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sábado, 13 de octubre de 2018

RESURRECTXS - Capítulo 3 Resultados y perspectivas de la Primera República Socialista Asamblearia del Paraná y la Pampa

“The untold story of the world economy –so far at least- is the potentially explosive interaction between the spreading trade war and the overhang of global debt, estimated at a staggering $247 trillion.”
Robert J. Samuelson,
15 de julio de 2018,
The Washington Post
Daniela Di Bari es una de las mejores exponentes de las artes visuales en nuestro país, ligada desde su juventud a la lucha revolucionaria por una sociedad obrera y socialista a sabido compenetrar su creación artística -y su vida entera- con su pensamiento político. Se puede visitar su obra en su página de FB Realidad Estampada o en su blog personal danieladibari.wordpress.com


Transcribo por primera vez en formato digital, ahora que al fin tenemos el poder de hacerlo, ese primer manuscrito con el que comenzamos la tarea de reclutamiento en la superficie. En esta larga lucha de cuarenta años he perdido camaradas y mis dos grandes amores, que fueron uno y trino, y cientos de efectos materiales, pero nunca perdí el primer manual de formación política que escribimos con Mariano en esas noches mágicas de insomnio apasionado. Aunque me asalta la tentación de corregir errores e imprecisiones, ha vencido el sentimiento de justicia poética y lo dejaré tal cual estaba para que las nuevas generaciones puedan apreciar su verdadero valor.
Se trata de un pliego de hojas de plástico como las que se usaban para embotellar agua marina refinada en las primeras décadas de la reconstrucción del orden mundial a fines del siglo XXI y que fueron desechadas en los Subsuelos cuando la clase dominante descubrió la nueva tecnología de la fotosíntesis industrial. Mariano me enseñó a fabricar las cuñas de hierro que usé de pluma, como los antiguos copistas sumerios, y a recuperar el agua de lluvia negra que se acumulaba en las paredes exteriores de la cápsula donde sobrevivía como tinta indeleble.
Capítulo Primero: Conclusiones de la primer Comuna Obrera de Buenos Aires, de diciembre de 2018
El proceso histórico que culminó con la conformación del primer gobierno obrero y socialista en diciembre de 2018 inició en realidad con la rebelión popular ante el descubrimiento del cuerpo del militante popular Santiago Maldonado el 20 de octubre de 2017. La agitación popular había sido una constante en ese año, después de seis años continuos de deterioro de las condiciones materiales de las masas obreras y pequeñoburguesas desde la microdevaluación y tarifazos “en sintonía fina” del gobierno kirchnerista al mando del Jefe de Ministros Capitanich y el Ministro de Economía Axel Kicciloff. El año 2016 fue récord en pérdida de poder adquisitivo de la población cuyos ingresos se medían en la última moneda nacional, el mil veces extinguido peso argentino.
Una formidable huelga docente había movilizado medio millón de laburantes de la educación de todo el país en la antigua Plaza de Mayo, sede del poder político de la burguesía imperialista y local durante más de doscientos años, hasta la caída de la bomba nuclear con la que comenzó la gloriosa Guerra Revolucionaria en 2019. Se repitió ese día la rebelión de las bases del gremio docente contra su dirección burocrática como el año anterior había ocurrido durante el acto del paro general con el palco de la CGT oficial. La burocracia levantó la huelga general con un llamado a votar al kirchnerismo en las elecciones de ese año y fue violentamente repudiada incluso por la masa de votantes kirchneristas congregadxs ese 22 de marzo.
Al poco tiempo, el 10 de mayo, medio millón de personas volvieron a movilizarse, esta vez sólo desde los barrios de la ciudad y sus alrededores para repudiar el intento de la Corte Suprema de Justicia de avalar la reducción de las penas de los genocidas de la dictadura cívico militar de 1976. Esta vez se soldó un Frente Único en torno a los organismos de derechos humanos y de todas las posiciones políticas enfrentadas por diversos motivos al gobierno Macri, poniendo en evidencia lo que consideramos la primer gran enseñanza de todo el proceso revolucionario de ese año: las roscas y acuerdos políticos de los partidos gobernantes y opositores de la burguesía se deshacían en las calles, en la lucha física contra el gobierno.
Este clima social se fue calentando más después de los 78 días en que el cuerpo de Santiago Maldonado estuvo desaparecido después que las Fuerzas Armadas Nacionales reprimieran el corte de ruta de la comunidad mapuche contra la expropiación de tierras del empresario italiano Benetton en la Patagonia y por la extradición de uno de sus líderes políticos el 1 de agosto en las cercanías del Río Chubut. El hermano de Santiago se puso a la cabeza de un proceso de movilización de alcance internacional cuando se cumplían cuarenta años de la desaparición en circunstancias muy parecidas de figuras emblemáticas de la lucha popular como Rodolfo Walsh, Haroldo Conti y Héctor Oesterheld. Las diferentes movilizaciones mostraron una y otra vez las dificultades de una mayoría dispuesta al enfrentamiento físico contra el Gobierno y una dirección político-sindical que buscaba acumular ese desencanto para transformarlo en votos que le permitieran recuperar posiciones en el aparato de Estado (nombre de fantasía con el que la burguesía ocultaba su maquinaria de explotación social que hoy llamamos, al menos, por su nombre verdadero: Consejo Empresario).
Finalmente, las Fuerzas Armadas plantaron el cuerpo sin vida del joven revolucionario el 17 de agosto, una semana antes de las elecciones proyectadas, para generar una crisis política al mismo gobierno que garantizara el salvoconducto de los asesinos y el 20 de octubre, coincidiendo con el séptimo aniversario del asesinato del militante revolucionario Mariano Ferreyra. El hermano de Maldonado rompió todos los acuerdos y componendas que se tejían a su alrededor y denunció ante los medios de comunicación que el cuerpo era el de su hermano y la población sospechó que había sido guardado durante esos meses en una heladera de las tierras de Bennetton. Miles de personas se movilizaron inmediatamente a la sede del poder, el gobierno apeló a la Constitución y decretó el Estado de Sitio y la represión con munición de plomo a los manifestantes, por sediciosos.
Las elecciones finalmente se suspendieron, dando por definitivos los resultados de las PASO anteriores (desde el gobierno kirchnerista se implementaron elecciones previas para permitir a los partidos del régimen reacomodarse y evitar sorpresas negativas) y todas las fuerzas políticas, incluídas las del Frente de Izquierda se fracturaron en un ala que llamaba a la calma y el sostenimiento de los mecanismos democráticos, incluso exigiendo al gobierno diferentes formas de resolver la crisis (Asamblea Constituyente, nuevas elecciones, etc.) y las minorías partidarias que planteaban la huelga general y la insurrección popular hasta derrocar al gobierno e implantar un gobierno obrero y popular.
Después de una violenta represión que dejó trescientas víctimas fatales y miles de presxs, en noviembre de 2017, con el respaldo de los gobiernos del imperialismo en EEUU, Europa, Rusia y China, el gobierno de Macri integró a sus ministerios personal del Partido Justicialista que gobernaba diferentes provincias y lanzó las reformas exigidas para sostener el endeudamiento nacional: reducción de jubilaciones y extensión de la edad jubilatoria, la reforma laboral, que pretendía eliminar las conquistas históicas del proletariado que sobrevivían sólo entre la clase obrera de la gran industria y parcialmente entre les empleadxs estatales. El 14 y 18 de diciembre las masas obreras convocadas por los sindicatos reformistas y revolucionarios combatieron contra las fuerzas del gobierno en la sede del antiguo Congreso Nacional, y después de decenas de muertos de ambos bandos y centenares de detenciones ilegales, la Reforma Jubilatoria fue sancionada con un amplio acuerdo de gobernabilidad.
La reacción fue dura y al mismo tiempo que el Gobierno intervenía sindicatos y perseguía activistas se reproducían las movilizaciones e incendios de sedes sindicales, como las de UTA y Unión Ferroviaria en Balvanera y San Cristóbal, CTERA en San Telmo y la mismísima sede de la CGT.
Con una sociedad convulsionada al extremo, el año 2018 comenzó con una aparente victoria del gobierno, que apostaba fuerte a derrotar definitivamente la rebelión popular. Tiró varias iniciativas divergentes para confundir y desarmar una posible unidad del campo popular. Abrió el debate sobre la Ley de Aborto Legal para forzar al Papa (que controlaba varias fuerzas políticas kirchneristas y justicialistas) a un acuerdo con el partido gobernante y generó profundas divisiones principalmente en las organizaciones sindicales del kirchnerismo; acordó una ley con las organizaciones kirchnero-papales para prohibir los desalojos en villas miserias y asentamientos y ofrecer créditos baratos para transformar a millones de obreros en pequeños propietarios atados al Estado; negoció un congelamiento general de salarios con la burocracia sindical a cambio de suspender las causas judiciales contra ellos y coparticipar la nueva caja de seguro de indemnizaciones por despidos y el blanqueo del 60 % de las masas obreras que hasta ese momento estaban en negro y que pasarían a aportar compulsivamente a los sindicatos.
Dos hechos precipitaron las jornadas revolucionarias que terminaron con el gobierno de Macri. A principios de mayo, el gobierno de Donald Trump subió las tasas de interés para intensificar la guerra comercial contra la Unión Europea y China y provocó corridas bancarias, devaluaciones y crisis políticas en los países más dependientes de la especulación financiera. Por movidas parlamentarias como en Italia o España o por rebeliones populares como en Irán, Armenia, Nicaragua, Jordania y Haití fueron cayendo de a uno viejos presidentes y primeros ministros. El gobierno Macri, apalancado ya por el Vaticano y la CGT, firmó un acuerdo de salvataje financiero con el FMI, ancestro de nuestro Banco Mundial de la Reconstrucción y consiguió los votos necesarios para que la Ley de Aborto Legal perdiera la votación en el Senado, después de un traspié en la Cámara de Diputados el 14 de junio, donde recibió media sanción.
El 9 de agosto de 2018 las mujeres encabezaron la revolución. Mareas y correntadas se mujeres con pañuelos verdes afluían al Congreso a pesar de los intentos de las fuerzas de seguridad por frenarlas a fuerza de una salvaje represión. Al principio con piedras y bombas incendiarias de fabricación casera y luego con armas de fuego arrancadas de armerías y de comisarías tomadas en los barrios, y a pesar de un nuevo Estado de Sitio, las brigadas de mujeres organizadas por barrios, organizaciones políticas y sindicales lograron quebrar la resistencia de tres fuerzas de seguridad y tomar el Palacio del Congreso. Cuando el gobierno pidió la intervención del Ejército para desalojarlo los sindicatos liderados por la izquierda entraron a los tiros en la CGT e impusieron una Huelga General y un llamado a cada organización sindical a armarse para defender el Congreso cueste lo que cueste.
Ante la posibilidad de un derramamiento de sangre inédito en la historia argentina, incluso mayor que durante las guerras civiles del siglo XIX, el presidente renunció y el Congreso Nacional votó al senador Pichetto en su reemplazo, con el mandato de establecer el Aborto Legal como había sido votado en diputados y congelar los aumentos tarifarios y despidos por seis meses. Pero mientras el gobierno de Pichetto y los gobernadores firmaba decretos a cambio de negociar la rendición de las brigadas femeninas y restablecer el orden interno, los sectores ligados a las Fuerzas Armadas y las iglesias comenzaron a sublevar poblaciones de frontera, desconocían al nuevo gobierno y exigían el retorno del presidente Macri, que mientras tanto recorría los foros internacionales buscando apoyo.
En agosto quebró la economía de Turquía y se desató una guerra civil que incendió toda la región del Kurdistán y las potencias imperialistas intervinieron amenazando convertirla en una nueva Siria; la quiebra de Turquía hizo estallar finalmente la burbuja de la deuda internacional, que el 15 de julio había llegado a los 247 trillones de dólares y comenzó una serie de quiebras en cadena. En octubre la situación argentina estalló, el peso se devaluó un 200 por ciento en medio mes, se disparó una espiral hiperinflacionaria que elevó la inflación al 1000% mensual, provocando una crisis social sin precedentes, una mezcla de todas las crisis anteriores.
Las diferentes organizaciones de masas convocaron a acampar en toda la Avenida de Mayo, desde el Congreso hasta la Casa Rosada, hasta que se convocase a nuevas elecciones y se decretase un plan económico que pusiera fin a la carestía, mejorase el consumo y los salarios y aprobara las leyes reclamadas. En esas carpas se fueron organizando también los debates. Finalmente, los gobernadores quitaron respaldo al gobierno Pichetto y por mediación papal se convocaron a elecciones anticipadas que ganó la senadora Cristina Kirchner quien convocó a un Gobierno Popular Provisional.
La situación pareció encontrar un cauce para estabilizarse. Se decretó el Aborto Legal en los términos exigidos por las mujeres que tomaron el Congreso, se planteó una purga definitiva de las Fuerzas de Seguridad controlada por representantes electos de las organizaciones sindicales armadas a cambio de la desmovilización y desarme de sus bases pero se planteó una “rediscusión soberana de la ayuda financiera del FMI” sobre la cual giró toda la tensión política de los meses siguientes.
Pero la guerra comercial entre las principales potencias escaló en forma de múltiples conflictos bélicos a lo largo y ancho del planeta. El gobierno Trump decretó la invasión de Turquía e Irán con apoyo de Israel, y la invasión de Cuba, Venezuela y la Patagonia argentina con apoyo de la Unión Europea y el apoyo de los partidarios del gobierno de Macri. El estallido de la burbuja de la deuda externa mundial, superior a todas las crisis previas juntas y mezcladas, desembocó en una guerra abierta por el control de los últimos bastiones de recursos naturales.
El gobierno provisional de Kirchner se fue consumiendo frente a los choques entre las masas organizadas en las diferentes provincias, los petroleros tomaron el poder en Neuquén y Chubut, los docentes acaudillaron la toma de Santa Cruz y Salta mientras que en las demás provincias se sucedían brutales represiones y victorias parciales en las principales ciudades de los sublevados. Las direcciones de la burocracia sindical peronista pero también del sector del Frente de Izquierda que habían sumado su apoyo al Gobierno Provisional se fueron desprestigiando velozmente frente a las masas movilizadas y en combate, que finalmente desplazaron al Gobierno Provisional y organizaron las brigadas armadas para defender la Patagonia de la invasión extranjera.
Se organizaron Comunas Obreras y Socialistas en las principales ciudades del país que decretaron la ocupación de todas las empresas y bancos que movían la economía nacional. Se implementó una dura economía de guerra destinada a sostener la lucha en la Patagonia y contra las bases militares en la región del Alto Paraná y la Cordillera de los Andes. Ante la posibilidad de un ataque nuclear el gobierno federado de las Comunas Obreras dispuso el éxodo masivo de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires a partir de la línea de pueblos que hacen un semicírculo desde San Pedro, Chacabuco, Chivilcoy, las Flores y Chascomús ocupando pueblos y ciudades pequeñas de todo el Litoral que estuvieran cerca de los campos cultivables y lejos del radio potencial de radioactividad. Rosario-Paraná y Córdoba fueron elegidas como capitales lo mismo que Bahía Blanca y Tandil, por sus posibilidades naturales de defensa. El acierto en la decisión logró salvar al grueso de la población y el lanzamiento de la bomba nuclear el 26 de junio de 2019 galvanizó la solidaridad de todos los pueblos del mundo y encendió los ánimos de laburantes en EEUU, Europa y Rusia, disparando una cadena de guerras civiles a nivel mundial.
Lo demás es la historia que ni siquiera el Supremo Comité Empresario Mundial puede negar. Trump fue ahorcado en el Capitolio, Putin descuartizado por una turba en San Petersburgo, que recuperó su verdadero nombre y la clase obrera China purgó una vez más su propio partido y retomó el control de su Estado. Por efímeras que hayan sido esas victorias, permitieron estabilizar la situación política y fundar la primer República Asamblearia Socialista en Argentina, reducida al territorio de las llanuras fértiles entre la cuenca del Río de la Plata y las sierras cordobesas, y una incipiente Federación de Repúblicas Socialistas de América del Sur y Central que permitió integrar procesos productivos agrarios e industriales mínimos para sacar a flote a las mayorías.
Cuando el imperialismo logró rearmarse en Estados Unidos y Alemania llegaron a un acuerdo para repartirse las principales fuentes de energía y agua potable del continente, con el objetivo de aislar a las repúblicas obreras y desgastarlas. Así fue que la República Asamblearia se refugió en el control de las llanuras de las cuencas del Paraná y Uruguay, perdiendo el control de la Patagonia, la región montañosa y la meseta misionera y la puna jujeña.
Capítulo 2. El nuevo orden mundial tiene que caer
Los más de cincuenta años que duró la experiencia de la República Obrera Asamblearia del Paraná y la Pampa nos dejaron enormes enseñanzas. Su fracaso no se debió ni a la incapacidad de les laburantes para organizar la sociedad –en las peores condiciones posibles- sino al fracaso en la guerra por el control de los recursos naturales más elementales. Demostrando una vez más la crueldad inagotable de las clases explotadoras de nuestra especie, la burguesía y la aristocracia obrera nos secaron los ríos principales de la Cuenca del Paraná dinamitando las montañas donde nacían y después de la segunda gran sequía las Asambleas Obreras empezaron a votar una vía de negociación con el imperialismo. El resultado fueron las promesas de reconstrucción de Nueva Buenos Aires y este cogobierno nefasto de las Comunas Obreras de las Torres Inferiores y el Consejo Empresario.
Pero la burguesía imperialista tardó más de mil años en desenvolver sus potencias creadoras y atravesar las experiencias necesarias para construir su orden mundial. Sería un grave error pretender que el hilo de la historia se ha cortado definitivamente.
Todo lo contrario, el Nuevo Orden Mundial creado a partir del empantanamiento genocida de la Tercera Guerra Mundial al mismo tiempo que demuestra el agotamiento de la capacidad burguesa para desarrollar la vida en el planeta creó las condiciones para el triunfo de la revolución obrera socialista mundial en una etapa superior a las iniciadas en 1917 por los revolucionarios soviéticos y en 2018 por los revolucionarios asamblearios del Río de la Plata.
La crisis generada por la hecatombe atómica en los cinco continentes es la responsable de la Nube Negra que cubre las capas más bajas de la atmósfera. Los acuerdos firmados por la burocracia sindical mundial, dirigida por la casta de lxs ingenierxs de software y los representantes de la raquítica burguesía industrial y financiera no han salvado la vida en el planeta. La reconstrucción de las Ciudades Estado sobre la línea de la Estratosfera permiten que una ínfima parte de la población humana mundial disfrute de los mejores placeres de una vida longeva, saludable y plena de creatividad mientras que el 80 por ciento de la humanidad está condenada a sufrir los mayores retrocesos en sus condiciones de vida desde el Neolítico. Las promesas de trasladar a las Ciudades Celestiales a las masas de obrerxs que sufrimos la vida en la Superficie y el Subsuelo no se han cumplido en lo más mínimo.
Sólo se permite el acceso después de cuarenta años a les laburantes necesarios para ejercer los trabajos más elementales y, claro está, a lxs dirigentes sindicales corruptos y traidorxs. El aprovechamiento de las nuevas tecnologías de producción de energía ligados al descubrimiento en los años 80 del siglo pasado de la fotosíntesis aplicada a la producción de alimentos sintéticos, un avance sin parangón en la historia de la especie, que permite liberarnos de los límites de la naturaleza al mismo tiempo que termina con la necesidad de sacrificar mamíferos y peces, lejos de mejorar el medio ambiente mundial, ha servido de taparrabo al aniquilamiento de la vida vegetal y animal en la Superficie y el Subsuelo y sólo se sustenta en la producción de millones de metros cúbicos de energía proveniente de la tierra y la materia fecal, en las fábricas de savia orgánica bajo la Nube Negra.
Del mismo modo ocurre con la revolucionaria capacidad de potabilizar el agua marina, que ha servido en manos de esta casta egoísta y criminal para reducir a su mínima expresión los otrora enormes océanos y mares. Sólo el más despiadado cinismo puede presentar el vaciamiento de las masas oceánicas y su milenaria biodiversidad como una ventaja para la extracción de toneladas de tierra, metales y petróleo que descansaban bajo las olas azules.
Pero al mismo tiempo, la concentración del poder en manos de las castas de burguesía residual y la aristocracia obrera de antaño, que gerencian juntas el Supremo Consejo Empresario Mundial han creado la mayor masa de proletarios de la historia, después de eliminar definitivamente todas las antiguas capas de pequeña burguesía comercial, agraria, minera y profesional de la faz de la tierra. Las comunas obreras de las Megápolis de todo el globo, aunque llevan cuarenta años dirigidas por gobiernos propios que funcionan de correa de transmisión de los Comités Empresarios locales, han moldeado la identidad consciente de miles de millones de trabajadorxs en todo el mundo. Todes elles saben, después de la eliminación de las monedas y su reemplazo por cuentas sueldo de donde se descuentan con el trabajo cotidiano pequeños porcentuales de la deuda externa, que están atadas a la noria de la deuda mundial.
Ni la manipulación omnipresente de las redes sociales por parte del Supremo Consejo ni las patéticas ilusiones de los Partidos Obreros que alternan su poder en las Megaciudades sobre la correcta aritmética demográfica y biológica para superar la deuda, podrán contener por mucho tiempo más la angustiante explotación de dieciséis horas promedio de trabajo, la ausencia de vacaciones y licencias laborales; los millones de centímetros cúbicos de sustancias de alegría como llaman a las nuevas drogas oficiales gratuitas podrán seguir adormeciendo por mucho tiempo a la población obrera que no cuenta con la más elemental atención sanitaria. Si la baja de la esperanza de vida en la superficie, que ha bajado de los sesenta años, no ha sido suficiente para desatar la cólera de lxs obrerxs, la nueva evidencia de la mutación de las nuevas generaciones hará volar por los aires toda la hipocresía oficial que envenena las conciencias de nuestra clase.
La clase obrera del Paraná, el Río de la Plata y la Pampa, ha tenido suficiente de este Nuevo Orden Mundial para sacar sus conclusiones. La reconstrucción de la Nueva Buenos Aires y la Nueva Montevideo, esta montaña de acero y fibra de vidrio que se eleva desde los márgenes de las viejas ciudades de cemento hacia una cúspide áurea de materiales traslúcidos y cristalinos, alberga en sus cientos de torres inferiores cincuenta millones de almas torturadas diariamente, mientras las familias de la alta burguesía y sus lacayos disfrutan del cálido sol y el diáfano cielo azul, nos han reducido a las condiciones de habitabilidad de un increíble hormiguero. Nuestra vida se reduce sin acceso a la luz solar en una noche más eterna que la Nube Negra de la cual la Nueva Ciudad nos habría de proteger. Y las condiciones de vida son todavía más desesperantes entre las millones de personas que sufren la lluvia ácida y la falta de luz solar y de vida animal y vegetal entre los viejos cauces de arroyos y riachuelos fuera del gigantesco árbol de hierro de las Megápolis.
Esta burguesía parásita y su aliada, la aristocracia obrera del software, se han demostrado inútiles para recrear la vida que la Tercera Guerra Mundial destrozó. Las nuevas tecnologías productivas, que han logrado después de diez mil años desentrañar los secretos de la reproducción de las plantas, la más avanzada, longeva y armónica forma de sobrevivir en nuestro planeta, no han logrado recuperar un solo pedazo de tierra fértil y el verde natural sigue desterrado bajo sus imitaciones artificiales.
De nada han de seguir sirviendo las holografías cada vez más perfectas que imitan las imágenes soleadas de las viejas arquitecturas y paisajes naturales en las paredes de las Torres Inferiores cuando las conciencias aturdidas de la clase obrera de las Nuevas Megaciudades sean asaltadas por la cálida verdad de los corazones de sus hijos e hijas renacides de la peor explotación histórica del trabajo humano. El amanecer del mañana será parido por les resurrectxs de hoy.
Capítulo 3: La esperanza es la organización obrera socialista
En el último suelo del mundo se está gestando la libertad. Si estás leyendo este manual de formación es porque te lo han acercado compañerxs que prueban una realidad que ni siquiera el Supremo Consejo conoce. En parte porque sus informantes en el Subsuelo, los caciques del Tráfico de Esclavas y Órganos, mantenidos con el monopolio del reparto de alimentos sintéticos y drogas de la felicidad entre nuestra gente más sufrida, mantienen su condición falseando la realidad. En parte porque un profundo y sistemático trabajo de organización clandestina de los clanes comunistas del subsuelo son exitosos.
Fueron cincuenta años de organización perseverante de los mejores elementos de las castas desclasadas que hoy florecen. Los sobrevivientes de la brutal represión y las guerras genocidas, plantaron las semillas de una organización que hoy distribuye alimentos sintéticos después de haber ganado para su organización clandestina a lxs obrerxs de las fábricas de petróleo, tierra y mierda. Prácticamente todas las viejas cuencas de los ríos secos desde el Subsuelo de La Plata hasta la Antigua Rosario se encuentran organizadas en clanes familiares organizados en un Partido Obrero Comunista, donde se instruye a las masas en el combate con las armas de la tecnología arcaica –pero todavía mortal- que hemos logrado conservar y volver a fabricar.
La dura experiencia de sobrevivir a la barbarie más abyecta y descarnada nos han forjado una moral de acero pero por sobre todas las cosas, una conciencia irreductible de nuestro destino. La vida sin medicamentos básicos, reducida a una expectativa de 35 años como cuando nos separamos de los primates, ha logrado procrear una juventud increíble, preparada y consciente, que sabe que no tiene nada que perder y sólo tiene por ganar la posibilidad de sentir alguna vez el cálido sol sobre su piel.
Tenemos que aprender, una y otra vez, de nuestras victorias del pasado. La clave que permitió la organización del primer gobierno obrero y socialista en las jornadas de 2018 y la victoria frente a la invasión imperialista fue que los sectores más avanzados de la clase obrera comenzaron a romper a tiempo con cada una de las direcciones de sus organizaciones políticas y sindicales cuando éstas fueron demostrando, desde la huelga docente de 2017 hasta los sucesos revolucionarios del jubiladazo y la lucha por el aborto, que se adaptaban a las reglas del juego constitucional que imponían la burguesía internacional y local. Lejos de quedarse en la queja, esxs cuadros organizadorxs y luchadorxs se fueron encontrando en los organismos de base de sus sindicatos y fueron construyendo una referencia política común: el rechazo a cualquier componenda con la burguesía. La disputa entre las Asambleas Obreras nacidas para voltear al gobierno de Macri y los gobiernos provisionales de Pichetto y Cristina fueron la escuela que soldó el nuevo Partido Obrero Comunista de la Cuenca del Río de la Plata y que permitió la toma del poder.
Los métodos de independencia política de la clase obrera, la solidaridad y sororidad de clase, y la mete fija del socialismo se mostraron eficaces para la lucha contra el imperialismo, la construcción de la mejor sociedad de la historia de nuestra especie en los últimos cinco mil años y también se demuestran eficaces ahora, para sobrevivir a las peores condiciones de vida que haya soportado una clase de explotades en la historia humana, en los Subsuelos.
Hacemos un llamado a lxs obrerxs de las Torres Inferiores de la Nueva Buenos Aires y Montevideo a romper con sus partidos obreros reformistas y reclamar el no pago de la deuda externa, la expropiación de los recursos tecnológicos a disposición de los Comités Empresarios para el inmediato saneamiento de la Estratósfera y la recreación de los ecosistemas naturales. La unidad de lxs obrerxs de las Torres Inferiores y los Ejércitos Comunistas de los Subsuelos permitirá esta vez la conquista de los recursos naturales en la Patagonia y la Dorsal Atlántica Emergida, para derribar los bastiones donde el Supremo Comité concentra el grueso de sus fuerzas armadas.
Sobre estas nuevas bases, tomaremos las Ciudades Estado Celestiales por asalto y erigiremos el Comunismo a escala planetaria. Ese es nuestro destino: crear una nueva humanidad y salvar nuestro malherido planeta.”
Releeo estas líneas del pasado y sigo teniendo la misma sensación que tuvimos cuando lo escribimos: forjábamos un arma valiosa. El olor penetrante y ácrido de la tinta, las cortaduras y lastimaduras del trabajo sobre esas hojas rebeldes de plástico, las horas entregadas al placer intelectual entremezclado con el placer sexual que acompañó la redacción, todo sigue vivo en mi memoria sensorial a pesar del paso de dos décadas.
Una puerta que hace todavía más placentero en estas horas de esperanza real que se abren frente a mí, con el sol trepando el cielo transparente frente a mis ojos, mi piel y mi nuevo cabello, todo floreciendo desde dentro de mi cuerpo como de la tierra profunda donde me reconstruí, aquellos breves días en que conocí la vida en las Cloacas, de la mano de Mariano, para llevar este primer boceto de manual y someterlo a la aprobación de les responsables políticxs del Partido Obrero Comunista del Subsuelo del Río de la Plata.

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