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sábado, 14 de marzo de 2020

La Mariposa y la Iguana, un abrazo prohibido

Una elegía para su décimo cumpleaños


Consulte el magnífico catálogo de esta increíble editorial en
 https://www.facebook.com/lamariposaylaiguana/


La primer secuencia de Los caballeros de la mesa cuadrada de los Monty Python (Monty Python and the Holy Grial, Londres, 1975) en la que grafican la vida en la Inglaterra del siglo décimo, es quizá una de las mejores de la historia del cine universal. En el contexto de una aldea o barrio popular de la Inglaterra medieval, puro barro, mierda, meo y cielo plomizo, con parsimonia y monotonía un hombre viene tirando un carromato ancho de maderas rudas cargado de cadáveres vestidos de ropas toscas y agrestes igual que él, desde el punto de fuga del último plano horizonte hacia el primerísimo de la pantalla. Vamos descubriendo que viene voceando, pregonando sus servicios a la población encerrada dentro de sus casas, hasta que un aldeano le sale al cruce al pie de la suya para pedirle que cargue el cadáver del abuelo de la familia por la tarifa consensuada.

El enterrador ambulante discute contra el vecino por un detalle obvio y revulsivo, el abuelo habla, está, todavía, vivo. Después de un intercambio delirante en el que el cliente intenta convencerlo de que la muerte de su abuelo es inmediata, mientras el aludido lucha por demostrar su vitalidad rebosante y el enterrador se debate entre el negocio posible y su practicidad moral, le propinan un visible garrotazo al abuelo con lo que se consuma el comercio y la vida, la muerte y la película siguen su camino.

Podríamos habernos recreado en las lisérgicas imágenes de tantas geniales ficcionalizaciones de la historia de las pestes en la humanidad, como la novela del argelino Albert Camus en su excelente La peste, de 1947, o la otra gran especulación filosófica sobre la humanidad ante crisis epidémicas catastróficas de la distopía creada por el comunista portugués José Saramago en Ensayo sobre la ceguera, de 1995. Se nos impone la de los delirantes comediantes británicos porque ilustra con mayor crudeza nuestra primer impresión ante la invasión del coronavirus en nuestra vida cotidiana.

La celebración de los primeros años del sello editorial La Mariposa y la Iguana tuvo que guapearle a la primera andanada del Estado contra las libertades ciudadanas en nuestra ciudad, justificada para prevenir la expansión geométrica del virus en nuestra comunidad. Preparada con la profesionalidad que caracteriza a sus fundadoras, las poetas disidentes –como se autodenominan- Leticia Hernando y Dafne Pidemunt, la celebración comenzó a ser bombardeada después que la paranoia instalada hace meses desde los medios masivos de comunicación hiciera carne en el decreto de necesidad y urgencia del Presidente Fernández que prohibió los espectáculos y encuentros deportivos y artísticos hasta nuevo aviso.

Aunque el evento de La Mariposa y la Iguana no entraba dentro de las especificaciones del decreto (nadie esperaba concentrar más de cien personas, la mitad del piso establecido por el gobierno argentino) la presión social que el decreto habilitó entre la ciudadanía alertada y ganada por un miedo mesiánico, obligó a batallar para sostener la convocatoria.

Ese tipo de tenacidad es el que celebramos, festejamos y agradecemos a Leti y Dafne quienes conocemos su trabajo. Toda su vida en conjunto, emocional, artística y editorial está marcada por una lucha persistente y sistemática para sortear los innumerables obstáculos materiales y culturales que han tenido que enfrentar para que su programa estético-político pueda hacerse carne en papel y difundirse. La Mariposa y la Iguana debe ser la editorial con uno de los mejores, más variados, ricos y bellos catálogos de lo mejor de la poesía contemporánea del Río de la Plata y sus regiones de influencia. No sólo en términos técnicos-estéticos sino sobre todo políticos, porque Leti y Dafne tienen una increíble virtud de encontrar sensibilidades como las suyas, espejándose en voces que se diferencian notablemente, con una belleza y un poder propios, y vuelcan su tenacidad para que todas esas bellas voces, luchadoras como la dueta editorial, lleguen también al papel y las bateas de movilizaciones, ferias y librerías.

Su orientación política fusiona lo mejor de la izquierda anarquista y socialista, su ética fraternal e igualitaria con un furioso feminismo que no negocia ni un tantito así con el patriarcado. También eso celebramos ayer, el triunfo y consolidación de un proyecto político-cultural que fue pionero en la lucha por la libertad e igualdad de las mujeres, les géneros y orientaciones sexuales disidentes de la heteronorma. Y esta lucha también se puede leer en su catálogo.

Sin depender de la prebenda estatal ni obligadas por eso a la obsecuencia con los gobiernos de turno, más allá de las simpatías políticas que puedan mantener con tal o cual corriente, La Mariposa y La Iguana pueden darse el lujo de no sonrojarse bajo la caracterización de editorial independiente. No son una pyme fabricante de libros que busca debajo de un rótulo progresista hacerse un lugar en el mezquino mercado editorial argentino. Tampoco dos aventureras que siguen las tendencias de moda en la progresía porteña con plata que todavía compra libros y lee. Editorial anarquista en sus principios y militante desde la selección de autorxs, la edición rigurosa y profesional, y la distribución quijotesca que Leti y Dafne sostienen con el propio cuerpo en todas las trincheras donde sus hermanas y hermanes de clase nos encontramos luchando juntes.

Todo esto se pudo disfrutar ayer en el espacio hermoso de la Librería La Libre en Chacabuco casi Estados Unidos. Las autoras y auteres leyeron lo que más admiraban de las obras de sus compañeres de catálogo, en una especie de aquelarre de un extraño clan de poetas alquimiando emociones e iluminando los aspectos más difíciles de comprender de los pliegues del alma y la lucha de clases. Como soy una recién iniciada no pude retener los nombres y apellidos de las personas que me conmovieron en este inolvidable recital de poesía y música, y sería muy injusto que no las mencionase a todas. Sobre todo porque cada una de ellas me tocó cada fibra sensible y removió el pantano emocional en el que andaba remando con el barro esta semana, y me ayudó a aflojar los nudos de angustia sobre las cervicales y limpiarme de toxinas el alma. Me hicieron llorar para el campeonato, vamos.

Dafne y Leti ayer nos dieron un abrazo de amor como el que vienen sosteniendo hace diez años en su increíble laburo político, literario, cultural y emocional. Y los abrazos, expresión concreta y material del amor fraterno y sincero son, han venido a ser, un objeto precioso y delicado que estaremos obligades a proteger como la llamita de fuego en las épocas que no sabíamos aún cómo volver a encenderlo, en los orígenes profundos de nuestra experiencia vital en este planeta.

La imagen de los Monty Python muestra de qué viene nuestra vida cotidiana bajo el imperio de la peste bíblica que se nos impone. Las crisis sanitarias que superan las diferencias de clase extreman las presiones al punto límite que el Estado se despoja de todas las falsas caras con las que se nos presenta disfrazado de “arena pública” en “tiempos normales”. Disfrutamos les marxistes consecuentes, que todavía batallamos para demostrar a nuestres congéneres que debajo del disfraz de Estado de Bienestar todo Estado en una sociedad de explotación de clases es un instrumento de la dictadura de la clase dominante para mantenernos sojuzgades y oprimides bajo su yugo.

El Talón de Hierro de la metáfora genial y pionera de Jack London se quita los guantes de seda justificado en la contención de una pandemia. "El Estado somos todos" va a ir sacándose la careta de a poco para mostrarnos su verdadera esencia orwelliana. Ya los medios más progresistas, como Página/12 o Radio con Vos a la cabeza, permiten que sus interlocutores vayan deslizando una preocupante admiración por los métodos draconianos con que el estalinismo chino o el mafioso femicida Putin han logrado contener al coronavirus en sus terriorios. Todo sirve para ir rastrojando el terreno para justificar un estado de excepción también para el Estado Solidario y de pañuelo verde de les Fernández-Fernández, no sea cosa que por muy progresistas se les escape el virus y queden culo pa´rriba justo en el comienzo de su utopía revolucionaria de lo posible, justo al toque de “volver para ser mejores”.

Los Python muestran que en la terrible peste bubónica provocada más por la descomposición del feudalismo europeo que por la difusión de las pulgas de la rata que garantizó el nuevo comercio meditarráneo con Oriente (el foco en las ratas propone la culpa en les musulmanes y judíes excupando a la nobleza católica romanogermánica) sirvió de oportunidad a unos para inventarse un comercio del que vivir –efectivamente había personas que cobraban por encargarse de los cadáveres pustulentos- y a otros para sacarse de encima la enorme molestia de sus ancianos.

¿Qué tan diferente es nuestra burguesía financiera internacional, que se relame con las ganancias posibles para la industria y el comercio farmacológico –eternamente sospechado con razón de promover crisis sistémicas como esta, ya sea porque se les “escapan” sus manipulaciones biogenéticas o porque las difunden a propósito para vender vacunas y kits de fármacos- y que celebra los bajos índices de mortalidad del coronavirus se concentran en la misma capa social que quiere condenar a jubilaciones miserables en todo el mundo?

El capitalismo en su peor fase, en su descomposición entrópica imperialista, alienta la barbarie con sistemas de salud pública destrozados, niveles de hiperexplotación inauditos que entregan a las mayorías laburantes a todas las variedades y mutaciones de enfermedades asesinas, desde el cáncer hasta las epidemias virales.

En un mismo criterio, el viernes que nos encaminábamos a celebrar el amor entre poetas, mientras se prohibían los encuentros artísticos y deportivos, el Senado votaba un receso que proteja la salud de la casta política mientras los subtes y bondis siguen compactando fuerza de trabajo de un lado al otro del temible otoño que desata sus primeras tormentas. 

Prohiben los saludos, los abrazos, la mateada y la rancheada, nos prohíben la poesía, promoviendo el miedo, el alcahuetismo contra le próxime que no cumple con la norma, el aislamiento y la supervivencia de los mejor preparados, los ricos, los privilegiados. Quieren llevarnos al lodo de la deshumanización, al individualismo y el pánico social.

Somos el lastre que el Estado pretende sacrificar en el altar del coronavirus para salvar a quienes laburan para ellos, y su régimen de explotación. Somos el abuelo del vecino desalmado.

El verdadero virus es el capital y su Estado. Mata la pobreza centenaria que nos condena a morir de Dengue o Chagas, de difteria o hambre; mata la pobreza de los sueldos que no consiguen pagar tratamientos caros y sofisticados en todas las patologías posibles, mata la heteronorma que abusa de las infancias, que asesina una mujer cada 29 horas, decenas de transfeminidades por año que viola y abusa en los hogares, las escuelas, las fábricas y oficinas y vuelve a matar, violar y abusar una y mil veces en los pedregosos laberintos del purgatorio judicial.

Por eso, en estas épocas que el Estado prohíbe los abrazos, va a ser indispensable y urgente que nos organicemos y luchemos a brazo partido para sostener el amor y la camaradería. Seamos pues, como La Mariposa y la Iguana, un antídoto contra la barbarie inhumana, anti-humana del virus que nos invade.

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