Ya aprendiste que una parte tuya, escondida pero tan viva, se comunica más rápido con los olores. Las lenguas que vos no valorás en la cotidiana, ella se las apropia. Casi todas las que no tienen que ver con palabras.
Entonces,
mientras ibas en la bici a visitar una amiga por primera vez en cinco meses,
con el nuevo arte del auto maquillaje profesional que estás aprendiendo por
guglmit, te vas preocupando si el tapabocas te va a correr la base de la nariz
o el labial se va a quedar todo pegoteado en la cara interior de tu máscara.
Después de las
primeras cuadras, respirando fuerte en la semiasfixia del tapabocas, un perfume
te golpea.
Ella despierta
dentro tuyo y conquista en fracción de pestañeo el primer plano de tu
conciencia. Ese olor les es muy familiar.
Ella sabe exactamente dónde sentiste ese olor mil veces. Vos, en cambio, tardás
muchas cuadras en shock, las cinco horas de vino rosado y torta seca con la
Lola hablando de arte y de amigas que no están, en las que olvidaste el olor, y
recién en la vuelta, empujada por el frío de un invierno que da batalla en su
retirada, caés en cuenta.
Ese olor del
maquillaje bien realizado, con productos que ya no son los que usa tu hija para
jugar, sino los que compramos las mujeres adultas, ese olor fue parte de tu
infancia y juventud. Ese olor lo identificás con decenas de formas del mismo
amor fraterno e incondicional.
La parte tuya
que ya entendió todo, se larga a llorar un llanto calentito y acogedor,
peligrosamente nostálgico.
Es el olor de
los besos de tu mamá. Es el olor de sus caricias y sus abrazos.
Quién sabe si
todavía tenés en algún lado registrado el olor del calostro de las primeras
veces que te alimentaron sus pechos. Este olor producto de la mezcla de
aceites, cremas de limpieza, correctores, base y rubor, hasta ahora viene
siendo el más atávico, el más cercano a ese primer olor de la leche materna.
Una parte tuya
que todavía se resiste piensa, pensás en silencio mientras pedaleás la noche, será nomás una incapacidad patológica para
metaforizar la que te hizo llegar a maquillarte para retener a tu vieja, a tu
mamá que extrañás de las épocas de absoluta fragilidad.
Ella se rebela
dentro tuyo, toma la palabra y derrumba tus argumentos rancios.
Este olor sos
vos al fin y al cabo. Este olor fue uno de los puentes, de las llamadas
silenciosas que te vine haciendo todos estos años, las que rechazaste y negaste
para no ofender al mundo racional en el que te pusiste la meta de encajar.
Siempre quisiste ser ese olor. No el olor del Lord Cheseline o el Old Spice de
una gomina y un aftershave que nunca te contuvieron, que terminaron sintetizando
el olor de la bestia que les robó la infancia, la bestia que ibas camino a heredar
y perpetuar.
Parece locura
estar eligiendo el olor que quiero sembrar con mis besos y caricias.
Castigo y trauma
es que vivas en una sociedad que no sólo no te deja elegir el olor que querés
ser, sino que además te tortura para que te amoldes en el disfraz de un género
asignado por tus genitales, que te obligues a ser Old Spice o Lord Cheseline, o
alguna de las fragancias misogínicas de Axe.
Ella, cada vez
más clara, más segura.
Vamos forjando
la mujer que somos y que deseamos, comprendiendo la lengua del deseo y sus
caminos, tanto tiempo sepultados bajo las razones verbales y la moral
dominante.
Vamos siendo y
aprendiendo a ser los olores que deseamos y no los olores que nos han impuesto.
Para no apestar
más, ¿vió?
Wau!!! Aplaudo de pie amigue!!! Conmovedor profundo muy claro muy intenso un milagro plasmado en forma de escrito. Millon de gracias x compartirlo. Por compartirnos quien sos!!!!
ResponderEliminarAy, muchas gracias por tus palabras.
EliminarWau!!! Aplaudo de pie amigue!!! Conmovedor profundo muy claro muy intenso un milagro plasmado en forma de escrito. Millon de gracias x compartirlo. Por compartirnos quien sos!!!!
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