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viernes, 4 de noviembre de 2016

CAPÍTULO 4. Del otro lado de la ficción

Capítulo 4


Del otro lado de la ficción

you know the day destroys the night
night divides the day
try to run, try to hide,
break on trough,
to the other side
Jim Morrison, The Doors, 1967

Ya era bien entrada la madrugada cuando Santos me recibió en la puerta de su departamento en 14 de julio y Girardot. Llevaba puesto un kimono de seda roja brillante con un par de dragones dorados en los flancos y un enorme diseño del yin-yang con un dragón y un tigre de bengala en toda la espalda, con el que se paseaba por toda la caja de zapatos con balcón a la calle que usaba de dormitorio cuando paraba en Buenos Aires.
No me sorprendió ver salir del baño, envuelto en una toalla, al magnífico cuerpo moreno de Victoria entre los vapores de una ducha reciente que me hicieron notar el pelo húmedo y revuelto de Santos.
-Espero no haber interrumpido nada…
-Quedate tranquilo ¿averiguaste algo?
Los dos se sentaron entre mimos como de pasadita en el futón debajo de los mapas de todos sus viajes que Capobianco tenía pegados en las tres paredes del living-comedor.
Verdaderamente se trataba de dos generales esperando informes de inteligencia en una especie de carpa improvisada de cuartel general de operaciones. Lo que hace cien años se llamaba vivac.
Les relaté como pude los descubrimientos que había hecho en la medianoche del barrio de Cortázar y en la cueva mágica de Parque Chas con Ermassi.
-Como ven estuve haciendo tareas productivas mientras ustedes jugaban con sus cochinadas.
-No podés liberarte de tu católico interior, Leo, como siempre- me escupió Victoria en un tono de camaradería que no terminaba de anular la acidez.
-¿Quién te dice que la energía de nuestros cuerpos puso a funcionar la magia de la luna llena para que vos y Ermassi se inspiraran? Al final los más productivos fuimos nosotros- decía Capobianco mientras le sacaba humo a la pipa sioux que tenía armada. Y entre volutas de humo y una mueca risueña menos sarcástica que fraternal, reflexionaba –Entonces ustedes dicen que todo el Barolo es una máquina del tiempo. ¿Y cómo funciona?
-Buena pregunta, ni puta idea.
-Pero esperen, nobles descendientes de Adán, a sus cerebros llenos de tetosterona se les escapan un par de ángulos. Acá hay un hilo conector que estamos dejando pasar, la literatura.
-Al lado de un servicio que te persigue durante catorce años desde Buenos Aires al Cáucaso ¿no te parece un poco snob ponerte a reflexionar sobre literatura, Negra?
-No seas animalito, Leíto. Hasta ahora tenemos al servicio que se esfuma en una oficina cerrada, sin ventanas ni pasadizos secretos, en un edificio construido entre 1919 y 1927 que simboliza concretamente los antiguos templos sumerios cuyo plano fue guiado por un clásico de la literatura mundial, el Dante. Y los únicos pedazos de pistas que tenemos, que apuntan a que se trataría de un mecanismo de ingeniería para trasladarse en el tiempo y el espacio los aportaron dos escritores, Cortázar y Oesterheld. La literatura puede ser la clave para develar el misterio.
-¿Qué más sabemos de La Divina Comedia? –cortó en seco Santos- ustedes, nerds, la leyeron, me imagino.
Con Victoria le tiramos una mirada que trataba de contener una andanada de puteadas, pero compartíamos el criterio de no caer en las chicanas anti-intelectuales de Capobianco, ya que desde diferentes lugares, ninguno de los tres tenía ningún tipo de esnobismo intelectualoide de café.
-A mí me la dieron a leer obligada en el secundario, me pareció un bodrio. Lo único que recuerdo es que el tipo la escribió para homenajear a la mina de la que se había enamorado a los 9 años, Beatriz, Beatrice, y que se había muerto a los veinticinco años, casada con otro muchacho.
-Vicky tiene razón, y que el tipo era un renegado de los ejércitos papales del siglo trece y catorce. La novela es una especie de documento de balance de las luchas políticas de la protoburguesía de comerciantes y artesanos de las ciudades del norte italiano en las que estuvo metido. Yo tampoco lo leí, pero es uno de los textos preferidos por todos los escritores de renombre mundial en los últimos 700 años.
-Borges era fanático del Dante.- acotó ella.
-Una razón más para no leerlo- repliqué al toque.
Victoria aprobó a medias el sarcasmo ya que ambos impugnábamos el carácter de clase de la obra del ciego de Palermo, pero ella defendía la necesidad de no caer en falsas posturas obreristas y la obligación de conocer a fondo las herramientas estilísticas y formales más refinadas que la cultura burguesa nos podía proporcionar.
-Ahora la vamos a tener que leer, ¿no te parece? Y a Borges también, quién te dice que ahí está la solución al asunto.
-Negra, no te quiero joder, pero son tres tomos de doscientos y pico de páginas cada uno; y lo único más o menos llevadero, que está escrito en estrofas rimadas, no lo podés disfrutar porque las traducciones no captan la musicalidad del idioma original.
-Leela en italiano entonces.
-Toscano antiguo mejor dicho. Lo lamento pero es uno de los millones de dialectos humanos que me son ajenos.
-¿Ves? Ya hablás como Borges…
-Tiene razón Leo –terció Santos, interrumpiendo nuestra danza erótico-literaria- no tenemos tiempo para ponernos a estudiar al Dante y a Borges, tenemos que encontrar una salida más rápida. ¿Qué decía el documental sobre La Comedia?
-Nada, generalidades conocidas, que el Dante construye una obra minuciosa, con muchos símbolos de la tradición bíblica, católica y de la mitología clásica greco-romana, una especie de mapa literario para iniciados, de tono masónico…
-¿Masónico? ¿Como el Código da Vinci, los Iluminati y toda esa bola? No me digas que me persigue un personaje de un best seller jolivudense de cuarta. Un mito urbano.
-Mito urbano las tarariras- saltó mi vena de historiador frustrado en profe de historia del secundario.
–En todo caso, si dejás de lado el uso pedorro que se le puede dar para hacer guita con libros y películas, la masonería no es ninguna pelotudez.
-¿Pero no es la madre de las teorías conspirativas que todo el mundo usa para “explicar” la historia? ¿Cómo lo de los extraterrestres y las pirámides?
-Si, Negra, pero eso no quita que la masonería existió concretamente y que está detrás de un montón de sucesos históricos. Es la base real de las especulaciones populares.
-Bueno, yo creo que las pirámides las hicieron los extraterrestres, si no explícame cómo carajos hicieron eso. Yo las ví, estuve en la meseta de Ghiza y en las ruinas de Ur, en Irak, si te parecen impresionantes ahora mucho más cuando no había tecnología, hace mil años…
-Cinco mil años, marinero bruto, cinco mil años.
-Con más razón, rata de biblioteca.
-Eso es una boludez, querido, Leo tiene razón, apelás a los extraterrestres porque no sos capaz de imaginar el poder de movilización de trabajo esclavo y semi-esclavo de los Estados antiguos. Las pirámides son símbolos del poder material del Estado. Son la prueba viviente de que esos tipos mantenían un ritmo infernal de trabajos forzados sobre las poblaciones campesinas y pastoriles que explotaban.
-Lo que la tecnología no podía hacer se reemplazaba con millones de horas de trabajo de seres humanos a un ritmo de bestias de carga. Eso es lo que veía reflejado en las enormes moles de piedra caliza un sencillo campesino del Nilo, el Éufrates o el Tigris –acoté, sumándome otra vez por el lado intelectual a la sociedad con la Negra.
-¿Y la masonería qué pito toca acá?- preguntó con incomodidad en aumento un Santos que por lo general no celaba los conocimientos de los demás pero que evidentemente notaba el triángulo afectivo que se iba conformando en torno suyo.
-Lo único que yo sé es que son sectas clandestinas, ocultas, pero de las que se dice participaban un montón de tipos poderosos.
-Si Vic, pero lo mejor que se puede decir es que se trató de una más de tantas formas de organización política que existieron antes de la formación de los partidos políticos modernos y que fueron necesarias para la existencia de los mismos. ¿Se vé?
-Maso, desarrollá.
-Les digo lo que me voy acordando de la facultad. Hasta el capitalismo moderno, todos los Estados fueron teocráticos, es decir, no había una separación laica de la religión y las leyes políticas que ordenaban a la sociedad, y mientras más te vas en el tiempo, la fusión es mayor. Las leyes que organizaban al antiguo Reino de Israel, por ejemplo, eran las leyes codificadas en el libro sagrado por el propio Jhavé en el pacto mítico con Moisés.
-En el Sinaí, esa peli la ví.
-Claro. El ordenamiento religioso, la fé, las mitologías, eran al mismo tiempo el orden político del Estado y la sociedad. Por eso la Iglesia oficial, la de la sociedad que sea, siempre estaba cruzada por tensiones políticas. Para que tu cerebro trosko me entienda, si el programa común era la religión, las divergencias de intereses al interior de la sociedad, los diferentes intereses de clase también se traducían en diferencias religiosas. El Antiguo Testamento, por ejemplo, ofrece un compendio de “profetas” que iban apareciendo en la historia de los judíos, que repiten un esquema canónico: un tipo que sale a predicar por todo el reino diciendo que se había comunicado directamente con Jhavé y que le había dicho que los gobernantes de ese momento estaban interpretando mal “su” palabra divina. Cada profeta era en realidad un organizador teórico de un programa político diferente al del gobierno de turno, y su prédica era en realidad la construcción de un “partido”, una “parcialidad” en lucha por alguna reforma política o económica.
-¿Posta?
-Claro, en ese sentido Engels, por ejemplo, interpreta la posibilidad de la existencia real de un Jesús histórico como la aparición de un grupo religioso al interior de la política judía que planteaba una diferencia central contra el gobierno de los Sumos Sacerdotes y reyes hebreos, una interpretación de las escrituras sagradas que impugnaba el sometimiento colonial de los judíos al Imperio Romano.
-¿Pero Kautsky no dice que Jesús no existió, que no hay ninguna prueba material de su existencia?
-Claro Negra, porque Kautsky toma una serie de razonamientos propios de la academia histórica de su época, a saber, que no existen registros escritos en otras culturas contemporáneas, fuera de los evangelios, que atestigüen la existencia de una figura tan importante. Los romanos, que eran exhaustivos en estas cosas, no dejaron ni una miserable mención. Sin embargo, es cierto que existió un movimiento político anti-imperialista en las colonias orientales que estalló en movimientos independentistas y rebeliones de esclavos que cruzaron todo el Imperio. para quienes la doctrina de los seguidores del Cristo se transformó en una especie de programa religioso-político. En el año 73 d.C. las legiones destruyeron el Templo de Jerusalem para sofocar una rebelión anti-imperial en una época muy cercana a la que la Biblia atribuye a la existencia original de Jesús y los suyos.
-¿Y esto qué tiene que ver con la masonería, boludo?
-Cuando la dirección de la Iglesia Católica es cooptada por el emperador romano como último intento para desmovilizar la oposición de las masas oprimidas y explotadas del Imperio, en medio de la crisis económica terminal del siglo tercero, todas las disidencias políticas dentro de los Estados herederos del Imperio Romano se continuaron haciendo de forma de sectas religiosas, a las que la Iglesia oficial comenzó a combatir tildándolas de herejías o bien pactando con sus dirigentes para cooptarlas al servicio del Estado. Cuando apareció la burguesía, después de las Cruzadas del año 1000 en adelante, al calor del desarrollo comercial europeo, las diferencias de clase de los primeros grandes comerciantes, banqueros y artesanos con la nobleza católica feudal se hicieron sentir también como diferencias religiosas.
-¿Pero los masones no son ateos?
-Algo así. Los masones, o las diferentes logias comúnmente identificadas con la masonería, tenían un programa de independencia del Estado de la curia eclesiástica. Los burgueses se daban cuenta, aún siendo religiosos, que el aparato de funcionarios de la Iglesia era un tumor que impedía el desarrollo de los intereses materiales, técnicos y políticos de la burguesía.
-Entonces Dante Alighieri era masón.
-En realidad no te puedo decir con precisión, pero seguro había sido güelfo y después se pasó de bando, se hizo gibelino.
-¿Lo qué?
-En el siglo trece el Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, el rey al frente de los nobles y príncipes de lo que hoy llamamos Alemania, Austria, etc. se enfrenta con el Papa para ver quién de los dos tiene poder sobre el conjunto de los territorios herederos del Imperio Romano, y sus impuestos, obvio. La cosa se pone fulera, son dos facciones de la nobleza feudal que se disputan los recursos económicos de Europa occidental. En todas las ciudades y campos de Europa se larga una guerra civil entre partidarios del Emperador, llamados gibelinos contra los partidarios del Papa, llamados güelfos, no me preguntes por qué. El hijo de José Luis Romero, Luis Alberto Romero, nos limó la cabeza todo un cuatrimestre con este asunto. Dante era un intelectual y funcionario estatal pagado por una familia de Florencia que respondía al Papa. Te estoy hablando de una disputa sangrienta, los tipos se hacían mierda con saña, batallas de miles de soldados, carnicerías humanas, en las ciudades italianas fue donde la disputa llegó al paroxismo, al punto que Shakespeare lo inmortalizó con la historia de los Montesco y los Capuletto, familias enteras que se odiaban a muerte.
-Otra vez la literatura.
-Bueno, es que la literatura de esa época jugaba un rol político, eran pocos los que tenían acceso a la escritura y a la lectura, y cada pieza literaria, sobre todo si podía ser cantada o escenificada, bajaba una mirada de la realidad política a las clases incultas que llenaban los casilleros de los ejércitos que se hacían mierda en los campos de batalla. No tenés que pensarlo como ahora que cualquiera pone 12 mil pesos y edita un libro, que nadie lee, y a nadie le chupa soberanamente un huevo su visión política de la realidad…
-¿Y eso cómo relaciona a Dante con el Barolo?
-No tengo ni idea, Santos, ni idea.
-Yo sí –tiró la Negra Victoria sacando pecho y sacudiéndonos-. Las logias políticas clandestinas usan un paquete de símbolos para iniciados, o sea, que manejan códigos secretos como pistas y códigos que sólo los conocedores, los iniciados, los miembros de la logia, pueden interpretar y que para el resto de los mortales son cosas sin importancia. En las pinturas o los libros, van dejando pistas que sólo los complotados pueden reconocer, como una especie de mapa dentro de la obra general. La cantidad de versos de una poesía, las formas geométricas de los paisajes que describen, ciertas figuras históricas. Es de lo que se agarra el tipo que escribió el Código Da Vinci para hacer una fenomenal y atrapante novela de misterio mezclada con la aventura de la búsqueda de un tesoro. Al público lo atrapa porque sabés que vas a encontrar lo que andan buscando y te ponés a jugar a ver si vos, con las pistas que te va tirando, sos capaz de adelantarte al autor y “adivinar” la jugada siguiente.
-Los Simpson se cagan de risa de eso en el capítulo que Lisa cree descubrir que ella es la joya sagrada de dios y resulta que era su hermanita menor.
-Claro, boludo, ahí está lo ácido de la crítica de Los Simpson, en que cualquiera puede interpretar los signos como mierda se le cante y llegar a conclusiones diferentes. O que hasta cierto punto es imposible que vos manejes la totalidad de las interpretaciones que tenían en la cabeza los tipos que hicieron el mensaje original.
-Ahora el que anda perdido soy yo. ¿Y esto qué córno tiene que ver con el Barolo y el servicio?
-¿No vés que sos un bruto Leo?– intervino para contestarme sorpresivamente Santos, que aparentemente había terminado de procesar toda la información en su sistema interpretativo particular.
-Lo que Vicky dice es que hay una logia, una agrupación secreta de tipos que construyeron el Barolo con un fin determinado y que son los únicos que saben hacerlo funcionar. Un sector de la burguesía argentina, seguramente ligado al imperialismo, construyó una enorme máquina del tiempo en medio de la Avenida de Mayo. Y la usan para perseguir a los activistas obreros anti-capitalistas por el espacio y el tiempo. Por eso la SIDE tiene una oficina secreta ahí. Me cerró todo. ¿No dijiste que Palanti pertenecía a una logia de arquitectos?
-Yo no, los tipos del documental de la tele dicen eso.
-Y tienen razón. La burguesía argentina de origen italiano, ahí está la papa, Barolo era dueño de algodonales en Chaco, ¿o no?
-Bueno –dije yo, ya enganchado en el hilo de ideas de mi maestro- ahora que lo decís Paolo Rocca hizo construir un barrio para los empleados jerárquicos de Techint, en Campana, y las calles tienen nombres de eminencias de la cultura italiana, Dante Alighieri por ejemplo. Y los colores de la camiseta de Dálmine son los mismos que el escudo de Florencia, la ciudad del Dante y de los Rocca.
-Hay que averiguar qué otros burgueses eran de origen italiano y pudieron poner plata en el proyecto de Barolo y Palanti en la década del 10 y del 20.
-Fácil, las dos empresas metalúrgicas más grandes de esos años eran de empresarios italianos, Vassena y Ottonello.
-¿Los famosos Talleres Vassena?
-Che, pónganme al tanto, forros.
-Los Talleres Vassena, Victoria, en la manzana de la actual plaza Martín Fierro, en Boedo, donde se pudrió todo en el verano de 1919, la Semana Trágica, la lucha más importante del movimiento obrero anarquista en Buenos Aires.
-Tenía otra planta menos conocida hoy entre Nueva Pompeya y Parque Patricios, en Santo Domingo y Pepirí, con un puerto propio al Riachuelo, donde cargaban y descargaban la materia prima directamente de la importación, sin pagar Aduana. Para el ´19 estaban fusionados con capitales financieros ingleses y en el directorio había tipos del Ejército y la Marina, de fuerte relación con el gobierno de Irigoyen.
-¡¡Los soretes que armaron la Liga Patriótica!! ¡¡Otra Logia!! ¿No ves que todo va cerrando??
-No sé si todo cierra, Santos excitadísimo. Pensá lo mismo que decíamos antes, lo de Lisa, cuestioná las interpretaciones porque si no, salís en un lugar erróneo. Por ejemplo, si la burguesía construyó una máquina del tiempo en un edificio de 200 metros de altura en medio de la ciudad…
-Cien metros- corregí.
-O lo que concha sea, Leo, el tema que se les escapa a ustedes dos, cerebritos, es ¿por qué todavía existimos nosotros? ¿Por qué mierda no instituyeron un orden capitalista perfecto donde no haya absolutamente ninguna posibilidad de derrotarlos? Ni qué decir que después de la Semana Trágica hubieron centenares de huelgas e insurrecciones de masas triunfantes. ¿Cómo le ganás a una máquina del tiempo?
-Tiene razón la Negra.
-… dijo el pollerudo. Es un buen punto. Pero suponiendo que hayan construido una máquina del tiempo, siguen siendo la burguesía, siguen pensando en pos de la billetera. Por ahí les salió muy cara y no la usaron más. Por ahí se cagaron a trompadas entre ellos para ver quién la controlaba y la estropearon. La burguesía no es una clase monolítica, tiene fisuras, quebraduras, tendencias, guerras intestinas.
-Y están los obreros- subrayó ella.
-¿Obreros que viajan en el tiempo? Che, ¿ustedes me quieren convencer que hay una guerra de clases inter-espacio-temporal? ¿El Barolo contra el Delorean? Basta, coger les hizo mal, yo me las tomo.
-No seas pelotudo, Leo.
-O tarado… -dijo la Negra recordándome mi verdadera identidad ante los ojos de todas las mujeres que he amado- lo que queremos decir es que en una de esas, luchadores obreros y obreras como nosotros, se dieron cuenta del asunto y descubrieron la maquinita y la estropearon.
-¿Una logia proletaria?
-Ponele. Ahora empiezo a entender lo de los escritores. Suponete que el cuento de Crotázar y la idea de Oesterheld sean partes del conocimiento del funcionamiento de la máquina del tiempo y para evitar la censura oficial del Estado las hayan contado en forma de relatos literarios. Que hayan encubierto en supuestas narraciones fantásticas una historia verídica…
-Oesterheld era Montonero….- acoté.
-Esa no fue una organización proletaria anticapitalista, eran un grupo de pequeñoburgueses que defendían un capitalismo nacional independiente del capitalismo central y lo vendían como “patria socialista”. A esos contalos en las logias de la burguesía.- saltó Santos con el manual para cortarme el romanticismo.
-Sus dirigentes, claro. Más a mi favor, su extracción de clase, de la derecha católica, los acerca a una fuente de información reservada a las logias burguesas. Pero en un momento lideraron un movimiento de masas, que incluyó a otros sectores sociales, laburantes jóvenes sobre todo, estudiantes universitarios de origen popular también. Esos creían en un socialismo a la cubana, son la base que empujó a la ruptura tardía con Perón en la Plaza. Ojo, en una de esas el tema se fue filtrando.
-Cortázar no era montonero, chicos y chicas. Como mucho fue un simpatizante de Cuba hasta lo de Padilla y apoyaba de lejos los procesos revolucionarios, pero no militaba como Oesterheld, o Walsh. ¿Y Walsh, también era parte? ¿En qué cuento ves algo de esto?
-Bueno, basta de pelotudeces. Si hubo una logia secreta de arquitectos, no veo el problema de que haya una de escritores, empezando por Dante. Hay que averiguarlo. Lo mismo que la opinión de Borges sobre el asunto. Ahora el tema es que tenemos un edificio que puede ser una máquina del tiempo o no, y un tipo que me sigue. Desculemos el misterio de la oficina cerrada y veamos cómo corno vamos resolviendo lo demás, ¿ta claro?
-Dale y ¿cómo hacemos?
-Mientras vos pelotudeabas con el Tony, nosotros anduvimos viendo las fotos que sacamos con el celu.
Y me acercó la notebook para que eche una mirada.
-Ahora que planteás lo de Mort Cinder, fijate bien en las fotos del depósito.
-Está lleno de quincallería, ¿qué pasa?
-Eso que vos llamás quincallería, (la verdad que a veces me preocupa que el que usa la máquina del tiempo seas vos) querido amigo, son una pila de…
-¡Objetos antiguos! ¡Vamo lo pibe!!
-¿Me explican el hallazgo parejita de iluminati?
-Claro, nene, los objetos antiguos te transportan a las épocas en que sus dueños les imprimieron un… valor de uso… digamos.- dijo ella girando a medias el rostro para mirarme desde el sillón con una de esas sonrisas de diva de cine de los años 50 que me partía la cabeza.
-Son las 4 de la mañana, yo estoy fresco como un toro joven, ¿qué tal si caemos de nuevo a la oficina? –dijo, envalentonado, Santos-. Tenemos dos horas antes que arranque el horario laboral.
-Depende de los horarios laborales de estos muchachos.
-Dale, no seas cagón, yo me prendo, ¿vamos?- dijo la musa negra.
¿Cómo decirle que no a una fantasía de carne y hueso? Siempre me había sido difícil negarme a uno de sus requerimientos, y con la adrenalina que me bombeaba del día fantástico que estábamos recorriendo no pude más que dejarme meter en el auto de Capobianco, un hermoso IKA-Torino del 77, totalmente negro con sus accesorios en cromo y madera de roble originales y como una destartalada alfombra mágica surcamos los empedrados de Ortúzar y Chacarita y navegamos todo lo ancho de la ciudad hasta las puertas del Palacio Barolo, que nunca más iba a tener el mismo rostro para ninguno de los tres.


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