Una elegía para su décimo cumpleaños
Consulte el magnífico catálogo de esta increíble editorial en https://www.facebook.com/lamariposaylaiguana/ |
La primer secuencia de Los
caballeros de la mesa cuadrada de los Monty Python (Monty Python and the Holy Grial, Londres, 1975) en la que grafican la vida en la Inglaterra del siglo décimo, es quizá una de las
mejores de la historia del cine universal. En el contexto de una aldea o barrio
popular de la Inglaterra medieval, puro barro, mierda, meo y cielo plomizo, con
parsimonia y monotonía un hombre viene tirando un carromato ancho de maderas
rudas cargado de cadáveres vestidos de ropas toscas y agrestes igual que él,
desde el punto de fuga del último plano horizonte hacia el primerísimo de la
pantalla. Vamos descubriendo que viene voceando, pregonando sus servicios a la
población encerrada dentro de sus casas, hasta que un aldeano le sale al cruce
al pie de la suya para pedirle que cargue el cadáver del abuelo de la familia
por la tarifa consensuada.
El enterrador ambulante discute contra el vecino por un
detalle obvio y revulsivo, el abuelo habla, está, todavía, vivo. Después de un intercambio delirante en el que el cliente intenta
convencerlo de que la muerte de su abuelo es inmediata, mientras el aludido
lucha por demostrar su vitalidad rebosante y el enterrador se debate entre el
negocio posible y su practicidad moral, le propinan un visible garrotazo
al abuelo con lo que se consuma el comercio y la vida, la muerte y la película
siguen su camino.
Podríamos habernos recreado en las lisérgicas imágenes de
tantas geniales ficcionalizaciones de la historia de las pestes en la
humanidad, como la novela del argelino Albert Camus en su excelente La peste, de 1947, o la otra gran especulación filosófica sobre la humanidad ante crisis
epidémicas catastróficas de la distopía creada por el comunista portugués José Saramago en Ensayo sobre la ceguera,
de 1995. Se nos impone la de los delirantes comediantes británicos porque
ilustra con mayor crudeza nuestra primer impresión ante la invasión del
coronavirus en nuestra vida cotidiana.
La celebración de los primeros años del sello editorial La
Mariposa y la Iguana tuvo que guapearle a la primera andanada del Estado contra
las libertades ciudadanas en nuestra ciudad, justificada para prevenir la
expansión geométrica del virus en nuestra comunidad. Preparada con la
profesionalidad que caracteriza a sus fundadoras, las poetas disidentes –como se
autodenominan- Leticia Hernando y Dafne Pidemunt, la celebración comenzó a ser
bombardeada después que la paranoia instalada hace meses desde los medios
masivos de comunicación hiciera carne en el decreto de necesidad y urgencia del
Presidente Fernández que prohibió los espectáculos y encuentros deportivos y
artísticos hasta nuevo aviso.
Aunque el evento de La Mariposa y la Iguana no entraba
dentro de las especificaciones del decreto (nadie esperaba concentrar más de
cien personas, la mitad del piso establecido por el gobierno argentino) la
presión social que el decreto habilitó entre la ciudadanía alertada y ganada
por un miedo mesiánico, obligó a batallar para sostener la convocatoria.
Ese tipo de tenacidad es el que celebramos, festejamos y
agradecemos a Leti y Dafne quienes conocemos su trabajo. Toda su vida en
conjunto, emocional, artística y editorial está marcada por una lucha
persistente y sistemática para sortear los innumerables obstáculos materiales y
culturales que han tenido que enfrentar para que su programa estético-político
pueda hacerse carne en papel y difundirse. La Mariposa y la Iguana debe ser la
editorial con uno de los mejores, más variados, ricos y bellos catálogos de lo
mejor de la poesía contemporánea del Río de la Plata y sus regiones de influencia.
No sólo en términos técnicos-estéticos sino sobre todo políticos, porque Leti y
Dafne tienen una increíble virtud de encontrar sensibilidades como las suyas,
espejándose en voces que se diferencian notablemente, con una belleza y un
poder propios, y vuelcan su tenacidad para que todas esas bellas voces,
luchadoras como la dueta editorial, lleguen también al papel y las bateas de
movilizaciones, ferias y librerías.
Su orientación política fusiona lo mejor de la izquierda
anarquista y socialista, su ética fraternal e igualitaria con un furioso
feminismo que no negocia ni un tantito así con el patriarcado. También eso
celebramos ayer, el triunfo y consolidación de un proyecto político-cultural
que fue pionero en la lucha por la libertad e igualdad de las mujeres, les
géneros y orientaciones sexuales disidentes de la heteronorma. Y esta lucha
también se puede leer en su catálogo.
Sin depender de la prebenda estatal ni obligadas por eso a
la obsecuencia con los gobiernos de turno, más allá de las simpatías políticas
que puedan mantener con tal o cual corriente, La Mariposa y La Iguana pueden
darse el lujo de no sonrojarse bajo la caracterización de editorial
independiente. No son una pyme fabricante de libros que busca debajo de un
rótulo progresista hacerse un lugar en el mezquino mercado editorial argentino.
Tampoco dos aventureras que siguen las tendencias de moda en la progresía
porteña con plata que todavía compra libros y lee. Editorial anarquista en sus
principios y militante desde la selección de autorxs, la edición rigurosa y
profesional, y la distribución quijotesca que Leti y Dafne sostienen con el
propio cuerpo en todas las trincheras donde sus hermanas y hermanes de clase
nos encontramos luchando juntes.
Todo esto se pudo disfrutar ayer en el espacio hermoso de la
Librería La Libre en Chacabuco casi Estados Unidos. Las autoras y auteres
leyeron lo que más admiraban de las obras de sus compañeres de catálogo, en una
especie de aquelarre de un extraño clan de poetas alquimiando emociones e iluminando
los aspectos más difíciles de comprender de los pliegues del alma y la lucha de
clases. Como soy una recién iniciada no pude retener los nombres y apellidos de
las personas que me conmovieron en este inolvidable recital de poesía y música,
y sería muy injusto que no las mencionase a todas. Sobre todo porque cada una
de ellas me tocó cada fibra sensible y removió el pantano emocional en el que
andaba remando con el barro esta semana, y me ayudó a aflojar los nudos de angustia
sobre las cervicales y limpiarme de toxinas el alma. Me hicieron llorar para el
campeonato, vamos.
Dafne y Leti ayer nos dieron un abrazo de amor como el que
vienen sosteniendo hace diez años en su increíble laburo político, literario,
cultural y emocional. Y los abrazos, expresión concreta y material del amor
fraterno y sincero son, han venido a ser, un objeto precioso y delicado que
estaremos obligades a proteger como la llamita de fuego en las épocas que no
sabíamos aún cómo volver a encenderlo, en los orígenes profundos de nuestra
experiencia vital en este planeta.
La imagen de los Monty Python muestra de qué viene nuestra
vida cotidiana bajo el imperio de la peste bíblica que se nos impone. Las
crisis sanitarias que superan las diferencias de clase extreman las presiones
al punto límite que el Estado se despoja de todas las falsas caras con las que
se nos presenta disfrazado de “arena pública” en “tiempos normales”.
Disfrutamos les marxistes consecuentes, que todavía batallamos para demostrar a
nuestres congéneres que debajo del disfraz de Estado de Bienestar todo Estado
en una sociedad de explotación de clases es un instrumento de la dictadura de
la clase dominante para mantenernos sojuzgades y oprimides bajo su yugo.
El Talón de Hierro de la metáfora genial y pionera de Jack
London se quita los guantes de seda justificado en la contención de una
pandemia. "El Estado somos todos" va a ir sacándose la careta de a poco para mostrarnos su verdadera esencia orwelliana. Ya los medios más progresistas, como Página/12 o Radio con Vos a la
cabeza, permiten que sus interlocutores vayan deslizando una preocupante
admiración por los métodos draconianos con que el estalinismo chino o el
mafioso femicida Putin han logrado contener al coronavirus en sus terriorios. Todo sirve para ir
rastrojando el terreno para justificar un estado de excepción también para el
Estado Solidario y de pañuelo verde de les Fernández-Fernández, no sea cosa que
por muy progresistas se les escape el virus y queden culo pa´rriba justo en el
comienzo de su utopía revolucionaria de lo posible, justo al toque de “volver
para ser mejores”.
Los Python muestran que en la terrible peste bubónica
provocada más por la descomposición del feudalismo europeo que por la difusión
de las pulgas de la rata que garantizó el nuevo comercio meditarráneo con
Oriente (el foco en las ratas propone la culpa en les musulmanes y judíes
excupando a la nobleza católica romanogermánica) sirvió de oportunidad a unos
para inventarse un comercio del que vivir –efectivamente había personas que
cobraban por encargarse de los cadáveres pustulentos- y a otros para sacarse de
encima la enorme molestia de sus ancianos.
¿Qué tan diferente es nuestra burguesía financiera
internacional, que se relame con las ganancias posibles para la industria y el
comercio farmacológico –eternamente sospechado con razón de promover crisis
sistémicas como esta, ya sea porque se les “escapan” sus manipulaciones biogenéticas
o porque las difunden a propósito para vender vacunas y kits de fármacos- y que
celebra los bajos índices de mortalidad del coronavirus se concentran en la
misma capa social que quiere condenar a jubilaciones miserables en todo el
mundo?
El capitalismo en su peor fase, en su descomposición
entrópica imperialista, alienta la barbarie con sistemas de salud pública
destrozados, niveles de hiperexplotación inauditos que entregan a las mayorías
laburantes a todas las variedades y mutaciones de enfermedades asesinas, desde
el cáncer hasta las epidemias virales.
En un mismo criterio, el viernes que nos encaminábamos a
celebrar el amor entre poetas, mientras se prohibían los encuentros artísticos
y deportivos, el Senado votaba un receso que proteja la salud de la casta
política mientras los subtes y bondis siguen compactando fuerza de trabajo de
un lado al otro del temible otoño que desata sus primeras tormentas.
Prohiben los saludos, los abrazos, la mateada y la rancheada, nos prohíben la poesía, promoviendo el miedo, el alcahuetismo contra le próxime que no cumple con la norma, el aislamiento y la supervivencia de los mejor preparados, los ricos, los privilegiados. Quieren llevarnos al lodo de la deshumanización, al individualismo y el pánico social.
Somos el lastre
que el Estado pretende sacrificar en el altar del coronavirus para salvar a
quienes laburan para ellos, y su régimen de explotación. Somos el abuelo del
vecino desalmado.
El verdadero virus es el capital y su Estado. Mata la
pobreza centenaria que nos condena a morir de Dengue o Chagas, de difteria o hambre; mata la pobreza
de los sueldos que no consiguen pagar tratamientos caros y sofisticados en
todas las patologías posibles, mata la heteronorma que abusa de las infancias,
que asesina una mujer cada 29 horas, decenas de transfeminidades por año que
viola y abusa en los hogares, las escuelas, las fábricas y oficinas y vuelve a
matar, violar y abusar una y mil veces en los pedregosos laberintos del
purgatorio judicial.
Por eso, en estas épocas que el Estado prohíbe los abrazos,
va a ser indispensable y urgente que nos organicemos y luchemos a brazo partido
para sostener el amor y la camaradería. Seamos pues, como La Mariposa y la
Iguana, un antídoto contra la barbarie inhumana, anti-humana del virus que nos
invade.
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