Capítulo 4
Del otro lado de la ficción
you know the
day destroys the night
night
divides the day
try to run, try
to hide,
break on
trough,
to the other
side
Jim Morrison, The Doors, 1967
Ya era bien
entrada la madrugada cuando Santos me recibió en la puerta de su departamento
en 14 de julio y Girardot. Llevaba puesto un kimono de seda roja brillante con
un par de dragones dorados en los flancos y un enorme diseño del yin-yang con
un dragón y un tigre de bengala en toda la espalda, con el que se paseaba por
toda la caja de zapatos con balcón a la calle que usaba de dormitorio cuando
paraba en Buenos Aires.
No me
sorprendió ver salir del baño, envuelto en una toalla, al magnífico cuerpo
moreno de Victoria entre los vapores de una ducha reciente que me hicieron
notar el pelo húmedo y revuelto de Santos.
-Espero no
haber interrumpido nada…
-Quedate
tranquilo ¿averiguaste algo?
Los dos se
sentaron entre mimos como de pasadita en el futón debajo de los mapas de todos
sus viajes que Capobianco tenía pegados en las tres paredes del living-comedor.
Verdaderamente
se trataba de dos generales esperando informes de inteligencia en una especie
de carpa improvisada de cuartel general de operaciones. Lo que hace cien años
se llamaba vivac.
Les relaté
como pude los descubrimientos que había hecho en la medianoche del barrio de
Cortázar y en la cueva mágica de Parque Chas con Ermassi.
-Como ven
estuve haciendo tareas productivas mientras ustedes jugaban con sus cochinadas.
-No podés
liberarte de tu católico interior, Leo, como siempre- me escupió Victoria en un
tono de camaradería que no terminaba de anular la acidez.
-¿Quién te
dice que la energía de nuestros cuerpos puso a funcionar la magia de la luna llena
para que vos y Ermassi se inspiraran? Al final los más productivos fuimos
nosotros- decía Capobianco mientras le sacaba humo a la pipa sioux que tenía
armada. Y entre volutas de humo y una mueca risueña menos sarcástica que
fraternal, reflexionaba –Entonces ustedes dicen que todo el Barolo es una
máquina del tiempo. ¿Y cómo funciona?
-Buena
pregunta, ni puta idea.
-Pero
esperen, nobles descendientes de Adán, a sus cerebros llenos de tetosterona se
les escapan un par de ángulos. Acá hay un hilo conector que estamos dejando
pasar, la literatura.
-Al lado de
un servicio que te persigue durante catorce años desde Buenos Aires al Cáucaso ¿no
te parece un poco snob ponerte a reflexionar sobre literatura, Negra?
-No seas
animalito, Leíto. Hasta ahora tenemos al servicio que se esfuma en una oficina
cerrada, sin ventanas ni pasadizos secretos, en un edificio construido entre
1919 y 1927 que simboliza concretamente los antiguos templos sumerios cuyo
plano fue guiado por un clásico de la literatura mundial, el Dante. Y los
únicos pedazos de pistas que tenemos, que apuntan a que se trataría de un
mecanismo de ingeniería para trasladarse en el tiempo y el espacio los
aportaron dos escritores, Cortázar y Oesterheld. La literatura puede ser la
clave para develar el misterio.
-¿Qué más
sabemos de La Divina Comedia? –cortó
en seco Santos- ustedes, nerds, la leyeron, me imagino.
Con Victoria
le tiramos una mirada que trataba de contener una andanada de puteadas, pero
compartíamos el criterio de no caer en las chicanas anti-intelectuales de
Capobianco, ya que desde diferentes lugares, ninguno de los tres tenía ningún
tipo de esnobismo intelectualoide de café.
-A mí me la
dieron a leer obligada en el secundario, me pareció un bodrio. Lo único que
recuerdo es que el tipo la escribió para homenajear a la mina de la que se
había enamorado a los 9 años, Beatriz, Beatrice, y que se había muerto a los
veinticinco años, casada con otro muchacho.
-Vicky tiene
razón, y que el tipo era un renegado de los ejércitos papales del siglo trece y
catorce. La novela es una especie de documento de balance de las luchas
políticas de la protoburguesía de comerciantes y artesanos de las ciudades del
norte italiano en las que estuvo metido. Yo tampoco lo leí, pero es uno de los
textos preferidos por todos los escritores de renombre mundial en los últimos 700
años.
-Borges era
fanático del Dante.- acotó ella.
-Una razón
más para no leerlo- repliqué al toque.
Victoria
aprobó a medias el sarcasmo ya que ambos impugnábamos el carácter de clase de
la obra del ciego de Palermo, pero ella defendía la necesidad de no caer en
falsas posturas obreristas y la obligación de conocer a fondo las herramientas
estilísticas y formales más refinadas que la cultura burguesa nos podía
proporcionar.
-Ahora la
vamos a tener que leer, ¿no te parece? Y a Borges también, quién te dice que
ahí está la solución al asunto.
-Negra, no
te quiero joder, pero son tres tomos de doscientos y pico de páginas cada uno;
y lo único más o menos llevadero, que está escrito en estrofas rimadas, no lo
podés disfrutar porque las traducciones no captan la musicalidad del idioma
original.
-Leela en
italiano entonces.
-Toscano
antiguo mejor dicho. Lo lamento pero es uno de los millones de dialectos
humanos que me son ajenos.
-¿Ves? Ya
hablás como Borges…
-Tiene razón
Leo –terció Santos, interrumpiendo nuestra danza erótico-literaria- no tenemos
tiempo para ponernos a estudiar al Dante y a Borges, tenemos que encontrar una
salida más rápida. ¿Qué decía el documental sobre La Comedia?
-Nada,
generalidades conocidas, que el Dante construye una obra minuciosa, con muchos
símbolos de la tradición bíblica, católica y de la mitología clásica greco-romana,
una especie de mapa literario para iniciados, de tono masónico…
-¿Masónico?
¿Como el Código da Vinci, los
Iluminati y toda esa bola? No me digas que me persigue un personaje de un best
seller jolivudense de cuarta. Un mito urbano.
-Mito urbano
las tarariras- saltó mi vena de historiador frustrado en profe de historia del
secundario.
–En todo
caso, si dejás de lado el uso pedorro que se le puede dar para hacer guita con
libros y películas, la masonería no es ninguna pelotudez.
-¿Pero no es
la madre de las teorías conspirativas que todo el mundo usa para “explicar” la
historia? ¿Cómo lo de los extraterrestres y las pirámides?
-Si, Negra,
pero eso no quita que la masonería existió concretamente y que está detrás de
un montón de sucesos históricos. Es la base real de las especulaciones
populares.
-Bueno, yo
creo que las pirámides las hicieron los extraterrestres, si no explícame cómo
carajos hicieron eso. Yo las ví, estuve en la meseta de Ghiza y en las ruinas
de Ur, en Irak, si te parecen impresionantes ahora mucho más cuando no había
tecnología, hace mil años…
-Cinco mil
años, marinero bruto, cinco mil años.
-Con más
razón, rata de biblioteca.
-Eso es una
boludez, querido, Leo tiene razón, apelás a los extraterrestres porque no sos
capaz de imaginar el poder de movilización de trabajo esclavo y semi-esclavo de
los Estados antiguos. Las pirámides son símbolos del poder material del Estado.
Son la prueba viviente de que esos tipos mantenían un ritmo infernal de
trabajos forzados sobre las poblaciones campesinas y pastoriles que explotaban.
-Lo que la
tecnología no podía hacer se reemplazaba con millones de horas de trabajo de
seres humanos a un ritmo de bestias de carga. Eso es lo que veía reflejado en
las enormes moles de piedra caliza un sencillo campesino del Nilo, el Éufrates
o el Tigris –acoté, sumándome otra vez por el lado intelectual a la sociedad
con la Negra.
-¿Y la
masonería qué pito toca acá?- preguntó con incomodidad en aumento un Santos que
por lo general no celaba los conocimientos de los demás pero que evidentemente
notaba el triángulo afectivo que se iba conformando en torno suyo.
-Lo único
que yo sé es que son sectas clandestinas, ocultas, pero de las que se dice
participaban un montón de tipos poderosos.
-Si Vic,
pero lo mejor que se puede decir es que se trató de una más de tantas formas de
organización política que existieron antes de la formación de los partidos
políticos modernos y que fueron necesarias para la existencia de los mismos.
¿Se vé?
-Maso,
desarrollá.
-Les digo lo
que me voy acordando de la facultad. Hasta el capitalismo moderno, todos los
Estados fueron teocráticos, es decir, no había una separación laica de la
religión y las leyes políticas que ordenaban a la sociedad, y mientras más te
vas en el tiempo, la fusión es mayor. Las leyes que organizaban al antiguo
Reino de Israel, por ejemplo, eran las leyes codificadas en el libro sagrado
por el propio Jhavé en el pacto mítico con Moisés.
-En el
Sinaí, esa peli la ví.
-Claro. El
ordenamiento religioso, la fé, las mitologías, eran al mismo tiempo el orden
político del Estado y la sociedad. Por eso la Iglesia oficial, la de la
sociedad que sea, siempre estaba cruzada por tensiones políticas. Para que tu
cerebro trosko me entienda, si el programa común era la religión, las
divergencias de intereses al interior de la sociedad, los diferentes intereses
de clase también se traducían en diferencias religiosas. El Antiguo Testamento,
por ejemplo, ofrece un compendio de “profetas” que iban apareciendo en la
historia de los judíos, que repiten un esquema canónico: un tipo que sale a
predicar por todo el reino diciendo que se había comunicado directamente con
Jhavé y que le había dicho que los gobernantes de ese momento estaban
interpretando mal “su” palabra divina. Cada profeta era en realidad un
organizador teórico de un programa político diferente al del gobierno de turno,
y su prédica era en realidad la construcción de un “partido”, una “parcialidad”
en lucha por alguna reforma política o económica.
-¿Posta?
-Claro, en
ese sentido Engels, por ejemplo, interpreta la posibilidad de la existencia
real de un Jesús histórico como la aparición de un grupo religioso al interior
de la política judía que planteaba una diferencia central contra el gobierno de
los Sumos Sacerdotes y reyes hebreos, una interpretación de las escrituras
sagradas que impugnaba el sometimiento colonial de los judíos al Imperio
Romano.
-¿Pero
Kautsky no dice que Jesús no existió, que no hay ninguna prueba material de su
existencia?
-Claro
Negra, porque Kautsky toma una serie de razonamientos propios de la academia
histórica de su época, a saber, que no existen registros escritos en otras
culturas contemporáneas, fuera de los evangelios, que atestigüen la existencia
de una figura tan importante. Los romanos, que eran exhaustivos en estas cosas,
no dejaron ni una miserable mención. Sin embargo, es cierto que existió un
movimiento político anti-imperialista en las colonias orientales que estalló en
movimientos independentistas y rebeliones de esclavos que cruzaron todo el
Imperio. para quienes la doctrina de los seguidores del Cristo se transformó en
una especie de programa religioso-político. En el año 73 d.C. las legiones destruyeron
el Templo de Jerusalem para sofocar una rebelión anti-imperial en una época muy
cercana a la que la Biblia atribuye a la existencia original de Jesús y los
suyos.
-¿Y esto qué
tiene que ver con la masonería, boludo?
-Cuando la
dirección de la Iglesia Católica es cooptada por el emperador romano como
último intento para desmovilizar la oposición de las masas oprimidas y
explotadas del Imperio, en medio de la crisis económica terminal del siglo
tercero, todas las disidencias políticas dentro de los Estados herederos del
Imperio Romano se continuaron haciendo de forma de sectas religiosas, a las que
la Iglesia oficial comenzó a combatir tildándolas de herejías o bien pactando
con sus dirigentes para cooptarlas al servicio del Estado. Cuando apareció la burguesía,
después de las Cruzadas del año 1000 en adelante, al calor del desarrollo
comercial europeo, las diferencias de clase de los primeros grandes
comerciantes, banqueros y artesanos con la nobleza católica feudal se hicieron
sentir también como diferencias religiosas.
-¿Pero los
masones no son ateos?
-Algo así. Los
masones, o las diferentes logias comúnmente identificadas con la masonería,
tenían un programa de independencia del Estado de la curia eclesiástica. Los
burgueses se daban cuenta, aún siendo religiosos, que el aparato de
funcionarios de la Iglesia era un tumor que impedía el desarrollo de los
intereses materiales, técnicos y políticos de la burguesía.
-Entonces
Dante Alighieri era masón.
-En realidad
no te puedo decir con precisión, pero seguro había sido güelfo y después se
pasó de bando, se hizo gibelino.
-¿Lo qué?
-En el siglo
trece el Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, el rey al frente de los
nobles y príncipes de lo que hoy llamamos Alemania, Austria, etc. se enfrenta
con el Papa para ver quién de los dos tiene poder sobre el conjunto de los territorios
herederos del Imperio Romano, y sus impuestos, obvio. La cosa se pone fulera,
son dos facciones de la nobleza feudal que se disputan los recursos económicos
de Europa occidental. En todas las ciudades y campos de Europa se larga una
guerra civil entre partidarios del Emperador, llamados gibelinos contra los
partidarios del Papa, llamados güelfos, no me preguntes por qué. El hijo de
José Luis Romero, Luis Alberto Romero, nos limó la cabeza todo un cuatrimestre
con este asunto. Dante era un intelectual y funcionario estatal pagado por una
familia de Florencia que respondía al Papa. Te estoy hablando de una disputa
sangrienta, los tipos se hacían mierda con saña, batallas de miles de soldados,
carnicerías humanas, en las ciudades italianas fue donde la disputa llegó al
paroxismo, al punto que Shakespeare lo inmortalizó con la historia de los
Montesco y los Capuletto, familias enteras que se odiaban a muerte.
-Otra vez la
literatura.
-Bueno, es
que la literatura de esa época jugaba un rol político, eran pocos los que
tenían acceso a la escritura y a la lectura, y cada pieza literaria, sobre todo
si podía ser cantada o escenificada, bajaba una mirada de la realidad política
a las clases incultas que llenaban los casilleros de los ejércitos que se
hacían mierda en los campos de batalla. No tenés que pensarlo como ahora que
cualquiera pone 12 mil pesos y edita un libro, que nadie lee, y a nadie le
chupa soberanamente un huevo su visión política de la realidad…
-¿Y eso cómo
relaciona a Dante con el Barolo?
-No tengo ni
idea, Santos, ni idea.
-Yo sí –tiró
la Negra Victoria sacando pecho y sacudiéndonos-. Las logias políticas
clandestinas usan un paquete de símbolos para iniciados, o sea, que manejan
códigos secretos como pistas y códigos que sólo los conocedores, los iniciados,
los miembros de la logia, pueden interpretar y que para el resto de los
mortales son cosas sin importancia. En las pinturas o los libros, van dejando
pistas que sólo los complotados pueden reconocer, como una especie de mapa
dentro de la obra general. La cantidad de versos de una poesía, las formas
geométricas de los paisajes que describen, ciertas figuras históricas. Es de lo
que se agarra el tipo que escribió el Código
Da Vinci para hacer una fenomenal y atrapante novela de misterio mezclada
con la aventura de la búsqueda de un tesoro. Al público lo atrapa porque sabés
que vas a encontrar lo que andan buscando y te ponés a jugar a ver si vos, con
las pistas que te va tirando, sos capaz de adelantarte al autor y “adivinar” la
jugada siguiente.
-Los Simpson
se cagan de risa de eso en el capítulo que Lisa cree descubrir que ella es la
joya sagrada de dios y resulta que era su hermanita menor.
-Claro,
boludo, ahí está lo ácido de la crítica de Los Simpson, en que cualquiera puede
interpretar los signos como mierda se le cante y llegar a conclusiones
diferentes. O que hasta cierto punto es imposible que vos manejes la totalidad
de las interpretaciones que tenían en la cabeza los tipos que hicieron el
mensaje original.
-Ahora el
que anda perdido soy yo. ¿Y esto qué córno tiene que ver con el Barolo y el
servicio?
-¿No vés que
sos un bruto Leo?– intervino para contestarme sorpresivamente Santos, que
aparentemente había terminado de procesar toda la información en su sistema
interpretativo particular.
-Lo que
Vicky dice es que hay una logia, una agrupación secreta de tipos que
construyeron el Barolo con un fin determinado y que son los únicos que saben
hacerlo funcionar. Un sector de la burguesía argentina, seguramente ligado al
imperialismo, construyó una enorme máquina del tiempo en medio de la Avenida de
Mayo. Y la usan para perseguir a los activistas obreros anti-capitalistas por
el espacio y el tiempo. Por eso la SIDE tiene una oficina secreta ahí. Me cerró
todo. ¿No dijiste que Palanti pertenecía a una logia de arquitectos?
-Yo no, los
tipos del documental de la tele dicen eso.
-Y tienen
razón. La burguesía argentina de origen italiano, ahí está la papa, Barolo era
dueño de algodonales en Chaco, ¿o no?
-Bueno –dije
yo, ya enganchado en el hilo de ideas de mi maestro- ahora que lo decís Paolo
Rocca hizo construir un barrio para los empleados jerárquicos de Techint, en
Campana, y las calles tienen nombres de eminencias de la cultura italiana,
Dante Alighieri por ejemplo. Y los colores de la camiseta de Dálmine son los
mismos que el escudo de Florencia, la ciudad del Dante y de los Rocca.
-Hay que
averiguar qué otros burgueses eran de origen italiano y pudieron poner plata en
el proyecto de Barolo y Palanti en la década del 10 y del 20.
-Fácil, las
dos empresas metalúrgicas más grandes de esos años eran de empresarios
italianos, Vassena y Ottonello.
-¿Los
famosos Talleres Vassena?
-Che,
pónganme al tanto, forros.
-Los
Talleres Vassena, Victoria, en la manzana de la actual plaza Martín Fierro, en
Boedo, donde se pudrió todo en el verano de 1919, la Semana Trágica, la lucha
más importante del movimiento obrero anarquista en Buenos Aires.
-Tenía otra
planta menos conocida hoy entre Nueva Pompeya y Parque Patricios, en Santo
Domingo y Pepirí, con un puerto propio al Riachuelo, donde cargaban y
descargaban la materia prima directamente de la importación, sin pagar Aduana.
Para el ´19 estaban fusionados con capitales financieros ingleses y en el
directorio había tipos del Ejército y la Marina, de fuerte relación con el
gobierno de Irigoyen.
-¡¡Los
soretes que armaron la Liga Patriótica!! ¡¡Otra Logia!! ¿No ves que todo va
cerrando??
-No sé si
todo cierra, Santos excitadísimo. Pensá lo mismo que decíamos antes, lo de
Lisa, cuestioná las interpretaciones porque si no, salís en un lugar erróneo.
Por ejemplo, si la burguesía construyó una máquina del tiempo en un edificio de
200 metros de altura en medio de la ciudad…
-Cien
metros- corregí.
-O lo que
concha sea, Leo, el tema que se les escapa a ustedes dos, cerebritos, es ¿por
qué todavía existimos nosotros? ¿Por qué mierda no instituyeron un orden
capitalista perfecto donde no haya absolutamente ninguna posibilidad de
derrotarlos? Ni qué decir que después de la Semana Trágica hubieron centenares
de huelgas e insurrecciones de masas triunfantes. ¿Cómo le ganás a una máquina
del tiempo?
-Tiene razón
la Negra.
-… dijo el
pollerudo. Es un buen punto. Pero suponiendo que hayan construido una máquina
del tiempo, siguen siendo la burguesía, siguen pensando en pos de la billetera.
Por ahí les salió muy cara y no la usaron más. Por ahí se cagaron a trompadas
entre ellos para ver quién la controlaba y la estropearon. La burguesía no es
una clase monolítica, tiene fisuras, quebraduras, tendencias, guerras
intestinas.
-Y están los
obreros- subrayó ella.
-¿Obreros
que viajan en el tiempo? Che, ¿ustedes me quieren convencer que hay una guerra
de clases inter-espacio-temporal? ¿El Barolo contra el Delorean? Basta, coger
les hizo mal, yo me las tomo.
-No seas
pelotudo, Leo.
-O tarado…
-dijo la Negra recordándome mi verdadera identidad ante los ojos de todas las
mujeres que he amado- lo que queremos decir es que en una de esas, luchadores
obreros y obreras como nosotros, se dieron cuenta del asunto y descubrieron la
maquinita y la estropearon.
-¿Una logia
proletaria?
-Ponele.
Ahora empiezo a entender lo de los escritores. Suponete que el cuento de
Crotázar y la idea de Oesterheld sean partes del conocimiento del
funcionamiento de la máquina del tiempo y para evitar la censura oficial del
Estado las hayan contado en forma de relatos literarios. Que hayan encubierto
en supuestas narraciones fantásticas una historia verídica…
-Oesterheld
era Montonero….- acoté.
-Esa no fue
una organización proletaria anticapitalista, eran un grupo de pequeñoburgueses
que defendían un capitalismo nacional independiente del capitalismo central y
lo vendían como “patria socialista”. A esos contalos en las logias de la
burguesía.- saltó Santos con el manual para cortarme el romanticismo.
-Sus
dirigentes, claro. Más a mi favor, su extracción de clase, de la derecha
católica, los acerca a una fuente de información reservada a las logias
burguesas. Pero en un momento lideraron un movimiento de masas, que incluyó a
otros sectores sociales, laburantes jóvenes sobre todo, estudiantes
universitarios de origen popular también. Esos creían en un socialismo a la
cubana, son la base que empujó a la ruptura tardía con Perón en la Plaza. Ojo,
en una de esas el tema se fue filtrando.
-Cortázar no
era montonero, chicos y chicas. Como mucho fue un simpatizante de Cuba hasta lo
de Padilla y apoyaba de lejos los procesos revolucionarios, pero no militaba
como Oesterheld, o Walsh. ¿Y Walsh, también era parte? ¿En qué cuento ves algo
de esto?
-Bueno,
basta de pelotudeces. Si hubo una logia secreta de arquitectos, no veo el
problema de que haya una de escritores, empezando por Dante. Hay que
averiguarlo. Lo mismo que la opinión de Borges sobre el asunto. Ahora el tema
es que tenemos un edificio que puede ser una máquina del tiempo o no, y un tipo
que me sigue. Desculemos el misterio de la oficina cerrada y veamos cómo corno
vamos resolviendo lo demás, ¿ta claro?
-Dale y ¿cómo
hacemos?
-Mientras
vos pelotudeabas con el Tony, nosotros anduvimos viendo las fotos que sacamos
con el celu.
Y me acercó
la notebook para que eche una mirada.
-Ahora que
planteás lo de Mort Cinder, fijate bien en las fotos del depósito.
-Está lleno
de quincallería, ¿qué pasa?
-Eso que vos
llamás quincallería, (la verdad que a
veces me preocupa que el que usa la máquina del tiempo seas vos) querido amigo,
son una pila de…
-¡Objetos
antiguos! ¡Vamo lo pibe!!
-¿Me
explican el hallazgo parejita de iluminati?
-Claro,
nene, los objetos antiguos te transportan a las épocas en que sus dueños les
imprimieron un… valor de uso… digamos.-
dijo ella girando a medias el rostro para mirarme desde el sillón con una de
esas sonrisas de diva de cine de los años 50 que me partía la cabeza.
-Son las 4
de la mañana, yo estoy fresco como un toro joven, ¿qué tal si caemos de nuevo a
la oficina? –dijo, envalentonado, Santos-. Tenemos dos horas antes que arranque
el horario laboral.
-Depende de
los horarios laborales de estos muchachos.
-Dale, no
seas cagón, yo me prendo, ¿vamos?- dijo la musa negra.
¿Cómo
decirle que no a una fantasía de carne y hueso? Siempre me había sido difícil
negarme a uno de sus requerimientos, y con la adrenalina que me bombeaba del
día fantástico que estábamos recorriendo no pude más que dejarme meter en el
auto de Capobianco, un hermoso IKA-Torino del 77, totalmente negro con sus
accesorios en cromo y madera de roble originales y como una destartalada
alfombra mágica surcamos los empedrados de Ortúzar y Chacarita y navegamos todo
lo ancho de la ciudad hasta las puertas del Palacio Barolo, que nunca más iba a
tener el mismo rostro para ninguno de los tres.
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