después, mañana.

-Me temo mucho amigo que doscientos cuarenta años son muy pocos en la cinta del tiempo para que seres sin poder político como nosotros podamos hacer transformaciones drásticas en el hilo del futuro.

-Pero si eliminamos a los poderosos hoy, ya no lo serán mañana.

-Vendrán otros a ocupar su sitio, Shosé. Quizá dentro de mil años haya una modificación importante producto de lo que hagamos hoy. Pero en doscientos años todo será más o menos parecido.

-Y nosotros seguiremos yendo engañados a matarnos en sus guerras. ¿No decís vos que en Buenos Aires no quedamos negros en el futuro? ¿En cincuenta años se puede borrar un pueblo, su sangre y su memoria?

Es difícil vender esperanzas sin mentir. Le aclaré que no quedaban esclavos, que los negros siguieron sobreviviendo en distintas formas pero se me trabaron los argumentos. Seguimos trabajando en silencio hasta que el sol empezó a pegar duro sobre las espaldas y llamaron a comer. En medio del patio del fondo, de todos los esclavos fue Shosé quien empezó el interrogatorio. Parecía no importarle el futuro.

-Estuviste en la asamblea. Qué pensás.

-No conozco la situación en detalle. Está claro que el Virrey estafa a los soldados esclavizados. La posición del compañero grandote, no sé su nombre, en principio me parece mejor que una negociación desventajosa. Aquí la piel identifica a patrones y esclavos con claridad. El problema es el mismo de Espartaco, suponiendo que se subleven contra el Imperio y ganen, ¿qué hacen cuando tomen el fuerte? ¿Gobiernan o se vuelven a África? Y si deciden gobernar, ¿quién produce?

-Le dicen Orisha Shangó. No le gusta que usen su nombre de esclavo. Escapó de una facenda al sur de Sao Paulo. O lo salvó un naufragio a la altura de la Isla de Santa Catarina, según la historia que más te guste creer. Lo mantienen sus seguidores en el barrio del Tambor. Creen que es uno de sus dioses hecho hombre, eso significa Orisha.

-¿Vos no creés que sea un dios?

-En la panza de los buques negreros entendí que si nuestros dioses existen, han perdido la batalla. Don Esteban dice que su dios está en todas partes pero nunca lo ví. Aunque sí conozco al diablo, tiene la piel blanca, fabrica barcos de madera inmensos, tortura negros en los mares y las estancias de toda esta tierra. A dios no lo conozco, pero vivo en el infierno de los demonios blancos. Es igual al que pintan en sus libros.

-¿Entonces te inclinás por negociar con el Virrey?

-El Virrey no va a negociar nada. Está envalentonado. Un Virrey fuerte no negocia con esclavos. El intento de parar la fiesta de San Benito es una prueba. No quieren la libertad, quieren que nos callemos y trabajemos. Pero la mayoría de la negrada lo celebra como un Libertador blanco. Le han recibido con homenajes las Cofradías de las Naciones africanas en la Plaza Mayor. Confían en su promesa.

-No te ví votar. ¿Cuál es tu posición?

-El Orisha tiene razón, somos muchos más que los blancos. Vivimos en sus casas. Los más ricos ni se ponen las botas sin un negrito. Conocemos sus debilidades, sus secretos. Pero usted tiene razón, el problema es terminar con la esclavitud. Producir de otra manera.

-Shosé Cuervo sueña raro –interrumpió uno de los cocheros de la casa y despertó las risas del resto.

-Sueña glemio de neglos –dijo uno de los más jovencitos.

La frase me rompió todos los esquemas mentales, y eso que estaba almorzando doscientos años antes de haber nacido. El acento cerrado, gutural y la sordina de la boca llena me frenaron. Habría escuchado mal.

-Cómo es eso- pregunté, frenando todo lo que pude mi ansiedad.

-Shosé quelel glemio zapatelo. Contá neglo, contá.

-Tiene razón. Estamos peleando con el Cabildo. Mismos derechos para gremio de zapateros negros que gremio de blancos.

-¿Gremio de zapateros? ¿Sos zapatero?

-En las misiones del Paraná aprendí todos los oficios. Carpintero, herrero, fundidor, tejista y también aprendí a facer zapatos. Cuando Don Esteban me trajo pa Buenos Aires, me permitió trabajar fuera de la Compañía “pa pagarme mis vicios” como dicen los amos.

-Me contaron.

-Acá los negros facemos trabajos para los blancos que se pueden facer con el cuerpo sin mucho pensar. Las mujeres lavan ropa o venden comida en el mercado de la Plaza Mayor, los hombres venden agua o ayudan con caballos. Yo vi a medio mundo andar descalzo. Los europeos ricos usan calzado de primera, caro. Pero los que no tienen tanto, andan con suelas viejas atadas con un cordón. Hay pocos oficiales zapateros y todos trabajan para los ricos. Estuve cinco años de aprendiz con uno, detrás del Cabildo. No para aprender el oficio, para juntar la peseta. Ahora trabajo en taller propio, en mi rancho de San Nicolás. Con otros esclavos. Les enseñé lo que sé. Fabricamos nuestras herramientas. Pero facemos botas para españoles no tan ricos, para los blancos pobres, mestizaje, pardos y zambos y para la negrada. Ya muchos pusieron su propio tallercito. Trabajo sobra. Fundamos un gremio de zapateros negros y castas. Usamos al Defensor de Pobres para que presente las peticiones en el Cabildo.

Se imaginan que me sacudió la conciencia. Si la mitad de lo que contaba Shosé Cuervo era posta, estaba hablando con el primer obrero consciente de Buenos Aires, y todavía se autopercibía como esclavo, como lo mandaba la ley. Mi mente, moldeada por la primaria y la Billiken, no podía comprender lo que pasaba.

-Pero ustedes son esclavos, se supone que son propiedad de sus amos. ¿Cómo van a tener un gremio?

-No podemos, pero tenemos. Acá se necesita mucho calzado. Todo barroso, en el campo pican culebras y arañas. Con el frío no podés trabajar. Diablo blanco no saben o no quieren facer los zapatos ni las botas. Cuero, sobra. Lo que no se vende a Inglaterra se consume. El nuevo virreinato nos mejora el asunto, porque han venido a controlar más fuerte el contrabando. Más cuero pa nosotros.

Es la economía, estúpido, fue lo primero que pensé. El esclavismo y el feudalismo se caen a pedazos en las barbas del Imperio Español. En términos estrictamente legales, este morenazo de ojos negros redondos sin diferencia entre el iris y la pupila, era una propiedad sin voluntad, un animal del ganado de su amo. Pero en la vida real, era un obrero calificado, casi un artesano medieval, satisfaciendo una demanda de mercado, organizando obreros, amparado en la legalidad medieval de los gremios de oficio. ¡Cien años antes que la primera sociedad de resistencia anarquista!

-El problema más grande del esclavo –dijo, para terminar de romperme la cabeza- es que piensa que no puede ser otra cosa que un esclavo. Fijate vos. ¿O ser soldado no es un trabajo? El trabajo de matar. Cortamos pescuezos en Colonia como cortamos pescuezos de vacas en los mataderos del riacho Matanza. Es lo mismo, negociar la paga por matar portugueses que por los cueros que cortamos o el trigo que plantamos. Algunos morenos y mulatos, hasta mujeres, compran su libertad a los amos. Otros compran a sus propios hijos. Pero no se les ocurre pedir los mismos derechos de trabajo que los blancos.

-Algunos prefieren la casita. –subrayó el cochero con algo de malicia.

-Si no tenés casa, ¿dónde duerme tu señora y tu cría, eh? –el negro canoso mayordomo se hizo cargo. –Primero la casa, después los hijos, la señora.

-Cuando te vendan a la negrita vas a llorar sólo en tu casita –le contestó Shosé con una dureza que no me esperaba.

La campana terminó con la pelea antes que arrancara. Cada uno volvió a sus tareas y yo me quedé estupefacto hasta la hora de la entrevista con mi “facilitador espiritual”.

 

-Buenas tardes, maestranza Covián -volvió a saludarme con el tono optimista de todas las siestas-. Me han dicho que es bueno en el trabajo casi tanto como en la charla. El jodido quería recordarme que sus negros le cuentan todo. Era su manera de mostrarme la forma concreta de la omnipresencia divina.

-Buenas tardes. Usted no es el único curioso. Quería saber quién era mi salvador y por qué me trajo aquí. ¿Le parece subversivo?

-Como todo lo que haga un hombre que asesina oficiales del Rey. –ya ni siquiera jugaba a mantener la sospecha.

-¿He sido juzgado en ausencia? Tenía entendido que se respetaban los protocolos de la justicia real, así como la divina.

-No se ofenda. No ha sido condenado, todavía, porque no le han encontrado. Pero su merced y yo sabemos muy bien que esa belleza de fierro ha descargado su ira. Un peto de bronce no cede ante una piedra como lo hizo con varios de sus balines. De todos modos eso no me incumbe como su guía espiritual, sino su contrición. ¿Se ha ejercitado como dijimos, maestranza?

-Sí, cumplí mi parte.

-¿Y qué conclusiones ha podido sacar?

-En primer lugar, que sus métodos de meditación buscan quebrar la voluntad individual para que la persona se someta a la voluntad del que hizo el librito. Macabro pero ingenioso, si el ejercitante cree en todo literalmente. Como una buena literatura, digamos.

-No se trata de ficciones y fantasías, maestranza.

-Con todo respeto por la literatura lo digo. Y luego, me queda claro que usted pretende que mi pecado tiene algo que ver con la soberbia.

-Es usted un hombre inteligente, maestranza. ¿Cómo llegó a esa conclusión?

-Algo aprendí de mis viajes también. Me parece que para ustedes, los ángeles, Adán y Eva cometieron el pecado de rechazar una orden directa de la máxima autoridad, y por lo tanto de alguna forma establecen con sus actos una autoridad a la misma altura del poder. El castigo funciona así como un recordatorio de quién manda, como el látigo del traficante sobre el lomo del negro que pelea por su libertad.

-¿Entiende entonces que la soberbia y el orgullo lo conducen al camino del infierno, del sufrimiento eterno? Cuánto más glorioso sería para un hombre como usted acceder a la Palabra Verdadera y conducirse conforme a su enseñanza, maestranza Covián.

-Aunque no lo crea, Señor Istefán, lo hago. Mi vida entera me he sometido al programa de mi clase social, a su destino histórico, el de liberar a la humanidad de todo tipo de explotación.

-¿Y eso le da el poder de decidir sobre la vida o la muerte de un semejante?

-No tengo ese poder. Simplemente me defendía. Es la ley natural, su vida contra la mía. El azar inescrutable, si me permite, decidió que yo ganara y el milico perdiera.

-Pero nosotros, aunque simples mortales, maestranza Covián, no somos bestias, las leyes humanas están por encima de las de la naturaleza.

Pero olvidémonos de eso. Mi trabajo es ayudarlo a desprenderse de esas presiones para que pueda ver con claridad el tamaño de sus errores. ¿Ha hallado alguna respuesta al Misterio del Martirio de Nuestro Señor?

Era mi oportunidad para contraatacar.

-Claramente. Su dios es débil.

El alemán parecía a punto de perder el personaje autosuficiente. No esperaba el cross a la mandíbula. Pero contuvo la ira con los dientes apretados.

-Explíquese.

-Usted me preguntó por qué un dios todopoderoso

-El único que existe.

-Ponele. Por qué entregaba a su hijo al martirio de una vida mortal llena de sacrificios. Encima para salvar del infierno a un pueblo de seres inferiores que no le daban ni cinco de pelota. Me parece que es un dios necesitado de que le den amor. Si tiene que entregar a su propio hijo y rebajarse es porque necesita que lo adoren, que le agradezcan el favor, siendo buenos, claro. En una de esas lo que quiere es chantajear a su pueblo con la culpa del hijo que le mataron. En cualquier caso, necesita que lo adoren. ¿Zeus no se pasaba la eternidad castigando a las ciudades que dejaban de creer en él y su banda en el Olimpo? Su dios es un manipulador emocional, Don Istéfan, capaz de cualquier triquiñuela con tal que lo deseen.

-Suponiendo que aceptemos tales disparates que ni herejías son, por lo absurdas, no ha demostrado usted la debilidad.

-Siempre que uno depende de alguien más, es débil, ¿no le parece?

-Nuestro Señor no depende de sus ovejas, es el Pastor que las ha creado, junto a todo lo que existe.

-¿Porque no extermina de una vez a toda la especie humana y se deja de joder, entonces?

-¿Usted acaso depende de las hormigas que no extermina? Podría hacerlo si quisiera. No hay ninguna relación lógica en su planteo.

-Las hormigas no me hicieron nada, pero si me atacan, las aplasto.

-Dios Todopoderoso es amor infinito. Él ha creado las más maravillosas formas de la vida en la Tierra para que disfruten la felicidad y la gloria. No depende de ellas para seguir siendo. No las extermina. Claro que no las extermina. Se trata de su creación, el producto de su inmenso amor.

-Tiene una forma rara de amar. Con el Diluvio Universal terminó con toda la vida salvo dos por especie.

-Que repoblaron el mundo. Nos salvó del desastre. Si seguíamos el camino de la perdición y el descreimiento nos íbamos a exterminar a nosotros mismos.

-Y por qué tanta saña después. Una vida llena de dolores, miseria y muerte, las guerras, las matanzas, ver morir de hambre a sus hijos. ¿Es un amor enfermo no le parece?

-Esos males no son Voluntad Divina. Son el producto de los pecados del hombre. Es al revés, Nuestro Señor interviene para alejarnos de la autodestrucción.

-¿No es omnipresente? ¿No conoce el sufrimiento de cada uno de sus hijos e hijas? ¿Por qué los deja sufrir? ¿Disfruta del dolor de la gente que ama? Además de manipulador y dependiente emocional, es un perverso de mierda…

-El dolor de cada ser vivo le duele a Nuestro Señor más que a ellos mismos, pues la mayoría no tiene ni siquiera la sapiencia suficiente para comprender su destino. Claro que sufre.

-¿Y por qué con su inmenso poder no hace que sean felices?

-Qué razonamiento tan pobre. Esperaba algo más de alguien que proviene de un estado tan avanzado de tecnología. Pero también los ingleses, que han inventado las máquinas más poderosas, han perdido la espiritualidad y la verdadera sabiduría que viene con ella. En primer lugar, le recuerdo que las almas justas encuentran un mejor futuro en el Paraíso, donde ya no sufrirán más y su sacrificio será condonado. Pero piense un poco, maestranza.

¿Qué felicidad puede sentirse si es regalada a cambio de nada? ¿Cómo puede ser feliz el hombre o la bestia que no ha luchado por su felicidad, que no ha sabido conquistarla? ¿Si la bestia es feliz cuando logra por sus propios medios conseguir lo que necesita para ella y los suyos, cuánto más necesita el hombre, para dominar sus instintos más básicos y elementales y erguirse en la plenitud de su conciencia?

En Su Sabiduría, Nuestro Señor nos ha dado el Libre Albedrío. Tenemos la libertad para alcanzar la dicha si somos capaces de encontrar y sostener el camino de la virtud. El problema de la humanidad es que prefiere desperdiciarse en el despilfarro de su vida en las pasiones bestiales. Nosotros somos los responsables de las desgracias que sufrimos, no Dios.

-¿Libertad? Me hace reír. No se ofenda, ¿pero cómo puede hablar de libertad un negrero? No lo imaginaba tan hipócrita.

-¿Negrero?

-¿No es acaso usted dueño de todos los esclavos que trabajan en esta Casa? ¿No trabaja usted al servicio de la Compañía que más esclavos importó al Río de la Plata después de los ingleses?

-Tiene mucho por comprender, maestranza Covián. Su pensamiento de la imaginación es mayor que su entendimiento. En la Compañía ningún soldado es dueño de nada, somos sirvientes de una causa mayor. Esos esclavos cumplen funciones necesarias en el desarrollo productivo de estas tierras, de las provincias que administra la Compañía y también las del Reyno de Su Majestad Carlos III.

-Hasta que los echaron del Paraíso también. Meditando se me ocurrió también preguntarle si no le parecía que al quedarse en el territorio del que fueron desalojados por la autoridad ustedes, su Señora María Antonieta y usted mismo no cometen el pecado de los ángeles. Peor todavía, dando batalla para rechazar la expulsión.

-Las autoridades temporales también son humanas, pueden cometer errores contra la Voluntad de la Autoridad celestial, maestranza.

-Entonces usted también elije el Rey al que responder.

-Todos lo hacemos, maestranza, de decidir el buen rebaño, el buen ejército, es de lo que se trata la ventura o la desdicha del soldado. Pero todo eso se ha terminado, el nombramiento del Virrey Cevallos es una clara muestra que han cambiado los aires en la Corte y que Carlos III ha entendido su error.

-Yo no apostaría mi vida terrenal a ese caballo.

-Ya lo ha sugerido antes, maestranza. Emisarios de Mi Señora me han sugerido la posibilidad que quizás fuera demasiado osado de mi parte abrirle nuestra Casa y comprometer así nuestro sagrado trabajo con la presencia de un enemigo del Rey en momentos tan delicados. Verá, maestranza, Mi Señora todavía se encuentra caminando hacia esta ciudad desde la Córdoba del Tucumán esperando respuesta de su petición escrita de permiso para establecer los Ejercicios Espirituales en questa capital. Una desavenencia con el Virrey, como protegerle a usted, pondría en jaque este delicado equilibrio, ¿me comprende?

-Claramente. ¿Me está entregando?

- Para nada, maestranza, quede tranquilo. Pero sería de mucha importancia que usted me aclarase sus dudas sobre el futuro de nuestro Virrey, de manera tal que las personas a quienes sirvo humildemente consideren de nuestro interés mantener su seguridad dentro de estos sencillos muros…

-Usted trabaja igual que su dios, misteriosamente, eso se lo reconozco. Como no tengo opción, le puedo decir que tenemos la sospecha de que esté en marcha una conspiración contra la vida del Virrey Cevallos, un atentado.

-¡Magnicidio! –exhaló con la cara petrificada por una suposición vieja. El poder de la sugestión es grande en este tipo, pensé pa mis adentros. Después comprobamos que efectivamente mis cuentos engarzaban justo en sus propias fantasías antes de conocerme. La profecía auto-realizada necesita de un convencido y alguna señal fortuita que parezca darle la razón.

-¿Cuándo, cómo? Más importante, maestranza Covián, ¿quiénes?

-Es una suposición de nuestros historiadores basada en la interpretación de hechos históricos que no han acontecido y que no le puedo adelantar. No tenemos pruebas de quiénes, ni cómo, sólo de cuándo.

-No es necesario ser un grande adivino para saber de qué facción vendrá el puñal, o cualquiera el arma que hayan elegido los cobardes, porque de seguro no se animarían a encarar de frente el coraje de su Excelencia. Se repiten los acontecimientos de dos lustros ha, maestranza, la rueda de la fortuna vuelve a girar sobre sus mismos goznes. Pero esta vez la Providencia quiso que yo, Istéfan Whilhelm, pudiese encontrarle a usted para ayudar a que triunfe la Voluntad Divina. El cuándo es claro, si han venido a este tiempo es porque en estos tiempos ha de ejecutarse el plan.

Ha sido suficiente por hoy. Quizás mañana pueda reflexionar sobre el Libre Albedrío. Esta información puede llegar a ser muy valiosa para su propia seguridad, maestranza Covián. Espero me sepa disculpar pero quizás deba ausentarme de questa Casa hacia ocupaciones más urgentes. Para las meditaciones de mañana le propongo los ejercicios de la segunda semana, ya que me fizo recordallos con nuestra conversación.

Se trata de meditar sobre el llamamiento del Rey Temporal cuando ayuda a contemplar la vida del Rey Eternal.

Antes de comenzar, deberá facerse composición del lugar: será aquí ver con la vista imaginativa sinagogas, villas y castillos, por donde Cristo Nuestro Señor predicaba. Luego desto, el primer punto es ponderar delante de mí un rey humano, elegido de la mano de Dios Nuestro Señor, a quien hacen reverencia y obedecen todos los príncipes y todos los hombres cristianos.

El segundo punto es mirar cómo este rey habla a todos los suyos, diciendo: mi voluntad es de conquistar toda la tierra de infieles; por tanto, quien quisiere venir conmigo, ha de ser contento de comer como yo, y así de beber y vestir, etcétera; asimismo ha de trabajar conmigo en el día y vigilar en la noche, etcétera; porque así después tenga parte conmigo en la victoria, como la ha tenido en los trabajos.

El tercer punto: considerar qué deben responder los buenos súbditos a rey tan liberal y tan humano; y, por consiguiente, si alguno no aceptase la petición de tal rey, cuánto sería digno de ser vituperado por todo el mundo y tenido por perverso caballero.

Aplique el dicho ejemplo del rey temporal a Cristo Nuestro Señor, maestranza, y tendrá que ver, en cuanto al primer punto, si tal vocación consideramos del rey temporal a sus súbditos, cuánto es cosa más digna de consideración ver a Cristo Nuestro Señor, Rey Eterno, y delante de Él todo el universo mundo, al cual y a cada uno en particular llama y dice: “Mi voluntad es de conquistar todo el mundo y todos los enemigos, y así entrar en la gloria de mi Padre; por tanto, quien quisiere venir conmigo, ha de trabajar conmigo, porque siguiéndome en la pena, también me siga en la gloria”. Considere que todos los que tuvieran juicio o razón, ofrecerán sus personas al trabajo y los que más se querrán afectar y señalar en todo servicio de su Rey Eterno y Señor Universal, no solamente ofrecerán sus personas al trabajo, más aún fazendo contra su propia sensualidad y contra su amor carnal y mundano, harán oblaciones de mayor estima y mayor momento, diciendo:

“Eterno Señor de todas las cosas, yo hago mi oblación, con vuestro favor y ayuda, delante de vuestra infinita bondad, y delante de vuestra Madre Gloriosa, y de todos los santos y santas de la corte celestial, que yo quiero y deseo y es mi determinación deliberada, sólo que sea vuestro mayor servicio y alabanza, de imitaros en pasar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza, así actual como espiritual, queriéndome vuestra santísima Majestad elegir y recibir en tal vida y estado.”

Si le parece, esta tarde he dispuesto que acompañe a Xosé Cuervo en unos trabajos extramuros. De paso, podrá apreciar la ciudad. Por los oficiales del Rey no se preocupe, Xosé lleva un salvoconducto con sus identidades y mi protección. Le gustará saber que la identificación del rostro del asesino del soldado en la noche de San Benito no tiene mucho que ver con sus rasgos. Los militares dicen que le ha matado un demonio negro.

Les respondí pidiéndole que me devuelva mi bolso de viaje en señal de confianza, y prometió evaluarlo con sus superiores.

-Le espero después del almuerzo de mañana para debatir sus nuevas conclusiones sobre estas reflexiones, puede retirarse, maestranza.


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