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martes, 17 de noviembre de 2020

CAPÍTULO 2: BLACKOUT



 CAPÍTULO 2

Blackout

“Los muertos, mi muerto, seguirán sin sepultura y no tendrán calma hasta que los silencios duros y los silencios rumorosos no se abran a las palabras. La voz no habrá que esperarla de quienes se negaron a señalar el lugar de las sepulturas porque se conjuraron para afianzar su victoria. Ni de quienes se obstinan en negar la muerte para no evidenciar la derrota: “Con vida los llevaron, con vida los queremos” es una consigna que obnubila, irrespetuosa para el martirio de las víctimas. Ningún juez terrenal saldará las cuentas y ningún dios tolerará el olvido; el destino siempre llamará a la puerta. Nuestro espíritu confuso debería abrirse al contradictorio mundo en vez de pretender un artificioso orden sin sobresaltos. Reconocer, reconocernos en la muerte y hacer posible la vida.”

Héctor Schmucler, “Miedo y confusión”, reflexión sobre la desaparición de su hijo Pablo el 28 de enero de 1977, publicada en La ciudad futura, abril de 1988, pp. 12-13, citada por Mauricio Cohen Salama en las conclusiones de Tumbas anónimas, Catálogos, 1992

 

 

 

-Leo está desaparecido desde fines de abril.

-¿Cómo desaparecido?

-No sabemos dónde está, aunque sabemos cuándo está.

-Este pibe delira, ¿Denise cuándo llega?

-Dice que en veinte está acá. Explicate mejor Santos.

-Leo decidió viajar en el tiempo sólo y quedarse allá. Se auto-asignó una misión especial, o así dejó dicho.

-¿Entonces el Informe de Actividades es cierto? ¿Están viajando en el tiempo?

-¿Lo leyeron?

-Claro que sí, Leo era algo más que un compañero, un amigo. A mí me acercó al Partido en una mesita en la Parada Artigas.

-A mí me vino a pedir Campaña Financiera en el 2013 a la puerta de esta misma casa, pero siempre fue medio delirante. El informe me pareció una de sus locuras.

-La vida cotidiana en esta ciudad es un delirio, querida Alice. Aunque casi todo es cierto. Tan cierto como que en enero nos reventaron toda la operación en el Barolo.

-No te puedo creer, me había ilusionado mucho con que iban a traer a los compañeros luchadores del pasado…

-Llegamos a cumplir nuestros objetivos de mínima… ¿No viste que en la asunción de Macri eran sólo cien tipos con globitos?

-Sí, claro, por eso te digo. Pero ¿después?

-Logramos traer a varios antes que allanen las oficinas de la SIDE.

-¿Quién allanó…? ¿Qué, en el Barolo?

-Sí, posta, guglealo, salió en la página web de Clarín, enero de este año. Lo tuvieron que mandar a llamar a Stiusso en diciembre con la excusa del asunto de Nissman, pero en realidad querían saber cómo mierda funcionaba la porquería con los viajes en el tiempo. Y armó el escape de los hermanos Schilacci para encubrir el asunto del Barolo. Descubrieron los flujos de energía que gastábamos y dedujeron que alguien que no era de ellos estaba usando la máquina del tiempo. Allanaron las oficinas de la SIDE en el Barolo para cazarnos, pero Leo se avivó a tiempo y logró sacar todos los objetos antiguos que funcionaban como “llaves de portal” y con eso creemos que le reventamos la máquina.

-El circo ese que armaron con la huída por los campos en Santa Fé… sí que me acuerdo, una payasada…

-¿Y a quiénes trajeron del pasado? Contá…

-Mirá Nelly, discutimos buscar a compañeros o compañeras que se hayan destacado en la organización obrera fabril y que los hubieran chupado o asesinado, para ofrecerles seguir su vida en nuestro presente.

-Qué fuerte. ¿No te parece que juegan a ser Dios, nene?

-Alicia, querida, tenemos una máquina del tiempo que los soretes de la SIDE usaron andá saber cuántos años para liquidarnos compañeros, ¿te parece que no la íbamos a usar para rescatarlos? Siempre depende para qué lado patee los penales dios.

-¿Y qué pasó? ¿A quiénes trajeron? Contáme.

-Al principio fue muy difícil. Me pasé yendo y viniendo en el subte DeLorean con las manos vacías. La gran mayoría de los compañeros y compañeras que quise reclutar en los setenta, se negaron a venir. Aunque les dijera que iban a caer en una cita envenenada o en una razzia al salir de la fábrica. Me decían que no podían dejar en banda su laburo político. Que si ellos estaban en peligro imaginate sus compañeros y compañeras de laburo y militancia. Otros, que si iban a morir algún día preferían morir desempeñando su papel en la historia de su pueblo… cosas así, de héroes. Te estoy hablando de militantes de veintypico, con esas convicciones… qué linda generación, carajo.

-Y sí, éramos muy pibes.

-¿Cómo éramos?

-¿Qué te pensás, querido? ¿Que sólo vos luchastes? Yo militaba en la TERS en el 73.

-¿Es joda, Alicia, no? Me estás jodiendo ¿verdad? Hace tres años que nos conocemos y nunca me contaste nada de eso.

-A mí tampoco, boluda… ¿Flor sabe algo?

-Es que yo tampoco sabía.

-¿Cómo?

-La cabeza funciona raro a mi edad, chicos. Me acordé de golpe, me saltó de la nada el otro día, cuando Flor no sé qué estaba diciendo en el local, de un campamento que su hermano dio un curso sobre El Capital… en Brasil. Lo comentó así, hablando de bueyes perdidos, como quien no quiere la cosa… estábamos comentando El Periódico, tomando mate y bizcochitos mientras esperábamos que venga Denise, que como siempre llega tarde. Me enferma que lleguen tarde a las actividades. ¿No dijo que venía en veinte?

-Sí, sí, dale Alicia, dale, ¿pero qué pasó?

-Callate, bruja, dejame contar. Eso, que le dije a la Flor “Yo a tu hermano lo conozco, yo estuve en ese curso, en ese campamento”

-Me jodés.

-Jodeme.

-No, no. Es así, es verídico todo. No sé. No lo había recordado nunca, hasta que Flor lo dijo y así nomás se me vino la imagen de la playa.

-¿El famoso campamento del 78 en Brasil? Alicia, tuviste que haberte tomado casi diez micros en plena dictadura, tabicada, cambiando de contactos sin conocerlos para no saber a dónde mierda ibas, para compartir con doscientos o trescientos militantes en la clandestinidad un curso de formación política en la playa y volverte a luchar contra la dictadura… ¿cómo te podés olvidar de todo eso?

-Del curso no me acuerdo nada, nos la pasamos fifando, nene.

-¿Pero boluda, no te habías dado cuenta que estabas militando de nuevo en esa organización cuarenta años después?

-Y no, Nelly, la verdad que no. Además que no se llaman lo mismo. Sólo las primeras letras. Pensá que yo largué todo después del campamento. Cuando volví me enamoré como una boluda, hasta el fondo, de un monto. Bah, un pibe de la jotapé. Nos metejoneamos y nació mi nena. Decidimos dejar todo atrás, para protegernos. Hasta me casé por civil y todo, mirá que pelotuda que me puse. Como era monto, viste, y estaban re infiltrados, nunca le conté nada de en qué andaba, me hice la re boluda. Una hizo mucho esfuerzo por olvidar, ¿sabés? Tuviste que ovidarte nombres, caras, direcciones… toda tu juventud. Para no delatar, ¿viste? para proteger a los compañeros…

-No puedo creer lo que me decís.

-Sí. Yo militaba en mi taller, hacíamos vinilos. Ahí me ganó un compañero para El Partido. Con el que fuimos a volantear contra la vuelta de Perón en Ezeiza…

-Ah, encima estaban locos.

-¿El volante ese de que Perón volvía para frenar la revolución y no para promoverla?

-Qué se yo, sí, ponele. Éramos muy jóvenes. Claro que no pudimos llegar, imaginate. Había mucha gente. Y bueno, cuando empezamos a meternos por las zanjas, al costado de la ruta, porque no se podía avanzar ni en auto ni en micro, ahí empezaron los gases, los tiros… Me estaba acordando porque Flor dice que ese de Ezeiza fue su filito. Mirá qué chico es el mundo que yo militaba con su novio y nunca la conocí a la Flor hasta ahora… ¿cuánto pasó? ¿cuarenta años? Y nos venimos a encontrar de nuevo, también militando. Qué loco es todo.

-Qué terrible flash, amiga.

-Qué flor de flash, Alice…  no sabía que habías luchado con esa gloriosa generación. Te tendríamos que haber llevado para que reclutaras vos a los compañeros…

-Y bueno, nene, una tuvo su historia también.

-¿Y entonces, Santos? ¿A quiénes trajiste del pasado? Dale, contá.

-Les decía. Eso, que una buena cantidad de compañeros y compañeras nos discutió a fondo que era imposible tener la certeza de su asesinato en el futuro. Nos decían que con la conciencia sola de ese futuro posible ya torcerían lo suficiente sus decisiones como para encontrar otro destino. Siempre termino discutiendo sobre paradojas espacio-temporales con las personas que contacto, me podría escribir un libro. Una generación muy convencida, muy afirmada en su presente, no querían canjear las consecuencias de su destino por nada diferente.

-Ma qué héroes, unos cabeza duras éramos.

-Jaja. Ponele.

-Pero dijiste que llegaste a traer algunos, contá, dale, contá.

-Sí, Nelly, a los más locos. Pibes de 18 que querían aventuras más sarpadas, cuarentones que estaban deprimidos y querían revivir. Con cada debate fuimos mejorando los argumentos políticos y así pude ganar al mejor de todos. Pero que no salga de acá…

-¿Y quién nos va a creer todo esto, nene?

-Dale, contá, ¿a quién?

-A Kurt Wilkens.

-¡Justo, justo!, yo sabía, yo sabía. Yo habría traído al mismo, me muero, lo quiero conocer…

-No, no, pará, no es Bailando por un Sueño esto, tranqui Nelly.

-¿Y quién es ese?

-Ay, si serás colgada, amiga. Kurt Wilkens fue un anarco que liquidó a Ramón Falcón, el sorete que fundó la Federal y se ensañaba en las represiones de las huelgas matando obreros.

-No, no. Ese fue Simón Radowitzky, el que mató a Falcón. Era ukraniano. Wilkens es alemán, es el que ajustició al Coronel Varela, el masacrador de la huelga patagónica del ´22, la de la peli.

-¿Cuál, La Patagonia rebelde?

-Esa, Alicia. Pero además fue organizador sindical del anarquismo que fundó las bases del sindicalismo revolucionario y comunista en Estados Unidos y acá. Un tipo con una enorme experiencia y sabiduría, aunque lo estaban por matar a los 36 años, en 1923.

-Qué boluda, siempre me los confundo.

-Sí, es una dislexia re común, son tan parecidos en algunas cosas que se intercambian en nuestros cerebros. Primero íbamos a ir por Simón, pero después de caer preso en Usuhaia el compañero luchó en Montevideo, la guerra civil española y México. No nos pareció cortarle la vida para traerlo acá. A Kurt lo iban a matar cobardemente en la celda, un esbirro de la Liga Patriótica, ayudado por el servicio penitenciario y el gobierno radical.

-Sí boludo, Osvaldo Bayer y los anarcos hacen movidas cada tanto para reclamar que se conozca su paradero, lo dan por desaparecido, dicen que fue el primer desaparecido, del gobierno “democrático” de Marcelo T. de Alvear y los radicales conservadores.

-¿Y vos dónde aprendiste todas esas cosas, Nelly? ¿No eras radicheta hasta hace poquito?

-Yo estudio, Alicia, me tomo los cursos de formación en serio, no como “otras”…

-Sí, bueno, che, no se peleen. Cuestión que le dimos una nueva vida y cagamos a los fachos.

-No nos peleamos. Somos amigas.

-Sos grosso Santos… ¿y a dónde lo mandaron?

-Se los cuento, pero no vayan a cagar todo el asunto por tirarle los perros a mártires famosos de la clase obrera…

-Dale, boludo, somos compañeras serias.

-Bien que se cagan de risa, las conozco.

-Mirá, mi’jito, a esta altura del partido vos no nos vas a decir de qué nos podemos reír y a quién nos chamuyamos, menos en mi casa.

-Okey, Alice, tenés razón. Vive en la casa de Rolando y Andrea, unos laburantes de confianza, en el sur. Después de aclimatarlo y explicarle la situación internacional y nacional… digamos que fue uno de los que militó la campaña de la Lista Negra en el SUTNA…

-Me vuelvo loca, me vuelvo loca.

-Increíble.

-Pero real, Alicia, todo real.

-No, digo increíble, porque las elecciones del SUTNA terminaron el 29 o el 30 de abril y la máquina del tiempo del Barolo vos decís que la reventaron en enero. No me dan los números….

-Sos mi San Mateo, Alicia, ese que necesitó poner los dedos en las llagas de Cristo resucitado…

-Santo Tomás, burro ateo.

-¿Pero ese no era el filósofo?

-El filósofo era Aquino, Santo Tomás es uno de los apóstoles mellizos que no estaba cuando se les apareció después de resucitar.

-Bueno, Santo Tomás entonces, troska de mi alma.

-Pero, no entiendo, vos estás acá, Leo desaparecido… ¿de dónde venís?

El timbre metálico, algo gastado, pero sobre todo los ladridos chillones de Ulises, indicaron que abrirle a Denise y mojar el pancito en el caldo del mondongo eran dos buenas razones para interrumpir el relato.

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