Hoy, miércoles
23 de diciembre fue mi último día de trabajo en el horario nocturno de la vieja EEM nro. 5 de Villa Soldati.
El último de casi 8 años. Esto no es una despedida definitiva, porque en
febrero pasaré a licenciar mis horas titulares y perder 4 horas interinas,
porque el Ministerio de Educación no tiene la honorabilidad de permitirme mi
derecho estatutario a trasladarlas. Allí
espero hacer mi despedida definitiva, si el tiempo y la distancia me permiten
procesarla.
Se trata, por lo
tanto, de una primer despedida, o despedida preventiva. Algo más cercano a las
vísceras que al análisis científico, más cerca de la crónica que de la noticia.
Y el primer
párrafo resume exactamente lo que vengo sintiendo desde hace tres años y que me
veo obligado a hacerme cargo, ya que desde la dictadura para acá la docencia ha
venido retrocediendo a las condiciones laborales previas al Estatuto, estamos
cada vez más atrás del ´58. Deberíamos hacer como los historiadores y decir dV,
años “después de Videla” y contarlos negativos.
Estos últimos 8
años nos sirvieron a los docentes de mi generación, los de la “garantía mínima”
kirchnerista que acható la escala salarial y las jubilaciones, para ver de
lejos a las últimas compañeras egresadas de Normales y vislumbrar algo de la
vieja profesión. Pero en pocos años la vimos dar un salto de calidad, en su
putrefacción.
Y no sólo
salarialmente, los burócratas del Estado, tanto funcionarios del ministerio
como burócratas sindicales, hicieron mierda el sistema educativo, lo llenaron
de papeles y despachos –y cargos para rascarse el higo, claro- y lo único que
les sale bien son sus iniciativas para hacr mierda el laburo docente, y a la
docencia, y reventarnos.
Tuve el triste
privilegio de atestiguar y protagonizar uno de los lugares donde más se pudre,
acompañando claro la pudrición de las relaciones sociales en Villa Soldati.
Fueron 8 años de mucho dolor, de compartir mucho dolor. De los estudiantes y
sus familias en primer lugar, de mis compañeras y compañeros en segundo.
Hemos enterrado
estudiantes que no llegaban a los 20 años, muchas veces, demasiadas. También
visitamos hospitales y casas velatorias por compañeras/os de trabajo que no
llegaban a los 60 años.
No voy a
mentirles. Desde el 2011 la cosa ha empeorado. Me voy después de tres años de
duras derrotas. Y ante la evidencia que yo no puedo hacer más nada ahí.
Pero no me voy
derrotado, contradictoriamente.
Porque estoy
vivo, porque no pudieron quebrarme. Porque sencillamente no me derrotaron, porque
sigo luchando contra ellos. Mejor, porque voy a seguir pretendiendo hacerlo
todo lo que pueda.
Y tengo la
conciencia plena que si no me quebraron es porque también en Villa Soldati
aprendí muchas cosas que me fortalecieron, me endurecieron sin hacerme perder
la ternura, todo lo contrario, me blindaron la ternura. Me la hicieron más
corrosiva, más hiriente.
Porque entre
2008 y 2010 luchamos. Porque esa hermosa y demasiado golpeada juventud tomó
varios días la escuela media lindera, la Jauretche, la más peronista de todas,
la más popular, el nudo que ataba miles de vidas del Carrillo, Villa 3,
Piletones, Monobloks, Barrio Illia, Rivadavia y 1-11-14 en el Bajo Flores,
Villa 20 y las Torres en Lugano y los que vi nacer, como Los Pinos. Y esa
mezcla explosiva cortó Puente Alsina por primera vez desde el 26 de junio de
2002 cuando mataron a Kosteki y Santillán (pero también el día que el
movimiento piquetero echó a Duhalde, el sexto y último presidente que echamos
en menos de 7 meses).
Y esa juventud
maravillosa, sufrida, luchadora, generosa, creativa, loca, me dio el sumo honor
de volver seis años después al mismo lugar, para volver a vencer. Porque no
sólo logramos con el movimiento estudiantil evitar que se corten las miles de
becas secundarias sino que además echamos al primer Ministro de su flamante
gabinete, el recordado Narodowsky, burócrata estalinista de CTERA devenido
alcahuete patronal. O evolucionado burócrata estatal.
Y después que
esa camada hermosa fue devorada por el mercado laboral o la maquinaria sangrienta
de la descomposición social, la delincuencia, el narcotráfico o el gatillo
fácil, -un reflujo con bases similares al de la posguerra civil soviética-
seguimos ganando. Porque denunciamos sistemáticamente la inseguridad originada
por la zona liberada permanente de la 36ª con las bandas de narcos y tranzas
(con “z” de nazi) y no nos callamos ningún afano o intento de homicidio. Y de
esa forma protegimos a nuestros estudiantes lo poco que pudimos.
Y nos ganamos la
ampliación de la sala maternal a fuerza de piquete y asamblea, y metimos la
única movilización callejera masiva, con más de 1200 compañeros/as de las
barriadas a la Legislatura, que obviamente el legislador del FPV Tito Nenna se
encargó de desviar, maniobrar y abortar. Tito Nenna, el padre de la burocracia
estatal, peronistadeizquierdaochentoso devenido Secretario Generalísimo de
UTE-CTERA sobre la base de una expropiación (como los burócratas de la
pos-perestroika en la exURSS) del sindicato más democrático y representativo y
de lucha que tuvo nunca la docencia porteña, la vieja UeMePé que reventaron
cuando eran Ubaldinistas.
Hasta me dí el
lujo de escupirle unas cuantas verdades en la cara a ese enorme cuadro burgués,
cínico y despiadado, que es el Ministro Bullrich. Fue en el 2013, cuando me
pusieron una .45 cromada en la mirada y obligamos al Ministro a comparecer en
la escuela, a dar la cara y reivindiqué para mis compañeras y compañeros la
dignidad de decirle al patrón las cosas como son: le dije que tenían con
nosotros la política educativa a la “Ringo” Bonavena (de paso digamos que el
señor Bullrich no sabía quién era el mayor ídolo popular que le dio el boxeo a
este país, un filósofo de barrio, bien proletario).
-Porque ustedes
nos ponen en las escuelas, nos tiran al ring, y después “nos sacan hasta el
banquito”. Eso me lo enseñó mi vieja, de Ringo, y mi vieja no era fan de box,
era ama de casa y costurera, de las que amaban a Julio Sosa y el Club del Clan.
Nos sacan el salario, nos pagan mal y a destiempo, nos hacen laburar cada vez
más horas, más días para cubrir menores porciones de la heladera, para ni
siquiera tener tiempo de ocio para descargarnos de toda la mierda que
consumimos en la escuela, nos rompen la salud y nos hacen imposible pedir
licencias médicas. Nos empujan a la enfermedad y a la muerte, a las enfermedades
pscicológicas y siquiátricas, a la automedicación y el abuso de sustancias
químicas para sostener el cuerpo en un aula. Y hasta la seguridad nos sacan. Y
los libros, las computadoras, internet, ventiladores, baños, viandas
nutritivas, edificios en buen estado. Todo nos sacan.
Masomenos, le dije.
Todo nos deben
hermano, porque es guita nuestra la que paga sus salarios abultados de
funcionarios. Y me pude dar el gusto de que un representante docente le cantara
las cuarenta al patrón para estar a la altura de los estudiantes, que lo
hicieron en la Legislatura, inmortalizada en esa foto icónica de Clarín del
melli Lucho con la remera amarilla y negra de “Libertad a Callejeros” pintada
en el pecho. Y lo pude hacer por la fuerza de esa lucha, por la resistencia
moral de la mayoría de mis compañeros y compañeras.
Bullrich ganó
pero incluso nuestra derrota sirvió para que el barrio mejore. Desde 2010 la
dirección de la escuela en acuerdo con el Ministerio y con la venia de la
burocracia de la celeste, dirección heredera de Tito como la AFA lo es de
Grondona, pactaron la construcción de un edificio propio, que nos permitiera
desparasitarnos de la Escuela Primaria donde dábamos clase en turno noche, a
cambio de la destrucción del movimiento de lucha que construimos estudiantes y
docentes.
Nuestra derrota
parió un edificio mucho mejor que la bosta que construyeron Ibarra-De la Rúa en
2000. El último eco de la lucha.
Todo ese dolor y
esa lucha, ese baño ácido de dignidad que gritan los pechos de Soldati también
me hizo crecer como persona, como obrero, como luchador, como delegado, como
militante. Allí nació en mí el optimismo suficiente para animarme a ser padre y
en esa escuela Leyla concurrió a su primer experiencia de socialización fuera
de la familia y aprendió sus primeras nociones. Las seños María Elena y Ceci
que hacen magia con dos pedazos de goma eva una sonrisa, mucha inteligencia,
coraje y fuerza física. Todo a cambio de un salario perruno y ningún
reconocimiento. Salvo el de sus alumnitos/as y familias. Las madres, bah,
porque es raro ver padres allí, han reconstruido un destello de matriarcado en
medio de la barbarie.
(Qué
interesante, ya que el matriarcado surgió como la respuesta de las madres ante
el canibalismo de los padres en épocas de miseria extrema y salvaron la vida de
la especie)
Podría contar
mil anécdotas y todavía no cabrían en ningún texto publicable. También eso me
dieron, me dieron la materia prima para animarme a traducir mi odio de clase y
de barrio, de explotado, en palabras, tejerlo en oraciones y el coraje de
publicarlo. Me hice escritor.
En el único
lugar que me sentí a gusto en estos años fue el depósito que la dirección
permite usar de vestuario, oficina y sala de estar a los y las auxiliares de la
escuela. En los años más duros del aislamiento, del exilio en el aula, sólo me
sentí bien entre verdaderos/as obreros/as. Sin hipocresía de clase, nunca se
avergonzaron de ser explotados y nunca se dejaron humillar del todo. Sin armas.
Con otra burocracia de cuño kirchnerista, el SUTECBA de del “Tano” Genta y
Datarmini, otros octogenarios de la burocracia entreguista peronista. Que los vendió
antes que la celeste de UTE a nosotos/as y a cambio de su libertad “bajo
palabra”.
Cómo los voy a
extrañar. Pibes, gurisada linda, compañeras y compañeros de laburo.
Me llevo eso,
que tuve la oportunidad de hacer realidad esas sabias palabras que dijo Marcelo
Ramal en la inauguración del viejo local que el Partido Obrero, el Polo Obrero,
la UJS y Tribuna Docente de Villa Soldati sostuvimos contra todo tipo de
presiones –del Estado, los partidos patronales, los delincuentes y las patotas-
en la calle Ana Maria Janner.
Ramal dijo algo
así como acá van a poder ver a los docentes bolcheviques como lo que son, no
los docentes tradicionales que adoptan una “distancia alumno-docente”, sino
como compañeros de lucha por la educación y las condiciones de vida del pueblo.
Y es así. Fueron
ocho años de la más bella camaradería entre estudiantes, familias, profes, maestras,
preces, bibliotecarios, psicólogos, asistentes sociales, auxiliares, tercerizados
de seguridad, fuimos hermanos y hermanas de la misma lucha cotidiana contra los
que nos explotan. Muchas gracias por haberme sostenido. Mi más grato recuerdo
vive con ustedes.
PS: Perdonen que no
los/as mencione uno/a por uno/a pero tendría que ponerme a hacer un listado y
no dejar a nadie afuera y ustedes saben lo que odio “hacer papeles”. Nos vemos en la
lucha.
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