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viernes, 24 de junio de 2022

Maldita visibilidad trans



Con todo el asunto de la persecución laboral y el encubrimiento del acoso sexual a cinco estudiantes dentro de la escuela no pude contarles mi 31 de marzo.

Hace rato me dí cuenta que cuando caen las efemérides diseñadas para favorecer un poquis a las personas trans siempre me pasa algo particular. Digamos distinto a los insultos y maltratos cotidianos.

Subte, línea A, tres cuarenta y cinco de la tarde, itinere. Es la hora del mono, a la hora que nací en el 77 y la misma que inicia mi jornada laboral hace 14 años. La misma vida naciendo y muriendo en el molino del tiempo.

Ponele por Sánchez de Loria se sienta al ladito mío un nene en sus tiernos seis, con ropa de escuela y mochila. Parada de frente a él, agarrada del pasamano vertical de la puerta que da al norte, queda colgada la madre, una mujer en sus treinta.

Al rato, el tierno niño comienza a fluir por fuera del aburrido marco de leyes consuetudinarias del viaje en Subte y larga un grito impostado en larga "o" cerrada. Estas cosas ponen muy nerviosas a algunas madres, debido al temor fundado en una reacción negativa de les pasajeres y la presión social resultante.

Rápida de reflejos, como arquera de cancha chica, le digo:

"Pero ¡qué lindo cantás, chamigo! ¿Te sabés alguna canción de la escuela?"

La madre sonríe agradecida del desvío momentáneo de la situación de crisis por una triquiñuela que no calla al niño, sino que le permite hacer más llevadera su curiosidad, más creativa.

El niño entra en el lazo, orgulloso, y comienza una canción con menor volumen, más dulce, debido a la timidez recién aparecida. De toque la reconozco.

"Ay, ya sé, es una canción de Iglesia", le digo, "yo la cantaba con otra letra hace muchos años" y se la tarareo como prueba irrefutable, y  sin letra, para no ofender su religiosidad. El niño contento, chocho, y yo la felicito a la madre en voz alta, del buen trabajo que ha hecho en la crianza del niño, etc., etc. Cosas de docente empática, más de seño que de profe.

Mientras tanto, el niño me escucha, pensativo. Hasta que encuentra el hueco y me dispara a bocajarro:

"¿vos sos nena o nene?"

A quemarropa hubiera dicho, también. La pregunta ya me había sucedido antes, pero sólo en bondis, que es como le dicen les porteñes al "colectivo" del litoral o al "micro" de les platenses.

Mientras trataba de tragarla, de digerirla un poco, la respuesta digo, le hacía señas de truco a la mamá para que viera que no me había ofendido ni nada, pero estaba violeta de la vergüenza.

"Ni nena ni nene, yo soy travesti, es un género no binario, si querés tengo cosas de nene y cosas de nena." le dije, sin perder el tono cariñoso con que había empezado.

"¿Y vos, chamigo? ¿Sos nene o nena?", le sostuve la apuesta.

Hizo una mueca de agrandadito, como diciendo "obvio" con los labios y los ojitos entrecerrados y contestó "nene"

"¿Y eso quién lo decide? ¿Que te traten como un nene?"

"Yo", dice, cortante, firme, plantado.

"Y entonces ¿por qué yo no tengo derecho a decidir cómo quiero que me traten? ¿Le hice mal a alguien?"

Se queda callado, de golpe, quizá intentando pensar. Pero no, se bloquea, me retira la mirada.

"No hay sólo dos géneros posibles", la seño empieza de nuevo a militar su género, sólo porque el niño todavía puede cambiar, "entre todas las posibilidades yo me identifico como una femineidad travesti".

"Ahora se puede elegir", atropella la madre pero con la buena intención de avalarme con su autoridad frente a su cría. 

Fracasa.

"No, no se puede", sanciona el pequeño soberano se cruza de brazos y no me dirije más la palabra hasta que la madre lo toma del brazo y lo descarga en estación 30 de diciembre, antes Once de Setiembre, dos fechas igual de trágicas pero por distintas razones.

Ahí me agarra el flash de Cortázar con la línea Anglo, el tiempo corre más lento por efecto de la micro relatividad de Einstein y todavía me quedan tres paradas para digerir lo que me acaba de regalar mi DIA DE LA VISIBILIDAD TRANS.

Alcancé a decirles cuando se bajaban "chau, que tengan lindo día, y ojalá le den ESI en la escuela al nene". Y ahí noté por primera vez, su risa.

La de la mujer cis de mi edad sentada en el pasillo sur. 

La noté en la estela de la risa, de mi humorada con la ESI. Giré la cámara 180 grados desde que la puerta se cerró tragándose a la sufrida madre y su celestial hijo y me dice:

"Pensemos que tiene tiempo, que cuando sea grande, en la secundaria, con les amigues, le cambien el casette" me dijo, mostrando una dentadura amplia, generosa y de mina pobre como yo, laburante. 

"O le tire piedras a las compañeras con un pañuelo celeste al cuello", le digo yo con una mueca de mujer vencida como dijo Lepera.

Mi amiga no se iba a dejar ganar. En el interior de un vagón de subte atiborrado de cuadros colgados, le brilla la cara cuando entra a tirar letra "Yo era católica, y me creía el cuentito como él a esa edad, pero a los doce escuché a Charly Garcia y mandé a los chupacirios a la mierda.".

"A mi me criaron jesuitas, me arruinaron la vida" empecé a entonarme para que me escuche todo el vagón "yo fui monaguillo y abanderado, un pendejo cheto y mocosito como él, a su misma edad me empezaron a hacer bullin por marica, por nerd y por gordo y con aval del colegio y mi familia me des-homosexualizaron por 8 largos años. Pero ¿sabés cuándo los mandé a la mierda? Cuando el cura confesor me vino a decir que era una lástima, que mi hermana se iba a ir al infierno por tomar una decisión que sólo le correspondía a dios.". Eso fue hace treinta años, por cumplir los quince, en la Rectoría del Colegio Guadalupe de Palermo.

"Pero todos esos la pagan en vida, amiga" me dijo la rolinga, insistiendo en salvarme la tarde.

"Mi viejo, que abusó de mí y de toda la familia, se cagó muriendo a los 76 con más plata de la que yo voy a ver en toda mi vida. Soy docente, imaginate", y así, le clavo un vale cuatro formidable.

Y cuando le veo vencida, me paro para bajarme en Congreso, cruzo hasta su asiento le doy un beso pomposo y le digo: 

"Amiga, yo ya aprendí a seguirla luchando sin ninguna esperanza. Hoy es el DIA INTERNACIONAL DE LA VISIBILIDAD TRANS, y vos fuiste mi regalo, gracias. Aguyje iterei, añua mbarete."

Y yéndome por la puerta, todavía le grito, con un pie en el andén:

Y aguante Charly, loca linda!"

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