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jueves, 28 de enero de 2016

Muerte y renacimiento de Algodón

Hace dos años, cuando empezó este viaje, este cantero estaba yermo.


Leyla en su breve sabiduría me regaló a "Algodón" (por sus florcitas blancas) para que volviese a cuidar y compartir mi vida con seres vivos.

Me negué, no la cuidé y Algodón murió, en este cantero.


No sé qué impulso me llevó a comprar al pariente de maguey que vive en el ángulo inferior izquierdo, el día fatídico de la fiscalización de las PASO en que murió Mica, combatiendo. 

Leyla, cumpliendo con sus funciones de hada del bosque, la bautizó "Algodón 2", encaprichada en hacer que la vida reinicie después de la muerte.

Otro día plantamos una papa que había pasado mucho tiempo en la heladera y con sorpresa en poco tiempo echó esos brotes que se ven en el centro del cantero.

Finalmente, usando como resguardos del sol excesivo y la lluvia torrencial los plásticos negros de la sillita de la bici que no van más debido al crecimiento físico de Leyla, entre los mil y un tréboles que nacieron, surgió ese tallito largo y finito en el extremo opuesto del maguey, rematado en 7 capullitos de unas florcitas muy pequeñas, blancoamarillentas, que Leyla Isis reconoció inmediatamente: un retoño de "Algodón 1", había renacido finalmente.

Agarrarse de todas estas ficciones no es ser hippie, no se confundan, es estar tan en crisis con la vida que necesitás prestar suma atención a los detalles más insignificantes para sobrevivir, es como chuparse la humedad de una hojita en medio del desierto, nutrirte de cada soplo de vida que te acerca el cosmos para no morirte del todo, aunque ganes sólo segundos de vida, para seguir luchando un poquito más.

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