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domingo, 16 de marzo de 2014

San Patricio en Malvinas

(artículo inédito de la serie SERIGRAFÍAS PORTEÑAS)

Sobre el nacionalismo irlandés

Todos los 17 de marzo los porteños nos empachamos de imágenes televisivas de cientos de personas emborrachándose en las tabernas del Bajo Retiro y para muchos esa es la única impresión que les quedará de una de las culturas más ricas e interesantes del planeta.

Se trata sin embargo de una de las celebraciones más extendidas por el globo, debido a la importante corriente de inmigración irlandesa de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX. La terrible explotación del campesinado, por parte de señores feudales irlandeses e ingleses, llevó a una terrible crisis agraria que se extendió entre 1845 y 1852, provocando epidemias de hambre (que recuerdan como the Great Famine) que empujaron a la población de la pequeña isla a emigrar forzosamente a Estados Unidos, Argentina y cientos de otros países.

San Patricio, fallecido un 17 de marzo del año 460, es considerado por la tradición como el responsable de haber convertido al catolicismo a la gran mayoría de la población gaélica, descendiente de los pueblos indoeuropeos que poblaron la isla durante el Paleolítico y que conservaba una religión propia ligada al culto de las fuerzas de la naturaleza.

El catolicismo en Irlanda, como en otras regiones celtas, fue sufrido como la ideología del imperio romano invasor y asesino. Pero la conversión de la nobleza inglesa a las religiones protestantes lo transformaron en la ideología religiosa de la lucha por la independencia nacional, ya que la isla fue la primer colonia de Inglaterra, conquistada en 1171.

Otro símbolo característico de la cultura irlandesa también se debe a San Patrick, el famoso trébol verde de tres hojas, the shamrock, que la leyenda dice fue usado por el sacerdote para explicarle a las masas esa idea tan extraña según la cual dios es uno y tres al mismo tiempo, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La lucha del pueblo irlandés –y de parte de su clases poderosas también- contra la explotación del Imperio Inglés ha sido parte inseparable de su vida cotidiana durante más de 700 años, hasta que el Ejército Republicano (IRA por su sigla en inglés) logró la independencia de Inglaterra y la instauración de una República burguesa en 1922, después de entregar a los sectores más radicalizados de las ciudades y el campo que buscaban algo más parecido a una República de Trabajadores, como recuerda la excelente película de Ken Loach, El viento que acaricia el prado (2006).

Para los irlandeses católicos (la gran mayoría de las clases pobres) del Norte de Irlanda, todavía sigue siendo la rebeldía contra los protestantes ingleses parte esencial de su vida, por eso quienes nacimos en el siglo XX identificamos al IRA como lo que terminó siendo: un grupo terrorista que combatió hasta principios del nuevo siglo colocando bombas en diferentes símbolos del régimen invasor.

Es por esta razón que el irlandés debe ser uno de los pocos pueblos cuyo folklore está marcado por las canciones de protesta, al punto que constituyen un género específico, las rebel songs.

Uno de los grupos de canciones rebeldes más famoso es The Wolf Tones, que curiosamente dedicó una canción en homenaje al Almirante William (Guillermo) Brown, fundador de la Armada argentina, nacido en 1777 en County Mayo, Irlanda y que dirigió los barcos de las Provincias del Río de la Plata en la guerra contra España y el Imperio de Portugal desde 1810 hasta 1826. Considerado el fundador de la Armada Argentina, Brown pasó sus últimos días en su quinta de La Boca conocida por los hinchas como Casa Amarilla. Se dice que su esposa, Elizabeth Chitty, inglesa y portestante, fue enterrada bajo la actual plaza 1° de Mayo, en el antiguo cementerio para protestantes del rosismo, en Balvanera.

La canción reivindica la lucha de 1806 y 1807 contra las Invasiones Inglesas, homenajea a San Martín y al pueblo argentino en su lucha por la “libertad”.

El nacionalismo católico de la banda es superado por su odio al imperialismo inglés y la denuncia de sus crímenes en todo el mundo. Antes de dedicar su estribillo a “Islas Malvinas Argentinas” (literalmente y en castellano), los Wolf Tones nos recuerdan que la colectividad irlandesa en Argentina es la quinta por tamaño de irlandeses fuera de Irlanda, producto de la inmigración de pastores de ovejas durante el boom de la lana de 1860 a 1873 y de cientos de miles los irlandeses que terminaron trabajando como obreros manuales en los trenes, debido a su manejo del idioma de los patrones británicos, y en las primeras industrias nacionales que nacieron después de la crisis de 1890.

La canción, que no menciona a los explotadores irlandeses y su rol en la opresión de su propio pueblo durante siete siglos ni el abandono de sus hermanos del norte, todavía bajo el yugo de la Corona, es un profundo llamado a los irlandeses de todo el mundo a no colaborar un segundo en el apoyo a Inglaterra en la cuestión Malvinas.  

Otra de las bandas folklóricas irlandesas más importantes, The Chieftains, publicó en 2010 un CD completo dedicado al Batallón San Patricio, que desertó en 1846 del ejército norteamericano que invadió México y terminó anexándose los actuales territorios de Texas, California y Nuevo México. El batallón decidió pasarse a la defensa de un país católico y sojuzgado por un Imperio heredero de los británicos y lo pagó con su vida, después de ser marcados con hierro candente y ahorcados el 13 de setiembre de 1847 frente a la Batalla de Chapultepec, en el mismo instante que la bandera yankee flameaba en la capital de México.

Valga esta semblanza para recordar la mejor tradición cultural de un nacionalismo progresista, que lideró al pueblo irlandés durante siglos en lucha por su independencia, al punto que se transformó en una especie de extraño internacionalismo que los unió con todas las naciones invadidas del planeta. Aunque sea para que los próximos 17 de marzo recordemos algo más interesante que el atávico abuso de los varones explotados de Irlanda por el whiskey y la cerveza Guiness.

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