-Contame otra historia de Leyla y los parques.
-¿Te conté la historia de Tito?
-No, ¿quién es Tito?
-Tito era un patito bebé. Pa-Tito.
-¿De qué color?
-Como verdecito oscuro con un poco de amarillo.
-Como el color de la salita del jardín.
-Claro, más o menos.
-¿Y qué hacía Tito?
-Tito nadaba con su mamá pata en el Lago del Parque
Centenario.
-¿Cómo nadan los patos?
-Mueven las patitas debajo del agua y se dan impulso.
-Como corriendo en el agua.
-Claro. En realidad corren sentados en el agua, tenés razón.
-¿Y qué pasó con Tito?
-La mamá pata lo guiaba hasta su casita en la isla del
centro del parque. Pero Tito no le daba bola.
-No quería irse a dormir seguro. A los nenes y las nenas no
nos gusta irnos a dormir. Queremos seguir jugando siempre.
-Seguro que era eso, o algo parecido. Cuestión que la mamá
le graznaba y le graznaba pero Tito no daba bola, nadaba para otro lado.
-¿Qué es graznar?
-Así le llamamos a la forma de hablar de los patitos. Es
como un grito raro, una mezcla de ladrido de perro y canto de pájaro.
-¿Como cuando hacen cuak en los libros?
-Ponele, pero más ladrido de perro y canto de pájaro. Como
ñwak.
-Ah. En los libros dice que los patitos hacen Cuak, no ñwak.
-Pero los libros no siempre dicen toda la verdad, ¿verdad?
-Tenés razón, como en los tres chanchitos, porque los
chanchitos no corren como humanos, ni construyen casas.
-¿Pero a vos te gusta los tres chanchitos?
-Sí.
-¿Y por qué te gustan si no dicen toda la verdad?
-Porque son unos genios y se defienden del lobo.
-¿Todos los lobos son malos?
-No todos, porque algunos son buenos. Los perritos vienen de
los lobos, en vez.
-Cuestión que Tito no quería ir a su casa.
-¿Y la mamá pata qué le hizo? ¿Lo castigó?
-No. La mamá pata se fue sola a su casa y lo dejó a Tito
nadando solito.
-¿Y Leyla que hacía?
-Le gritaba:
“¡Tito, subite a la islita, andá a tu casa con tu mamá!”
-¿Y le daba bola?
-Claro que no, no nos entendía.
-¿Y qué hacía?
-Era muy simpático. Iba por el borde de la isla, tratando de
treparse. Pero era muy chiquitito, muy pequeñito y sus patitas eran muy
cortitas y su cuerpecito no tenía mucha fuerza, entonces, se resbalaba y volvía
a caerse al agua.
-Pobre Tito, ¿y la mamá qué hacía?
-Le gritaba.
-Le graznaba, ¿no era?
-Claro.
-¿Qué le estaría diciendo?
-¿Vos qué pensás que le decía?
-No sé. Le diría “vení Tito, vení a comer a casa y a dormir”…
-Seguro, o algo parecido.
-¿Y entonces Tito qué hizo?
-Seguía intentando subirse pero no podía.
-¿Y nadie lo ayudaba?
-En un momento apareció su hermanito mayor, pero tampoco le dio
bola. Leyla y su papá
trataban de decirle que había una rampa de cemento por
donde se subían todos los patos, que fuera para ahí, que era más fácil para
subirse.
-Pero Tito no los entendía.
-Claro. Y no quería usar la rampa de los patos grandes.
-¿Por qué no quería usar la rampa? ¿Era tontito?
-No sé. ¿A veces no te pasa que hacés lo contrario de lo que
te dicen tus papás o mamás que hagas? ¿A veces no te pasa que tenés ganas de
hacerlo vos sola?
-Sí. Me pasa.
-Bueno, a Tito seguro le pasaba lo mismo, quería encontrar él
solito su camino.
-¿Y qué pasó entonces, pudo subirse?
-Claro. Siguió haciendo esfuerzo y al final, después de
varios intentos, se trepó y subió a la isla.
-¿Y encontró a su mamá?
-Claro, porque seguía los gritos de la mamá.
-Graznidos dijiste.
-Siguió los graznidos de la mamá y la encontró.
-¿Ella lo castigó por no darle bola?
-No, le acomodó las plumas y lo ayudó a secarse. ¿Por qué lo
iba a castigar?
-Claro, si ya estaban juntos, que era lo que querían.
-¿Y Leyla qué hacía?
-Leyla y su papá festejaban abrazados que Tito lo había
logrado solo. Es la mejor forma de aprender, confiando siempre en tus propias
fuerzas, insistiendo en tus ideas.
-Pero no le hizo caso a la mamá.
-Sí que le hizo caso, se subió a la isla.
-Pero no por donde la mamá le dijo.
-Pero se subió a la isla y encontró a su mamá. Lo importante
es llegar, a veces el camino no es el mismo para todos.
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