Capítulo 19
Estación Cabecera
En
la ternura del agua que corre
Me
recuerdan la llegada de unos trenes
Abonizio, 1983
Así es como voy recordando todos los
hechos. Si lo que narro o describo no es exacto, poco importa, ninguno de los
involucrados pedirá derecho a réplica ni le interesará la rigurosidad.
Cuando nos metimos al Barolo por última
vez era una noche oscura, húmeda y helada del otoño de 2014 y saltamos a la
madrugada fresca del lunes 30 de noviembre de 2015 hace exactamente cuatro
días.
Ese mismo día comenzamos a verificar
nuestras hipótesis más arriesgadas. Nos llegó la información que Macri había
iniciado negociaciones con Félix Díaz para que levante el acampe qom de Lima y
9 de Julio después de 10 meses porque quería la Avenida “despejada” para su
asunción.
Nuestros compañeros y compañeras
periodistas combativos del SIPREBA, enterados por Santos de lo que andábamos
rastreando, nos recordaron dos eventos sumamente llamativos para la opinión
pública que no pasaron desapercibidos en los mentideros del espionaje. Hacía
rato que las redacciones se venían alimentando de “carpetazos” de espías de la
vieja SIDE dirigida por Stiusso, hombre fuerte del Mossad y la CIA, como los
que guiaron toda la investigación del equipo de Lanata deschavando la “Ruta del
Dinero K”, las operaciones de lavado de guita con el presupuesto oficial
destinado a la Obra Pública de todo el territorio nacional que administraba De
Vido y repartía proporcionalmente a los votos que sacaba cada aparato político
en cada región. Las rutas, represas, el Metrobús y hasta las licitaciones de
comedores y limpieza y mantenimiento de escuelas públicas, hospitales del
Estado se repartían entre las empresas “privadas” que accedían a los pliegos y
las empresas “privadas” que sobre-facturaban trabajos tercerizados para
encubrir las coimas de los sobreprecios. Negocios delirantes con los adoquines
porteños que alimentaban los mitos populares de la zona norte de capital hasta
la guita fuerte que se movía con los medicamentos de las Obras Sociales de la
burocracia sindical y el PAMI, la ruta de la efedrina, los narcos mexicanos en
Rosario y el contrabando de esclavas sexuales en toda la región y Europa.
Los delegados periodistas nos hicieron
notar que Macri había sorprendido a todo el mundo inaugurando el primer
monumento a Perón en la ciudad frente al Monumento al Trabajo de Paseo Colón,
en un acto con la cúpula de la CGT de Moyano y Barrionuevo, con un resucitado
Duhalde, caudillo de la mafia peronista de los barones del conurbano que
mexicanearon a De La Rúa en el 2001, cuando se demostró que el viejo
conservador radical ya no tenía poder para seguir ajustando y matando gente con
total impunidad. En ese acto, a principios de octubre y poco antes de las
elecciones presidenciales, Macri se encargó de declarar su admiración por el
Perón del 73.
Ahora la relación de un pacto de la
burguesía internacional y local para relanzar los negociados en la región y
frenar los ímpetus revolucionarios que estallaron en el 2001 y que todavía
seguían latiendo, tenía el recuerdo nostálgico de una operación muy similar
llevada adelante por la misma gente ante la irrupción revolucionaria del
Cordobazo y las Coordinadoras del 75. La burocracia sindical reaccionaria, los
sectores más conservadores de la burguesía local, con uno de sus hijos dilectos
al frente de la operación, la CIA y el Vaticano poniendo recursos y hombres en
la tarea, todo indicaba que había un pacto en las sombras.
Nos dijeron que había más de uno que
pensaba que el pacto se terminó de saldar en sus detalles gruesos la misma
madrugada del 22 de noviembre, cuando La Cámpora metió un piquete en la puerta de
la Legislatura antes de la llegada de las urnas de toda la capital, que obligó
a la Jueza Servini de Cubría a desviarlas a un lugar seguro, el acantonamiento
del Ejército en Palermo. Se decía que la primer parte visible del pacto estaba
en retocar la enorme diferencia de porcentajes que mostraban los primeros
recuentos, de casi diez puntos sobre Scioli, para evitar que el FPV quede
muerto políticamente y pierda su lugar en la rosca nacional.
Sonaba fuerte en los mentideros la
posibilidad de que Scioli fuera designado al frente de la Embajada en Italia.
La noticia nos sobresaltó, por la clara relación entre los intereses de la
burguesía de origen italiano en el país, con Rocca de Techint y Ratazzi de
FIAT-Crysler a la cabeza, y el propio Bergoglio.
El 2 de noviembre Ámbito Financiero ya soltaba la noticia de que Macri trabajaba para
lograr un acuerdo de pago con los fondos buitre y mientras más nos acercábamos
a la asunción, las declaraciones que podíamos rastrear en todos los medios
periodísticos hicieron que Santos concluyera que el pacto con los buitres
estaba acordado con los gobernadores del PJ e incluso los diputados y senadores
del FPV, para ser llevado al Congreso y establecer las bases de todo el
entramado financiero y político del ajuste sobre las masas.
Quedaba claro para nosotros que este
acuerdo estratégico implicaba no sólo reventar los bolsillos con el
sostenimiento de la inflación, una nueva devaluación, el impuesto a las
ganancias, las rebajas salariales y las jubilaciones de miseria como ya venían
haciendo con Cristina, sino además ir por un reordenamiento de las leyes
sindicales y los convenios de trabajo para hacer pasar millones de despidos en
el Estado y la industria y barrer a la fuerte vanguardia obrera clasista que
venía sumando comisiones internas y sindicatos en todo el país desde el 2007.
La reactivación de la máquina para viajar
en el tiempo-espacio construida entre los años 20 y 30 por la alianza de
burgueses europeos y la aristocracia porteña, usando los templos y monumentos que
habían transformado la ciudad en un enorme mecanismo de última tecnología,
respondían a una necesidad extrema de recomponer las fuerzas represivas que el
Estado había utilizado sobre la resistencia obrera en más de cien años.
Es raro cómo funciona el azar. El viernes
4 a las 21hs. finalmente había quedado planteada la presentación oficial de mi
libro de cuentos, en la Sala Leopoldo Lugones de la SADE de Borges, en la sede
original de la calle Uruguay. Los pocos amigos que pudieron sortear miles de
imponderables para asistir habrán pensado que mi estado de alteración emocional
se debía únicamente al enorme costo emotivo que significaba para mí dar ese
enorme paso y dejar de sentirme únicamente como un profesor de secundaria con
una hermosa hija y una militancia acorde a mis posibilidades, para desnudarme
frente al mundo como un artista que buscaba en la literatura la posibilidad
material de seguir vivo.
Fue en realidad –ahora lo sé con claridad-
mi despedida del mundo tal y como lo viví hasta hoy. En la semana que corrió
aceleradamente desde la madrugada del lunes 23, cuando Santos apareció con el
disparate del agente Cabral hasta la madrugada del lunes 30, toda mi percepción
de la realidad se alteró hasta los límites máximos que podía hacerlo. En mi
nerviosismo presentando el libro se escondía esta seguridad: que yo no volvería
a caminar por mi ciudad y mi gente como lo había hecho, la sensación clara y
nítida de que un nuevo ser nacía a un nuevo y desconocido mundo.
No voy a decir que sencillamente acepté con
aplomo esta nueva realidad.
El martes pude convencer a la madre de
Leyla Isis de un plan de paternidad compartida lo suficientemente flexible para
continuar con una presencia importante en la vida de mi hija pero que no fuese
tan rígido que imposibilitara el cumplimiento de mis nuevas responsabilidades
políticas.
Ayer mismo, a caballo en la medianoche del
jueves 3 y el comienzo del Cuarto Menguante del viernes, visitamos con Santos
la trocha secreta del subte del Arroyo del Medio. Hay una enorme ciudad con
vida propia y leyes aparte latiendo por debajo de la ciudad conocida. Es algo
más de lo que podemos intuir los espíritus más sensibles de los millones de
explotados que nos vemos obligados a viajar en Subte hacia y desde el laburo
desde 1913. Es algo que sólo son capaces de comprender cabalmente los miles de
compañeros y compañeras que trabajan allí abajo, en una eterna noche de
inframundo, donde las leyes de la física y la química son mucho más importantes
para evitar una muerte cotidiana que arriba del asfalto.
Un laberinto infinito, noche permanente e
interminable, un lugar donde con toda claridad el tiempo y el espacio se
transfiguran, una cotidianeidad lisérgica, un eterno sueño en las entrañas del
sub-consciente ciudadano.
Nos subimos al vagón locomotora claramente
abandonado hace muchos años y en desuso. Era uno de esos nostálgicos vagones de
madera y fierro que se armaron en Bélgica y que Macri desterró de la Linea A
una noche de enero del 2013, como macabra despedida por cien años exactos de uso
constante. Yo fui uno de los porteños que protestó por la pretendida
renovación, porque con esos vagones se iba también el soporte físico de mis dos
décadas de viajes, los primeros asombros infantiles con el submundo del subte,
la alienación poética de las madrugadas yendo a laburar y el traqueteo famoso,
que parecía que se rompería en mil pedazos de la curva de entrada a Estación
Miserere, las mil y un historias de amor y fantasía que tejimos en ellos, con
ellos, gracias a ellos.
Y acá estábamos, Santos y yo, solos, en
una de esas viejas formaciones, activando el sistema eléctrico y constatando
que todavía funcionaba. Charly Pérez había enseñado todo lo que sabía a Santos
sobre la compleja dirección de esas formaciones y juntos analizaron los mapas y
el diseño de la trocha secreta para intentar el primer viaje.
Cuando todo estaba dispuesto y sin
habérmelo anticipado, Santos Capobianco comenzó una evidente despedida.
-Dicen que las despedidas cortas aseguran
rápidos re-encuentros, pibe.
-Me estás jodiendo… dijimos que íbamos a
ir juntos…
-Y lo vamos a hacer, Leo, lo vamos a
hacer. Pero la situación es ésta, mañana a la noche empieza el punto justo en
que la Luna empieza a ser más negra que iluminada. Cada vez que mires al cielo
en esta semana del 2015 la Luna va a ser como un reloj de arena, el diez va a
estar totalmente oscura para nosotros, la Luna Negra, la que marca el momento
astronómico que estos tipos eligieron para el desembarco de su jauría de
asesinos y expropiadores en Avenida de Mayo. No podemos regalarles el uso del
tren del tiempo, me lo llevo y empiezo a desandar el camino inverso, pibe, a
ver si ya para la primer Luna Llena empezamos a revertir la historia.
-No te entiendo. ¿Y las oficinas del
Barolo que todavía están activas?
-Por eso necesitamos que te quedes. Hasta
ahora sólo conocemos una, la que usamos esta semana. La tenés que destrozar y
alquilarte alguna pieza en algún hotel cercano para estar atento a los
movimientos de agentes de la SIDE o de tropas de la policía que veas por el edificio.
Así las vas detectando y reventando de a una. No van a tener tiempo de ponerlas
a funcionar de nuevo. Ermassi te va a ayudar, ya hablamos con un compañero para
que te de una mano, es experto en boicots fabriles.
-Esa anécdota también me la contaste.
-Por eso, boludito. Fijate en el tablero
electrónico que hay en esa oficinita de allá, ¿lo ves? Te va a ir marcando cada
vez que pase por una de las señales de la trocha con una lucecita roja, cuando
salte la lucecita verde en la última estación, que aparece como “Estación
Cabecera”, habré pasado al otro lado. Si no pasé te vas a dar cuenta rápido
porque va a saltar la sirena de la alarma general y esto se va a llenar de
gente, así que: lucecita verde te vas a tomar unos vinos para festejar, sirena
te rajás de toque antes que te agarren y vemos cómo se reorganizan con los
pibes para frenar la asunción…
-Sin vos, claro, que vas a estar prendido
fuego o nadando por el Río de la Plata hecho un masacote…
-No seas dramático. Me muero como viví,
Leo. En quince minutos, que es lo que esta máquina tarda en alcanzar la
velocidad de la luz, o en mil años, yo me muero como viví, pibe. Hagámosla
corta, ¿querés?
Una vida entera de amargas desilusiones y
desencuentros afectivos con las personas que más he amado me habían lastimado
el cuero lo suficiente para resentirme ante nuevas despedidas. Esta, que
prometía un reencuentro fantástico del otro lado de la realidad, sin embargo,
no venía a ser más sencilla.
-Santos, no sé si estoy a la altura de
este desafío, hermano, te soy sincero.
Santos Capobianco fue el primer
responsable político que me supo conducir por el infierno de la crisis política
y personal más importante de mi vida adulta. Cuando lo conocí me habían acabado
de rajar, hace diez años, de una organización política de intelectuales en la
que me había transformado en la peor persona que fui capaz de ser. Sin su
paciencia y dedicación no hubiera podido volver a organizarme con mi clase, no
habría podido volver a luchar, no podría haber eliminado, como hice, cada capa de
egoísmo, de machismo, de violento abusador que tenía mi personalidad. Estos
diez años interrumpidos bajo su conducción habían sido una verdadera
metamorfosis para mí, en todos los planos de mi vida. Pude ser un excelente
compañero para mi pareja, un verdadero amigo, un buen militante y un excelente
padre.
Sin embargo, mi amor por él era mucho más,
era el de uno de esos amigos que uno hace en el peor momento de su vida, de
esos que sabe van a ser incondicionales, pase lo que pase, y para siempre.
Era algo más que un amigo, era un hermano
que había elegido voluntariamente, por el que siento el amor que sienten los
nenes de 10 años que juegan al fútbol con una pelota hecha mierda en algún
baldío de tierra.
Él lo sabía. Y aunque los gestos de amor
evidente lo incomodaban, me tomó los hombros con firmeza, me miró a los ojos y
dijo, como toda despedida:
-Leo, vos no sos más el tipo que eras. No
sé si te das cuenta o no, pero creciste mucho este último tiempo. Te animaste a
navegar la vida, sin las cosas que te la hacían segura y predecible, vivís sin
red y bailás en el trapecio mientras de alguna forma vas armando la red, más
para tu hija que para vos. Claro que te va a agarrar un importante cagazo ante
cada nuevo paso, ese vértigo en el estómago, ese ataque de pánico te va a
relampaguear la conciencia siempre, porque descubriste o vas a seguir
descubriendo, que cuando uno se lanza a la vida en serio, con todo lo que
tiene, está todo lo solo que puede estar y no existe ningún lugar físico en el
mundo donde haya un paraíso, una tierra prometida donde poder quedarse a
descansar. Eterna lucha, nene, revolución permanente. Ahora escúchame bien,
porque me tengo que ir. Todo va a salir bien. Esta vez vamos a ganar, pibe. Me
lo dicen todas las entrañas, cada célula viva del cuerpo. Las casualidades no
existen y ninguna generación humana encara tareas para las que no está
preparada. Si los indicios de la máquina del tiempo-espacio estaban allí y
nosotros los pudimos ver e interpretar es porque toda nuestra experiencia estaba
lista para verlos e interpretarlos. ¿Sos consciente que todo este viaje
increíble lo fuimos desanudando con obreros y obreras y que cada uno con su
iniciativa y creatividad, cada uno con su magia lo fue ayudando a resolver?
Somos un equipo preparado, en el momento justo y vamos a vencer. Me voy a ir al
Cordobazo, a la Patagonia Rebelde, a la toma del Frigorífico Lisandro de la
Torre, a los Rosariazos del 68 y 69, a la fábrica Miluz, a todos lados donde
recuerde que hubo aguerridos obreros y obreras luchando contra el capital con
alegría, con conciencia y con independencia de clase, me voy a traer a todos
los que mataron en una represión o se chuparon o mataron en “accidentes”. Vamos
a traer de vuelta a todos los compañeros y compañeras que dieron su vida por el
triunfo de los explotados, por el fin de la miseria de los pibitos, por el
socialismo. Les voy a explicar y les voy a dar la chance de renacer, de volver
a vivir. Vamos a traer a nuestros mártires a luchar contra este nuevo ataque,
con ellos les vamos a romper todos los pactos, todos los acuerdos, toda la
maquinaria infernal de muerte que nos quieren volver a machacar, Leo. No
tenemos nada que perder, salvo nuestras cadenas, ¿te acordás?
Me armé de valor y cerré la despedida con
una vieja humorada que siempre resumía nuestra amistad infantil y nuestra
particular visión, descontracturada y aventurera, de la militancia:
-¿Qué vamos a hacer esta noche, Cerebro?
-Vamos a salvar a la Humanidad del
Capitalismo, Pinky, de una vez y para siempre.
Nos dimos un fuerte abrazo, puso el
ganchito de metal en el mecanismo arriba de la puerta, cerró las de toda la
formación y detrás del chirriar de las ruedas y el bamboleo de las carcazas de
madera pintadas de azul y oro se fue perdiendo en la penumbra de los túneles,
mientras acompasadamente y en ascenso rítmico, las luces rojas se iban
encendiendo en el tablero hasta que la última, la de la Estación Cabecera,
disparó el color de la alegría en mi rostro.
El fantástico viaje de Santos Capobianco
había comenzado y yo estaba subido a él, testigo y protagonista. Pleno. De una
sola pieza, firme, como nunca lo había estado hasta hoy.
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