Publicado el 28 de mayo de 2014 en Revista El Otro
-¿Sabés lo que extraño de ir a la cancha, Fede?
-La magia, Fede, la magia...
-No me vas a creer, pero es así. No te hablo de las cábalas, del “pensamiento mágico” que me critica la sicóloga, no. Te hablo de la magia, la de posta. No la del tipo que hace “trucos” con la mano y vos te quedas haciendo “ahhhh” con la boca abierta como un boludo, no. La magia de verdad.
-Te doy un ejemplo, Fede, para que lo
entiendas. ¿Ves ese adoquín que está en la biblioteca?
-No, el adoquín de verdad, no, el que esta al
lado, que parece un ladrillo de cemento roto, pintado de amarillo en el lado
plano. No, boludo, ese es un pedazo de baldoza de los que tirábamos en el
Argentinazo, lo agarré de Avenida de Mayo y 9 de Julio. Sí, de recuerdo, ¿qué
tiene?
-Eeese, sí, ése.
-¿Sabés qué es eso?
-No, pelotudo, no es otra de mis reliquias de
recuerdos. Sí, ya sé, no me digas todo de nuevo, “no tenés que vivir en el
pasado”, ya sé, tenés razón...
-No, en serio Leo, dejate de joder, “uno pesca
con lo que encarna”.
-¿Esa es de tu abuelo también?
-Dale, no jodas, tenés razón, pero eso es un
pedazo de los viejos palcos de La Bombonera.-¿Te acordás?
-Los mandó demoler Macri, en una de las primeras cosas marketineras que hizo. Puro maquillaje. Pero estaba bien, esos palcos eran una ratonera, calurosa en verano, una heladera en invierno, lo que se dice una reverenda cagada. Se veía para el orto de cualquier lado. Y la verdad que todos los hinchas creíamos antes de Macri que eran horribles. Pero nadie se imaginó ni en pedo demolerlos y construir otros.
-Sí, ya sé, no es por bronca contra el forro de Macri, ya sé que los palcos nuevos serán chetos pero son mucho mejores. Sí, la cancha mejoró. Pero no rompas las bolas, Fede, te quiero contar otra cosa, una vez dejame hacer la anécdota a mí, la puta madre.
-Es raro, los palcos del ´40, los originales, nos parecían una mierda, okey; y los nuevos son mejores, todo lo que quieras, pero igual yo sentí que me cortaban un brazo, como si hubiesen violado algo sagrado. Por eso de que La Bombonera es un templo, algo intocable, inmutable, eterno. Y viene este chabón y la trata como si fuese un edificio.
-No sé si tengo razón ni me importa Fede, te
quiero contar otra cosa. Ese tema fue un maleficio, la cancha se vengó, la
cancha se enojó.
-No. No, te digo, en serio, no me pegó mal
nada, estoy hablando en serio boludo... sí... bueh. Ta´bien, cagate de risa...
si querés bardearme, bardeame, pero si me escuchás... bueh.
-¿Ya está?
-¿Terminaste?
-¿Puedo seguir?
- En serio Fede, creeme lo que te digo, la
cancha se vengó. Me acuerdo que fue el último campeonato que fui a la cancha.
Yo dejé de ir poco antes de que llegara Bianchi, creo que con la tercera vez
del forro de Menotti, que además de vendido de los milicos era un forro, con
esa forrada del “achique” te dejaba a la defensa con un tipo sólo contra todo
el ataque de ellos... Que nos comimos un humillante dos a cero con Riber, de
locales, goles de Orteguita y Crespo, creo, y los hijosdeputa de la Barra
Brava cantaban “nos metieron dos, les matamos dos” y fueron y mataron dos pibes
de River en la calle Necochea, a la salida de la cancha y ahí dije “no vengo
más, que se vayan a la puta que los parió, no vengo más”. Y no fuí más.
-Sí, fuera de joda debo ser yeta, porque salvo
el campeonato del ’92, el del gol famoso de Gardelito Medero a Platense, con el
maestro Tabárez, después me morfé mil bodrios y me perdí la era Bianchi, la gloriosa,
no esta verga dominada por Juan Román “camarilla” Riquelme, de ahora, nada que
ver.
-Pero ese campeonato hice una excepción y volví. Volvió el Diego, trajimos al pájaro Caniggia... qué se yo. Era la primera parte del año, en mayo de 1996. Estaba el Narigón Bilardo, otra cosa que olfateó bien Macri, los hinchas
hacía rato que le teníamos ganas al Narigón, el bostero de los 70 a los 90 era
bilardista, todo el mundo lo sabe. No te puedo decir cómo piensan los bosteros
hoy, pero en esos años éramos bilardistas y punto.
-Arrancamos las primeras fechas jugando de
locales, en Vélez, con la camiseta de olan. No me olvido más creo que contra
Ferro, uno a cero muy feo, gol de cabeza de Fabbri y a colgarse del travesaño,
algo así.
-Bueh, resulta que el 5 de mayo -no me olvido
más-, reabríamos la cancha, de locales, contra Gimnasia de La Plata. Partido
fácil. El partido era una excusa, el tema era el estreno de los palcos nuevos,
Fede. Ese domingo estrenábamos los palcos. Creo que los hizo en 6 o 7 meses.
Macri, el eficiente, ¿viste?
-Sí, claro, así nos mete waskazo ahora.
-Sí.
-Claaaro.
-Bueno, resulta que estábamos todos
fascinados, no sabés, la cancha hermosa, nos sentíamos en Europa y todas esas
boludeces que se dicen en la popular en casos así. Pero viste cómo es, salen
los equipos a la cancha y te olvidás de todo, los palcos te chupan un huevo,
volvés a la realidad, el campeonato, ganar, y todo eso.
-Nos pintaron la cara, Fede, 6 a 0, Fede. Fue
un paseo. Seis goles. A Bilardo, con una defensa con Fabbri, el horrible
Fabbri, pero encima de vuelta, en el retiro, lento y sin ideas. Y con el
colorado Macállister, una fotocopia devaluada de Hrabina que vendía mucho humo,
le gustaba el micrófono, pero eso sí, talaba y raspaba como un condenado a
muerte que no le importa nada.
-Con ellos jugaban los mellizos Barros
Schelotto. Sí, imaginátelos así, ladinos, provocadores, ventajeros, pero
multiplicados por mil, porque tenían la arrogancia y la impunidad de la
juventud, Fede, tenían veintipico. Unos soretes, unos diablos. Guillermo lo
volció lo-co al colorado Macállister, LO-CO, ¿me enendés? LO-CO!!
-Perdón, perdón, es que me acuerdo y me
emociono. Sí, porque fué impresionante Fede, lo que jugó ese muchacho! Lo que
corrió, gambeteó, encaró, habló, chicaneó, puteó, pegó... estaba endiablado, no
hay otra manera de explicarlo, estaba poseído, Fede, po-se-í-do.
-No me acuerdo si Bilardo lo sacó a
Macállister o si lo terminaron echando, pero me acuerdo de que lo seguía
puteando al mellizo incluso en las declaraciones en los vestuarios para el
programa de Fútbol de Primera... sí que me acuerdo, boludo, con Macaya y el
otro tarado, el que decía “qué culo por dios” y relataba como el ojete.
-Porque lo volvió loco al colorado... pensar
que el colorado ahora es candidato en La Pampa con el Pro... qué país. Seguro
que ya sería garca cuando jugaba... por eeeeso.
-Estaban todos los condimentos, Fede: los
palcos nuevos, la inauguración, los fuegos artificiales comprados, el convidado
de piedra.. y nos meten seis, y encima los de Gimnasia contra el Narigón.
Completita, Fede, completita. Pasó algo rarísimo, el quinto lo hizo el Beto Márcico de penal, pidió disculpas y toda la hinchada de Boca lo ovacionó, nene, cinco a cero abajo, muy raro. Si hasta me acuerdo que me dí vuelta, me agarré
la cabeza, en un momento tuve como una epifanía, viste, y le tiro al de al
lado: “¡es un cuento de Fontanarrosa, estamos en un cuento de Fontanarrosa!!”
-Jajajaja... sí, sí, totalmente, los negros me
miraban con cara de “¿quééé´?”, no entendían un pomo...
-Pero era posta, y ahí me dí cuenta: era la
cancha, la cancha nos lechuceó el partido, nos clavó 6 goles, endiabló al
Guille, lo poseyó, lo obligó a hacer lo que hizo. Porque todo el mundo se
acuerda de un seis a cero de local, Fede, vos lo sabés muy bien, es la cifra mágica,
la goleada eterna e imborrable. Mirá vos, pasaron cuántos años, casi veinte
años, diecisiete, y me acuerdo como si fuera hoy, Fede, el sol brillaba
impresionante, el verde del pasto te lastimaba los ojos, me acuerdo la sonrisa malévola del Guille, la pelada del colorado y sus bracitos con las mangas de la remera
que le llegaban a los codos, el siete en la espalda sobre la azul marino
y el fondo blanco... todo.
-Y ahí me avivé, la cancha se vengó de que la
arruinaran.
-Pero es La Bombonera, viste, en algún momento
se vé que se le pasó, se adaptó, o se resignó y volvió a pensar en nosotros, en
que no podía joder a Boca, a su club. Se vé que por eso el Guille terminó
jugando con nosotros, porque ese día aunque nos reventó, creo que todos
pensamos lo mismo: “es un hijodeputa, pero qué lindo sería que juegue para
nosotros”. Y es así, se ve que La Bombonera lo obligó a firmar para nosotros y
devolvernos multiplicados por mil los seis goles de mierda que nos metió ese
día.
-Por eso te decía, Fede, extraño la magia de ir a
la cancha...
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