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domingo, 16 de agosto de 2020

Defendamos Divina y Terrenal


Me urge escribir porque este viernes 14 de agosto Instagram censuró la cuenta de Divina y Terrenal. Les quiero compartir por qué sentí este acto de censura injusto contra un emprendimiento autogestivo de sex toys igual que cada bastonazo de policía y gendarmería en un corte, piquete o movilización de las que tengo memoria.

En primer lugar porque todos los abusos golpean la misma herida, machacan y reabren el mismo trauma original.

Para quienes piensen que se trata de una exageración literaria, me permito parafrasear a Rodolfo Walsh, que decía lo que bien sabemos les militantes obreres y campesines de todo el mundo, que las paredes son la imprenta de los pueblos oprimidos. A quienes se nos niega el derecho a expresarnos, se nos obliga a saltar las prohibiciones legales y usurpar el espacio público existente para dejar impresas nuestras justas demandas. Para muches de nosotres, plataformas creadas y dirigidas por enormes pulpos imperialistas como Facebook o Instagram son hoy nuestra imprenta de los pueblos, nuestras paredes virtuales.

Quiero que se imaginen por un momento la angustia de cualquier persona que sufre dentro de un personaje que la sociedad inventó para que contengan su deseo dentro de dos posibilidades básicas: una masculinidad patriarcal, que exige el máximo grado de violencia posible contra sus afectos para ser admitida en la sociedad o una femineidad sumisa y esclava, anulada o dominante en los términos de esa masculinidad imperial.

Vivir encerrada en una conspiración aparentemente invencible, sufrir sin saber por qué pasó ni cómo escaparse, cada día de tu vida.

Ahora imaginate lo que cuesta encontrar alguna guía que ilumine un camino fuera de esa celda monacal. A mí me pasó a los cuarenta, a otres en otras etapas de su vida. Ni siquiera te planteo que imagines ser una persona transgénero encerrada en una corporalidad y sexualidad distinta a la que sentís hervirte en los huesos. Pensá en cualquier deseo que necesite salirse de la heterosexualidad cristiana, judía, brahamánica o musulmana para ser feliz.

Claro que existen las terapias sicoanalíticas, aunque te vas a dar cuenta que más allá del rastreo y reflexión sobre las imágenes reprimidas en tu infancia, es muy difícil encontrar asistencias psicoanalíticas que superen una visión del género que te mire como algo más que una conciencia trastornada, anormal, fuera de la psiquiatrización. Hasta la psicóloga más retrógrada te dirá en algún momento que no alcanza con comprenderte, con racionalizar lo que te sucedió, lo que te pasa. Para sanar, para recuperar tu deseo, es necesario ejercitarlo, practicarlo. Sanar necesita de sentir.

Hay un lugar concreto del universo donde tu energía emocional, la materia prima de tu estructura síquica individual, única e irrepetible, se encuentra con la materialidad. Es tu cuerpo. Es tu sexualidad. Incluso el varón o la mujer cis y heterosexuales necesitan ejercitar vivencias que exceden la posición del misionero para conocer la envergadura real de su propia capacidad de placer.  Imaginate cuánto más lo necesitamos quienes estamos marcadas por un deseo absolutamente prohibido en los manuales de sexualidad admitidos por las iglesias y los Ministerios de Educación.

Mirá si no las novelas y películas que convocan la atención morbosa de las grandes masas de espectaderes en el mundo occidental, como Cincuenta sombras de Grey o en su momento las historias de Cassanova, el Marqués de Sade, Bocaccio. O las series sobre el Imperio Romano, los reinos vikingos, el Egipto antiguo llenas de escenas de alto contenido erótico donde les espectaderes de todas las épocas recrean épocas de una sexualidad distinta. Mirá las estadísticas que llevaron a Los Simpson a caracterizar con sabiduría sarcástica a internet como la red global de porno.

La tradición intelectual liberal y marxista consideró siempre la sexualidad que excede los límites de la reproducción biológica de la especie igual que la moral casta de las religiones, un símbolo de la degradación moral de las clases dominantes en su momento de mayor desenfreno y corrupción.

Antonin Artaud, sin embargo, sugirió la posibilidad distinta, que sólo las personas que tienen resueltas sus necesidades materiales básicas y las de sus familias pueden darse el lujo de vivir su sexualidad plenamente, en libertad. La analidad, por dar un ejemplo evidente, prohibida por los Vaticanos de todas las eras, se equipara en esta construcción ideológica a una perversión. Se pretende cerrar así una de las tantas puertas hacia el placer sensorial y emocional que habitan nuestres cuerpes. El ano es sagrado en nuestra sociedad. La boca también, obligada a restringirse al consumo de alimentos o el verbo, nunca al consumo del cuerpo ajeno, de las pieles, volúmenes o genitalidades.

Divina y Terrenal hace mucho más que ofrecer juguetes sexuales de calidad a precios populares. Su organizadora, Irene, vuelca en su sitio toda la información a su alcance para que aprendamos a usarlos como llaves de nuestro conocimiento sobre nosotres mismes, faros del placer, herramientas indispensables de nuestra liberación sexual y emotiva. La quieren callar ahora que empezaba a adquirir un volumen político increíble, invitándonos a reflexionar sobre todas las expresiones posibles y existentes de corporalidades, vivencias sexuales, fantasías y demás parafilias. Leyendo y asistiendo a sus vivos con activistas, performers y sexólogas sus seguidorxs podíamos obtener en un swip o click sencillo y gratuito a una explicación esencial en nuestro camino de sanación: no somos monstrues anormales y degenerades que merecemos la extinción.

Entre mis catorce y mis treinta y pico, encerrade en el baño de la casa de mi familia raíz o el depto de soltere, recuerdo que usaba el mango de madera del destapador o la más amigable tapa de un desodorante para explorar un punto G que me llamaba a ser encontrado y disfrutado. Divina y Terrenal me permitió acceder a mi primer vibro prostático de silicona, la primer cinturonga con la que amantes generosas abrieron las puertas del universo en mi interior más profundo, permitiendo no sólo un placer que latía oculto dentro mío liberarse como la energía contenida de volcanes y océanos, algo más, liberar la persona real que había encerrado la represión heteronormada de familia, amigos, escuela y Estado.

Si pensás que extremo la sensación de pérdida de sitios y personas como Divina Terrenal o Irene en nuestras vidas, te invito a preguntarte:

¿Cuándo fue la última vez que chequeaste las estadísticas de la epidemia más alienante del mundo en la actualidad? ¿No las del COVID19, si no las del genocidio que en todo el planeta se sigue contra las mujeres e identidades de género disidentes del binarismo heteronormado?

Quizás en las comunidades LGTBIQ de San Francisco o Nueva York, o en los Palermo Soho de las colonias de todo el planeta, esté de moda el "privilegio" de la homosexualidad, la cultura lésbica e incluso las personas trans y las "plus size". Pero en las barriadas obreras y populares del conurbano que ahora llamamos AMBA, animarse a comprar un vibro anal o una cinturonga, acceder a la comprensión del pegging, la masturbación o el BDSM sin la confusión y el morbo exigidos por el porno mainstream y fuera de la moralina oficial de la ESI, con el rigor científico y la defensa inclaudicable del consenso y la responsabilidad sexo-afectiva y la verdadera corporalidad no hegemónica es un lujo inaccesible para personas de bajos ingresos a la que nos cuesta un mundo de SUBES y viviendas precarias encontrarnos con corporalidades, emocionalidades y sexualidades como las nuestras.

Prometeo en Europa, el Rey Mono en China, Hanuman en la India y Kukulkán en Abya Yala fueron divinidades que osaron robar a los dioses hegemónicos las sabidurías que la humanidad necesitaba para ser feliz. El fuego o la agricultura. Divina y Terrenal nos traía la sabiduría sobre el propio cuerpo a personas que nos es vedado el acceso libre al conocimiento del propio placer, de nuestro deseo. Como a Prometeo, el Rey Mono o Kukulkán, los dioses hegemónicos del mercado oficial de comercio de juguetes sexuales, los gendarmes de la heteronorma y los géneros y corporalidades hegemónicas, quisieron castigarla, censurarla, acallarla.

Espero que seamos nosotres, les oprimides y explotades, les desposeídes de la Tierra quienes armemos un enorme Hércules que libere la cuenta de Divina y Terrenal, que hoy resurge como el Ave Fénix en @divinayterrenalback para que siga cumpliendo su función insustituible de habilitadora.

Nos urge tanto. 

1 comentario:

  1. Armemos ese Hércules y acompañemos el resurgimiento de Ave Fénix de @divinayterrenalback, la sexualidad merece ser disfrutada por todes y debemos romper las paredrs q lo impidan

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