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jueves, 20 de febrero de 2020

Una Arlekuina Femininja


Un ensayo emocional para Aves de presa y la fabulósica emancipación de una tal Harley Quinn, Warner Bros., 2020.


Seis años antes, le abriste una puerta de vidrio enorme como ésta a Leyla Isis, tu hija, para su primera función en una sala de cine. Tenía tres años y medio y también eran lunas de carnaval las que señalaban el fin del verano. Te pareció una gran idea iniciarla en el mundo de la fantasía que tanto habitaste desde que tenías su misma edad. Compartirle tu mundo de ilusiones conscientes como gesto de amor fraterno: una buena idea. Un bienvenirla, iniciarla en aquellas cosas de este mundo que hacen valer la pena vivirlo.

Ahora, ella misma se adelanta y abre la puerta, sin esperar tu ayuda. Es el último día de tus vacaciones y entre todos los rituales que les acompañan desde hace nueve años, ella eligió el cine. Su sala preferida, que tiene costumbres parecidas a los viejos cines de pueblo chico como donde te criaron o de barrio porteño donde acompañás su desarrollo. Por ejemplo, que es la única sala en la ciudad y conurbano que ha puesto una proyección por hora de esta peli doblada al castellano.

Eligieron la peli no bien la vieron las dos en el afiche frente a la casa: Harley Quinn, hay algo en este personaje que nos llama poderosamente la fascinación y queremos pagar una onerosa entrada para descubrir qué es.

Y lo hicimos.

Unidas Venceremos (un poco de historia)


Esa tarde del verano del 2014, fueron a ver Zarina, la hada pirata, la sexta y última de la saga Tinker Bell que fabricaron los estudios Disney para su vasta audiencia femenina infantil. Leyla salió de la sala esgrimiendo sables y parches en el ojo como agregado de sus juegos. Fijó sus deseos de esparcimiento en la Plaza Benito Nazar, más pequeña que las tres plazas del Parque del Centenario que exploraba desde recién nacida y más lejana. Tenía un puente colgante en la estructura de juegos de madera, y era, en su imaginación, el escenario ideal para dejar salir a la Hada Pirata a vencer.

Escribiste la primera reseña de casi cien que completarías sobre todo el cine infantil que descubrieron juntas, interpretando en ellas la tensión de ideales femeninos que existe entre guionistas, directorxs, productorxs, empresas y financistas y público consumidor de cine infantil. Estás orgullosa de esas reseñas porque te sirvieron para comprender mejor el mundo donde tuviste que surfear una paternidad empática de una niña a la que no deseabas formar con los mandatos represivos de la heteronorma y el patriarcado con la que tu familia de origen te atormentaba. Orgullose, porque gracias a esos procesos de auto-crítica consciente, de la sociedad que te formateó como varón porque naciste con pene, pudiste encontrar las grietas necesarias para romper con el género impuesto y abrazar el auto-percibido.

Zarina era el nombre de una hada proletaria, que tenía un aburrido laburo en la línea de montaje del polvo mágico, mientras soñaba con ser científica y revolucionar la fabricación de polvos mágicos y, que a fuerza de chocar contra las prohibiciones de su mundo, eligió convertirse en una villana, pirata, para obtener el polvo mágico que deseaba y demostrar su verdad. Lamentablemente, sus bellos deseos negociaron un acuerdo con el peor pirata, el mismísimo Hook, un varón patriarcal egocéntrico, arquetipo del super yo que quiso usarla y encadenarla, un destructor de infancias. La clave de resolución del deseo de la protagonista, estaba en el viejo recurso de las historias de amigas o también llamado de bandas de gangs, exitoso productor de demanda para las muñecas de Monster High, que fuera comprobado en las taquilleras series animadas de los 80, Los pitufos -que inventó el recurso- y los ositos cariñositos que lo despegaron del patriarcalismo rancio de la aldea celeste. El mismo recurso narrativo que permitió el éxito televisivo de Cris Morena en Chiquititas o Rebelde Way, que explosionó la venta de libros desde Mujercitas de María Luisa Alcott en ; el poder de la amistad gregaria que inventó íconos de la historieta como el británico Charlie Brown  o la rioplatense Mafalda.

Unides podremos vencer, es el sentimiento de camaradería fraternal de quienes sufrimos el mundo eso que nos convoca a gastar entradas y merchandising para vivirlo en la virtualidad de nuestras fantasías, al menos, entrenarnos con red en su idealización. En el caso de Los Pitufos, la unidad de la aldea campesina libre europea frente al avance del Land Lord, del Herr, del Señor o Signore, el Sire feudal que vino a imponer mil años de su Dominio Personalizado y Hereditario, su poder absoluto sobre las vidas de esas humildes gentes.

En los otros, o bien son mujeres esclavizadas por el pariarcado, de la misma clase media, pequeñoburguesía profesional y comerciante, o bien de la aristocracia venida a menos y romántica. En otros casos más sutiles y exitosos en nuestra época, seduce una imagen de unidad femenina por sobre las diferencias de clase, de deseos y de personalidades. Lo que la política llama utopía policlasista. Es la misma utopía que vende el nacionalismo de los países colonizados o el cristianismo y todas las religiones de Estados Unificados, monoteístas, todes les oprimides juntes, como gran familia, a pesar de nuestras diferencias de clase social, explotadas y explotadoras hermanadas en el mismo juego.

Disney hacía plata –en épocas de relajación parcial del conservadurismo, con Obama en la Casa Blanca- sobre la sororidad, solidaridad femenina que ya estaba aprobada por la cultura burguesa dominante en los países imperialistas como elemento de progreso cultural y que no paraba de generar espectadoras de cine desde éxitos de taquilla como Mulán, Valiente o Frozen, ayudando a la corporación amiga del Vaticano a teñirse de feminista un poquis.

Siguiendo el deseo proyectado de las madres jóvenes y niñas del nuevo siglo, que hicieron brillar a Shrekmuy por encima de la nostalgia machista de Toy Story -cacheteando al hombre de negocios de Pixar en nombre del inventor de fantasías de Dream Works-, además de sororidad la clave era la aceptación de las razones políticas de “las villanas”, el sueño de aceptación que siempre tiene en algún lado la persona que sufriera la expulsión de su familia, de su clase, de su sociedad. El éxito como redención. Disney no puede ir muy lejos de La Biblia, se sabe.

Sobre arlekuines y máscaras (un poco de pensamiento mágico)


En Aves de presa la clave de lectura está en el subtítulo: Y la fantabulosa emancipación de una Harley Quinn. Inventada por el machismo de la fábrica de superhéroes de la segunda posguerra mundial, Harley Quinn era -hasta esta peli- la Bob Patiño del Jocker, llamado el Guasón en castellano, perdiendo todo el poder simbólico del original.

El Jocker no es el bufón en el sentido literal de quien hace bufa o burla, bromas o, en España, “guasa”. El Jocker es en realidad el Arlequín, el Bufón Real que tiene la función en la corte de desenmascarar la hipocresía del propio universo donde el Rey dirige y toma decisiones. Quien tiene permitido usar una máscara para desenmascarar a mentirosos, engañeros y traidores de los que el Rey sabe se llenará su propia corte a la espera de manipularle a su antojo con todo tipo de astucias.

El Bufón Regio es una apropiación de los primeros monarcas francos, germanos o visigodos de una antiquísima tradición popular indoeuropea, pre romana y presente con variantes en casi todas las sociedades comunitarias anteriores al Estado y la explotación.

Estos monarcas representaban a las familias más exitosas en la guerra que todavía portaban sus tradiciones y cosmovisiones religiosas pero debían dotar a sus reinos del poder que otrogaba la organización centralizada de la buorcacia estatal, y eso implicaba adaptarse al derecho y la contabilidad en latin y al Cristianismo oficializado en el siglo anterior.
Cuando los ritos mágicos eran portados por chamanas, druidas, hechiceras y sacerdotisas que concentraban en su familia y su clan el conocimiento comunitario de los espíritus que habitaban en su mundo, los que hacían que algunas plantas fueran beneficiosas y que otras ayudaran a morir, espíritus de las fuerzas naturales que gobernaban el mundo, el viento y la tormenta, el sol y la luna, que podían ser invocades para asumir un lugar en los cuerpos de la comunidad.

Los rituales mágicos de invocación fueron al mismo tiempo las primeras referencias de las artes de las danzas y el teatro de la historia humana.

Efectivamente, las hechiceras y sus ayudantes o aprendices narraban la historia del espíritu fantástico a quien invocaban; todavía las danzas folklóricas cubanas mantienen estas tradiciones neolíticas de les afrodescendientes arrastrades por la fuerza al Caribe para ser esclavizades por los europeos durante cuatro siglos, los patakies yoruba. Se narra la historia de les espíritus para pedagogizar a la tribu y el clan con la propia historia de su origen y peripecias por el mundo, para transmitir el conjunto de conocimientos valiosos que permitieron sobrevivir a la comunidad.

Se narra invocando la historia de eses espíritus, con personas vestidas con sus rasgos exteriores, colores, artefactos totémicos que simbolizan su poder, y máscaras. Es el origen del teatro griego clásico y ese teatro chino que tanto fascinó a Bertolt Brecht en los años 30 para parir su propio teatro revolucionario, el del distanciamiento.

La máscara anula los rasgos específicos del individuo que la porta para reflejar aquellos rasgos que toda la colectividad a consensuado pertenecen a la divinidad, o al personaje que se interpreta. La máscara no es un engaño, es un espejo que va mostrar al colectivo tal cual es. Esa verdad oculta que la máscara trae afuera, del inconsciente individual y colectivo a la conciencia exterior, puede causar risa o tristeza, depende del público, de la sociedad, del momento histórico. Las leyes del pasado pueden causarnos sensaciones ridículas o un asombro metafísico.

Le arlequín recupera el espíritu mágico del espíritu infantil, no normado, incontrolado, puro caos que desborda el orden social, el dios Pan del Mediterráneo, el Orisha Elegguá del río Níger, Dionisio y Baco clásicos, Hánuman en las costas del Ganges y Dios Mono del otro lado del Himalaya, en la China Imperial, el dios Momo que gobierna el caos desatado en las dos lunas de carnaval, que viene al mundo ordenado y serio a denunciar sus raíces podridas, a desnudarnos para que veamos la verdad debajo de las mentiras con las que solemos disfrazarnos para sobrevivir. El Ello reprimido de Freud.

El actor Joaquín Phoneix acaba de ganar los premios de toda la industria del cine debido a la repercusión popular de su interpretación del viejo Jocker en todo el planeta; desde los rostros de la juventud sublevada en Hong Kong contra el imperialismo maoísta hasta la primera línea de la rebelión chilena en Plaza de la Dignidad, todo el 2019 la máscara del Bufón fue bandera de revolución social en un planeta al borde del cataclismo ecológico, humano y animal.

Dudamos que Aves de Presa vaya a obtener el mismo reconocimiento de los barones de la industria imperial del cine para una peli medio punk (que incluye una escena de reivindicación del consumo de merca y la toma de una comisaría llena de machos por una anarquista con balas de glitter) que viene a ofrecer una parábola muy didáctica sobre el funcionamiento del patriarcado. No voy a discutir los méritos del Jocker de Phoenix al desnudar el maltrato emocional y psíquico que genera el sistema capitalista en les alienades explotades, sus esclaves, aunque deberíamos preguntarnos si el hecho de ser una mujer o persona trans o no binarie no hace que las experiencias cotidianas del personaje de Phoenix –maltrato social cotidiano, precariedad material, maltrato institucionalizado de justicia, policía y salud mental- no hubiesen sido peores.

El embrollado camino de la auto-consciencia


En la epopeya de DC cómics, Harley Quinn era la rubia boba y loca que acompañaba sumisa sólo a su Jocker, obediente como una mascota, feroz como leona a sus mandatos.
En esta peli, Harley Quinn toma la palabra para narrar su biografía. Desde la voz en off  venimos a escuchar la historia de su emancipación, de cómo le costó sostener la segunda decisión más importante de su vida, a saber, desembarazarse de la dependencia emocional y material de su pareja, de su dueño desde que tomó la primera decisión importante, que fue entregarse enteramente al Jocker.

Para explicar sus razones a un público que no la conoce, que la tiene por villana, Harley comienza por su infancia abusada por su padre biológico, quien después de golpearla emocionalmente la abandonó a un convento de monjas católicas que la torturaron sicológica y físicamente hasta que ella misma logró aprender ese arte perfeccionado por les herederes del Vaticano en los últimos dos mil años: la autorepresión del propio deseo.

Así Harley se recibió de médica siquiátrica y llegó a laburar en el manicomio de Gotham City, Arkham Asylum donde el empresario megamillonario que ejerce la ley fuera de toda ley, Bruce Wayne y una Justicia y Policías corruptas decidieron confinar al Jocker, volviendo a los orígenes del sistema de salud occidental, ligados a la represión antes que a la cura, como denunciaran en su momento Antonin Artaud y Michel Foucault.

La fábula hebrea otra vez, Jhavé y Lucifer, el mal absoluto y el bien absoluto, contradicción atómica esencial de la vida humana, y su lucha eterna como metáfora de la vida cotidiana de lucha de la especie por sobrevivir en un mundo hostil. Zeus y Hades, la Catrina y Xibalba de los náhuatl, Cástor y Pólux, Caín y Abel, usted elija la ficción que prefiera, muchas familias humanas en los últimos cien mil años han flashado parecido sobre la relación constitutiva de la humanidad.

Allí Harley se enamoró de su paciente y por medio de ese amor logró salir del closet donde la habían metido las monjas, confundiendo -gracias al amor de transferencia- su propia capacidad para liberarse así misma  con el amor romántico por el poder masculino.
Interesante escena de la vida de Harley, que nos remite a la historia real entre la primera mujer que se recibiera de sicóloga en el mundo, la rusa Sabina Spielrein, egresada de la academia vienesa fundada por el mismísimo Freud, quien la reconoció como discípula. Casi como Harley, pero desde el otro lado del diván, Sabina llegó a las manos del primer discípulo de Freud que ensayó la técnica psicoanalítica en un paciente siquiátrico, Karl Jung, quien la liberó de la camisa de fuerza, las cadenas que la sujetaban a su cama y las sesiones de tortura de la hidroterapia para mujeres diagnosticadas de histéricas y la ayudó a encontrar su camino.

Sabina se enamoró de Jung y Freud teorizó sobre el amor de transferencia, mientras protegía el deseo de su discípulo varón contra el de Sabina, quien en algún momento decidió -con sabiduría- mandar a ambos a la mierda y fundar el primer intento de un jardín de infantes que concibiera a les niñes como personas sujetos de derechos de la historia humana, al amparo del primer Estado Obrero y Comunista de la historia en la URSS de Lenin, Trotsky y Maiakovisky, de quien fuera amiga y con quien compartió la fatídica suerte de ser perseguida por el usurpador de su revolución, que la empujó a las manos de sus asesinos, el Estado Nazi.

Harley llega al mismo lugar que Sabina pero como doctora del paciente masculino, de la misma manera que Clarice Starling (Jodie Foster) en 1991 empieza a interrogar a Hannibal Lecter (Anthony Hopkins) en Silence of the lambs (traducida torpemente como el Silencio de los inocentes en castellano) y termina por ser seducida por este inteligente, sádico y cínico caníbal, también encerrado en una cárcel/hospital siquiátrico.

En el fondo, Jocker y Hannibal nos seducen porque fuimos formateadas en una cultura judeo-católica, en donde el Diablo tiene el mismo poder de Dios, de hecho, fue su primer discípulo, que fuera desterrado al inconsciente –perdón, inframundo- por pretender saber lo mismo que el creador. Dios lo destierra porque no puede matarlo, porque porta la verdad del mundo que ha creado, tiene una función en él. Como en la versión de Saramago de la vida del hijo de Dios, El evangelio según Jesucristo, de 1998, en la que los argumentos del Diablo cuando pasa 40 días tentando a Jesús en el Desierto son absolutamente ciertos y convencen a cualquiere lectere.

Harley Quinn llega a zambullirse voluntariamente en la misma pileta de químicos marca Acme en la que callera Jack Napier (Jack Nicholson) en la Batman  de Tim Burton que viste en una de las tres salas de cine que existían en Posadas en 1989, no recordás si la del cine Sarmiento o la del Español, que convivían en una de las calles del centro o la nueva que abrieron sobre la Avenida Corrientes en ese año. Harley comete el sacrificio para adoptar la misma identidad del dueño a quien entregaba su deseo y voluntad, esa piel blanca artificial, el rostro atenazado en una sonrisa eterna, los colores celeste y rosa en su cabello.

Y para demostrar su “locura”. Es al mismo tiempo Abraham, el cordero sacrificial y el primogénito, salvada a última hora por su propio dios, el Jocker, que en ese acto deja de ser quien viene a representar el Caos contra el orden legal de Gótica para ejercer el Status Quo de Macho Dueño, de Paterfamilia, como cualquier machito dueño de “su esposa”.
Como la mujer joven que mal elije a su esposo como salvador de la opresión de su deseo en manos de su padre. Destino femenino en nuestras sociedades patriarcales, elegir un amo más bondadoso, que a cambio de sexo gratuito mejore la calidad de tus cadenas.

Sororidad y feminismo reformista: la construcción de la emancipación femenina en un mundo de machos


En esta peli, Harley cuenta cómo tomó la decisión de sostenerse en la vida después que su esposo la expulsara del Paraíso Familiar que había construido falsamente. La clave para la satisfacción de su deseo, descubre en la peli, es el amor y la camaradería de sus hermanas de género, que aún viniendo de diferentes contextos de clase (la Huntress o Cazadora de la ballesta de una familia millonaria, Black Canary huérfana empleada de un boliche de mala muerte, la detective lesbiana portorriqueña Reneé Montoya y la pre-adolescente Cassandra Cain, hija adoptiva de una familia pobre y violenta, vecina de los monoblocks donde vive la cantante.

Una pandilla de amigas con poderes contrapuestos y complementarios, con personalidades marcadas y fuertes, policlasista y polirracial que encuentra en la sororidad la única salida posible para la realización de sus deseos individuales y colectivos en una sociedad gobernada por machos.

Hay que felicitar a Margot Robbie, protagonista y productora, por haber elegido a Cathy Yan como directora (asiática y de nombre homófono con la pequeña ladrona que activa la sociedad con la villana rubia protagonista) y a Christina Hodson como guionista. La trama de la peli refleja con fidelidad lo que debe costar fabricar una historia comercial para la Warner Bros. en una industria apabulladoramente patriarcal y machista. Margot Robbie, co-protagoniza la polémica Escándalo, a estrenarse también en febrero de este año, historia de cómo nació el movimiento feminista que más ha impactado en los países imperialistas en los últimos treinta años, el me too (a mí también me pasó).

Hay dos secuencias que simbolizan la ideología feminista con la que las autoras dialogan en términos de identificación y homenaje hacia sus raíces y también como ruptura.

En la presentación de Black Canary, o Canario Negro, la joven actriz afronorteamericana Jurnee Smolett-Bell interpreta la famosa canción que inmortalizara James Brown, It’s a man’s world, co-escrita con Betty Jean Newsome en 1991, en la que un varón confiesa que en un mundo fabricado y dirigido por varones él mismo no sería nada sin una mujer o una niña, o sea, sin un amor de pareja o una hija. El máximo progresismo posible de parte de un varón en una sociedad patriarcal. Claramente criticable por su condescendencia de patrón empático con sus sirvientas, pero también una contradicción donde se puede abrir una brecha en la trinchera enemiga y dar batalla.

Que es lo que hacen guionista, directora, productora y protagonista cuando interpretan su propia escena icónica del clásico de Marilyn Monroe Diamonds are a girl’s best friends en la película Los caballeros las prefieren rubias de 1953. Una canción interpretada por todas las mujeres que pretendieron construir una carrera solista basada en su fuerza de mujer independiente, desde el clip de A material girl de Madonna en 1984 hasta las versiones de Ariana Grande, Thalía, Beyoncé, Christina Aguilera o la anterior versión cinematográfica de Nicole Kidman en Moulin Rougue de 2001, donde co-protagoniza también con Ewan McGregor, que en Aves de presa es el sádico Roman Sionis/Black Masck.

En uno de los símbolos trágicos de su carrera profesional, casi como una ironía burlona, la joven artista Marilin Monroe, que luego supimos de su sensibilidad como poeta, desnuda la horrible realidad de este mundo gobernado por varones, que pretenden “conquistar” mujeres para obligarlas a ser sus “esposas” con sus encantos románticos y elegantes. Ella se empodera con cinismo y sarcasmo, desnudando la hipocresía del amor romántico, declara que sólo se va a entregar a cambio de diamantes, los mejores amigos de las mujeres, porque las mantienen bellas aunque envejezcan, entre otras virtudes. 

Resaltando el homenaje a Marilyn, en Aves de Presa también hay un diamante que, además de permitir la canción, juega un papel central en la trama como en la peli de Marilyn. En este caso, vincula fortuitamente a Harley con Cassandra, quien se lo roba sin querer al secuaz más sádico del maloso, denunciando la incapacidad y falta de inteligencia del villano macho encubierta en una careta de invencible.

En toda la peli, en cada subtrama, el mundo micro de cada mujer está gobernado por varones que sólo se sostienen sobre ellas debido al poder del patriarcado, porque son perfectos estúpidos e incapaces. Sólo son homenajeados los varones que saben cocinar fast food grasosa y picante, cocineros obreros, la escala más baja del patriarcado.

Los policías que rodean a la veterana Reneé Montoya (interpretada por una actriz también veterana, la excelente Rosa “Rosie” Pérez que la rompiera en White man can`t jump de 1993 o Perdita Durango de 1997) son perfectos idiotas útiles, todos, desde el imbécil que la descansa en el despacho de recepción hasta su Jefe; lo mismo que los delincuentes que acosan e intentan asesinar a Harley desde el comienzo de la peli, enormes, musculosos inflados de anabólicos, barbados, de caras cuadradas y gestos rudos, armados con pistolas o cuchillos fálicos todopoderosos y, sobre todo, cagones. 

Cagones como los policías que se roban el crédito de las hazañas de la detective Montoya para progresar profesionalmente incapaces de lograr algo sólos y cagones como el rey del crimen de ciudad Gótica, Máscara Negra, que sólo se animan a vengarse de las afrentas que Harley Quinn les hiciera durante décadas cuando descubren que se divorció del Jocker, es decir, cuando en términos de las leyes de la cofradía de machos que gobiernan el patriarcado, no tiene la protección de otro macho.

De paso, digamos, el super trío de chicas superpoderosas que fabricó la peli (directora, guionista y productora/protagonista) se dan el lujo de bardear la figura patriarcal de Batman, ya que el nuevo supervillano también se cubre con una máscara para esconder su verdadera identidad, un multimillonario huérfano bastante megalómano. Y algo más, cuando asume que su divorcio es definitivo y nunca volverá a esa cárcel, como buena psicóloga, Harley decide ayudarse en la terapia de desintoxicación con una mascota que reemplace a su ex, y escoge sabiamente una hiena, porque su risa le recuerda a su ex y le pone de nombre, Bruce Wayne. Característica que la peli tambié recoge de la tradición cultural LGTTTBIQ+, esta de dar importancia al juego de identidades performáticas y la forma de nombrarse de les personajes en sus distintas transiciones. 

El ejemplo más obvio es el del nombre de la Cazadora con ballesta, que ningún personaje pronuncia porque no le entra en el esquema mental, ya que en inglés, el cazador, the Hunter, suele deglutirse toda posibilidad de referencia mental sobre la caza, actividad de macho por designio de la arqueología victoriana que inventó sin pruebas la ficción de que la humanidad pasó todo el paleolítico dividiendo en roles genitales la caza de la recolección de frutos. Ella elige el nombre específico, huntress

Con mucha inteligencia, la narración de la peli permite la reflexión consciente de la protagonista sobre su propia vida, en un ejercicio aparentemente fortuito y caótico de flashbacks que imitan lo que cada una de nosotras hace en la intimidad o el consultorio de la terapeuta para intentar comprenderse, ir atando las cosas que nos pasaron para buscar una interpretación que nos explique quiénes somos. Como esta reseña, si te permitís decirlo.

Abajo el amor romántico machista (un poco de punk anarca)


Y entre todos los hallazgos que pueda permitirse esta peli pochoclera al máximo, ese es el que más me gustó. Porque Harley Quinn sabe desde el comienzo, como profesional del psicoanálisis que también es, además y por debajo de la súper mega bitch que es como todes la conocemos y tratamos superficialmente, que la causa explicativa de todas sus frustraciones es esa fijación que tiene con el abandono original del amor de un hombre, su padre, que la llevó a elegir otras figuras masculinas poderosas para permitirse ser, su príncipe azul de las tinieblas primero, pasando por el entrañable anciano/abuelito-dime-tú propietario de la fonda de Harlem o Brooklyn (Gotham East) que la refugia, hasta la promesa de un segundo amo del mal con máscara que le ofrece de nuevo la protección masculina en un mundo de hombres y por lo tanto su felicidad como esclava privilegiada.

No es libre y feliz hasta que entiende, a fuerza de fracasos y desgarros dolorosísimos durante una hora cuarenta de peli, que su fuerza de voluntad y verdadero poder residen en sí misma y la solidaridad de sus hermanas de cofradía, víctimas del mismo mal encarnado en hombres distintos.

Una especie de Kill Bill sin ninguna de las pretensiones poéticas de la peli de Tarantino, también sin ninguno de los clishés sobre la femineidad del director macho progre que idealiza heroínas virginales para sublimar su propio usufructo del poder masculino, el trío de directora-guionista-productora dejan un sello que debería explorarse mucho más en el futuro, hacerse tradición. Porque en esta peli, ninguna de las cinco súper heroínas porta ningún aditamento típico del estereotipo masculino de heroínas sexuales, no hay primeros planos de culos y tetas hiper-atrofiados en trajes ajustados rutilantes. Harley se pasea toda la peli como una rubia anti-bimbo, sin los grandes pechos y culo de Marilyn Monroe, usando remeras sucias y botas colorinches y brillosas del arcoíris LGTTTBIQ+, y todas las expresiones de aprobación de cuerpos sexys provienen de las propias amigas.

Una peli pochoclera donde cinco mujeres atraviesan decenas de coreografías de batallas solitarias contra millones de machitos a los que revientan a trompadas, usando armas fálicas que no tienen poder de fuego como las pijas de ellos, bates, martillos, flechas y granadas de reminiscencia ovárica antes que testicular.

Sin decirlo, dejándonos a nosotras la capacidad de descubrirlo, igual que en la icónica feminista abierta por la reinterpretación de Disney en Maléfica (2015), Harley descubre una manera realista y posible de sostener su necesidad sicológica de co-depender afectivamente de otra persona, no en el matrimonio lésbico (también capaz de traición como demuestra la subtrama de la detective con su ex pareja fiscal de distrito) o en una cariñosa familia de machos (como le ocurre a la vengadora de la ballesta) sino en la maternidad por opción.

La revolución de las hijas (y sus madres)


Cuando saliste de la sala notaste que a diferencia de esa vez hace seis años en la que vos introducías a Leyla en el mundo de la fantasía cinematográfica, esta vez fue ella quien eligió la que sería la secuela de Escuadrón Suicida, que Leyla vio en Netflix con su mamá y flashó con la Harley. Sin saberlo, ella ni vos, descubrieron juntas una peli feminista producto de la lucha de la actriz Margot Robbie contra la Warner, que quería una secuela que le devolviera millones de dólares donde se aprovechara este nicho desesperado de la invención de nuevos superhéroes para llenar el ojo de fanáticos ya hartos de supermans, batmans, spidermans y superamigos, Avengers y x-men, que reclaman nuevos héroes que reemplacen a los tan trillados y re-versionados por una industria del cine que no sabe nada de originalidad. 

Cuentan los blogs que la Warner quería una relación seudo erótica para pajeros entre Harley Quinn y Batgirl que imitara la homo-enemistad de Batman y el Jocker y que la actriz aprovechó su ventaja al ser la única que garantizaba con su continuidad contractual pegarse al éxito de Escuadrón, rompió los esquemas y puso la guita para contratar directora y guionistas mujeres y producir esta belleza femenina y feminista.

Tu hija, quien acompañó conscientemente tu transición interpelándose ella misma sobre su auto-percepción de género, vino a conducirte de nuevo a uno de los templos donde ritualizan la felicidad de vuestro hermoso vínculo, para agradecerte los intentos de formación y sobre todo que hayas abandonado conscientemente un personaje de género y empezado a reconstruirte en otra persona, transgénero, travesti, transfemenina y no podés más que agradecerle, aunque la peli se acerca mucho a una sensibilidad terfa (¿es mi paranoia de género autopercibido o cuando de la nada Harley y Cassandra revientan con un cartucho de dinamita a “un asesino/cazarrecompensas parecido a Frida Kahlo” que las persigue en auto están eliminando a la única referencia travesti/transfemenina de la peli?).

Peli de ideología femininja que tropieza con sus propios límites de clase. Porque nosotras no compramos más espejitos de colores. Sabemos que Margot pudo fabricar esta obra de arte como mercancía industrial para el consumo de masas, es porque tiene una productora, es decir, una empresa financiera que mueve mucha guita. Nosotras, en sufriendo igual que su personaje de ficción, no contamos con las posibilidades materiales de la actriz y productora, ya una empresaria mediana en la industria del cine más rica del planeta. Sería ilusorio salir del cine y pretender que sólo poniéndole ovarios vamos a cambiar nuestras vidas.

Al final de la peli, a pesar de la sororidad de género, la alianza superadora de diferencias étnicas y de clase social, el quinteto se quiebra por la realidad económico-social. Harley y Cassandra, como Thelma y Louise, han decidido que si no pueden revolucionar el universo y terminar con el patriarcado, no serán parte de su reproducción social y vivirán de combatirlo a su manera, robando la propiedad privada de sus dueños, elijen el submundo del mal para seguir viviendo. Sus amigas, sin embargo, pretenden corregir legalmente a los malos del patriarcado, y la millonaria ítalo-americana financia un trío de vengadoras junto a una latina exfuncionaria del aparato represivo del Estado y una obrera precarizada del arte popular, afrodescendiente. ¿Trabajarán de acuerdo con Batman, la policía de Gotham y la Fiscalía de Distrito?

La realidad de clase es la que sostiene materialmente todas las otras relaciones de poder que existen en la realidad social. Cuando ella activa, todas las demás normas y convenciones deben adaptarse, o perecer. La revolución de les explotades, siempre en la historia de nuestra especie, ha funcionado como la verdadera fuerza espiritual sísmica que destruye las falsas imágenes que los poderosos construyen para lograr nuestro consenso de oprimides y explotades con su lugar de poder. El mito de la unidad femenina poli-clasista y poli-étnica sólo podrá vencer cuando establezca una estrategia de poder propia como clases sociales explotadas, cuando busque detentar el poder y eliminar toda forma de organización económico-social que saque su ganancia de explotar les cuerpes de les otres, y por lo tanto que no necesiten de familias heteronormadas para sostenerse.

Maternidad elegida y sororidad para destruir la programación sicológica del amor romántico que nos encadena “voluntariamente” a las mujeres como sirvientas de un mundo patriarcal sostenido en familias y relaciones sexo-afectivas heteronormadas, agradecemos a la crisis mundial de las ideologías y fantasías que acompaña el derrumbe del poder del capitalismo a nivel mundial desde la crisis financiera, bursátil y productiva de 2008, y a la marea verde de feminismos obreros y pequeñoburgueses en lucha y movilización permanentes que dinamitan estructuras cerradamente patriarcales como la industria hollywoodense, para que una madre transgénero y la hija hayan podido encontrar un nuevo punto de apoyo para relanzar su bella relación después del agotamiento natural de su infancia y el nuevo y fascinante camino a su adultez que acaba de consumarse bajo esta nueva luna de carnaval.

Les deseamos un futuro donde las Harley Quinn y las Cassandras del mundo encontremos en la organización política de las obreras y géneros explotados por el capital patriarcal los caminos para hacerlo estallar en mil pedazos, y la inteligencia para construir uno distinto, sin explotación de clases, sin Estado ni imposiciones de un género sobre el resto, sin heteronorma.

Arlequinas femininjas para todes.

2 comentarios:

  1. Voy a ver esta pelicula ya. Gracias por tu reseña tan sentida y politica. Tan manifiesto abierto y con permitidas contradicciones. Tan feminista y tan clasista. Gracias por tener en cuenta las raices de quienes estamos atravesando el duelo de una idea o varias, de quienes nos juntamos/se juntanpara organizar un mundo donde la opresion sea una burla. Y que lindo compartir el de Leyla, enorme. Gracias!

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  2. Gracias a vos por estar ahí siempre, amiga, hermana. Por tus palabras que siempre son bálsamos. Espero te guste la peli como nos gustó a nosotras.

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