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miércoles, 23 de diciembre de 2015

No habrá más pena, ni olvido (Carta abierta a mis compañeros y compañeras, estudiantes y de trabajo, en la media 5)

Hoy, miércoles 23 de diciembre fue mi último día de trabajo en el horario nocturno de la vieja EEM nro. 5 de Villa Soldati. El último de casi 8 años. Esto no es una despedida definitiva, porque en febrero pasaré a licenciar mis horas titulares y perder 4 horas interinas, porque el Ministerio de Educación no tiene la honorabilidad de permitirme mi derecho estatutario a trasladarlas.  Allí espero hacer mi despedida definitiva, si el tiempo y la distancia me permiten procesarla.

Se trata, por lo tanto, de una primer despedida, o despedida preventiva. Algo más cercano a las vísceras que al análisis científico, más cerca de la crónica que de la noticia.
Y el primer párrafo resume exactamente lo que vengo sintiendo desde hace tres años y que me veo obligado a hacerme cargo, ya que desde la dictadura para acá la docencia ha venido retrocediendo a las condiciones laborales previas al Estatuto, estamos cada vez más atrás del ´58. Deberíamos hacer como los historiadores y decir dV, años “después de Videla” y contarlos negativos.

Estos últimos 8 años nos sirvieron a los docentes de mi generación, los de la “garantía mínima” kirchnerista que acható la escala salarial y las jubilaciones, para ver de lejos a las últimas compañeras egresadas de Normales y vislumbrar algo de la vieja profesión. Pero en pocos años la vimos dar un salto de calidad, en su putrefacción.

Y no sólo salarialmente, los burócratas del Estado, tanto funcionarios del ministerio como burócratas sindicales, hicieron mierda el sistema educativo, lo llenaron de papeles y despachos –y cargos para rascarse el higo, claro- y lo único que les sale bien son sus iniciativas para hacr mierda el laburo docente, y a la docencia, y reventarnos.

Tuve el triste privilegio de atestiguar y protagonizar uno de los lugares donde más se pudre, acompañando claro la pudrición de las relaciones sociales en Villa Soldati. Fueron 8 años de mucho dolor, de compartir mucho dolor. De los estudiantes y sus familias en primer lugar, de mis compañeras y compañeros en segundo.

Hemos enterrado estudiantes que no llegaban a los 20 años, muchas veces, demasiadas. También visitamos hospitales y casas velatorias por compañeras/os de trabajo que no llegaban a los 60 años.

No voy a mentirles. Desde el 2011 la cosa ha empeorado. Me voy después de tres años de duras derrotas. Y ante la evidencia que yo no puedo hacer más nada ahí.
Pero no me voy derrotado, contradictoriamente.

Porque estoy vivo, porque no pudieron quebrarme. Porque sencillamente no me derrotaron, porque sigo luchando contra ellos. Mejor, porque voy a seguir pretendiendo hacerlo todo lo que pueda.

Y tengo la conciencia plena que si no me quebraron es porque también en Villa Soldati aprendí muchas cosas que me fortalecieron, me endurecieron sin hacerme perder la ternura, todo lo contrario, me blindaron la ternura. Me la hicieron más corrosiva, más hiriente.
Porque entre 2008 y 2010 luchamos. Porque esa hermosa y demasiado golpeada juventud tomó varios días la escuela media lindera, la Jauretche, la más peronista de todas, la más popular, el nudo que ataba miles de vidas del Carrillo, Villa 3, Piletones, Monobloks, Barrio Illia, Rivadavia y 1-11-14 en el Bajo Flores, Villa 20 y las Torres en Lugano y los que vi nacer, como Los Pinos. Y esa mezcla explosiva cortó Puente Alsina por primera vez desde el 26 de junio de 2002 cuando mataron a Kosteki y Santillán (pero también el día que el movimiento piquetero echó a Duhalde, el sexto y último presidente que echamos en menos de 7 meses).
Y esa juventud maravillosa, sufrida, luchadora, generosa, creativa, loca, me dio el sumo honor de volver seis años después al mismo lugar, para volver a vencer. Porque no sólo logramos con el movimiento estudiantil evitar que se corten las miles de becas secundarias sino que además echamos al primer Ministro de su flamante gabinete, el recordado Narodowsky, burócrata estalinista de CTERA devenido alcahuete patronal. O evolucionado burócrata estatal.

Y después que esa camada hermosa fue devorada por el mercado laboral o la maquinaria sangrienta de la descomposición social, la delincuencia, el narcotráfico o el gatillo fácil, -un reflujo con bases similares al de la posguerra civil soviética- seguimos ganando. Porque denunciamos sistemáticamente la inseguridad originada por la zona liberada permanente de la 36ª con las bandas de narcos y tranzas (con “z” de nazi) y no nos callamos ningún afano o intento de homicidio. Y de esa forma protegimos a nuestros estudiantes lo poco que pudimos.

Y nos ganamos la ampliación de la sala maternal a fuerza de piquete y asamblea, y metimos la única movilización callejera masiva, con más de 1200 compañeros/as de las barriadas a la Legislatura, que obviamente el legislador del FPV Tito Nenna se encargó de desviar, maniobrar y abortar. Tito Nenna, el padre de la burocracia estatal, peronistadeizquierdaochentoso devenido Secretario Generalísimo de UTE-CTERA sobre la base de una expropiación (como los burócratas de la pos-perestroika en la exURSS) del sindicato más democrático y representativo y de lucha que tuvo nunca la docencia porteña, la vieja UeMePé que reventaron cuando eran Ubaldinistas.

Hasta me dí el lujo de escupirle unas cuantas verdades en la cara a ese enorme cuadro burgués, cínico y despiadado, que es el Ministro Bullrich. Fue en el 2013, cuando me pusieron una .45 cromada en la mirada y obligamos al Ministro a comparecer en la escuela, a dar la cara y reivindiqué para mis compañeras y compañeros la dignidad de decirle al patrón las cosas como son: le dije que tenían con nosotros la política educativa a la “Ringo” Bonavena (de paso digamos que el señor Bullrich no sabía quién era el mayor ídolo popular que le dio el boxeo a este país, un filósofo de barrio, bien proletario).

-Porque ustedes nos ponen en las escuelas, nos tiran al ring, y después “nos sacan hasta el banquito”. Eso me lo enseñó mi vieja, de Ringo, y mi vieja no era fan de box, era ama de casa y costurera, de las que amaban a Julio Sosa y el Club del Clan. Nos sacan el salario, nos pagan mal y a destiempo, nos hacen laburar cada vez más horas, más días para cubrir menores porciones de la heladera, para ni siquiera tener tiempo de ocio para descargarnos de toda la mierda que consumimos en la escuela, nos rompen la salud y nos hacen imposible pedir licencias médicas. Nos empujan a la enfermedad y a la muerte, a las enfermedades pscicológicas y siquiátricas, a la automedicación y el abuso de sustancias químicas para sostener el cuerpo en un aula. Y hasta la seguridad nos sacan. Y los libros, las computadoras, internet, ventiladores, baños, viandas nutritivas, edificios en buen estado. Todo nos sacan.

Masomenos, le dije.

Todo nos deben hermano, porque es guita nuestra la que paga sus salarios abultados de funcionarios. Y me pude dar el gusto de que un representante docente le cantara las cuarenta al patrón para estar a la altura de los estudiantes, que lo hicieron en la Legislatura, inmortalizada en esa foto icónica de Clarín del melli Lucho con la remera amarilla y negra de “Libertad a Callejeros” pintada en el pecho. Y lo pude hacer por la fuerza de esa lucha, por la resistencia moral de la mayoría de mis compañeros y compañeras.


Bullrich ganó pero incluso nuestra derrota sirvió para que el barrio mejore. Desde 2010 la dirección de la escuela en acuerdo con el Ministerio y con la venia de la burocracia de la celeste, dirección heredera de Tito como la AFA lo es de Grondona, pactaron la construcción de un edificio propio, que nos permitiera desparasitarnos de la Escuela Primaria donde dábamos clase en turno noche, a cambio de la destrucción del movimiento de lucha que construimos estudiantes y docentes.

Nuestra derrota parió un edificio mucho mejor que la bosta que construyeron Ibarra-De la Rúa en 2000. El último eco de la lucha.

Todo ese dolor y esa lucha, ese baño ácido de dignidad que gritan los pechos de Soldati también me hizo crecer como persona, como obrero, como luchador, como delegado, como militante. Allí nació en mí el optimismo suficiente para animarme a ser padre y en esa escuela Leyla concurrió a su primer experiencia de socialización fuera de la familia y aprendió sus primeras nociones. Las seños María Elena y Ceci que hacen magia con dos pedazos de goma eva una sonrisa, mucha inteligencia, coraje y fuerza física. Todo a cambio de un salario perruno y ningún reconocimiento. Salvo el de sus alumnitos/as y familias. Las madres, bah, porque es raro ver padres allí, han reconstruido un destello de matriarcado en medio de la barbarie.

(Qué interesante, ya que el matriarcado surgió como la respuesta de las madres ante el canibalismo de los padres en épocas de miseria extrema y salvaron la vida de la especie)
Podría contar mil anécdotas y todavía no cabrían en ningún texto publicable. También eso me dieron, me dieron la materia prima para animarme a traducir mi odio de clase y de barrio, de explotado, en palabras, tejerlo en oraciones y el coraje de publicarlo. Me hice escritor.

En el único lugar que me sentí a gusto en estos años fue el depósito que la dirección permite usar de vestuario, oficina y sala de estar a los y las auxiliares de la escuela. En los años más duros del aislamiento, del exilio en el aula, sólo me sentí bien entre verdaderos/as obreros/as. Sin hipocresía de clase, nunca se avergonzaron de ser explotados y nunca se dejaron humillar del todo. Sin armas. Con otra burocracia de cuño kirchnerista, el SUTECBA de del “Tano” Genta y Datarmini, otros octogenarios de la burocracia entreguista peronista. Que los vendió antes que la celeste de UTE a nosotos/as y a cambio de su libertad “bajo palabra”.

Cómo los voy a extrañar. Pibes, gurisada linda, compañeras y compañeros de laburo.

Me llevo eso, que tuve la oportunidad de hacer realidad esas sabias palabras que dijo Marcelo Ramal en la inauguración del viejo local que el Partido Obrero, el Polo Obrero, la UJS y Tribuna Docente de Villa Soldati sostuvimos contra todo tipo de presiones –del Estado, los partidos patronales, los delincuentes y las patotas- en la calle Ana Maria Janner.
Ramal dijo algo así como acá van a poder ver a los docentes bolcheviques como lo que son, no los docentes tradicionales que adoptan una “distancia alumno-docente”, sino como compañeros de lucha por la educación y las condiciones de vida del pueblo.

Y es así. Fueron ocho años de la más bella camaradería entre estudiantes, familias, profes, maestras, preces, bibliotecarios, psicólogos, asistentes sociales, auxiliares, tercerizados de seguridad, fuimos hermanos y hermanas de la misma lucha cotidiana contra los que nos explotan. Muchas gracias por haberme sostenido. Mi más grato recuerdo vive con ustedes.

PS: Perdonen que no los/as mencione uno/a por uno/a pero tendría que ponerme a hacer un listado y no dejar a nadie afuera y ustedes saben lo que odio “hacer papeles”. Nos vemos en la lucha.

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