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domingo, 13 de noviembre de 2016

¿Un bicho raro? El programa político de las revistas literarias El Grillo de Papel y El Escarabajo de Oro, 1959-1964

Publicado originalmente en revista Razón y Revolución, nº 15, Buenos Aires, 1er. semestre de 2006, pp. 11-29.

Dossier: Las causas de la derrota, marzo  1976.

¿Un bicho raro?
El programa político de las revistas literarias El Grillo de Papel y El Escarabajo de Oro, 1959-1964

Leonardo Grande Cobián


1. Introducción

Para responder al problema sobre las causas de la derrota de la clase obrera en la década de 1970, el Grupo de Investigación de la Izquierda en Argentina tiene como objeto de estudio la conciencia política de las capas de pequeño burguesía que formaron parte de la fuerza social revolucionaria derrotada en 1976.

Para ello, analizamos diferentes observables del mismo objeto. En este caso, trabajamos sobre una organización político cultural que, a pesar de una notoria ausencia en la historiografía, habría representado un papel significativo en el debate ideológico de esos años(1). Nos referimos al colectivo editorial de El Grillo de Papel (EGDP)/El Escarabajo de Oro (EEDO).

En otro trabajo (2), consignamos que este colectivo de intelectuales se diferenciaba de sus colegas de la llamada “nueva izquierda”, de la década de 1960, por su consideración positiva del Partido Comunista de Argentina (PCA). Comprobamos, en su momento, este aspecto del programa político de EEDO analizando su folleto de 1964, “Discusión Crítica. La ‘crisis’ del marxismo, de Héctor P. Agosti”.

Aquí, analizamos el desarrollo de esa particular relación desde la fundación de la revista, en 1959, hasta el año de publicación de la controversia definitiva (1964). Intentamos de esta forma reconocer algunos elementos que ayuden a explicar el por qué de esa evolución política.

Para ello, nos valemos del estudio de los artículos y secciones que en estas revistas estaban dedicados exclusivamente a evidenciar las opiniones políticas del colectivo. Se trata del conjunto de editoriales publicadas en los 22 números. Hemos incluido también el análisis de los documentos que aparecían como notas misceláneas en las secciones fijas llamadas primero “Grillerías” y luego “Bicherías”. Esta selección responde a la prioridad establecida por los tiempos de nuestra investigación y no a un equivocado criterio de discriminación de los ensayos y obras literarias a la hora de buscar manifestaciones ideológicas.

2. Nacimiento,  mutación y encrucijada de El escarabajo de oro

2.a. El Grillo de Papel: del independentismo anti-stalinista al compromiso independiente

La revista literaria EGDP publicó su primer número en octubre de 1959. La mayoría de los responsables de su redacción provenían del comité editorial de Gaceta Literaria (GL), revista de literatura que habría desarrollado una tradición político-cultural cercana a la del PCA en la década de 1950 (3). Más allá de su institucionalidad, lo cierto es que los creadores de EGDP manifestaron siempre que las razones de su distanciamiento se correspondían a diferencias sobre la política seguida por el PCA y el comunismo soviético en el frente cultural. La escisión se habría producido a raíz del repudio oficial del comunismo soviético y argentino al Premio Nobel de Literatura del año 1958, otorgado a Boris Pasternak, autor, en 1957, de la novela Doctor Zhivago, censurada por la Unión Soviética por considerarla de corte anti-comunista. 

Después de un largo debate (4), los seis integrantes de GL, que se opusieron a la actitud tomada contra Pasternak, se separaron para fundar la nueva revista, El Grillo de Papel. Estos intelectuales argumentaban que la obra de un artista tenía derecho a ser publicada, aún a pesar de las diferencias estéticas o políticas que se tuvieran con él. Es más, para ellos, la actitud tomada por la Unión Soviética se contraponía a lo que se esperaría según ellos de la defensa de la libertad de expresión en un Estado socialista. Esa posición frente al problema del arte marcaría al programa político-cultural del colectivo durante toda su existencia.

El primer y segundo números de EGDP dedican el espacio de las misceláneas, a reseñar sus desacuerdos con el PCUS y el PCA en este tipo de situaciones. Incluso llegan a equiparar la actitud del comunismo oficial con la censura y expulsión, en EE.UU. de Charles Chaplin y Paul Robeson, por la comisión de actividades anti-norteamericanas, dirigida por el célebre senador Mac-Carthy (5). En su editorial fundacional, los integrantes de la redacción explican su razón de ser en esa oposición a las “ortodoxias”:

“Salimos a la calle sin pre-conceptos ortodoxos ni planes tácticos. Por otra parte, nunca hemos comprendido con exactitud dónde termina la ortodoxia y comienza la aberración; ni cuándo el oportunismo, el ocultamiento y la mentira, empiezan a ser razones tácticas.”(6).

Reclaman para los narradores, poetas, dramaturgos y artistas en general el derecho a participar en la transformación revolucionaria de la realidad sin necesidad de afiliarse a un partido político. El tono del editorial permite fundamentar que EGDP consideraba innecesaria la pertenencia partidaria para la revolución:

“No se trata ya de un compromiso a medias -compromiso de partido, de secta, de club retórico-; no. Tampoco ponemos, indiscriminadamente, a todas las entidades en un mismo meridiano de utilidad social; pero, las entidades, siempre nos importarán mucho menos que nuestra conciencia de estar pisando, viviendo, la revolución. Para quienes prefieran el rótulo, la ordenada etiqueta sobre la frente, el ‘ismo’ tranquilizador, confesamos que -en cuanto escritores- no nos parece imperioso llevar carnet en el bolsillo, o distintivo en la solapa, para escribir una gran novela, y -en cuanto hombres- tampoco creemos que ésos sean elementos ‘sine qua non’ de la transformación  social. La transformación  social es un hecho histórico; el ‘ismo’, una entelequia. Y las entelequias no existen. Existen los hombres. [...] Porque, a nuestro entender, revolución no significa tal o cual partido, ésta o aquella nueva forma estatal. Es un apremio vital, instintivo, de transformar la vida.”(7)

Esta posición fundacional, justificada desde una  concepción existencialista de la revolución social, ameritó la crítica de sus ex-compañeros de GL, encarada en un artículo de su director, Pedro Orgambide, donde se igualaba a EGDP con las posiciones anticomunistas de la “izquierda fácil”, que el autor homologaría al individualismo humanista europeo (Sartre y Camus) y argentino (Contorno).
El artículo editorial del tercer número de EGDP, está dedicado a responder a las acusaciones de Orgambide. Aparecen, allí, matices de las posiciones originales que se consolidarán con posterioridad. En primer lugar, los autores especifican sus posiciones políticas. Mientras que en el primer número hablaban de una revolución abstracta, encarnada por un sujeto difuso (“el pueblo en las calles”), en este se definen como luchadores por el socialismo y en apoyo del único sujeto revolucionario, el proletariado: “Debemos entonces aclarar. [...] Sabemos sin titubeos que para el hombre no hay otra salvación que el socialismo, y sabemos, también sin titubeos, que los intereses del espíritu están con el proletariado”. Una vez hecha la aclaración, vuelven a definir su conducta política frente al comunismo.

La primer diferencia con respecto al número 1 es que no repiten su arenga contra la necesidad de la organización política de los socialistas y de los artistas en particular. Reconocen que la crítica a la “ortodoxia” responde en realidad al PCA y renuevan su derecho a criticarlo, ahora con más razón, ya que lo harían desde las mismas filas del socialismo. Por lo tanto, reafirman su idea original, que el comportamiento del PCUS, su estatismo, su aplicación de la censura y el centralismo sobre las expresiones artísticas opositoras, son conductas reaccionarias:

“No hemos creado una revista literaria para encubrir inconfesables manejos; nuestro desprecio por la ortodoxia no se refiere a un partido o a una secta pero, -y esto es, sin duda, lo que quiso decir Orgambide al hablar de determinación- en cuanto escritores de izquierda, nos concedemos el derecho de criticar con responsabilidad la ortodoxia del Partido Comunista. Deploramos las normas dictadas por sus funcionarios y sus Index, pues, en virtud de su estatismo, ellas no hacen más que retardar el proceso de la construcción revolucionaria. [...] Queremos mirar de frente la situación, denunciar  los  errores y  las  deformaciones, fomentar  una  auténtica justicia socialista, para que los acontecimientos históricos no nos tomen desprevenidamente por la espalda. [...] Porque si ayer fue una mentira de Polevoi a Howard Fast, hoy una torpe reacción a Pasternak saturada de insultos y excomuniones, o una sinagoga abierta de ‘favor’, no queremos que el futuro pueda representar otra vez miles de personas inocentes víctimas del capricho.”

La segunda novedad de esta respuesta está en el hecho de que EGDP hace un esfuerzo por diferenciarse de la “izquierda fácil”, anticomunista, de la que hablaba Orgambide.  Y no lo hacen renegando de sus influencias existencialistas o humanistas, sino, por el contrario, ligándolas al verdadero socialismo, llegando a citar, en esta oportunidad, a los fundadores del materialismo dialéctico:

“Y no creemos que ésta sea una actitud que se pueda calificar ligeramente con la palabra  ‘fácil’. Se necesita un profundo desgarramiento, una elegida voluntad de ser auténticos para desentendernos de la ‘facilidad’ que, tal vez, significa descargar en otros nuestra propia responsabilidad. [...] Por otra parte, Orgambide no debe olvidar que si Murena protesta por la injusticia revolucionaria y nosotros lo hacemos, nunca será por las mismas causas.
[...] Orgambide nos llama, más adelante: abogados del individualismo humanista. [...] Pero humanismo, para nosotros, es la búsqueda de la justicia sin debilidad, es amor a ser libres, es, como dijo Thomas Mann: lo contrario del fanatismo. Por eso creemos que el único, el auténtico humanismo, es el socialismo, la más honda y fervorosa de las empresas humanas. Marx escribe en el Manuscrito económico-filosófico de 1844: ‘El Socialismo es un retorno completo del hombre hacia sí mismo en tanto hombre social’, es decir, hombre humano. Este socialismo como perfecto naturalismo equivale a humanismo’. Y Engels, en el Anti-Dühring, dice con respecto a individualismo: ‘La sociedad no puede liberarse a sí misma sin liberar al mismo tiempo a cada individuo... El libre desarrollo de cada uno es la condición del libre desarrollo de todos. [...] la libertad de la persona y la revolución socialista se integran irreductiblemente’.”

Es el doble movimiento argumental elegido por EGDP: la crítica al comunismo como intelectuales de izquierda, al mismo tiempo que el repudio al anticomunismo de intelectuales como Murena, miembro de Sur y mentor del colectivo de Contorno (8):

“Nuestra opción es por el socialismo, por el hombre libre en posesión de su destino, por el repudio ante la injustificada  violencia y el gesto totalitario. Rechazamos rotundamente el anticomunismo político porque sabemos de sus móviles y de sus inspiraciones. Con respecto a la automática rotulación de quienes, por una policial tranquilidad, preferirían que los hombres fuesen fichas, o números, decimos de una vez y para siempre que nuestra definitiva posición surge, en cuanto hombres que escribimos, de nuestros actos, nuestros errores y nuestras obras.”

Este doble movimiento argumental concluye con una propuesta táctica común, que luego será desarrollada en profundidad por los integrantes de EGDP-EEDO, la unidad de la izquierda: “En lo que respecta a los intelectuales de izquierda, Orgambide con ellos, nos parece mucho más constructivo que agriar discrepancias, luchar por nuestras coincidencias.”

Notablemente, las misceláneas de las secciones “Grillerías” de los números 3, 4, 5 y 6 no volvieron a incluir alusiones a sus diferencias con el comunismo soviético o argentino, como en los primeros números. Se dedican, en cambio, a la denuncia de las situaciones de censura en los países occidentales y a la crítica contra las posiciones de Sur. Las editoriales de los números siguientes al debate con Orgambide tampoco se dedican a polemizar contra las posiciones más ortodoxas de la izquierda. Por el contrario, denuncian las injusticias sociales de sociedades capitalistas, la situación de indefensión jurídica de los negros en EE.UU. (9) y los crímenes del nazismo contra los judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial (en oportunidad del rapto del doctor Eichmann (10)).

En su primer número aniversario, el colectivo de EGDP no editorializa sobre el problema de la ortodoxia. Prefiere, por el contrario, redefinir los aspectos existencialistas de su programa original, en un esfuerzo claro por diferenciar su humanismo e individualismo de la asepsia política de los artistas. Se define así una posición de compromiso político-artístico particular.

2. b. “Más que una anécdota policial”

Hay al menos cuatro eventos coyunturales entre fines del año 1960 y principios de 1961 que podrían haber influenciado en los cambios que evidencian las fuentes sobre la relación que estamos observando. Se trata, en primer lugar, de la clausura por decreto presidencial -a fines de 1960- de la imprenta Stilcograf, por el carácter político de los materiales que se editaban allí, afectando en particular a las dos publicaciones periódicas más importantes del establecimiento, GL y EGDP. La clausura se incluía en el contexto de la lucha del gobierno de Arturo Frondizi contra las manifestaciones políticas filo-comunistas que culminaron en el Plan de Conmoción Interna del Estado (Conintes). Este hecho formó parte de la llamada “traición” de Frondizi a las ilusiones de los diferentes cuadros de la izquierda argentina que apoyaron su candidatura.

A su vez, el giro represivo  de Frondizi provocó un replanteo generalizado de las posiciones tácticas de la izquierda durante todo el año 1959 y 1960. Esta discusión se cristalizó en el significativo libro de Carlos Strasser, Las izquierdas  en el proceso político argentino,  de octubre de 1959. El tercer hecho que habría impactado en EGDP fue la respuesta del PCA a ese libro. La misma se publicó en el número 50 de la revista cultural del PCA, Cuadernos de Cultura, de diciembre de 1960, luego editada como libro, con el título ¿Qué es la izquierda?. En esa respuesta, dos artículos criticaban a un conjunto de agrupamientos (entre los que se incluía a EGDP) al que denominaron (por primera vez) “neo-izquierda”, rótulo que luego sería reivindicado positivamente por los así estigmatizados.

Finalmente, el cuarto hecho que se dio antes de la reapertura de EGDP, fue la declaración de los dirigentes de la Revolución Cubana a favor del socialismo y su reconocimiento a la dirección del PCUS, en mayo de 1961. Ninguno de estos cuatro eventos aparecieron en las páginas del primer número de EEDO (el nombre que asume EGDP luego de la reapertura)(11), de mayo-junio de 1961. El mismo habría sido armado con poco material ante el apremio de reaparecer sin perder la periodicidad de la revista. Por ello, su editorial se limita a publicar el repudio de la Federación de Revistas Literarias Independientes ante la clausura de EGDP. Sin embargo, el segundo número de EEDO contiene al menos 4 secciones dedicadas a editorializar políticamente. Este número sienta nuevamente las bases del programa político del colectivo.

La primera sección, tradicionalmente dedicada a los artículos editoriales, en página 2, está repartida equitativamente en dos notas firmadas por la totalidad de los miembros de EEDO. La primera es la renovación de su apoyo al régimen cubano. La diferencia con la primer manifestación (12) radica en la definición por el socialismo de Fidel Castro. Los firmantes reconocen que anteriormente el apoyo había sido un tanto abstracto. Por eso, y por la novedad política, escriben un planteo muy audaz y totalmente comprometido con el régimen socialista de la isla:

“Cuba, lo comprendíamos entonces -quizá oscuramente: pero con toda la claridad ahora, en virtud de los hechos- significa para la emperrada historia de la lucha por la dignidad del hombre, por su libertad, por su decencia, por su última y definitiva belleza, un acontecimiento tan luminoso para América Latina como lo fue, para el socialismo del mundo, la revolución de 1917. No olvidamos las particulares condiciones de cada pueblo; no olvidamos que una revolución no se exporta ni se milagrea: pero, del mismo modo, tampoco [...] dejaremos de ver que el camino seguido por ese pueblo, si no el único, es también legítimo, y quizá el que mejor se adapta a las condiciones de opresión y barbarie a que las instituciones conservadoras del Estado Capitalista nos tienen sometidos. [...] Y es en ese sentido que defendemos la Revolución de Cuba. Ella ha mostrado un camino. No importa si es o no el único. Importa, sí, que nos ha hecho tomar conciencia de nuestra responsabilidad ante la Historia. Hay acontecimientos ante los que NO puede el hombre permanecer expectante. Hay días de la Historia en los que NO se admiten el eclecticismo ni la ambigüedad. Con la Revolución Cubana no se simpatiza; a la Revolución Cubana se la defiende.” (13)

Debajo de esta afirmación a favor de un régimen socialista -y oficialmente ligado al  comunismo “estatista” criticado anteriormente- el  colectivo escribe su primera respuesta oficial a las críticas del PCA en el número 50 de Cuadernos de Cultura, con un significativo título: “Respuesta a: Héctor P. Agosti y Samuel Schneider”. Significativo, porque es la síntesis de la nueva posición de la revista frente al PCA. Se trata de una muy cuidada respuesta, de carácter polémico sí, pero contra “dos dirigentes” del PCA. Una crítica que se limita a polemizar con dos miembros de la dirección y en ningún momento intenta iniciar un enfrentamiento, ni contra todo el partido, ni contra la “ortodoxia” comunista internacional. Con todo, la “Respuesta…” se limita a reivindicar su derecho a plantear objeciones al comunismo, desde el mismo campo, sin, por eso, hacer anticomunismo. Critica, tanto la veracidad de los dichos de Agosti y Schneider contra ellos, como la falta de oportunidad de la embestida, que tuvo lugar mientras EGDP estaba clausurado por el Conintes, en el marco de la represión al comunismo argentino. Pero la respuesta tan sólo anticipa una próxima edición de un documento para clarificar posiciones con el PCA. Ese trabajo sólo vería la luz casi tres años después, en diciembre de 1963.

El tercer espacio dedicado por la revista a su posicionamiento político es el reservado para el artículo titulado “La Nebulosa Inicial”, firmado por Abelardo Castillo, único miembro del colectivo que permaneció desde el primer hasta el último número, dato que explica lo representativo de su opinión.

El título del artículo refiere a la caracterización de la coyuntura política nacional que hace el autor, que fundamenta su opinión sobre las tareas estratégicas de la izquierda en ella. Se trataría de una coyuntura previa a un proceso revolucionario, donde -según él- priman las tareas de lucha ideológica común de la izquierda en dos aspectos: en torno a la conformación de un bloque común contra el enemigo, en defensa de las conquistas revolucionarias internacionales (como Cuba), y en pos de una tarea de elevación de la conciencia política de las masas argentinas, que manifestarían una rebeldía embrionaria con la persistencia de elementos burgueses.

Estos tres elementos programáticos centrales del artículo (coyuntura pre-revolucionaria, unidad estratégica contra el enemigo común y tareas de lucha ideológica en la conciencia de las masas peronistas) fundamentan un nuevo planteo de EEDO en relación al PCA. Se llama, entonces, a que la dirección del PCA comprenda las necesidades del momento, corrija los errores que la alejan del resto de la izquierda y se sume a una amplia alianza política. Castillo enarbola, en su crítica contra los dirigentes del PCA dos imputaciones implícitas: los cataloga como reformistas y como anti- intelectualistas. Estas acusaciones amplían la “Respuesta…” del editorial y anticipan el contenido del trabajo prometido. La primera, surge de una particular defensa teórica de la función de la “violencia” en la revolución. Se trataría no tanto de un apoyo a la violencia política por parte de Castillo, sino más bien de la crítica a la oposición inicial del PCA a las formas que adoptó la Revolución Cubana:

“No veo qué revolución postula esta gente si, cada vez que alguien susurra la palabra ‘violencia’ -cada vez que uno la susurra con infinita cautela-, dicen: tirabombas. No. Nadie habla en nombre de la rebeldía gratuita (como parece sospecharlo el señor H. P. Agosti en su artículo ‘La ‘crisis’ del marxismo’). Ignoramos, además, si el futuro depara una nueva posibilidad, ajena de la violencia, para derribar a la supresión de la propiedad y de las contradicciones de clase; pero, mientras tanto, nos parece absolutamente necesario crear en las masas la idea de que oponer la  violencia revolucionaria a  la  violencia conservadora de  la  actual organización política y económica puede llegar a ser una NECESIDAD histórica, y es, en principio, un derecho de LEGÍTIMA DEFENSA. [...]
¿Qué conciencia de clases, qué fuerza histórica tendría un pueblo si, por principio, no se asume insurrecto? La unión de la izquierda sólo puede ser demostrada en este terreno, a menos que confundamos pueblo con electorado y revolución con elección. [...] De lo contrario, lo único que se busca es enarbolar una vaga retórica marxista, y mientras se puede seguir aferrados a la legalidad.”(14)

Si la negativa del PCA contra el uso de la violencia de los cubanos encubría el reformismo o conservadurismo  del partido, eso significaba que el PCA no comprendía las necesidades del momento. En ese sentido, Castillo argumenta que la resistencia de los dirigentes comunistas a incluir entre sus aliados a los intelectuales de izquierda sin partido -como ellos- se correspondería a ese error general de caracterización de la etapa, o al “conservadurismo” del comunismo local:

“No asustarse de la palabra ‘intelectual’. Viene de inteligencia. ‘La historia de todos los pueblos atestigua’ -fue escrito, allá por principios de siglo- ‘que la clase obrera, exclusivamente con sus propias fuerzas, sólo está en condiciones de lograr una conciencia trade-unionista; es decir, la
convicción de que le es necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los patrones, reclamar del gobierno la promulgación de tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etcétera. En  cambio, la doctrina del socialismo ha surgido de teorías filosóficas, históricas y económicas que han sido elaboradas por representantes instruidos de las clases poseedoras, por los intelectuales’ (V. I. Lenin Obras Completas,  t. V, pág. 382). No es casual que Fourier haya sido Barón, Kropotkin príncipe, Marx burgués, Engels industrial o Castro doctor en leyes; tampoco es casual que el estado, sabiendo esto, tienda al embrutecimiento colectivo. Debemos comprender esto para comprender cuál es la razón de ser de los intelectuales en un proceso revolucionario. Si es cierto que se puede hablar de una doctrina, de una ‘base’ teórica afín, no veo qué otro propósito (qué primer propósito impostergable) ha de tener la izquierda, de partido o no, como no sea despertar en el pueblo la conciencia de su fuerza. Y no veo qué otra salida tienen las izquierdas militantes (sus dirigentes) como no sea ganarse de una vez el respeto, la confianza de las masas confusas de peronismo, prensa amarilla, grandes palabras: alertadas -a fuerza de Frentes Democráticos- contra todo lo que huela a ‘comunismo’, e irremediablemente risueñas -a fuerza de prohombres- ante cualquier evocación de los bigotes del doctor Palacios.”

Esta  reivindicación "leninista"  de  la  necesidad de  contar  con  los intelectuales de izquierda para desarrollar la conciencia revolucionaria de las masas peronistas -y sobre todo de revertir los errores tácticos del comunismo en 1945- le permite a Castillo ir al fondo de su propuesta hacia el PCA. Si la instancia prerrevolucionaria admite la ausencia de un sólo partido dirigente, queda entonces planteada la conformación de una amplia alianza de los diferentes elementos políticos de izquierda. Amplitud que incluye, obviamente, a la nueva izquierda cultural y a las organizaciones políticas que se postulan como partidos dirigentes.

“Revolución, en lo que tiene de postulado, no es sólo una palabra tumultuosa [...], ni es, en primera instancia, una cuestión de éste o aquél partido. Revolución, es el más airado y terrible empecinamiento de los humillados: alguna vez significó ‘cambiarlo todo’, y no hace mucho reventó en las Antillas con la desordenada improvisación de una cópula, [...]. Nadie niega la importancia de un Partido Obrero que exprese, en los hechos, la conciencia revolucionaria de la masa; pero -y éste es el nódulo de la realidad argentina-, ahora y aquí, esa conciencia no existe. O es una conciencia falsa, pequeña burguesa, conciliatoria -que no va más lejos de alguna ambigua intuición sindicalista-, y bajo la cual subyace otra, la auténtica, que DEBE ser despertada. [...] Hay que unirse. Esa es la ley primera. Unir todas las fuerzas revolucionarias: los partidos políticos de izquierda; así como los hombres que -aún cuando no perteneciendo, oficialmente, a ningún partido político- adoptan en la práctica el punto de vista del proletariado; los intelectuales, los artistas lúcidos que han tomado posición junto a la clase obrera; los estudiantes universitarios deben formar un BLOQUE CONCIENTE.   Máxime cuando -para los gendarmes de la sociedad capitalista- ese bloque YA EXISTE. El Ministerio del Interior, DIPA, la policía, el SIDE, son la prueba más irrefutable de que nuestra ambigua izquierda, es vista por la derecha como un ÚNICO enemigo, adversario de sus instituciones conservadoras, tal como son y tal como la burguesía quisiera perpetuarlas. el ‘peligro comunista’ del que hablan los generales y los obispos no se reduce para ellos al Partido Comunista: alcanza también al Partido Socialista, a los escritores de izquierda, a las revistas literarias, y [...] acaba por arrastrar también a los representantes más lúcidos de la burguesía que, sin ser de izquierda, dan la menor sospecha de liberalismo. De estos últimos -no nos engañemos más, ni volvamos a imaginar ilusorias componendas,  Frentes  Democráticos, laboriosos aparatos  de  magia revolucionaria- sólo podemos aguardar una mínima colaboración, y sólo en ciertos casos (como éste) donde una particular circunstancia histórica los acerca a los intereses del pueblo. Pero hay, además, una izquierda auténtica. No quizá muy precisa en el plano estrictamente teórico: pero sí, unánime en lo esencial. El Estado lo sabe: nosotros, en cambio, fingimos ignorarlo.”

Aunque crítico, este reconocimiento de la necesidad de un Partido Obrero que organice y dirija la revolución es novedoso en la evolución de la relación entre el colectivo redactor de EGDP-EEDO y el PCA. Al punto que, para resolver el problema de la desunión de la izquierda argentina, Castillo unifica a todos los elementos enfrentados recordándoles el pensamiento de un anarquista: “la doctrina esencial a todos los partidos reformadores es el comunismo: sólo difieren por la sinceridad con que profesan el ideal, y por los medios de que se valen para llevarlos a la práctica (Herbert Read:
‘Anarquía y Orden’, pág. 89)”. El desarrollo de posiciones que incluyan a toda la izquierda argentina en la lucha común por concientizar a las masas peronistas y enfrentar a los enemigos de la revolución mundial, como vimos, se manifestó en las secciones editoriales propiamente dichas y en las misceláneas de EEDO durante todo el período 1961-1963. En particular las “Bicherías” evidencian un menor contenido de referencias críticas al comunismo soviético y argentino. Por el contrario, la revista enfatizó las críticas contra los representantes de la cultura “occidental”. Los dos ejes temáticos que subyacen a todos los comentarios de las misceláneas (desde las denuncias contra situaciones de injusticia en EE.UU. hasta la crítica de intelectuales de Sur o de la nueva izquierda “independiente” como la revista Centro y Oscar Massota) son el anti-imperialismo y el enfrentamiento contra cualquier manifestación anti-cubana y anti-comunista.

En ese sentido, la influencia de la nueva relación planteada con respecto a la izquierda “partidaria” o “militante” e “independiente” se vislumbra también en el tratamiento de las posiciones existencialistas y humanistas originales del colectivo. Lejos de renegar de las mismas, varias editoriales se dedican a profundizar y precisar la caracterización del “compromiso” sartreano de los miembros de EEDO. Aunque el análisis de este aspecto del programa excede los límites de este trabajo, destacaremos que las editoriales del período intentan diferenciar la variante del “compromiso” humanista, que adscribe el colectivo, de aquellas que encubrirían posiciones anticomunistas  y que se expresan en Sur y en la proveniente de la tradición contornista. La misma actitud prefigurada en el número 2, con respecto al PCA, se comprueba en las dos editoriales que mencionaban la posición de estos intelectuales “comprometidos” y “sin partido”.  Ya no se habla de la inutilidad del “carnet” para los intelectuales revolucionarios o para la revolución misma. Todavía, con reservas, se admite la potencialidad positiva de la militancia organizada (aunque no su necesidad).  Así, se puede leer en un auto-reportaje de la redacción en la editorial con motivo de su tercer aniversario (15):

“-¿Debe, el escritor que se considera comprometido, militar en un partido político de izquierda?
El escritor, ante todo, es un hombre como los demás. Se afilia o no a un partido por razones históricas y subjetivas, que, en su circunstancia, equivalen a las que explican la opción de un zapatero, de un maestro de escuela. Porque siendo lúcido, debiendo serlo -digamos- por oficio, su responsabilidad es mayor. [...] Dicho esto, hay algo que se nos aparece muy claro: si el escritor está convencido de que militando en un partido político da, en su máxima potencia, cuanto la sociedad puede esperar de él; es decir, si cree que también su trabajo esencial -la literatura- se enriquece, gana en dimensión y -puesto que el arte literario es eso: un arte- lo acerca a la belleza, claro que debe hacerlo. [...] De esto no se sigue que un creador tenga, necesariamente, que optar por un partido para justificarse, como hombre, en su historia, o para escribir, no ya libros bellos, sino, incluso, libros que pudieran ser utilizados para ejemplificar de qué modo se hace literatura revolucionaria.[...] con La Comedia Humana del ‘monárquico’ Balzac, en cuyo prólogo él mismo afirma que escribía ‘a la luz de dos verdades eternas: el catolicismo y la monarquía’. Lo que no impidió a La Comedia Humana ser la crítica más despiadada, el más implacable testimonio de un país y de una época. Sin contar, de paso, que se la tomó como un arquetipo del realismo socialista.

-Pero todo escritor no es Balzac. Y a muchos, sobre todo a los jóvenes, pudiera hacerles falta encauzar sus intuiciones.

Es probable en efecto, que no siendo Balzac necesite una persona encauzar  lo  que  borrosamente intuye: en  tal  sentido, organizar sus ocurrencias con la militancia enérgica puede disciplinar su actividad, y eso es útil, pero no garantiza que lo transforme en Sholojov.  Y la literatura está hecha, desde siempre, por hombres de la intuición de Sholojov, o de Balzac. Hombres que eligen o no afiliarse a un partido. Pero no para encauzar nada, como no sea a los demás. [...] Creemos, sí, que el escritor debe optar con firmeza, comprometerse lúcidamente, pero no tenemos por que creer que, para dar testimonio se sí mismo y de su tiempo; para encauzar su pensamiento, sus actos, en la lucha junto a los humillados, deba optar por tal organización, o por aquella otra. Haber tomado partido no es, fatalmente, tener compromisos de partido.”

2. c. La crisis chino-soviética  y la “nueva izquierda”

La crítica contra el comunismo soviético reapareció, sin embargo, en el editorial del número siguiente, de diciembre de 1963, que está dedicado a justificar la edición del prometido folleto de respuesta a las críticas del número 50 de Cuadernos de Cultura. ¿Por qué esperaron casi 4 años para responder las críticas del PCA? Ya vimos la justificación de 1961, que es repetida aquí: las dificultades impuestas a toda la izquierda y en particular a la comunista o filo comunista por el Conintes. Pero en esta editorial se confiesa una más interesante. Los redactores de EEDO retoman la discusión con el PCA para intervenir en la coyuntura política del momento -no de 1960 sino de 1963- con una posición propia:

“Las circunstancias, en lo que hace a tergiversaciones y confusión, hoy, no han cambiado. [...] y entre otras razones (que señalaremos), una decisiva: la de que El Escarabajo de Oro no puede, ni quiere, seguir arrastrando un malentendido que comenzó en El Grillo de Papel, justificarían  por sí mismas, hoy, la publicación de Discusión crítica a La ‘crisis’ del marxismo si algún otro hecho, lamentable, no nos la impusiera como una exigencia. La vasta polémica que desencadenó, dentro y hacia afuera de la URSS, el discurso sobre literatura y el arte, pronunciado por N. S. Jruschov en marzo de este año; el conflicto ideológico chino-soviético, han vuelto a reclamar de la izquierda, de sus intelectuales y sus artistas, que asuman, una vez más, la incómoda responsabilidad de la opinión. [...] Clarificar, puntualmente, las argumentaciones de H. P. Agosti y de Samuel Schneider, no implica resucitar ninguna antigualla polémica, sino examinar, ahora y aquí, problemas que hoy traspasan, dilacerándolas, nuestra realidad y nuestra cultura. Que nos atañe resolver a todos y que, nomás con mirar al país, a Latinoamérica, sentimos cómo, de qué modo nos complican a todos.”

La relevancia del enfrentamiento entre la decisión de la URSS de contener los procesos revolucionarios en el Tercer Mundo, evitando así una reacción de los EE.UU. que pudiera complicar la experiencia soviética (“co-existencia  pacífica”), y la posición de la dirección comunista china, en favor de promover e incentivar esos procesos revolucionarios para asediar el poderío norteamericano en todo el globo, evitando que se concentre en Asia, fue tal para la izquierda -en Argentina al menos-, que terminó decidiendo la ruptura de la dirección del PCA con toda una serie de fracciones “renovadoras” que venían discutiendo la dirección pro-soviética desde 1955. Efectivamente,  1963 fue el año de las “rupturas” sobre todo en las franjas de elementos pequeño-burgueses ligados a la vida cultural, artística y universitaria. Viejos debates se resolvieron con la expulsión. Las más importantes fueron la del colectivo fundador de Pasado y Presente, la de buena parte de los artistas jóvenes más activos del PCA de esos años en torno al colectivo de La Rosa Blindada y la escisión -más tarde- de importantes cuadros universitarios que formaron el Partido Comunista Revolucionario. Con todo, el PCA habría perdido la conducción de la mayoría de su juventud, conjunto relevante en la política de la época. En ese contexto EEDO justificó retomar y ampliar su polémica con el comunismo.

Ya  hemos analizado el folleto editado en 1963 (16).  Sólo diremos que la doble posición de EEDO de dura crítica a la dirección del PCA, de reivindicación del partido y de la lucha contra el anti-comunismo de la nueva izquierda independiente logró su mayor grado de desarrollo en este folleto. Al punto que, conscientes del contexto en que lo publicaban, los autores dedicaron una editorial más, la última, a explicar su posición política frente al comunismo  y, por lo tanto, aquello que constituía un elemento de importante peso en su programa. Efectivamente, el editorial del número 22 de EEDO (mayo de 1964), aludía a las repercusiones del folleto publicado por EEDO. Allí, el colectivo intentaba aclarar sus críticas no constituían un intento oportunista por plegarse al clima de rupturas con el PCA:

“Las opiniones a que se alude, en su mayor parte informales, son, digamos, la ‘excusa’ de este trabajo. Han surgido de diálogos, pertenecen a cartas de lector o nos fueron dadas en alguna reunión de revistas, cuyo fin preciso fue discutir y comentar este ensayo. Basamos en ellas nuestro apunte pues, por su espontaneidad, manifiestan mejor que los meticulosos análisis ideológicos, una realidad latente en la izquierda -y más antigua que la mera anécdota de esta polémica- que induce a la reflexión. [...] Cierta tendencia a ‘utilizar’ nuestra Discusión Crítica. Cierta proclividad a maliciar, la izquierda, en toda controversia ideológica un nuevo programa de ruptura política. Y a leer una respuesta a un intelectual de partido, como el enfrentamiento a un partido. O sea, a todos sus intelectuales y, aproximadamente, a unos 30.000 afiliados. El indicio -lo que nos dictó este apunte- es precisamente que no hayan sido sus militantes quienes recelaron, esta vez, plataforma tan gigantesca. [...] Y  esto significa, lo menos, tres cosas. O cinco. Que, aún para la izquierda comunista, la Discusión Crítica no es del todo incorrecta, ideológicamente hablando. Y, acaso, sí absolutamente exacta; al menos más fundamentada que el trabajo de Cuadernos de Cultura, que la originó, y al que refuta. Significa también (o por lo tanto) que genial o hirsuto, habilísimo o incapaz de razonar, un intelectual de partido no es El Partido”.(17)

Tampoco pierde oportunidad el artículo para reafirmar su idea de la necesaria unidad de la izquierda, incluyendo al PCA:


“Se ha querido encontrar en la polémica con H. P. Agosti, decíamos, un programa de ataque al partido comunista. En algún caso, se nos felicitó por esto (¡?). En otros, se nos achacó blandura: ‘el haber sobado el hombro a los bolches’ (sic). Pero, sobre todo, se nos ha objetado el haber escrito: ‘lo consideramos el único partido semejante a un partido obrero orgánico”. Esto, se nos dijo, es una concesión. Dejemos de lado la obvia respuesta: ‘¿por qué?’ O: ‘¿qué otra organización política de izquierda, si no?’ Respuesta que no significa, de los males, elegir el mejor; sino, en principio, expresar una opinión, cuya falsedad sólo podría demostrarse refutándola. [...] Pero, volvamos las cosas a su sitio. Ni ataque, ni concesión.  Y menos que nada lo primero. Ningún programa antipartidista. De eso justamente hablamos en nuestro ensayo. Ya sea fomentado por la miopía crítica de Héctor P. Agosti, o por la suspicacia matrera de Juan Lanas, ése es naturalmente el único programa político de izquierda (?) que no estamos, en modo alguno, dispuestos a compartir. Nos guste o no la septuagenaria imperceptibilidad histórica del señor Codovilla. Vamos a decirlo muy claro, de una vez por todas: El Escarabajo de Oro, entre el riesgo de hacer anticomunismo político y la (supuesta) exigencia histórica de hacer ‘concesiones’, pues bien: las hace.” (18)

3. Conclusiones

Se desprende de esta exposición la existencia de al menos tres etapas generales en el desarrollo de este aspecto del programa de EGDP-EEDO. En primer término, suponemos que la influencia del ataque a las tácticas culturales del stalinismo habría impreso a EGDP una fuerte tendencia hacia posiciones típicas de la izquierda “independiente” de esos años. Creemos que la crítica de sus referentes en el frente cultural comunista (Gaceta Literaria y Cuadernos de Cultura, dos expresiones de la política cultural comunista de la década de 1950) y la coyuntura nacional e internacional de
1960 y 1961, habría impulsado a corregir esa primera posición. Se abriría así una segunda etapa donde EEDO habría intentado establecer un lugar propio en el ámbito cultural de las capas pequeño-burguesas de izquierda, consistente en la propuesta de construcción de un movimiento de unidad alrededor del programa de la Revolución Cubana. En esta segunda etapa, además de la situación coyuntural y las posiciones de sus lectores, habría influido también la competencia contra los emergentes de una política cultural  anti-comunista  entre  la  izquierda  liberal  e  independiente.

Finalmente, nuestro recorrido indicaría un tercer momento de tensión contra el PCA, aparentemente motivado por la crisis de la dirección del partido con sus fracciones juveniles del ámbito cultural desde 1963 en adelante. El análisis de este tercer momento excede los alcances de este trabajo.
En segundo lugar, queda por ver en qué medida esta estrategia particular de este colectivo de intelectuales explicaría la construcción de un matiz específico de la teoría sartreana del “compromiso” existencialista. Matiz que se opondría a los reivindicados por las tradiciones político-culturales hegemónicas que EEDO habría pretendido destronar: Sur (el programa cultural  de  la  burguesía democrático-liberal) y  Contorno (el  primer programa cultural de la “nueva izquierda independiente”).

Estas dos conclusiones, combinadas, explican una tercera. El EEDO habría seguido de cerca las opiniones políticas de su público mayoritario, la pequeño burguesía intelectual (universitarios, artistas) de izquierda. Eso explicaría los casi cuatro años de demora entre la promovida ruptura en 1961 hasta la publicación final del folleto polémico en 1964. Sólo la ruptura generalizada de la juventud comunista con la dirección de su partido animó al EEDO a ultimar sus diferencias con el PCA. Eso explica la referencia a un Sartre muy específico. El Sartre “compañero de ruta” crítico del comunismo francés, que se enfrentó contra Camus por su anticomunismo (19). Es por eso que Castillo y su colectivo nunca aceptaron la totalidad de la propuesta sartreana, en particular su propuesta artística. Así, mientras criticaron el anti-comunismo del existencialismo francés de Sur o Contorno, también criticaron la necesidad del “compromiso literario” defendida por los escritores de Contorno (en particular contra David Viñas) quienes reivindicaban los planteos del libro de Sartre, ¿Qué es la literatura?, de 1945. Nuestro trabajo intenta demostrar que la evolución política de la pequeño burguesía cultural entre 1955 y 1969 no fue todo lo monolítica que encubre el común denominador de “nueva izquierda” tal y como quedó instituido por la bibliografía oficial en los últimos 25 años. Aún más, en apariencia, el programa antipartido de la “nueva izquierda” contornista no habría sido masivo, al menos hasta 1963. En verdad, la trayectoria política esbozada aquí muestra que la ruptura de estas capas sociales contra los partidos “tradicionales” de la izquierda argentina corresponde, inicialmente, a la ruptura con su estrategia reformista y no contra sus formas organizativas.

Notas:


1 Una versión preliminar de este trabajo se presentó como ponencia en las 3as. Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente, La Plata, octubre de 2005.

2 Vide Grande Cobián, Leonardo: “Sobre la construcción del canon cultural de los años ‘60. ¿Por qué Contorno y no El Escarabajo de Oro?”, ponencia presentada en las Xas. Jornadas Interescuelas-Departamentos  de Historia, Rosario, setiembre de
2005.

3 Abelardo Castillo consideró a Pedro Orgambide, su director, como un “compañero de ruta” del PCA (entrevista concedida al autor 2003), de la misma forma que Julio César Silvain -también miembro de Gaceta Literaria (GL)- cree que Orgambide era afiliado al partido y reconoce que la revista seguía una línea muy cercana al PCA (entrevista concedida al autor, julio de 2005).

4 Vide “Confusiones y Coincidencias”, en El Grillo de papel (EGDP),  nº 3, marzo- abril 1960, p. 3.

5 “Grillerías” en EGDP, nº 1, octubre 1959 y EGDP nº 2, diciembre 1959 - enero
1960.

6 “Editorial” en EGDP, nº 1, op. cit., p. 2.

7 Idem.

8 Vide, Sigal, Silvia, Intelectuales y poder en Argentina. La década del sesenta, Siglo XXI, Bueno Aires, 2002 (1991) y Croce, Marcela: Contorno, Colihue, Buenos Aires, 1996.

9 “África y Rebelión” y “A sangre fría”, en EGDP, nº 4, junio-julio 1960, p. 2.

10 “La ley de las vísceras”, en EGDP, nº 5, agosto-setiembre 1960, p. 3.

11 “Cambio de nombre que en el plano dialéctico significa más que una anécdota policial”, según Liliana Heker en su “Prefacio a una discusión literaria”, incluido en Castillo, Abelardo: Discusión crítica a la “crisis” del marxismo. Respuesta a Héctor P. Agosti, Biblioteca El Escarabajo de Oro, Buenos Aires, 1964.

12 Vide Castelo, Oscar Alberto: “A más de un año”, en EGDP, nº 3, op. cit., p.2.

13 El Escarabajo de Oro (EEDO), nº 2, julio-agosto 1961, p. 2.

14 De aquí en adelante todas las bastardillas corresponden al original.

15 “Reportaje a nosotros mismos”, en EEDO, nº 15, octubre-noviembre de 1962, pp.
3, 4 y 22.

16 Vide Grande Cobián, op. cit.

17“Contra esto y aquello”, en EEDO, nº 22, mayo 1964, pp. 3, 4, 12 y 20.

18 Idem.

19 Famoso debate al interior del existencialismo que El Escarabajo de Oro publicó convenientemente. Vide Polémica Sartre Camus, Biblioteca El Escarabajo de Oro, Dávalos-Hernández editores, Buenos Aires, s./f.

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