Comentarios
sobre La Pereza y la Celebración de lo Humano
y otros escritos, de Pablo Rieznik, Buenos Aires, Editorial Biblos, 2015.
Pocos
meses antes de su fallecimiento, evento del que era plenamente consciente por una
prescripción médica que se confirmó taxativa, Pablo Rieznik amalgamó su último
libro, compuesto de un corpus revisado de textos anteriores y nuevos. Se trata,
entendemos, de un legado intelectual construido ante la evidencia del fin, el
producto de una reflexión del autor sobre su mejor aporte en una larga y
productiva vida de praxis intelectual y práctica.
Porque
ese fue quizás el mayor mérito de Pablo Rieznik, su palabra, la plasticidad de
su pensamiento, surgen con claridad del corazón de su propia vida. Desde joven destinó
toda su energía física, emocional y creativa a una sola obsesión, la construcción
de una organización política de los trabajadores y trabajadoras para derribar
el Estado burgués y construir una sociedad plena, socialista, realmente humana.
Esta
reseña no pretende estar a la altura de la exégesis que demanda la envergadura
del hombre y la obra, que sólo podrá conseguirla el desenvolvimiento de un
estadío mayor de la conciencia colectiva. Más bien tiene el modesto objetivo de
promover entre nuestra humilde generación de luchadoras y luchadores el estudio
del legado de Pablo Rieznik precisamente para contribuir en ese proceso de
lucha y estudio consciente de la lucha que parirá oportunamente ese nuevo
escalón en la conciencia humana.
(También
debemos dejar sentado que este texto me sirve para evidenciar frente a les
lectores y lectoras de mi propia producción literaria y ensayística una parte
del proceso de estudio que ha formado parte esencial de esa producción. Algo
que va más allá de una sincera elegía a quien considero una de las personas que
más positivamente impactó en mi propia sensibilidad.)
Lafargue y la concepción del trabajo en Marx
Pablo
decidió re-editar un extenso y profundo estudio filosófico, antropológico e
histórico sobre la calidad del trabajo humano en esos tres niveles que había
publicado originalmente en 2002, en una reedición de la obra cumbre de 1880 por
otro Pablo, el tan querido y admirado El
derecho a la Pereza, de Lafargue, yerno de Marx y fundador de tres grandes
partidos obreros y socialistas en la bisagra del siglo 19 y 20. En aquel
entonces el azar nos puso el orgullo de colaborar en la misma compilación con
un trabajo olvidable sobre la concepción católica del trabajo y con mayor
satisfacción cumplimos la tarea de editar y confeccionar con las propias manos
el libro y su posterior distribución.
En
su trabajo sobre Lafargue, Rieznik examina con cuidado de joyero o ingeniero
químico la caracterización original del propio Marx sobre el trabajo humano en
su doble característica contradictoria de ser la expresión más esencial de la
humanidad y al mismo tiempo, bajo la forma concreta que asume bajo la sociedad
capitalista, como trabajo dividido, explotado y alienado, y por lo tanto, como
enfrentado a la humanidad del productor. Con maestría, nos lleva de la mano a
una historización doble: de la evolución de las formas que asume la potencia
humana de transformar la naturaleza desde la horda paleolítica hasta la
Revolución Industrial y de las transformaciones que tuvo la concepción del
trabajo en la evolución del pensamiento filosófico, desde la aceptación del
mismo como un atributo natural obsequiado por las diosas y dioses de la
naturaleza hasta las subsiguientes negaciones como actividad inhumana
(filósofos aristocráticos del esclavismo grecorromano y la escolástica católica
medieval) o como reificación del sumum burgués desde el avance del humanismo
renacentista y protestante.
En este recorrido Pablo Rieznik establece la viga antisísmica sobre la que construye todo el libro, ya que después de tan contundente y erudita demostración, la médula del programa filosófico y político de Marx queda impresa en la conciencia del lector o lectora en la contemplación crítica de los textos y problemáticas abordadas en los textos subsiguientes. De esta forma, sus otros aportes intelectuales rescatados por el propio autor se manifiestan como expresiones concretas de este verdadero subsuelo esencial.
Para
remarcar esta importancia, todavía una defensa de los descubrimientos de Rubin
y Lúckacs sobre la importancia del concepto de alienación y fetichismo, en la
obra cumbre de Marx, El Capital de 1865, funciona como puente para encarar ya
condicionados la lectura de su segunda parte, donde analiza con amplitud la
teoría catastrofista del marxismo y la propia crisis capitalista. El acierto
que Rieznik subraya en sus predecesores radica en su capacidad para entrever el
profundo contenido humanista, antropológico y filosófico de la comprensión
marxiana del metabolismo de la economía humana en su obra más económica, tiempo
antes de que la edición de los Manuscritos
filosófico económicos de 1844
saliera a la luz para demostrar esa continuidad tan atacada por el estalinismo
y muchos de sus detractores entre el joven y el viejo Marx.
En defensa del catastrofismo
Así,
en su análisis sobre un fallido texto que analiza el conjunto del corpus
marxista catastrofista, Rieznik puede exponer la enorme falacia de quienes
adjudican a Marx una predicción esquemática y formal del derrumbe definitivo
del capitalismo por causas endógenas y su necesaria y unívoca superación por un
sistema superior de organización social. Como la tesis marxiana ha descubierto
las tendencias ineludibles que llevarán al capitalismo a su agotamiento del
análisis dialéctico de su funcionamiento, partiendo precisamente del análisis
de su particularidad como sistema social que hace de las relaciones mercantiles
la formulación fetichizada de las verdaderas relaciones sociales entre seres
humanos, la epistemología marxiana le impide pronosticar un triunfo automático
del socialismo, como esperanza cartesiana de sucesión progresiva de formas de
organización civilizadas.
Y
con este indestructible hilo de acero conduciéndonos, Pablo nos lleva a
replantear todos los debates teóricos sobre el alcance y perspectivas de las
crisis del capitalismo, para que arribemos juntxs a las conclusiones
necesarias. Toda su vida política e intelectual se caracterizó por una defensa
perseverante del catastrofismo marxiano en su mejor versión, sosteniendo estoicamente
contra todas las mareas y bajamares de las modas intelectuales en la izquierda
mundial después de la desmoralización histórica que produjo el derrumbe de la
burocracia soviética y la URSS.
En
una lectura seria del libro se puede sentir con nitidez una tensión muy
particular, ya que los textos re-editados producidos en la década de los 90 del
siglo pasado, al comienzo del proceso que llevaría al estallido hace diez años
de la nueva crisis capitalista mundial, son iluminados en toda su brillantez
originaria por los análisis enriquecidos a la luz de los textos que analizan la
crisis catual en todo su alcance y despliegue.
Aquí
uno de los aportes más significativos de Rieznik en sus últimos años de
trabajo, una caracterización en detalle de la crisis actual por medio de una
evaluación comparativa con las dos grandes crisis previas, comparables por su
profundidad e implicancias con la nuestra. Pablo rescata el nombre histórico
que los protagonistas directos dieron a la primer crisis del capitalismo en su
fase de maduración última y por lo tanto en su primer etapa de descomposición
terminal, la que estalló en 1873 y que sólo pudo “superarse” con las dos
grandes guerras imperialistas de la primera mitad del siglo XX. Hobsbawm ya
había alertado sobre ello, antes que se popularizara la idea del capitalismo
imperialista para nombrar el desarrollo posterior a dicha crisis, los
contemporáneos la llamaron Gran Depresión para hacer notar que la recesión
provocada por una combinación de crisis de sobreproducción, crisis financiera y
comercial y expresión de la crisis por la tendencia decreciente de la tasa de
ganancia, había durado más de veinte años.
Así
Rieznik va iluminando nuestra propia comprensión del terremoto social sobre el
que nos movemos desde la caída de la Lehmann Brothers en 2008 producto de la
crisis de las hipotecas subprime de 2007. Su mirada inconforme se abstiene de
caer en la mera reivindicación superficial de las continuidades que demuestran
el acierto teórico de Marx, sostenido por Luxemburgo, Lenin y Trotsky y por la
tradición política asumida por el partido de Rieznik desde 1964 casi en
soledad, en su prescripción sobre el fin del sistema capitalista. El gran
aporte de estos análisis recientes del último Rieznik pasa por vislumbrar las
novedades que plantea la Gran Depresión del presente, como expresión del desenvolvimiento
de las leyes de funcionamiento del capital en su fase de senilidad, cuando las
Grandes Depresiones de 1873 y de 1929 lo fueron de las mismas contradicciones
explosivas pero en el contexto de un sistema en su fase progresiva.
Lejos
de quedarse en la celebración de sus aciertos en los textos premonitorios de
los 90, Rieznik supera de nuevo a los paracaidistas que dieron vuelta el
panqueque teórico ante la evidencia de la crisis del 2008 y nos previene de
extraer conclusiones mecánicas de la comparación con las crisis previas. Tanto
contra los filibusteos de izquierda que pretenden un desarrollo mecánico y
automático del triunfo de una organización social de la producción mundial como
de los filibusteos de derecha e izquierda que anticipan una solución
capitalista superior a la crisis presente, como se diera en la expansión
mundial de capitales –invasión de África y Asia- posterior a la de 1873 o con
el encumbramiento del imperialismo norteamericano después de 1945.
A
los primeros les recuerda la importancia clave de la construcción de una
intervención consciente y sistemática de partidos obreros con un sólido
programa basado en la caracterización de la crisis en la resolución positiva de
construir los primeros intentos de Estados Obreros y a los segundos les
dinamita sus esperanzas de reactivación capitalista de la mano de una nueva
potencia impulsora de la economía mundial en la China “comunista”.
A
la luz de estas dos grandes primeras partes es que debe leerse toda la riqueza
de los textos compilados en la tercera y anteúltima sección, la reservada a
analizar las manifestaciones concretas de estas grandes líneas de desarrollo en
la experiencia de dos fenómenos particulares: la crisis de la deuda externa
como límite del desarrollo social en Argentina y el carácter capitalista de las
mal llamadas “reformas educativas” que promueve el Estado en América Latina y
Argentina sobre la producción de conocimiento científico y las diferentes
instancias de instrucción de masas.
Un programa y un método
En
suma Pablo nos ha legado otra vez algo que ya había ofrecido magistralmente en
sus tres libros anteriores: los fundamentos para reconstruir en nuestras
conciencias un método de análisis, de estudio y de exposición de los grandes
problemas de la lucha de clases. Pablo nos vuelve a señalar un camino para
comprender la realidad y guiar nuestras decisiones prácticas a la hora de
transformarla pero al mismo tiempo nos ofrece una radiografía de su método para
que podamos contrastar la veracidad de sus resultados pero sobre todo para que
podamos nosotrxs mismxs en nuestro turno arribar a la comprensión de las
novedades que surjan de la evolución concreta de la lucha de clases.
Si
trabajos monumentales como Las formas del
trabajo y la Historia (2007) constituyeron siempre una guía para encarar el
estudio y comprensión del marxismo y el capitalismo, este último libro es un
verdadero mapa para reconstruir el esfuerzo intelectual del propio Rieznik y
por lo tanto, de una de las cabezas que construyeron el programa de
intervención del Partido Obrero en la realidad política latinoamericana y
global de los últimos 30 años.
Con
todo lo dicho no llegaríamos sin embargo a alcanzar una visión precisa del
aporte de Pablo Rieznik a la lucha de clases en nuestra época. Hasta aquí,
podríamos ubicarlo entre los grandes pensadores teórico-prácticos de la
izquierda mundial, al mismo tiempo divulgador de lo mejor del marxismo y tenaz
partícipe en su expansión teórica. Su éxito se basa en una asimilación profunda
del método filosófico de Marx y Engels que le ha permitido desplegar sus
propias elaboraciones con un fluido lenguaje a la vez riguroso pero
comprensible para les mortales no especializados. Leer a Rieznik produce el
mismo tipo de placer intelectual que hacerlo con Carl Sagan, Stephen Jay Gould,
Engels o Lafargue, autores que también se han destacado por la divulgación del
conocimiento más abstracto y sutil de la humanidad en una forma accesible para
un público letrado aunque no especializado y por la producción de conocimientos
nuevos.
La importancia del individuo en la Historia
Recién
el último texto de este hermoso libro nos sirve de prueba objetiva de un aspecto
fundamental de la experiencia aportada por su autor que nos exime de semblanzas
del anecdotario personal. A modo de
epílogo, o sea, de razonamiento final o conclusión necesaria de todo lo
anterior, Pablo decidió hacer público su alegato en el juicio llevado adelante
desde 2010 contra los genocidas que operaron el llamado Circuito ABO, por los
campos de detención, tortura, desaparición y exterminio Atlético (donde fue
detenido-desaparecido y torturado el autor), Banco y Olimpo. Se trata del texto
que el propio Pablo leyó ante jueces, fiscales, testigos y acusados cuando fue
requerido a testificar contra sus propios torturadores.
Es
quizás lo mejor que ha escrito Pablo, con un manejo magistral de la
contundencia explicativa, la épica argumental, el desafío Prometéico al Estado,
sus jueces y represores. Se negó a testificar nuevamente después de 20 años el
detalle de los vejámenes de que fuese víctima casi cuarenta años antes. Para
repudiar la infame obligación de recrear psicológicamente en las víctimas esos
atroces hechos que los victimizaron hace tanto tiempo que un Estado sin la más
mínima empatía impone en estos juicios demasiado tardíos. Pero también para
permitirse ofrecer al tribunal una explicación política y científica que
explique las causas y lógicas históricas del accionar de los represores enjuiciados.
Pablo
Rieznik hace consigo mismo en este texto lo mismo que muchos/as de sus
circunstanciales discípulos o simples oidores hemos experimentado en carne
propia, pone en funcionamiento todos los mecanismos de su compleja y plástica
comprensión del metabolismo social en un determinado momento histórico, el
proceso mundial que estalla en 1968 en Europa y el mundo entero del que el
Golpe de Estado dl 24 de marzo de 1976 en Argentina es simple expresión, para
explicar por qué una patota de escoria fue a llevarlo detenido y desaparecerlo
durante varios días en uno de esos abismos infernales.
Porque
a nuestro modesto entender Pablo Rieznik se destaca entre un extenso universo
de intelectuales revolucionarios por esta particular capacidad suya de poner en
funcionamiento esa compleja máquina teórica para iluminar los aspectos más
individuales y concretos de nuestras propias experiencias inmediatas y
sensibles. El aporte de Pablo es reconocible en toda una generación de cuadros
de la organización de la que forma parte, siendo el mismo fundador, Jorge
Altamira y otros tantos como ellos, tantas expresiones de esta particular
capacidad para reclutar voluntades conscientes a la lucha organizada contra el
capital,
Pablo
Héctor Rieznik ya no está. Como el de cada uno y cada una de los seres
excepcionales que han caminado por este mundo nuestro y que tuvimos el lujo de
cruzarnos, el suyo es un vacío que será imposible de llenar. Sin embrago, tuvo
en sus últimos momentos de vitalidad la lucidez, el coraje y la intención de
dejarnos las pistas y la brújula que él mismo pudo reconocer en toda su
trayectoria vital para que podamos encontrar el rumbo en medio de una selva tan
sombría y tupida como la que atravesamos. No es simplemente la exposición clara
y contundente de un programa teórico que nos permita diagnosticar con exactitud
el momento particular de la longeva lucha de clases de la humanidad y las
claves de su resolución positiva, como superación y construcción de una humanidad
plena y liberada del yugo de la explotación y la alienación. El suyo ha sido
además el aporte de las herramientas que nos permitirán más temprano que tarde
producir a los seres individuales que tengan la capacidad de encontrar esos
caminos nuevamente y conducirnos con claridad a la tan ansiada y urgente meta
colectiva del triunfo del Reino de la Libertad sobre el de la Necesidad.
Vale
estudiarlo entonces, con agradecimiento y la responsabilidad que nos cabe para
estar a la altura de un ser humano tan grande y generoso.
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