Capítulo 16
Bajo el Ibirapitá de Artigas
NO
HI HA SOMNIS IMPOSSIBLES
Cúpula en Avenida Rivadavia 2009
In
memoriam Antoni Gaudí, 1999
Salimos del local aturdidos por el rápido
contraste entre la tenue penumbra del interior, encerrados con las persianas
bajas como estuvimos toda la tarde, al tibio sol de mayo de la parte no tan
venida a menos del barrio. Ermassi se despidió para aprovechar lo que restaba
de la tarde descansando en su casa de La Internacional, Santos salía para los
Talleres Rancagua de la Línea B a intentar encontrarse con Charly y los
delegados de ATM a ver qué pistas podían aportar a la “misión” y María Verídica
y yo quedamos encargados de entrevistar juntos al escritor del Subte en la
Estación Tronador.
Aprovechando el celular de Tony y
haciéndome el boludo, me comuniqué con el compañero que en 2014 hacía el
recorrido de las tres estaciones de la B que nos tocaban para averiguar los
horarios del escritor proletario, me confirmó que se apellidaba Ferri, y que se
encargaba de la limpieza de la estación entre las 11 de la noche y las 5 de la
mañana.
Nos quedaba todo el crepúsculo con
Victoria y decidimos pasarlo tomando una birra en la Plaza que está detrás del
local, sobre la 14 de Julio.
-Alto flash –dije una vez que la compra en
el chino y los avatares de la caminata dejaron de llenar un silencio que se
anunciaba incómodo.
-Posta, alto flash. –dijo la Negra,
demostrando que no iba a ser ella la que pagara el costo de romper el hielo.
Desde la reunión de la noche anterior en lo de Santos no habíamos estado lo
suficientemente solos como para enfrentar las consecuencias de su separación,
ni la de su decidido viaje de vuelta a los orígenes.
-Me refería al asunto de los masones y
haber visto de nuevo a Pablo…
-Sí, claro, yo también, ¿a qué si no?
-A que encontramos la puerta entre la 18
de Julio y la Avenida de Mayo, por ejemplo…
-Las puertas y los puentes entre nosotros
siempre estuvieron, Leo, si no los usamos antes para anudar nuestros caminos en
uno sólo, ¿por qué esta nueva puerta lograría algo distinto?
-Tenés razón, las puertas y los puentes
siempre están. Como esta plaza, por ejemplo, se llama 25 de agosto, por el día
de 1825 que el Congreso uruguayo organizado por los 33 orientales de Lavalleja
intentó declarar la independencia de Brasil y retornar al territorio de las
Provincias Unidas.
-Mirá vos, esa no la tenía. Sabía que acá
enfrente vivió un tiempo Osvaldo Pugliese con su hija Beba…
-¿En serio? Qué piola… Este árbol, por
ejemplo, es un ibirapitá, dicen los
que lo plantaron que es un retoño del mismo árbol que tenía Artigas en la casa
de Asunción donde se exilió y murió… y acá estamos, abriendo una nueva puerta…
-No sé, Leíto, estoy ya medio harta de
arrastrarme en el tango del desconsuelo y vos no venís siendo el más indicado
para construir un amor menos dramático y gitano, no te vayás a enojar…
-Para nada Negra, pero quizás el fin de la
ilusión con Santos te permita abrir los ojos para historias más felices, no
necesariamente yo…
-Qué lindo que sos cuando te ponés boludo…
todo está muy fresco, la llaga abierta, voy a necesitar mucho tiempo para sanar
de esta, no sé, tomar la decisión es más fácil que sacarse un amor de diez años
del sistema…
-Comprendo. A los amores viejos mejor no
volver…
-Se suele decir, pero siempre se vuelve…
-Esa es la chotada del tango: seguís sus
leyes como si fuesen verdades filosóficas irrefutables y terminás haciéndote
mierda… siempre.
-No te la agarrés con todo el tango. Pero
sí, es el problema del amor…
-… del malamor, del amor pasional y toda
esa bosta… Beatrice y la puta que te parió…
-¿Qué loco no? ¿Escribirte la novela más
grosa en 700 años sólo para imaginarte que estás con la mina que amás…? Decime
si eso no dice algo sobre la literatura…
-Y dentro de 700 años vos y yo vamos a ser
motas de polvo y alguien va a seguir conociendo La Divina Comedia….
-Eso es una idea de Borges… al final algo
lo habías leído… caradura, te hacés el otro y sos un tilingo izquierdista que
niega al ciego para quedar bien… al final todos son iguales…
-Estás muy equivocada. Lo poco que leí de
Borges fue en cuarto año del secundario, en el 94, Ficciones y El Aleph,
medio de prepo. Me acuerdo que Biografía
de Tadeo Isidoro Cruz se quedó pegado a mi vida para siempre y que El Aleph y una historia de un tigre enjaulado me
flasharon el bocho. Pero te juro que no es impostura o cliché, a los 18 años Tlön, Uqbar, Orbis Tertius y Las
ruinas circulares me parecieron abominables, horrorosos, los odié y sepulté
a Borges para siempre, mucho antes de ser izquierdista y saber que Borges era
odiado por los escritores de izquierda de los 60 y 70.
-Epa, no por todos, tranqui. La mayoría lo
puteaba porque era gratis, porque era un viejo cabrón y encima tenía posiciones
muy gorilas, pero todos reconocían que habían aprendido a escribir con él.
Rodolfo Walsh lo admiraba como el mejor escritor argentino, a pesar que David
Viñas diga que Rodolfo Walsh fue mejor escritor que Borges. Toda esa generación
se hizo grande comparándose con su sombra. Por eso Piglia lo estudia, no por un
mandato académico, sino porque se está revisando a él mismo…
-Todo lo que vos quieras, pero el tipo era
de derecha…
-Es cierto que te cae mal la cerveza.
¡Mirá la burrada que decís! Si vos querés ser escritor vas a tener que leer a
Borges papito, y estudiarlo, no te cubrás con el carnét, eh. Además, Leo, una
cosa es la ideología política del tipo, que me parece totalmente excecrable, y
otra muy distinta su obra de arte, la enorme capacidad de ese tipo para
construir inventos con su imaginación, cuentos que funcionan tan bien, casi
ciudades de relojería, un artesano de la palabra, la narrativa…
-Yo no digo que no haya que leerlo ni que
sea un mal escritor técnicamente hablando, lo que digo es que la ideología que
transmite en su obra es nefasta, no me agrada, me causa rechazo. Pero un
rechazo afectivo, sensible, no solamente político o ideológico, ¿me entendés?
No me puedo enamorar de su obra aparte de la cuestión política-ideológica…
-No entiendo.
-Eso, Negra, que toda esa bosta
existencialista, Shopenhauer y Nietzche, me da alergia de hígado qué querés que
te diga.
-Y sin embargo en tu adolescencia rondabas
el existencialismo, y estudiabas en Palermo, el rioba del quía…
-Fuera de las alegorías poéticas, Negra,
el tipo fue funcionario del Estado que inauguró la Libertadora y Director de la
Biblioteca hasta que volvió Perón en el 73…
-Sí, sí… de hecho Piglia rescata
políticamente y literariamente al Borges anterior al ´55, llegó a decir que el
único Borges legible es el de los años 40, que los relatos de los setenta y
ochenta son de una calidad muy inferior.
-¿Estéticamente? Guau, eso no lo había
oído nunca, ¿por qué lo dice?
-No lo desarrolla, explica algo así como
que la imposibilidad de leer por sí mismo cambia toda la forma de su escritura…
-¿No es lo que opina Umbertito Eco, cuando
lo pone como el censor reaccionario que administra la Biblioteca de la Abadía
donde transcurre El nombre de la rosa?
-Sí, claro, pero Eco también le achaca
algo más que la amargura de la ceguera, le achaca su pesimismo filosófico, que
es mucho más marcado en los textos de El
Libro de arena o El informe de Brodie
que en los primeros.
-¿Cómo es eso?
-Piglia muestra con mucha astucia que uno
de los éxitos de la literatura filosfófica de Borges es que mantiene todo el
tiempo una contradicción que es íntima en él, su doble herencia, la razón por
parte del padre, profesional erudito de origen irlandés, británico, europeo, y
la herencia atávica de la madre, probablemente La señora aristocrática de su cuento de 1970, última heredera de la
estirpe hispánica, con una familia llena de próceres menores, guerreros de
caballo y sable, con tierras de ambos lados del Río de la Plata. El padre le
hereda la sabiduría, el conocimiento, el orden y la ciencia de la Civilización
europea y la madre le hereda la pasión irracional, la voluntad esencial de la
hispanidad, la barbarie…
-¿Como Sarmiento?
-Claro, ahí va. El drama existencial que
Borges examina en medio de la crisis madurativa de su vida entre 1936 y 1945,
cuando escribe Ficciones y El
Aleph, es al mismo tiempo el drama existencial planteado por Sarmiento en Facundo, un país producto de la mezcla
de las dos grandes tradiciones culturales de la pampa profunda, la hispanidad
atrasada, tradicionalista del imperio español, fusionada en la barbarie
cultural del cuchillo compartida con el pueblo gaucho e indio ignorante y el
envión del Progreso racionalista de las inspiraciones liberales europeas de
Gran Bretaña y Francia. Borges se la pasa escribiendo el mismo tema en dos
líneas de cuentos, los cuchilleros de arrabal de El hombre de la esquina rosada donde en su fantasía el coraje de la
pasión irracional, la voluntad de Shopenhauer le gana al exceso racionalista
del progreso, como en La muerte y la
brújula o textos como Tlön, donde
triunfa el idealismo que construye mundos absolutamente creados por la razón
pura, que son los que crean la realidad. En ambos casos -dice Piglia, habría
que ver- la contradicción se mantiene sin resolverse absolutamente a favor de
cada lado.
-Es lo que me gusta de Biografía de Tadeo Isidoro Cruz, el tipo rompe con toda su historia
de gaucho reformado que labura para el Estado y en una sola decisión vital
adopta el bando del gaucho renegado y perseguido, se da vuelta, se pone del
lado del oprimido. Pero en Tlön el
tipo aborrece de la humanidad, con eso de que los espejos son nefastos porque
como el sexo reproducen a la especie, ¡es una mierda!
-Sí, por eso, pero hasta el 45 esa tensión no se
termina de resolver para ningún lado. El Borges de Tlön, que aborrece a la humanidad, fantasea con recuperar el coraje
vital que él idealiza en el pueblo, aunque claro que se trata de la “chusma”
que ya no existe, idealiza al gaucho, al compadrito de los barrios marginales
de La Boca y San Telmo o del Maldonado… Retiene un aprecio póstumo por un
habitante popular que en los 30 no existe más, una especie de aprecio por su
adolescencia, cuando recorría con Marechal y Xul Solar los piringundines de
Villa Crespo y el Paseo de Julio, cuando editaban Martín Fierro y defendían un nacionalismo esencialista parecido al
de Scalabrini Ortíz y Homero Manzi en Forja…
-Claro, vos decís en los 20 y los 30, cuando toda la
intelectualidad de Boedo y Florida vivía en una especie de competencia
camaraderil, bajo el “progresismo” de Marcelo T. de Alvear, una especie de
frente popular entre los liberales conservadores del ala reformista del PAN,
los conservadores de la UCR y los sectores liberales de izquierda… todo sobre
la sangre derramada en el 19 y el 22 en las brutales represiones del
irigoyenismo sobre lo más radicalizado del movimiento obrero anarquista y
socialista…
-Seee, un clima parecido al del
kirchnerismo progre entre el 2005 y el 2011, con el tema de los Derechos
Humanos y la Asignación Universal por Hijo tapando la represión al Casino, el
Hospital Francés, Cromañón, los 52 muertos de Once, Mariano Ferreyra…
-… el etnocidio qom con los sojeros y
Monsanto en el Chaco, Formosa y Salta…
-… la depredación de la megaminería en San
Juan y Catamarca…
- Que terminó coagulando en el pacto con
Chevrón y el último gobierno de Cristina, la estafa en la obra pública, el
financiamiento de los narcos y los traficantes de mujeres y toda la porquería…
-Bueno, la crisis del 30 y el
resurgimiento del conservadurismo oligárquico en defensa de los intereses
británicos puso al Estado mucho más duro en la segunda mitad de los 30 que con
el radicalismo, el PC pasó a una fase dura de Frente Único anti-liberal
mientras ascendía Hitler en Alemania y se rompieron las alianzas. La Guerra
Civil española acá delimitó aguas. Raúl González Tuñón rompe amarras con toda
la intelectualidad liberal a los gritos en un famoso poema en su revista Contra, el mismo intendente Emilio
Mitre, descendiente del prócer, mete en cana a Tuñón y a tu preferido,
Portogalo, que se exilia en Rosario y en Uruguay. La cosa se pone tensa y
Borges elige el campo de sus amigos aristocráticos de Florida mientras que la
intelectualidad de izquierda se abroquela detrás de editoriales como Claridad…
-Bueno, piola, claramente. Pero en la
segunda mitad de los treinta Borges llega a una crisis personal jodida, se le
muere el viejo y la familia queda en la ruina, el tipo tiene que ir a laburar y
un familiar con contactos le consigue un puesto de bibliotecario en la Miguel
Cané, de la Municipalidad, en La Plata y Carlos Calvo.
-¿Borges fue empleado municipal?
-Sí, boludo. Lo que te contó tu profe en
el pasado, el tipo sufría hasta simbólicamente, meterse con la negrada en el
tranvía para “descender” de “Barrio Norte” al sur, a Almagro. Ahí es cuando
empieza a madurar esta obsesión dualista entre la ciudad popular y marginal del
sur y su idealizado Barrio Norte, que no existe, que es una especie de lugar
ideal que suma a San Nicolás, Retiro, Recoleta y Palermo. Y hay algo más
flashero que se me iba ocurriendo mientras te escuchaba hablar de tu entrevista
en la Guadalupe y lo que decía Pablo en la UTN. En la misma época que Borges
descubre la proletarización y La Divina
Comedia, el tipo se enamora de Estela Canto, una escritora militante del
PCA, relacionada con Enrique Amorim, un uruguayo comunista que armó con Héctor
Agosti el frente cultural liberal de la Unidad Democrática en torno al
enfrentamiento antifascista contra Perón. Borges escribe Ficciones y El Aleph en
la quinta de Amorim en Adrogué, viviendo el éxtasis de su creatividad
literario-filosófica, en medio del embobamiento de amor por su propia Beatrice
revolucionaria –quizá un recuerdo de su juventud idealizadora de la revolución
rusa en 1917- en medio de la angustia material del proletario.
-Esa sensación de crisis permanente de la
que sale la mejor literatura…
-Todo lo mejor del universo nace de esa
crisis, Leo, porque se rompen todas las ataduras materiales que constriñen tu
sensibilidad, tu creatividad, tu cuerpo, todo…
-¿Y con el ascenso de Perón todo eso se
corta de un día para el otro?
-Mirá, yo creo que Piglia tiene razón
cuando afirma que Borges empalma con una crítica anti-nazi del peronismo y del
nacionalismo del que él mismo viene. En una conferencia que dio para el Centro
de Estudios Sociales del PS y Romero, en 1951, se desmarca un poco del
esencialismo de la voluntad de Shopenhauer porque entiende que pudo dar pasto
al nazismo.
-Lo que nos contaste antes de las tres
tradiciones del escritor argentino…
-Sí. También lo vi en el programa de
Piglia, pero lo chequié en la conferencia, que está editada como “El escritor
argentino y la tradición”. Ahí Borges impugna el nazismo desde un lugar de
culpa propia, de ahí que enfatice su amor por las tradiciones culturales
marginales, el anti-imperialismo irlandés a la Bernard Shaw, las tradiciones
judías del pensamiento místico-matemático de la kabalah, el budismo védico…
movidas que anticiparon e influenciaron posteriormente a toda la
intelectualidad occidental, en parte por la influencia que alcanzó Borges
después de los 60…
-¿Y por qué decís que en los últimos textos
se derechiza?
-Porque lo que no se anima a decir Piglia
es que esa tímida contradicción progre de los 20, los 30 y los 40, se rompe
hacia uno de los lados desde los 50. En sus últimos cuentos, que de acuerdo con
Ricardito son mucho más flojos desde lo estético, no hay ninguna idealización
de las masas. Mientras Cortázar en los 60 rompe con el gorilismo original de Bestiario o Walsh ya está fusionado con
“los sectores populares”, Borges aborrece del “nuevo pueblo” descendiente de
los emigrantes, estos obreros comunistas que están poniendo todo el mundo patas
arriba. En todos sus relatos la barbarie irracional, inculta, anti-intelectual
incluso, vence trágicamente a la civilización racional y el futuro augura una
involución cultural, como la civilización que describe Brodie en Argentina y
Brasil del futuro, gente que incluso ha perdido el uso del lenguaje.
-Mirá qué interesante…
-¿Qué de todo?
-Pensaba en esta idea de la burguesía
liberal masónica de establecer un poder concreto de la Idea sobre el mundo, esa
concepción de la arquitectura como el arte de imaginar un universo ideal en la
cabeza y llevarlo a la práctica, materializarlo. Porque Borges tuvo la
oportunidad de seguir los pasos de Sarmiento y los profundizó.
-La Biblioteca Nacional de la calle
Austria, claro…
-Ahí tenés, convence a Frondizi de
construir un edificio moderno, racional, para el símbolo borgiano del Orden y
la Razón, la Biblioteca Nacional, en lo que fueran los terrenos de la casa que
Perón y Evita habitaron en los 50 en Austria y Las Heras. Es un equivalente al
símbolo del Zoo sobre el casco de la estancia de Rosas en Palermo…
-Exactamente. Y de paso podemos ir más a
fondo, Leo, porque la Biblioteca Nacional además de erradicar al ídolo
barbárico del pueblo bajo de los territorios exclusivos de la aristocracia
porteña, termina de cerrar un triángulo que simboliza la ciudad cultural de esa
aristocracia. En 1932 el Museo de Bellas Artes, que el masón italiano
Schiaffino había fundado en las Galerías Pacífico, se trasladó al noreste de la
parroquia de los Recoletos, en la parte baja de la barranca de Plaza Francia.
Desde 1928 la Sociedad Argentina de Escritores, la SADE que te editó el
librito, de cuño liberal, fundada y dirigida por el abiertamente fascista
Leopoldo Lugones, funciona en donde termina la calle Uruguay, cuatro cuadras al
este del Cementerio de la Recoleta, en el corazón del barrio más aristocrático
del país. Si el origen de Borges estaba a pocos metros del Maldonado y su
infancia idílica de histeriqueo con los malevos y la chusma gaucha se
relacionaba con ese Viejo Palermo al sur de la Avenida Santa Fé, su adultez
decididamente anti-obrera se identificó espacialmente con el Norte metafísico
de la aristocracia del centenario y la década infame, del triunfo del Partido
Conservador de Uriburu y Justo, como de Aramburu y Rojas, abroquelado tras las
murallas y templos del Zoo de Sarmiento, la Plaza San Martín y el Río de la
Plata. Muy lejos del Almagro Sur de sus años de obrero municipal…
-Y no te olvides del Palacio de Tribunales
con los símbolos fascistas en la fachada, construida sobre los terrenos de la
familia Dorrego, a la espalda del Teatro Colón. O el viejo Palacio de los
Pizzurno, donde metieron la Biblioteca del Maestro y luego el Ministerio de
Educación. San Nicolás, Recoleta, Retiro y Palermo, la patria chica de la
aristocracia porteña…
Simpática tertulia recreábamos con la
Negra, mientras el planeta se mecía hacia el este y los haces de luz solar,
cada vez más lilas y violetas, menos anaranjado y rojo furioso, se colaban de
refilón por las gruesas ramas del retoño de Artigas, escabiando mientras la
tarde moría en la esquina de Charlone y 14 de Julio.
-¿Pero entonces por qué mierda me insitís
con leer a ese tipo, Negra? No soporto esa idealización estética, desprovista
de política, que defienden tantos izquierdistas, incluso terribles troskos, que
parecen haber sucumbido ante la reconstrucción de un campo cultural argentino
aislado de la lucha de clases…
-Pará, no te embalés, chaval. Lo que
intento explicarte es lo más potable del planteo de Lenin y Marx sobre el arte:
tenemos que incorporar en el arte revolucionario lo mejor de la herencia
burguesa, tenemos que ser mejores escritores que ellos, no sólo en los temas
que planteamos, en el dominio de las herramientas que ellos tenían. Y para eso
no tenés que leer a Borges, lo tenés
que estudiar, lo tenés que superar, como decía Pablo.
-Eso sigue siendo una cita canónica para
liberarse las manos y poder progresar en el mundo cultural burgués, Negra,
dejáme de joder… Somos almas opuestas, Negra, irreconciliables. Mientras los
artistas idealistas como Borges ven en los edificios grandes joyas
arquitectónicas que demuestran la imbatible capacidad del intelecto, de la
imaginación humana para hacerse concreta y dominar las vidas de los bichos de
la ciudad, nosotros imaginamos con conocimiento de causa las vidas cotidianas
de los albañiles que los construyeron, de sus manos hinchadas por la cal y el
cemento, incapaces ya de acariciar a sus hijos o tocar la guitarra en las
tardecitas de domingo, sufriendo en una casilla de cuatro por cuatro de Los
Piletones más chica que los baños de los departamentos de los rascacielos de
Puerto Madero que construyen todos los días por dos mangos. Me extraña que
justo vos, que venís del barro, idealices como una pequeñoburguesa cualquiera
las mieles de la alta cultura burguesa…
-No, no, no, Leo, lo tuyo es una negación
bruta, no dialéctica, del arte burgués. Olvidate de los escritores de izquierda
que de izquierda tienen la boca llena como los bolsillos. Lo que yo te planteo
es una cosa muy diferente. Para que me lo puedas entender. El tema es que
cuando la hija del chofer de UTA o del albañil de Los Piletones, criada entre
la miseria más absurda y cruel, se enfrasca en una lucha de toda su vida por
aprender lo mejor de la literatura universal sin olvidarse nunca que va a usar
esas armas, sin olvidarse de su barrio, de su origen, de su clase social y sus
sufrimientos, esa piba cuando publique lo que vivió, lo que sabe y conoce, lo
va a hacer de una forma mucho más atrapante, fascinante y conmovedora que
cualquiera de los escritores proletarios de Boedo.
-Castelnuovo, por ejemplo, que es como
leer un ladrillo.
-¡Elías Castelnuovo! ¡Ahí tenés! La
terrible historia de su infancia en Rivera, en la frontera seca de Uruguay con
Brasil, las torturas inauditas que sufre en su familia obrera, las golpizas de
su padre y del hermano de la vieja que le encorvaron la espalda para siempre,
todo ese sufrimiento visto con la dureza pero con el optimismo que le dio su
propia fuerza y la camaradería de la lucha obrera para encontrarse una
profesión, obrero tipógrafo, un programa, la revolución obrera, el anarquismo.
Todo eso lo llevó a que Tinieblas
fuese una novela premiada en los 20… ¡pero vos sabés muy bien que es tedioso de
leer, que no lo podés terminar nunca, es un parto!!
-Sí, muchas de las novelas realistas que
tanto me gustan tienen ese mismo límite, aburren o cansan. Las terminás de leer
por una especie de obligación más moral que “hedonista”.
-Eso es lo que te digo, Leo. No basta con
tener toda una sensibilidad ligada a los intereses y sufrimientos de los
explotados y oprimidos, de nuestra familia obrera, nos tenemos que romper el
orto y sangrar lo que tengamos que sangrar para aprender a usar el lenguaje
estético, para lograr los mejores resultados posibles. A vos te gusta Brecht,
entonces, te digo, nosotros ya somos marxistas, ya luchamos contra el Estado y
surtimos nuestra experiencia de lucha práctica con la mejor teoría. ¿Por qué no
vas a hacer lo mismo con el arte?
-Es lo que dice Pablo.
-¿Qué cosa?
-La diferencia de calidad entre el
movimiento revolucionario abierto por Marx de todos los movimientos de lucha de
clases oprimidas contra sus explotadores desde el neolítico para acá es que
Marx absorbió lo mejor de la ciencia burguesa y lo puso al servicio de
construir un método científico para que los trabajadores comprendan la realidad
y la modifiquen.
-Eso. Los obreros nos hicimos científicos
y comenzamos a tomar el poder…
-Ahora falta que también seamos poetas…
-… y le demos a nuestra lucha la capacidad
de emocionar y conmover a millones de seres sensibles para luchar a nuestro
lado…
-Claramente.
-Piola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario