Publicado originalmente en revista Razón y Revolución nro 9, otoño de 2002.
Los inicios de la industria argentina se asocian habitualmente al mundo artesanal. Nuestra indagación nos ha llevado a refutar esta imagen al mostrarnos que incluso las ramas de más lento desarrollo en el país, como la metalurgia, abandonan pronto estas formas tradicionales de trabajo.
Los inicios de la industria argentina se asocian habitualmente al mundo artesanal. Nuestra indagación nos ha llevado a refutar esta imagen al mostrarnos que incluso las ramas de más lento desarrollo en el país, como la metalurgia, abandonan pronto estas formas tradicionales de trabajo.
Introducción
La historiografía dominante
en Argentina ha adoptado
en general dos posiciones acerca de la producción metalúrgica argentina: o bien ignora su existencia antes
de 1930 o bien se limita a describirla
negando su carácter capitalista. En este artículo superamos esas miradas
superficiales para encarar un análisis profundo
del objeto en cuestión. Nuestro objetivo es determinar
el
grado
de desarrollo alcanzado
por
las
relaciones sociales
de
producción
capitalistas en la rama en aquellos
años. Con ello intentamos seguir construyendo
la base
empírica necesaria de toda investigación que pretenda
explicar y comprender científicamente
los sucesos ocurridos en ese momento
clave del desarrollo capitalista de nuestra sociedad.
Nuestro análisis utiliza las herramientas
teóricas marxistas para mensurar el nivel de desarrollo alcanzado por el proceso
de trabajo: cooperación simple, manufactura, manufactura moderna y gran industria.
En un primer momento el capital no modifica
en nada la forma de producir.
Se limita a agrupar a varios trabajadores bajo su dirección pero cada uno continúa efectuando la totalidad del proceso de trabajo: esto es la cooperación simple.
En la manufactura el capital divide el oficio artesanal
en diferentes oficios parciales. Así crea obreros parciales que pierden
el control del proceso general. Cada uno de estos oficios parciales genera en consecuencia diferencias jerárquicas en la fuerza de trabajo empleada. Asimismo, cada obrero parcial pasa a ser una pieza de la máquina humana que realiza todo el proceso: las capacidades subjetivas -intelectuales y fisiológicas-
de este obrero colectivo marcan los límites para el desarrollo del proceso de trabajo. Cuando algunas
partes
del
proceso son realizadas por máquinas
no
integradas en un sistema
estamos ante un momento transicional al que Marx llama manufactura
moderna. Una vez que todo
el proceso laboral es realizado por un sistema de máquinas (un gran
autómata) estamos ante el régimen de gran industria: aquí el capital subordina
realmente al trabajo al darle una base técnica al proceso laboral, rompiendo las
barreras subjetivas
para su desarrollo.1
II. 1890
Durante la década
de 1890 se consolidaba un proceso originado aproximadamente en 1870: la transformación
de algunas herrerías en talleres metalúrgicos. Algunos de estos
tradicionales establecimientos evolucionaron en tamaño y tipo de especialidades productivas. Por un lado la demanda de grandes construcciones metálicas para ferrocarriles, barcos a vapor,
molinos harineros, máquinas
agrícolas y frigoríficos llevó al crecimiento (en tamaño edilicio, de fuerza de trabajo, en cantidad y complejidad de las herramientas y de fuerza motriz) de algunas de esas herrerías hasta el punto de convertirse en talleres de fundición, de construcción
y reparación de estructuras metálicas y/o máquinas. Son los establecimientos que concentraban las mayores cantidades
de obreros, fuerza motriz, etc. de la rama. Por otro lado, la demanda de
mercancías de consumo cotidiano se expande con el crecimiento poblacional y promueve el
desarrollo de algunas herrerías que se especializaron en la producción
de muebles de hierro.
ascensores, cocinas, herrajes para obras, etc..
Además de estos adelantos en los establecimientos
de larga data, desde mediados de 1880 comienzan a instalarse producciones con características de gran industria: elaboración de alambres, fabricación
de clavos. bulones
y tornillos. Debemos aclarar que éstos, si bien son rubros importantes, no representan el carácter general de la rama
tal como existía a fines del siglo XIX.
Esta transformación (que hemos
analizado en artículos anteriores)2 promueve
el
desarrollo de la manufactura: la evolución de las distintas ramas de la producción y del consumo
de la creciente población
generaban una demanda de bienes ferrosos
en cantidad y tamaño
suficiente para impulsar nuevas formas productivas
en el proceso laboral metalúrgico. Aparece
una división del trabajo de tipo manufacturero. Como constatamos en las fuentes
de la época, la antigua labor del herrero se divide en los diferentes oficios: fundidores, fraguadores, forjadores,
modelistas, herreros de obra, caldereros, ajustadores y torneros.3 Aparece también la necesidad
de herramientas especificas para cada tarea, de mayor complejidad que los anteriores
yunque y martillo de la herrería. Los establecimientos donde esto ocurre
son
los
más
dinámicos e
importantes de la rama y que aparecen en el censo de 1895 bajo el rubro "Fundiciones, talleres mecánicos y de fabricación de maquinaria". Aquellos
con menor cantidad de trabajadores y máquinas herramientas
siguen consignados como “herrerías”.
Tomaremos como ejemplo de
fundición y taller
metalúrgico a los Talleres “Casa Amarilla” de Felipe Schwarz,
donde se fabricaban estructuras metálicas, cajas de seguridad,
calderas de vapor, herramientas y
diversos tipos de máquinas.
La fundición producía
las piezas para los demás departamentos de la fábrica y tirantes
y columnas de hierro para la construcción de edificios. El hierro era fundido al estado líquido para ser transportado luego por medio de una grúa o pescante hasta los moldes donde era vertido. Este proceso de fabricación de piezas
de hierro por moldeado requería
de la elaboración previa de los moldes de madera y tierra: la
hechura de los moldes y el acabado mecánico son las únicas tareas manuales en la producción de piezas de fundición.
En otras dos secciones estas piezas eran montadas
para
construir calderas de vapor y
cajas de seguridad. Por último, la “sección
de ajustaje” estaba destinada a la elaboración de máquinas para molinos, fideerías, curtiembres, fábricas
de aceite, prensas hidráulicas, sierras de cinta para maderas, motores, tuberías, ascensores, trilladoras y desgranadoras.
Contaba con herramientas
para cepillar, taladrar,
serrar y cortar, así como tornos de diferentes medidas.
En los talleres vemos que el proceso de trabajo se ha dividido
de manera tal que en la fundición se elaboran piezas que luego
son prensadas, cortadas
y remachadas en esa y en las demás secciones para montar las diferentes manufacturas
finales. Esta división del trabajo también se manifiesta en la existencia de herramientas complejas destinadas a trabajos
específicos como las cortadoras, los tornos, las cepilladoras, las punzadoras, etc.. En suma el establecimiento de Schwarz
presenta las características que definen al régimen de manufactura moderna. La situación de los talleres "Casa Amarilla" es representativa del rubro “Fundiciones, talleres mecánicos y de fabricación de maquinaria" del censo
de 1895. Dicho rubro representaba sólo el 5 % de los
establecimientos de la rama pero concentraba al 22 % de los obreros y al 52,3 % de la
fuerza motriz censada.4
En cuanto a la forma de elaborar las piezas moldeadas
para la misma época podemos
comparar la situación en Schwarz con la del
taller de muebles de hierro de Eugenio Cardini.5 En la sección de fundición y herrería se elaboraban las principales partes de los diferentes muebles
fabricados en la empresa. Contaba con un horno con capacidad de fundir 20 toneladas
de hierro que sólo era utilizado
los sábados. En ese día un "maestro hornero" llamaba a todo el personal de la sección (75 u 80 hombres) que
acudía servido de una "cacerola"
a la
boca del horno para recibir en su interior el metal líquido y trasladarlo luego hacia el molde, donde tomaba la forma
preestablecida. Una vez obtenidas
las formas metálicas de los moldes éstas eran procesadas en la herrería que contaba con seis
grandes fraguas y seis fraguas
auxiliares. Aquí el proceso
habría quedado limitado al forjado con útiles simples de herrero ya que la fuente no señala máquinas
especiales. El tipo de producto elaborado en sus talleres y la cantidad
producida eran menores
que en el caso de Schwarz y por ello también es menor la división del trabajo: la fundición
se realizaba sólo una vez a la semana con el mismo personal de
la sección de herrería que, en el resto
de los días, se dedica
a transformar mecánicamente esas piezas.
Otra particularidad de
esta casa era la fabricación de los resortes
y elásticos para los
colchones de las camas. Estos eran elaborados en la
sección de telas
metálicas en forma mecánica, tal como lo señala la fuente: es en realidad una sola máquina la que retuerce,
mide y corta el alambre, "en
una palabra, fabrica en algunos segundos,
los blandos muelles sobre los
cuales se reclinará
más tarde la pereza".6 El régimen de trabajo que impera en este
establecimiento tiene también las características de la manufactura moderna, pero en un grado
de desarrollo menor que en el caso de Schwarz, dado por un menor desarrollo de la división
del trabajo como de la mecanización.
Podemos ampliar esta imagen de la producción metalúrgica con un acercamiento a las
nuevas producciones de fines del siglo XIX que señalamos anteriormente. Uno de los dos
establecimientos dedicados
en 1892 a la producción
de alambres, cadenas, chapa galvanizada
y clavos era "La Argentina" adquirida en 1989 por Freisz y Cía.7 En sus 3.000
m2 de superficie
se sucedían cinco secciones: fabricación de clavos y puntas de París, alambres y remaches,
chapas de hierro galvanizadas, cadenas y tejidos de alambre y la herrería,
carpintería y taller mecánico
destinada a la refacción de la maquinaria.
La elaboración de las puntas de París (un tipo de clavo muy usado en la época)
se llevaba a cabo por medio de máquinas: en cada una de ellas se colocaba el
hilo de alambre de
hierro en bruto (importado) que primero era enderezado, luego cortado a la medida deseada y, por último, se le hacía la cabeza y la punta. Un peón se encargaba de recoger los clavos elaborados por la máquina y los transportaba hacia un tambor donde eran pulidos por frotación.
Una vez pulidos eran empaquetados. La intervención de trabajo
manual en el proceso era mínima limitada a un obrero
utilizando la máquina
y dos peones que transportaban los clavos de las máquinas
a los tambores y
de allí al empaquetado. Al menos ésa es la opinión del cronista:
“¡Qué precisión y qué mecanismo fueron las palabras
que pugnaron por salir de nuestros labios! Un sólo obrero, por inepto que sea, puede, una vez aprendido el manejo de la máquina confeccionar
diaria-mente con la ayuda de ésta,
varios quintales de puntas. Más todavía: hemos dicho obrero, y no es exacto,
porque una vez abierta la válvula que pone a la máquina en comunicación
con el motor principal, aquél es innecesario.”
En otra sección se elaboraban los distintos tipos de alambre (para
cercos, para atar, para
telégrafos, teléfonos, estañados, galvanizados, etc.). El alambre en bruto importado de Europa era recocido en uno de los cuatro
hornos, luego pasaba
por unos gálvanos
y finalmente era estirado en una de las 60 bovinas hasta
adquirir el grueso deseado.
En la sección de galvanizado
de chapas el proceso de trabajo era el siguiente: las chapas de hierro de primera fundición se bañaban en cuatro tanques de ácido
sulfúrico, luego se
les quitaba el moho y eran sumergidas
en agua común para, finalmente,
ser sumergidas en alguno de los dos baños o tanques
de zinc hirviendo, de los que salían galvanizadas. Tras
el proceso de galvanización las chapas eran sometidas a un cilindro de 50 toneladas
de alta presión y de allí a una “nueva y poderosa máquina” (probablemente una prensa) que
les daba la forma acanalada final.
En la cuarta sección de la fábrica se elaboraban los
remaches para flejes, grampas para alambrados y diversos modelos de cadenas.
Al ser elementos de hierro de tamaño reducido,
los mismos eran forjados por martilleo y calentados
en fraguas. Las cadenas
se fabricaban del siguiente modo: un hombre calentaba el pedazo de hierro en la fragua y una mujer lo martillaba
sobre un yunque dándole forma al eslabón
y uniéndolo a los demás. El hierro utilizado
como materia prima en las cadenas provenía de los retazos de alambre en bruto sobrantes de la fabricación de clavos. Como vemos, los trabajos principales que llevaba a cabo el
establecimiento indican la presencia
de un
régimen de gran industria.
Hasta aquí hemos visto
descripciones de establecimientos que ilustran
los regímenes de trabajo en los sectores
más dinámicos de la metalurgia
en la década de 1890: impera en ellos la manufactura moderna y existen producciones marginales de gran industria
en la rama.
III. 1918
Analizaremos los talleres
de la compañía Vasena debido a su importancia y representatividad en el contexto de la metalurgia
argentina desde su fundación hasta
fines de los años
'20 del siglo pasado.
La trascendencia de esta firma va más allá
del hecho de haber
quedado impresa en la memoria histórica de nuestra sociedad
a raíz de la huelga que disparó los acontecimientos de la Semana Trágica de enero de 1919. Ya en 1907 figura como segunda importadora
de hierro entre las 109 empresas
metalúrgicas de Capital con el 20.31%.8 En 1916 un informe del Departamento de Comercio norteamericano9 destaca a Vasena
como uno de los tres establecimientos
más importantes en la producción de acero estructural para edificación, bulones,
clavos, alambre, artículos rurales y otros. Lo menciona también como el único de los tres
que abastece de hierro y acero a los medianos y pequeños establecimientos del sector. Por la información que tenemos hasta el momento, la siguiente apreciación es acertada:
"Pocos años después de 1870, comenzó a funcionar
el Establecimiento Mecánico de Hierro
y Fundición de Pedro Vasena e Hijos que fue en los siguientes cincuenta años la expresión más elevada de la industria metalúrgica argentina.
Además de una gran variedad de piezas de fundición destinadas a la
industria de la construcción, Vasena instaló el primer gran taller de construcciones de acero, en el que
se fabricaron las estructuras metálicas de los principales edificios de Buenos Aires construidos entre 1890 y 1914."10
El análisis de los talleres de Vasena11 nos permitirá evaluar treinta años después la consolidación de las tendencias que señalamos anteriormente. Para 1918 Vasena
contaba con un taller en la ciudad de La Plata para el que no tenemos información, un taller central en las calles
La Rioja y Cochabamba (hoy Plaza Martín Fierro) y un taller
en las calles San Francisco y
Pepirí a la vera del Riachuelo. Veremos en detalle estos dos últimos.
1) Los talleres centrales
En la sección dedicada a la fundición
de hiero y acero el proceso para la elaboración de las piezas de metal era, a grandes
rasgos, el que sigue: primero el metal era fundido
en tres
hornos de crisol con diferentes capacidades (uno de 3
toneladas, otro de 5 y un tercero destinado a las piezas más pequeñas), luego era volcado directamente en
el suelo de tierra o bien dentro de
cajas-moldes (elaboradas en madera y tierra de fundición) para tomar la forma deseada.
Este sistema de fundición
de piezas “por moldeo” es, en esencia, el mismo que observamos
en las variantes de "Casa
Amarilla" y Cardini. La novedad en el taller de Vasena aparentemente habría sido
que las cajas-moldes eran montadas en vagonetas
que las acercaban a la boca del horno, de donde
recibían su contenido líquido.
“Las grandes piezas se moldean con tierra de fundición directamente
en el suelo o bien en las cajas- moldes para pasar después a los grandes hornos que funden los crisoles metálicos (... ) Antes de fundir se pasan las matrices con sus bordes cuidadosamente pulidos, despojados de aristas, a las estufas en
vagonetas especiales, que abrevian
y simplifican la operación.”
También se habían producido cambios en la producción
de cadenas. A diferencia del proceso que se llevaba
a cabo en Freisz y Cía., en los talleres centrales de Vasena
el doblado de los eslabones y su cierre era hecho por una máquina, mientras
que el remache de la unión era efectuado por diestros forjadores a martillo con el metal a una determinada
temperatura de temple. En el caso de la sección
mecánica (donde eran producidas
máquinas por encargo para diversas industrias como, por ejemplo, máquinas de
enlatado de carne
para frigoríficos y prensas
para diferentes tipos de trabajos)
observamos que existe una división
del trabajo muy avanzada y posiblemente con algunos trabajos
ya mecanizados. Sin embargo, el hecho de que
esta sección trabaje por encargo
la convierte en una de las más rezagadas respecto al resto. Había
también una sección donde se fabricaban tuercas, bulones, remaches para calderas
y tirafondos para rieles.
De la fabricación de
los bulones sabemos que se realizaba en dos máquinas: la primera hacía la cabeza del bulón, ovalaba el cuello y lo alisaba, mientras
que la segunda le daba forma a la parte roscada. Finalmente
era pulido en tambores inclinados que eliminaban las imperfecciones
por medio de la frotación entre los bulones y la arena. Según
nuestro cronista cada máquina podía elaborar hasta 2.000 bulones por día y "su funcionamiento absolutamente automático no exige mayor cuidado". En otra sección
se elaboraban tornillos para madera de manera muy similar: por medio de máquinas
se cortaba alambre en las medidas deseadas y a cada trozo se le hacían la cabeza, la ranura de la cabeza, la punta y la rosca.
Finalmente también eran pulidos en los
tambores giratorios. Todos estos trabajos
son efectuados
por sistemas de máquinas.
En síntesis, este establecimiento
responde a las características de la gran industria.Los trabajos
manuales son pocos, de menor importancia y están intercalados
dentro del proceso
productivo: por ejemplo el remache
en los eslabones de las cadenas o la sección que fabrica por
encargo (es algo habitual que las fábricas
tengan una sección de pedidos especiales, y
éstos no suelen estar tan objetivados, pero no modifica
el carácter fabril del conjunto del
establecimiento).
2) Los talleres del Riachuelo
La producción principal
de este establecimiento eran los armazones de hierro y acero
estructural. El régimen de trabajo era similar al de la sección calderería donde, disponiendo
de fresadoras, punzadoras,
remachadoras automáticas y otras máquinas
se construían todo tipo de calderas, tanques para petróleo y artículos para frigoríficos.
Aunque deberá ser confirmado, es posible que procesos parciales como el remachado o
el punzado de las diferentes
piezas fuera llevado a cabo por medio de máquinas, con una mínima intervención manual.
La descripción del trafilado
y galvanizado de alambre nos muestra un proceso de trabajo mecanizado. El alambre crudo pasa por 600 bobinas
o carreteles, dispuestas sobre 17
largos bancos, que lo van estirando
y alisando al grosor deseado. Las máquinas que desarrollan
este trabajo (“son de gran sencillez y marchan, puede decirse,
solas”) fueron construidas en los mismos talleres de la cía.. Los rollos de alambre alisados eran conducidos,
por medio de un
guinche eléctrico, hasta un horno recocedor que les daba temple; luego eran sumergidos
en un tanque-pozo de alquitrán, luego eran retirados y escurridos sobre un plano inclinado con
desagüe para finalmente ser recocidos
nuevamente durante 24 horas en el horno. La sección de
galvanizado contaba con tres bancos de 60 bobinas similares a las del trafilado que "como éstas,
han sido construidas en la casa y marchan automáticamente
sin exigir más que el cuidado y la
vigilancia de unos pocos operarios”. En 1892 Freisz y Cía. producía
los diversos tipos de alambre que la fábrica de Cardini transformaba en resortes para camas u otros: en 1919 Vasena
fabricaba el alambre y también contaba con las máquinas que lo cortaban
y torcían para fabricar los resortes. Asimismo, los talleres
Riachuelo tenían una sección para la fabricación de diversos modelos de clavos. Destaca la descripción
del proceso de elaboración de los mismos, que es similar al que ya reprodujimos
para el caso de 1891 que, como dijimos, se trata una máquina que recibía el alambre, lo cortaba a medida, les fabricaba cabeza y punta y los dejaba
caer en cestas que eran conducidas a los tambores pulidores.
También en el caso de los talleres
del Riachuelo podemos sostener la hipótesis de la existencia del régimen de gran industria.
Conclusión
Hemos visto como en 1890 en los sectores más importantes y dinámicos de la rama imperaba la manufactura moderna, mientras que ya encontramos, aunque
en forma marginal, producciones con características de
gran industria. Para 1920 todas las fuentes relevadas hasta el momento señalan que en dos de los talleres de la empresa metalúrgica más importante
de la época la producción asumía la forma de gran industria.
Esta imagen,
que deberá ser ampliada
en el devenir
de la investigación futura comienza a sentar las bases necesarias
para
la comprensión
de los fenómenos históricos de la relación capital-trabajo en la esfera de la metalurgia.
Por lo
tanto este trabajo redunda en un aporte para pensar con bases más sólidas los acontecimientos
posteriores al período analizado: las transformaciones del sector en los años veinte y treinta del siglo
XX deberán ser comprendidas a raíz de la trayectoria precedente de la rama y no más como sucesos disparados
por causas de orden puramente
exterior a ella. Eso lo demuestra el
hecho de que las empresas más
importantes desde
la década de 1930 en adelante se desarrollaron sobre la base de los establecimientos más dinámicos de fines del siglo XIX como es el caso de los talleres Vasena que fueron una
de las piedras de toque del crecimiento de TAMET. He aquí un eslabón fundamental en la cadena evolutiva de una rama que unos creían perdido y otros, olvidado.
NOTAS
1Para un mayor detalle de las bases teóricas de este trabajo puede verse Marx, Karl: El Capital, El
proceso de producción del capital, México, Siglo XXI, 2000; Kabat, Marina: "Lo que vendrá. Una crítica a Braverman..." y Sartelli, Eduardo: "Para comer una hamburguesa” en Razón y Revolución nº 7, Buenos Aires, verano de 2001.
2 Grande Cobián, L.: "El trabajo en los albores de la industria metalúrgica argentina. 1880-1920",
ponencia, presentada en el Quinto Congreso Nacional de ASET, agosto de 2001 y del mismo autor: "De la Herrería al Taller Metalúrgico. Concentración y procesos de trabajo en la industria metalúrgica argentina 1870 y 1920" presentado en las VIII Jornadas de Historia Interescuelas Departamentos, Salta, 2001.
3 Véase por ejemplo la estadística que publica Adrián Patroni en 1896 (en García Costa, Víctor O.: Adrián
Patroni. y "Los Trabajadores en la Argentina", Buenos Aires, CEAL, 1984.. vol. 1.. páginas 114 a 120) de la Sociedad de Resistencia de Obreros Mecánicos, Fundidores y Anexos de 28 establecimientos metalúrgicos donde trabajaban ajustadores, fraguadores, carpinteros, fundidores, caldereros, remachadores y peones. Similares categorías aparecen en censos de 1907, 1808 y 1910 del Departamento Nacional del Trabajo (punteadores, ajustadores, fraguadores, machucadores, caldereros, mecánicos, fundadores, modelistas,. ajustadores, torneros, forjadores, mecánicos, herreros, carpinteros y aprendices).
4 El establecimiento de Schwarz era de los más importantes del rubro en la Capital Federal con un 9,60 %
de la fuerza de trabajo censada y un 8,72 % de la fuerza motriz. Los datos surgen de: República
Argentina: Segundo Censo Nacional, levantado el 10 de mayo de 1895, Buenos Aires, Taller Tipográfico de la Penitenciaría Nacional, 1898, tomo IV; Chueco Manuel C.- Los pioneers" de la industria nacional, tomo 11, Buenos Aires, Peuser, 1896; y Moorne: Las industrias fabriles en Buenos Aires, Buenos Aires, Librerie Franraise, 1892.
5 Allí la fabricación de los muebles se dividía en cuatro secciones: fundición y herrería, pinturería, fabricación de telas metálicas y taller mecánico. En la primera el metal era moldeado y elaborado en las formas finales, en la segunda era barnizado, en la tercera se fabricaban los diversos productos que
formaban parte del mueble (como los resortes y los elásticos para colchones o los tapices) y en el taller
mecánico se construían y reparaban las máquinas y herramientas que utilizaba el resto de la fábrica. La información de este taller en Moorne, op. cit. , página 19. Moorne, op. cit.
6 Moorne, op. cit., pág. 19
7 Moorne, op. cit.
8 "Establecimientos metalúrgicos en la Capital de la República Argentina en 1825 y en 1907", Boletín de la UIA, nº 470, 15 febrero de 1908.
9 Massel, J. A., "Markets for Machinery and Machine Tools in Argentina", Special Agents Series, nº116, Department of Commerce, Bureau of Foreign and Domestic Commerce, Washington, Goverment Printing Office, 1916.
10 Los datos de Vasena en el diario La Epoca, 10 de septiembre de 1918, pág. 4.
11 "Acero: aún en pos del autoabastecimiento” en La Ingeniería, nº 1939, 1976.
Leonardo,
ResponderEliminarLeyendo sobre la intervención del ejercito en la fundición Vasena en 1919, me llevó a otras páginas, entre ellas tu blog y éste artículo sobre fundiciones en Argentina. Ente ellas una fundición si se quiere menor, pero con el atractivo de lo ornamental de sus trabajos.
Sabes si hay catálogo o muebles de los artículos que se mencionan de la fundición Eugenio Cardini?
Saludos
Fernando