El falso Gardel
cualquier
cacatúa sueña
con
la pinta de Carlos Gardel
Celedonio Flores, 1933
Volver fue sencillo, sospechosamente.
Había aprovechado para comprar yo también un celu descartable como Santos, y ya
empezaba a acostumbrarme al viaje en trampolín de gusano, incluso creo que esta
vez aterricé parcialmente con los pies. El desvancito y la oficina de hospital
estaban vacías y hasta si pude reincorporarme a la visita guiada con una
distancia de tiempo equivalente a una escapadita para mear. Pasé tan
desapercibido que aproveché también para evitar el convite final de malbec y
carnes rojas, y por lo tanto, no pagué la tarifa.
A lo que no me acostumbraba era a la
sensación de volver del pasado. Me sentía más ligero, más saludable, no sé…
hasta más joven. El que no me haya comido ni mandado ningún garrón en dos
viajes me dejaba ir agarrando confianza en mí mismo. Y debo reconocer que la
impresión de estar a menos de 20 metros de mis dos viejos en la misma tarde
bajo 500 gaiteiros, no era moco de pavo para mi mundo afectivo y racional.
Seguro algo se había soldado allí donde tanto tiempo estuvieron las cosas
desgarradas.
Caí en la cama, derrumbado, y dormí en
paz.
Me sorprendió el ringtone de las
notificaciones del guasáp a las 10 de la mañana. Estaba realmente cansado,
había dormido como un tronco y no había oído el despertador para ir a la mesa
de agitación del centro del viejo pueblo de Chorroarín, en el cruce de
Combatientes de Malvinas, Triunvirato y Los Incas.
Gracias al chequeo antes de la cita del
compañero alcancé a ducharme y tomar unos cimarrones espumantes y llegar a
tiempo a la actividad. Morfamos unos bondiopanes en lo de Charly –maldito
negrero estafador de parrilleros que fabrican unos sánguches de la puta madre y
baratos- y tuvimos la reunión de círculo. Recién al atardecer recibí el primer
mensaje de Vicky y Santos. En realidad recibí el primero y los próximos 27,
incluyendo un par de audios de media hora cada uno. Por alguna razón entraron
todos juntos. Seguramente los fueron mandando mientras capeaban la actividad
pero entraron cuando Santos cruzó el puente Artigas en Gualeguaychú y una vez
sobre la RN14 agarraró señal.
En resumen, me contaban entre mucho
cuelgue y descansos varios, que el Palacio Salvo, construido por Palanti
después de terminar el Barolo en los años 30, pasó a ser el rascacielos más
alto del subcontinente después de su hermano gemelo del otro lado del Plata.
Éste Salvo sacaba su fortuna de las espaldas y músculos de 8 mil familias
obreras de sus plantas textiles y comercios anexos del viejo pueblito rural de
Juan Lacaze, comprándole materia prima a los semiesclavos cosecheros de los
algodonales chaqueños que explotaba su amigo y paisano italiano Barolo. Esas
conexiones de clase y etnia hicieron que Salvo jugara parte de la fortuna
familiar heredada por el fallecimiento de una tía en la edición del edificio.
Los chicos creían que sólo nosotros
conocíamos el verdadero motivo que justificaba tamaño desembolso, resolviendo
el enigma planteado a los historiadores de la industria uruguaya –quienes apelaban
a la multicausalidad- y a las
historiadoras uruguayas de la vida social y las buenas costumbres, que lo
explicaban por la mentalidad de
ostentación propia del status del empresario.
Santos descartaba que la mitología popular
sobre la conexión de los dos faros lumínicos que coronaban sendas torres en las
noches claras sobre el río fuese cierta. Como buen marinero sabía que la tierra
entre ambas márgenes era lo suficiente curva y amplia para que el ángulo
hiciese imposible el cruce de los haces lumínicos. Pero de todas formas
imaginaba que alguna función debía tener Palanti para construir edificios tan
elevados. Evidentemente habría una planificación previa que comprendía la
necesidad de tener dos edificios por
encima del resto mirándose por sobre las aguas y las casas. Sabiendo que se
trataba de máquinas que controlaban la creación de gusanos tiempo-espaciales,
imaginaba algún tipo de portal o gusano de diámetro monstruoso que permitiese
el pasaje de barcos con equipamiento y personal. Una especie de Desembarco en
Normandía nivel Stephen Hawkins.
Delirio de Santos o no, acotaba Victoria,
algo había.
Los amigos de la adolescencia de los
barrios de negros y mulatos de Montevideo le habían facilitado a Victoria los
datos necesarios para entender la trama siniestra que llevó al asesinato de
Salvo pocos años después de la construcción de la torre faraónica. Hubo una vez
un ñato, antiguo mozo de La Giralda, un tal Ricardo Bonapelch, que vivía de
punguear y estafar a viejitas y turistas porteños desprevenidos. Cada tanto
hacía laburitos para los cafiolos, trayendo y llevando pibas entre las
fronteras secas y mojadas con Brasil y Argentina o para las patotas de blancos
y colorados. El rufián éste tenía un fanatismo desmedido por Carlos Gardel,
muchos sospechaban que se llegó a operar la cara para ser idéntico.
Cuestión que le hizo el chamuyo del amor
verdadero e incondicional a la única hermana menor de Salvo, que las crónicas de
época coincidían en considerar más fea que el hambre. La hermana cayó en el
romanticismo y el rufián se casó con la sexta o séptima fortuna del Uruguay. En
pocos años el tipo se fumó la guita de la mujer, financiando sus propios
emprendimientos de juego clandestino y una amplia red de prostitución en la
costa este del país. Entre sus lujos, compró un vestuario exactamente igual al
de Gardel, tomó clases de canto y actuación y llegó a garparse la grabación de
un sencillo en vinilo, con un seudónimo. Los negros juran que a pesar de todo,
había que reconocer que cantaba bien.
Compró una mansión sencilla pero preciosa
en la Punta Gorda de Montevideo, yendo para Atlántida, y después de mucho acosarlo
logró hospedar en ella al Mudo del Abasto cada vez que visitaba Uruguay y
hacerse parte de su elenco permanente de obsecuentes famosos a partir de sus
conexiones con gente poderosa y de guita del país. Se dice que gracias al falso
Gardel uruguayo, el verdadero pudo conseguir su primer contrato con la gran
industria yankee RCA-Víctor.
Los negros sostenían dos explicaciones
diferentes para los grandes sucesos que entrelazan la vida del falso Gardel y
su yerno, el millonario Salvo. La crónica periodística achaca a la avaricia que
el falso Gardel haya matado con un sicario a su millonario pariente para que su
hermana –o sea, él- pudiese cobrar la totalidad de la herencia de su madre, que
acababa de fallecer. La teoría es plausible porque las necesidades de plata del
falso Zorzal eran urgentes después de un par de encontronazos con la policía
por las negociaciones en la coima.
La quiebra era posible. Pero eso no podría
explicar por qué el falso Gardel también mandó liquidar al verdadero en un
accidente fraguado de avión en Colombia. Los negros estaban convencidos que la
única forma en que podía llegar a eliminar a su adorado ídolo era porque los
capos de la mafia montevideana se lo hayan pedido. Los negros jurarían –si
fuesen creíbles- que la mafia uruguaya actuaba por estrictos negocios y
regalías que le había prometido la RCA-Víctor y la CIA para que estalle la
venta de discos en todo Latinoamérica después que Gardel se transformase en un
mártir popular.
De paso, se cobraban un par de muertes que
las mafias porteñas les habían tirado en el pasado, mafias para la que
“cotizaba” el cantante más popular del país. Los negros también aseguraban, sin
tanto dramatismo, que el asesinato de Salvo no aseguraba la herencia, por el
contrario la haría demasiado dudosa para la fea heredera y el rufián gardeliano
se jugaba su cobro, y por lo tanto su matrimonio. Lo mató porque la mafia
montevideana se cobraba poéticamente la salvajada de Salvo, considerada pecado
capital, de haber demolido La Giralda para construir su rascacielos, la
mitológica pulpería donde se había escrito y estrenado el himno nacional
uruguayo: La cumparsita.
Santos no descartaba que el accionar de la
mafia montevideana podía encubrir también una mexicaneada de la CIA para
arrebatarles el control de una de las puertas del portal espacio-temporal a los
burgueses italianos y ponerlas bajo los intereses geopolíticos del Departamento
de Estado. Todo como parte de la separación de estrategias del imperialismo
norteamericano y las ambiciones nazi-fascistas con respecto a la detención del
proceso revolucionario obrero de la URSS, Europa y el lejano oriente.
De todos modos no dejaba de ser muy típico
de Uruguay que con el mismo apego por la catedral del tango que los llevó a
“limpiar” al millonario Salvo, se hayan cagado en la envergadura del cantante
más popular del género por cuestiones de guita. Santos creía como Borges,
admiraban el tango milonguero original de los arrabales, altanero y provocador,
y aborrecían de esa deformación “maricona” para explotar la nostalgia
inmigrante en que lo había transformado Gardel. De paso, cobrarían algún
morlaco de las regalías de sus discos post-mortem.
Por la noche Santos volvió a emboscarme en
la puerta de casa, chiflando desde la calle hacia el balcón.
-¿Quién sos, Romeo Montesco o el narigón
de Bergerac?
-Dale, no te hagás la Julieta y bajá,
Rapunzel.
Una vez iniciado el ritual de siempre, le
tiré ¿Qué onda con Victoria que no vino? ¿se pelearon?
Dudo mucho que el cambio repentino en la
expresión de su cara haya significado que recibió la chicana como un insulto u
ofensa. Pero ya se había escrachado que algo había pasado. Así que sin mucha
vuelta desembuchó:
-Sí, nos peleamos. Me dijo que se iba a su
pueblo natal, a Lacaze, que las casualidades son causales y que tenía que
averiguar por qué esta investigación le había mentado su infancia lejana y no
sé qué mierda más. No entendí mucho. Dijo que de paso trataba de averiguar algo
más sobre los Salvo.
-¿Raro no? ¿Qué le hiciste?
-Nada.
-Dale, Santos…
-Simplemente las mujeres no se bancan mi
independencia emocional. Nada más, incluso las más piolas, como Vicky.
-¿Se enamoró del todo? ¿Te quiere casar?
-No tanto, pero por hai canta Garay.
-Qué pelotudo que sos, con tus teorías
anarquistas del amor, al final te terminás perdiendo de disfrutar compañeras
valiosas como Vicky. Dios le da pan al que no tiene dientes.
-¿Es una guerra de refranes viejos? Dejate
de joder un poco, ¿quién te dijo que no las disfruto?
-Sacate la muequita de winner de la cara,
salame, que no le ganaste a nadie. Cada vez que tuviste al lado una compañera
posta y enamorada boicoteaste la relación.
-No es cierto. Esa es la infamia forra que
construyeron sobre mí los hipócritas que me odian. Y me odian porque no se pueden
hacer cargo de que son unos fracasados emotivos y sexuales. Unos reprimidos
malcogidos.
-Parecen las teorías de mis estudiantes
sobre el malhumor de los profes.
-No es una teoría, es así. Me critican una
supuesta superficialidad porque soy el tipo con más amistades sexuales que
conocen, me envidian todos y no se hacen cargo de sus frustraciones y de sus
delirios. ¿No se dan cuenta que todas las relaciones están quebradas? ¿Que
sostener familias perfectamente armoniosas es imposible en este régimen social?
Los padres se pelean con sus hijos porque no ayudan a sostener económicamente
las cuentas en quiebra. Decime dónde mierda está el amor incondicional. Y si no
hay dependencia económica ¿cuánto tardan en darse cuenta que la monogamia los
aburre como locos? ¿O me vas a decir que cuando te separaste de tu ex después
de años de exclusividad sexual no sentiste que volvías a respirar en cada nueva
relación? Daaale…
-Sos una bestia, un animal, sabés bien que
estuve enamorado sinceramente de ella, que nunca la cagué con nadie…
-¿Cómo “la cagué”? ¿A quién “cagás”? Te
relacionás con otra persona, no estás cometiendo ningún crimen, das y recibís
amor… ¿vos repudiás la propiedad privada de los medios de producción y la
consecuente esclavitud de los obreros, pero en la cama pretendés privatizar el
cuerpo de la persona que supuestamente amás? Son revolucionarios para la
tribuna…
-En esta sociedad no podés construir
relaciones afectivas socialistas, lo tuyo es una utopía teórica, una forma
linda de encubrir que te gusta cogerte a todas y le rajás a los compromisos.
-No digas boludeces, Leo. Las veces que me
comprometí con una sola compañera respeté la exclusividad. Y que las fuerzas
productivas o la conciencia política de las masas esté atrasada no es excusa
para abandonar la lucha por un amor honesto y despojado de sanata moralista. En
tu mundo afectivo mandás vos, no la burguesía…
-Pero tenemos la cabeza llena de mierda
con respecto al amor, Santos, no es tan fácil….
-Decime qué mierda es fácil en la vida de
un explotado, Leo, o en la vida de un explotado que encima milita en un partido
que no transa con nadie ni recibe guita de nadie… Todo es difícil. ¿Por qué
claudicar tempranamente a una lucha a fondo para terminar con la mierda
machista y heterónoma que tenemos en el bocho…? El tango es lindo para cagarse
de risa, pero si describe exactamente lo que te pasa cuando amás, date cuenta
que estás enfermo, papu.
-“Esos tangos que hacen mal”, decía
Zitarrosa.
-El malamor, Leo, el malamor. Con las
canciones, en la escuela, los amigos, nuestros viejos, los tíos, las abuelas,
las películas, los periodistas por la radio, todos nos llenan la cabeza con
forrada como “lo único que vale la pena es lo que cuesta sufrimiento”, “el amor
verdadero es para siempre”, “ella me completa”, “no puedo vivir sin vos”…
-Mi
vida sin ti no vale naaaadaaaaa…
-Mierda, pura mierda. El otro día una piba
me tiró, después de garchar como atletas olímpicos durante tres horas, “que
ella siempre se enamoraba de chabones que no la querían” y que los tipos que le
caían bien y eran excelentes personas “no pasaban de amigos”… ¿a vos te parece?
Qué enorme pelotudez, Leo. ¿Qué tienen? ¿Un corazón que siente diferente de su
razón? ¿No te parece una forrada para armar familias de obreros con un par de
sueldos y ahorrarse aumentos? ¿No te parecen estupideces?
-Sí, claro, si lo ponés así… ¿pero vos
creés posible elegir científicamente la pareja perfecta y decidir enamorarte
racionalmente?
-No tengo la menor idea. Sólo sé que el
amor romántico es una garcha y una estafa. Que el mejor estado es ese donde te
divertís con el otro, bajás la guardia y confiás que no te va a hacer daño, lo
invitás a meterse dentro de tu intimidad, hacés un frente único entre pares por
un programa: divertirse, armar una familia o viajar por el mundo.
-La mierda.
-Claro, pibe, hay que sincerarse y sacarse
las caretas. El amor es libre o no es amor. El amor tiene que servir para ser
feliz sin ninguna culpa. Lo mismo con la sexualidad, Leo, es el lugar donde se
encuentra todo nuestro sistema anímico y racional con el cuerpo, con eso
absolutamente privado y propio, para compartirlo, romperlo y reinventarlo. Es
increíble lo mal que estamos que la gente para explicarte que quiere una
relación “profunda” con vos se siente obligada a aclararte, “no sólo para
coger, ¿eh?”. ¿Cómo puede ser profunda una relación donde amás al otro y no
cogen? Hay que cortarla con la Iglesia, loco, son millonarios, chorros,
asesinos y violines, darle bola a gente enferma hace daño. Mal karma…
-Y con el Tinder… La Iglesia tiene mucho
que ver con todo esto Santos, La Divina
Comedia está llena de referencias bíblicas, una especie de descripción
detallada de la teología canónica.
-¿Averiguaste algo nuevo?
Era la pregunta que en el fondo intentaba
postergar o anular con la conversa sobre el amor. No es que no me interesara la
postura de Santos sobre el tema pero la verdad que no había decidido si debía
confesar mi viajecito no planeado.
Arranqué con medias verdades
–Mirá, me colé en la visita guiada del
viernes a la noche y averigüé algunas cosas más, detalles.
-¿Volviste a pasar por el Barolo? –pareció
adivinarme el culo sucio.
-Sí, ¿qué tiene? Quería saber más sobre el
edificio y estaba solo el fin de semana…
-Qué vida de mierda la tuya. Tenés que
coger un poco más, es una cuestión de salud, como el colesterol controlado.
-Las minas que me gustan me quieren como
amigo gay o sicólogo de izquierda gratuito.
-Y las que te gustan son histéricas como
vos. No cogés porque no querés coger.
-Ya tengo sicóloga, no me rompas las pelotas.
-Bueno, ¿qué averiguaste?
-¿Te digo la verdad? Averigüé quién soy.-
Había decidido ser sincero.
-No entiendo.
-Volví a viajar.
-En el 105, ¿qué tiene de nuevo?
-En el tiempo, activé el desván de nuevo.
-¿Vos estás loco? Es una locura, ¿te descubrieron?
¿Qué cagada te mandaste?
-Eso es lo mejor de todo, ninguna. Los
tipos no se avivaron, o el agente Cabral era el único que usaba esa oficina y
lo liquidamos…
-La verdad que es raro. ¿Por qué te
mandaste solo? ¿A dónde fuiste?
-¿Y Candela? ¿Y la moto?
-No te hagás el boludo y contame.
Y le escupí todo.
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