Bajando el Cielo a la Tierra
La
dictadura del proletariado como un acto de cordura
(y
una referencia al amor)
Título de un texto de Pablo Rieznik a los
150 años del Manifiesto Comunista,
publicado por la revista En defensa del
marxismo nro. 20, 1998
Decidimos que lo íbamos a visitar a la
salida de la segunda charla que dio en la UTN de Tronador y Triunvirato en mayo
de 2014, antes de empezar con la quimio. El curso de Pablo Rieznik en la UTN lo
habían organizado los compañeros del local del Partido del barrio para darle
formación política “nivel dinamita” a los trabajadores y vecinos que se habían
acercado durante el furor del ascenso del Frente de Izquierda en el 2013.
Pablo había sido muy importante en
nuestras vidas. Cuando comencé a cursar el segundo año de la carrera de
Historia, en la vieja planta de cigarrillos de Massalin Particulares de Puán y
Bonifacio, devenida Facultad de Filosofía y Letras, la vida se había
transformado en un oscuro túnel sin salida. La crisis familiar había alcanzado
su punto máximo en el 96 con la expulsión judicial de mi padre del hogar común,
el ajuste menemista mostraba su cara más rabiosa y yo había abandonado la fe en
la caridad católica como solución a la miseria en el mundo sin reemplazarla por
nada. Vivía una especie de existencialismo pesimista, asombrándome por el
marxismo reformista y de medio pelo de algunas profesoras en el CBC después de
años de teología, mezclado con el esoterismo oriental –una mezcla rara de Sai
Baba, Rabindranath Tagore y Walt Whitman- que mamaba en el taller de óleo que
llevaba adelante en un viejo conventillo de Boedo, bajo la tutela de una de las
últimas grandes artistas plásticas del país, absolutamente desconocida para la
academia.
Perdido pero buscando un rumbo, la maquinaria
extraña del azar me puso en el teórico-práctico de Economía para Historiadores,
materia aparentemente menor en el ciclo de materias introductorias de la
carrera. Pablo lo dirigía con su característica mezcla de humor ácido y tierno,
de firmeza teórica y de principios.
Me voló la cabeza. Sentí lo mismo que
mucho tiempo después leí que Lafargue dijo que había sentido en la primer
caminata nocturna en la que su suegro, Karl Marx, le explicó mientras paseaban
al perro su cosmovisión de la lucha de clases y el universo: se me cayeron las escamas de los ojos.
Pablo me introdujo al marxismo como
herramienta científica y práctica para entender todo: lo que pasaba en el mundo
y lo que me pasaba a mí en el mundo. Pero además, me mostró el camino para
construir una herramienta poderosa y efectiva para terminar con los males del
universo y los de mi propia vida infinitesimal. Porque Pablo era un intelectual
revolucionario, construía un partido político para organizar a los trabajadores
y el pueblo, concentrar su fuerza y gobernar.
A pesar que tuvimos una relación bastante
cercana, mucho tiempo después supe que había sido uno de los más importantes
dirigentes de la Federación Universitaria Argentina entre fines de los 60 y hasta
que la dictadura de Videla se lo chupó y lo torturó en El Atlético. Recién el
día que lo cremamos en la Chacarita escuché por primera vez los detalles de su
detención y la valentía racional con la que enfrentó la picana y el pentotal.
Elegimos el fin del segundo curso por
varias razones. La más importante es que podíamos hablar claramente con Pablo,
contando cada detalle de lo que sabíamos y la misión en la que estábamos,
esquivando el gran escollo de tener que anticiparle su propia muerte futura,
porque para esa época los médicos ya le habían dado un pronóstico que,
lamentablemente, se terminó comprobando casi exacto. La muerte ya no era un
problema para Pablo, consciente que tenía “fecha de vencimiento” como él mismo
jodía en serio en esos chotos meses.
Lejos de derrumbarlo, el último año de su
vida fue el más lúcido en su trabajo teórico y de formación de nuevas camadas.
Lo vimos aparecer por charlas y trabajos impresos como si tuviese veinte años
menos. Llegó a ganar un debate científico muy sutil con uno de sus competidores
más importantes en el campo de la economía marxista, algo que no suele pasar
muy a menudo. Pero además se conectó con el fluir del universo de una manera
impresionante, re-descubriendo la belleza de la vida en cada mañana de sol, en
cada café con amigos, en el inabarcable amor de sus cuatro hijos, su hija y su
compañera, hasta en la dulce mirada de su perro, Felipe, que lo acompañaba a
clases, charlas y movilizaciones, como si hubiese decidido ser su escudero en
el tránsito al mundo desconocido.
Usamos la aficheta de convocatoria al
curso que guardo en mi casa como objeto-llave de la máquina del tiempo ovalada.
El Tony pidió acompañarnos no tanto por la curiosidad de emprender el viaje
espacio-temporal (la idea no parecía serle novedosa) sino porque así podía
aprovechar para verse el documental en el local de Ortúzar mientras nosotros
entrevistábamos a Pablo. Era lunes a la madrugada y al mediodía tenía que
entrar a laburar. Descubríamos en joda una de las mejores razones de un
laburante para viajar en el tiempo: tener un poco de tiempo libre.
-Este tobogán me hace acordar a otra peli,
loco, de ciencia ficción, basada en teorías científicas de grossos de la NASA,
con Jodi Foster… -fue la extraña reflexión de Tony cuando pegamos con el culo
en el piso del desván ovalado de la oficina de la SIDE en el Barolo de 2014.
A pesar que le dimos muchas vueltas a la
forma en que íbamos a encarar la charla y la presentación del asuntito a Pablo,
y de todos los nervios que teníamos por volver a verlo vivo dos meses después
de cremarlo, la verdad es que todo fluyó de una manera demasiado natural para
que no lo notemos.
-¿Otra vez ustedes? ¿No me van a dejar en
paz hoy? –nos saludó Pablo en la esquina de Plaza donde lo emboscamos. –Si me
quieren convencer de que siga con el curso ya le expliqué a Leo que la quimio
es demasiado fuerte y no puedo garantizar mi presencia…
-No es eso Pablo. –lo primereó Santos para
sacarme el problema de encima. -Venimos del futuro. Si tenés un tiempito nos
tomamos un café y te lo explicamos mejor. Necesitamos de tu ayuda para entender
algo muy importante.
Recién ahí Pablo notó que no teníamos la
misma ropa con la que fuimos a la charla que había terminado veinte minutos
atrás y la presencia imprevista de la Negra. Acostumbrado a nuestros delirios,
sólo atinó a sugerirnos que usáramos el mismo bar de la UTN para charlar. Una
vez acomodados y con los pocillos de cortado en la mesa, aprovechando el
incesante ir y venir de estudiantes y profesores, y el cono de silencio que su
bullicio armaba alrededor de nuestra mesa, preguntó…
-¿En qué carajo se metieron ahora?
Le pusimos en palabras lo mejor que
pudimos todo lo que había pasado desde que Santos se encontró con la cara del “agente
Cabral” en Kosovo hasta mi disertación con Muñoz Molina en las catacumbas católicas
del Palermo de Borges y después de escuchar con atención, comenzó el baile
mágico más revelador del extraño viaje en que estábamos.
-Vamos a hacer una cosa, muchachos. Vamos
a tomar la idea de Borges esta de la “fe poética” y voy a hacer de cuenta que
les creo lo que me contaron como si lo hubiesen vivido de verdad. Más como
ejercicio optimista y por deporte que porque tenga ganas de creerles, y porque
la verdad no tengo nada que hacer y hoy es mi última tarde con pelo en la
cabeza. ¿Cuál es el problema más importante que tienen en manos?
-Saber para qué armaron el Barolo. –dije
yo.
-Eso no lo podemos deducir más allá de lo
obvio –dijo Pablo- que lo quieren para cagarnos, para evitar que la clase
obrera tome el poder y raje a la burguesía al archivo de la Historia.
-Entonces pensemos cómo destruirlo
–propuso Santos.
-Ahí sí el ejercicio deductivo puede ser
útil. Para superar a la burguesía tenemos que arrancar por comprender
dialécticamente su forma de pensar y actuar, así vamos a detectar su punto débil.
Obtenemos una guía de acción y, de paso, nos llevamos lo más valioso que tenga
su pensamiento como herencia propia. La superación dialéctica de algo implica
su negación, su destrucción, pero no de una manera total, no destruyendo todo,
sino incorporando lo mejor de lo negado como materia prima de lo próximo a
construir.
-Arranquemos por la Comedia entonces –sugerí, llevado más por la necesidad de poder
darle un cierre a mi debate personal con Borges que por otra cosa.
-Mirá, entre las cosas que empecé a hacer
desde que los matasanos me pusieron la fecha de vencimiento, fue explorar las
bases científicas de las teorías más delirantes sobre la forma de matar al
cáncer, en particular esa proliferación de alternativas orientales, que van del
Reiki a la acupuntura. Y también se me dio por mirar las conferencias de Piglia
sobre Borges, que son sencillamente geniales. Les recomiendo verlas.
-Yo también las ví, Piglia debe ser el
mejor crítico literario vivo. –sentenció la Negra.
-No sé mucho de literatura –retomó Pablo-
para mí Dante Alighieri se parece a los grandes científicos del Renacimiento,
que fundaron la ciencia moderna, la ciencia burguesa, mucho antes que la
burguesía tome el poder. Newton y Kepler, por ejemplo, descubrieron la forma en
que se mueven todos los objetos sólidos en el universo, sentaron las bases de
una ciencia teórico-práctica pero al mismo tiempo eran profundamente religiosos
y en el caso de Newton seguía desarrollando experimentos esotéricos como
alquimista. Eso decía Keynes en su biografía de Newton, que el primer
científico moderno fue el último alquimista mágico…
-La fusión de un pensamiento transicional
entre el mundo científico moderno y las viejas mentalidades fantásticas y
metafísicas del mundo feudal que le fascinaban a Tódorov de tipos como Hernán
Cortés o el propio Cristóbal Colón… -acoté temerosamente.
-Ponele. Pero pensemos un poco, ¿cuál fue
la crisis existencial de estos tipos? Que en el fondo es la crisis de
conciencia que parió al mundo moderno y que sólo pudo resolver Marx para
alumbrar definitivamente una ciencia revolucionaria para construir el futuro.
Newton y Kepler querían demostrar la existencia de dios, de un Gran Arquitecto
encargado de diseñar cada detalle del cosmos. Pero buscaban una demostración
científica, con pruebas, no basada en la fe especulativa de la Santa
Inquisición. Su ruptura con el Vaticano estaba basada en concepciones morales,
éticas, en el hecho concreto que no bancaban materialmente sus investigaciones,
pero no por un abandono de la fe religiosa. En esa búsqueda de pruebas, la
clave del asunto se las dio el telescopio de Galileo y la técnica de la
observación astronómica. Hasta ese momento, la Iglesia había planteado que el
mundo mortal, la Tierra, era el Reino de los Humanos, de lo imperfecto,
mientras que el Reino de Dios, el Cielo, era perfecto, inmutable. Por eso se
podía hacer ciencia práctica sobre todas las cosas del mundo pero para
comprender el Cielo era suficiente con deducir las ideas de la imaginación
divina.
-Uff, dame un ejemplito Pablo… -tiró la
Negra, a quien fascinaban estos descubrimientos.
-Muy sencillo. La primer hipótesis de
Kepler surgía de la Teología. Los planetas y las estrellas debían moverse en
órbitas circulares alrededor de la Tierra. Era lo que decían los griegos de la
Biblioteca de Alejandría, en la fragua de la ciencia bizantina posterior, el
modelo Ptolemaico. El círculo era la forma perfecta, sin principio ni fin, como
toda creación del único ser pre-existente a todo lo creado. Si dios había
decidido que planetas y estrellas se muevan con un orden, éste debía tener una
perfección en la forma y una perfecta y bella armonía, como la música, que te
lleva a estados sublimes de exaltación espiritual y está basada en una
composición aritmética rigurosa.
-Carl Sagan señaló eso –metí bocadillo-
Kepler buscaba “oír” la danza musical de dios en el universo, la voz del
cosmos.
-Muy bien. La tragedia de estos tipos
–científica y personal- es que cuando se pusieron a mirar concretamente lo que
buscaban, a medir el movimiento real de las cosas… descubrieron que las órbitas
no hacían círculos perfectos, sino que se deformaban a medida que los objetos
llegaban a las distancias más extremas entre sí, lo que conocemos como
“elipses”. La misma diferencia entre la redondez de una pelota de fútbol número
5 y una de rugby…
-O sea que dejaron de creer en dios.
–concluyó Santos.
-No, para nada. Pero sí descubrieron que
el Cielo no era diferente de la Tierra, que también había imperfecciones. Y si
había imperfecciones, tenían el permiso divino para estudiarlas concretamente,
aboliendo el mandato clerical de la deducción metafísica. Galileo, Newton,
Kepler le dieron a la humanidad occidental el gran regalo de bajarle el Cielo a
la Tierra. Ahí nació la ciencia moderna.
-Como explicaste el sábado pasado, ahí
nace el marxismo. –recordé.
-Claro, porque la Economía Política como
ciencia es hija del mismo planteo. Si Newton buscó hasta encontrar la “fuerza
invisible” que explica una conexión entre cada cosa que existe en el universo, la
gravedad, el aporte de Adam Smith fue intentar encontrar la “fuerza invisible”
que conecta la caída del precio de la Seda en Shangai con la suba de las
acciones de las empresas textiles de Mánchester. La idea de la “mano invisible”
del mercado, además de pretender ocultar el interés de clase que explica los
desastres económicos del capital para las masas, radica en el supuesto más
noble de defender que existe una conexión invisible a simple vista entre los
“hechos económicos” y los “actores económicos” a nivel mundial. Y la Economía,
que hasta ese momento era pensada de una forma absolutamente práctica,
inmediata, empírica, pasó a ser pensada a otro nivel.
-Como si hubiesen subido las relaciones
económicas de los seres humanos de la Tierra al Cielo.
-Bien Negra, exactamente así.
-¿Y cómo entraría el Dante acá? –consultó Santos.
-Mirá, lo que tenés en el Dante es una
descripción detallada del mecanismo que lleva a las almas del mundo terrenal al
Cielo. Es la vieja concepción platónica examinada en detalle. ¿Qué decía
Platón? Que todo lo que existía era doble, dual. El agua y el fuego, el cielo y
la tierra, el hombre y la mujer, los amos y los esclavos, los civilizados y los
bárbaros… etc. En el individuo estaba la dualidad entre la carne y el alma,
entre el soporte material de nuestra existencia, que nos encadenaba al mundo
imperfecto a partir de las necesidades básicas: comer, cagar, amar. Pero el
sentido de la vida estaba en buscar alcanzar la verdadera potencialidad única
de la especie humana: la posibilidad del conocimiento absoluto, de la sabiduría
total. Era un dueño de esclavos, se pasaba todo el día pensando, más como la
imagen de la meditación profunda y sistemática de los ascetas, los monjes
budistas o los yoguis hindúes.
-Como que el “gobierno de los mejores” que
plantea Liza Simpson, cuando tienen el problemita del uso de la glorieta.
-Claro, claro... –retomó Pablo después de
las carcajadas unánimes que provocó el bocadillo de Santos. –El gobierno ideal
para Platón era el de los mejores, el de todos los que se dedicaban
exclusivamente a alcanzar la sabiduría, los filósofos. El conocimiento de la
totalidad como única forma de poder organizar una vida perfecta y
satisfactoria. Interesante que los esbirros de la Iglesia medieval usaran la
metáfora dualista de Platón como base de toda su Teología. Y en esto coinciden
agnósticos como Borges, que cree en dios a la manera de Shopenhauer, a saber,
que dios es el conocimiento absoluto, total. Fijate que los siete pecados
capitales -originalmente ocho si incluís
la Tristeza- están basados en esta concepción.
-¿Cómo la Tristeza un pecado?
-Sí, Negra. Porque como en todas las
religiones de la historia humana, las prescripciones y prohibiciones ocultan un
recetario para alcanzar los objetivos planteados. Entonces, si el objetivo es
llegar a dios, y dios es la perfección, la sabiduría total, para llegar ahí hay
que despojarse de los límites que la materia imperfecta nos impone. Si tengo
que pasar el tiempo trabajando para poder comer ¿cómo hago para relajarme y
meditar? Si estoy obsesionado buscando satisfacer mis apetitos sexuales para
reproducirme, ¿cómo hago para concentrarme y pensar? ¿Se ve el problema?
Entonces, prohíben todos los límites de la carne, transformándolos en pecados
mortales sin perdón. La gula es la prohibición de perder el tiempo tratando de
comer y alimentarse con placer, dedicándole el tiempo mínimo y necesario para
mantener funcionando el cerebro del pensador; ni que hablar de la sexualidad,
castigada como lujuria, que es reprimida en todos sus aspectos que vayan más
allá de mantener la continuidad reproductiva de la especie, eliminando toda
búsqueda de placer.
-Perdón que me meta, eso lo veo, pero el
orgullo, la ira, la soberbia, la envidia y la pereza… ¿y la tristeza, por qué
la tristeza?
-Hay un monje del siglo cuarto, que murió
en el 399, casi mil años antes que el Dante, que los agrupó así: los deseos de
posesión y los derivados de la frustración del deseo de posesión. Uno desea
comer, coger, tener guita y ser reconocido por los demás porque son necesidades
elementales de la vida humana, y si no lo consigue se pone triste, se deprime o
le agarra una bronca terrible y pretende con orgullo revertir el destino fijado
y conseguir lo que quiere… Gula, Lujuria, Avaricia y Vanagloria seguidos de
Tristeza, Depresión, Ira, Orgullo. El tipo estaba más pensando en un camino de
liberación espiritual que en otra cosa, pero el Vaticano necesitaba además una
doctrina que le sirviera para dominar la cabeza de los siervos, esclavos y
campesinos oprimidos por el Imperio y los terratenientes. Entonces terminaron
concluyendo en que la vanagloria y el orgullo eran suficientemente parecidos
para hacer uno, lo mismo que la tristeza estaba incluida en la depresión de la
Pereza. Después, con suma sutileza desligaron la avaricia –el deseo de poseer
riquezas- de la envidia –el deseo de poseer las riquezas ajenas- y armaron el
cánon definitivo.
-¿Y eso cómo domina a la gente?
-Sencillo Santos. Imaginate la vida
concreta de un esclavo o un siervo medieval al que desde chiquito le dicen que
dios lo ama, que hizo un mundo para que él lo disfrute pero tiene que bancarse
una vida de explotación para llegar a alcanzar el Paraíso, la Tierra Prometida,
allá, después de muerto. El tipo necesita comer y tiene que aguantarse una
comida de mierda, sin sabor alguno y cada tanto no le alcanza y no come. No es
un problema de dios –le dicen- es que el sacrificio de ceder ante el pecado de
la Gula lo va a hacer más puro. Tiene que coger para criar hijos que lo ayuden
en el laburo tortuoso del campo o las minas, pero no buscando el placer del
amor fraternal con su pareja, cosa que le va a ser negada por su vida de
explotado. Otra vez, no es una cagada de dios ni del orden establecido sino una
ayudita para que llegue al Cielo.
-Agua y ajo.
-Claro Negra, la idea de aceptar lo que
tenés –una vida de mierda- para ganarte la eternidad de felicidad, el premio
mayor. De paso sostenemos a los explotados contentos con su explotación, y los
exprimimos para enriquecer a la nobleza. Ahora, ¿qué pasa si el tipo se raya?
¿Qué pasa si no es capaz de atenerse a la dura disciplina que implica una vida
sin placer ni amor? No acepta su pobreza y quiere ser rico, como los únicos
ricos son sus amos, envidia su riqueza, es más, hasta fantasea con la idea de
robársela, busca vivir sin trabajar, en la pereza y el ocio, que también son
exclusivos de sus amos, se enoja con su situación y osa creerse con el mismo
derecho a tener lo que tienen los poderosos, pretende ser igual a los que
gobiernan…
-Ahí está el orgullo católico -interrumpí
como obsesionado- la pretensión de que un miserable humano puede ser igual a
dios, en este caso, igual a los elegidos por dios para gobernar.
-Exactamente. La Iglesia reprime en la conciencia
de las masas oprimidas -todos los domingos en la misa obligatoria que reúne a
toda la aldea, el pueblo o el barrio-, la toma de conciencia sobre las
carencias materiales, base de la felicidad en el presente y cualquier
posibilidad de rebelión contra el orden instituido. Ustedes piensen que hasta
el capitalismo moderno, el Estado, maquinaria de la explotación de las masas,
no había inventado un sistema educativo masivo ni los medios de comunicación. O
sea que no podía bajar línea en la conciencia de la gente metiéndose en su vida
cotidiana con la radio y la tele o con la amansadora de la primaria pública y
gratuita. La escuela y los medios son invenciones de una tecnología de
formación de la conciencia de las masas. Antes de eso, el Estado contaba con
rituales colectivos de reunión estacional de poblaciones dispersas en el
territorio. Las celebraciones religiosas, los calendarios cíclicos de todas las
religiones, permitían organizar el trabajo colectivo para las tareas de gran
necesidad de brazos (obras de infraestructura, cultivo y siembra de granos para
el Estado, etc.) y al mismo tiempo reunir a los campesinos para moldearles la
forma de entender su realidad.
-La mierda…
-Impresionante si lo pensás un poco. El
tema es que con la filosofía dualista de la carne y el alma, la Iglesia
Católica logró superar a todas las religiones estatales anteriores a ella, se
mantuvo en el poder del Estado a pesar que los sistemas de explotación
cambiaron. Nació como defensora del esclavismo romano, se mantuvo a pesar de la
mutación hacia la explotación servil del campesino feudal y todavía mantiene un
lugar central bajo la explotación del obrero asalariado. Porque inventó el
“agua y ajo”, el “relájate y goza”, el mecanismo de dominación perfecto. Un
método que sirve para que el esclavo le quite el látigo al amo y lo use en su
propio cuerpo, como decía Marx. En cualquier régimen social.
-Un sistema basado en la aceptación de la
tortura por parte de la víctima… terrible.- subrayó la Negra.
-Ese es el otro aspecto del asunto, el
problema de la pasión. Para Platón la pasión era simplemente el pathos, el paso, el pasaje, el camino
que debía hacer un individuo para liberarse de la necesidad material y alcanzar
las virtudes del espíritu. Los católicos hicieron que ese camino, ese viaje,
fuese necesariamente doloroso, sufrido, “un valle de lágrimas”. El mecanismo
sicológico clave para poder sostener esto es la represión y el castigo del
deseo, la culpa de intentar ser quien uno quiere ser y el terror metafísico a
intentarlo y quedarse en una eternidad de tortura en el Infierno.
-Pero no puedo creer que la gente se
comiera tanto bolaceo. –dudó Santos.
-Eso es lo que descubre Borges en la Comedia. Que Dante arranca la obra sin
mucho preámbulo y construye un edificio maravilloso, increíble, monstruoso, sin
muchas justificaciones. El tipo lo compara con el mundo del siglo 20 y se da
cuenta que ahora se necesita mucho laburo para que alguien se crea algo tan
delirante, que la gente está más avivada o escéptica y es más difícil generar
la condición anímica necesaria para el asombro y la credulidad ingenua.
-Menos mal. –dije.
-Bueno, para nosotros, que luchamos contra
la falsa conciencia, pero para los tipos que defienden un orden basado en la
ilusión… es una cagada. Pero además, no es que todo el mundo se comiera el
buzón, la historia de la Edad Media está plagada de rebeliones campesinas así
como el Imperio Romano estuvo enfiestado de rebeliones como las de Espartaco.
Que haya un mecanismo de control ideológico bueno no quiere decir que el Estado
tenga el poder absoluto para implementarlo. Pensá que todas son sociedades
basadas en una agricultura con un muy elemental nivel tecnológico. Una sequía,
una inundación, una plaga de bichos, un incendio te dejan sin riqueza, sin
reparto estatal de granos en épocas jodidas.. y andá con el versito de que dios
y los gobernantes son todopoderosos a cantarle a Gardel. La crisis del sistema,
la crisis material, mundana, económica, te hace caer el Cielo a la Tierra y
cagaste.
-Como le pasó al Estado Maya en las selvas
de Centroamérica…
-Como le pasa a todos los regímenes de
explotación social, Leo. Como nos está pasando a nosotros. La profundidad de la
crisis capitalista hace que salten los goznes del control mental sobre la
población, que las mujeres formateadas de chiquitas para ser Susanitas manden
todo a la mierda y banquen la lucha contra Gendarmería en los piquetes, como en
el argentinazo. La crisis elimina el sostén económico de la creencia en un
orden perfecto, el amo ni siquiera le puede dar de comer al esclavo para
seguirlo explotando, el placebo metafísico se termina porque no hay placebo
material. Entonces, volviendo a la Comedia,
el Dante construye un universo terrenal, material, concreto, un camino para
alcanzar el cielo, para pasar de su condición humana, mortal, imperfecta, hacia
una condición elevada, llegar a merecer el privilegio del conocimiento
absoluto, del amor puro…
-Llegar a Beatrice… -señaló Vicky.
-No, llegar a dios.
-¿Peca de orgullo?
-Claro, por eso se arrepiente de su pecado
en el Purgatorio y puede llegar al Cielo. Pero termina de escribir la novela y
fallece o se suicida. Por eso Virgilio, el gran poeta clásico, es su guía en el
ascenso desde la ignorancia al saber. Pero claro, con inteligencia no basta,
hay que tener fe, irracional pero basada en un profundo amor por lo que uno
busca, o sea Beatrice. Razón y Amor para alcanzar el Cielo.
-Disculpame que te interrumpa, Pablo –dijo
la Negra- antes dijiste que Borges seguía el cristianismo de Shopenhauer, ¿eso
qué significa?
-Te repito que me guío por los capítulos
de Piglia, no soy un especialista en Borges. Shopenhauer había sido
contemporáneo de Hegel, incluso creo que compitieron por algunas cátedras en la
misma Universidad. El tipo rompió tempranamente con el optimismo del idealismo
que comenzaba a seducir a la filosofía alemana en esos años de triunfo de la
Revolución burguesa. Había estudiado la religiosidad de los hindúes y persas
–de ahí que Nietzsche, su seguidor más conocido escribiese sobre Zaratustra- y
había elaborado una concepción paradójicamente moderna del idealismo platónico.
Para resumirlo chabacanamente, digamos que el tipo entendía que entre “la Idea”
y el mundo real existía la voluntad humana por satisfacer las necesidades
materiales de la carne. Así, la voluntad nos obliga permanentemente a buscar la
satisfacción de deseos, generando una angustia cíclica, ya que cada vez que se
satisface un deseo nace la necesidad de otro. El deseo y la angustia son
eternos, se repiten todo el tiempo. La única manera de zafar consistía en
dedicarse a la caridad (sustrayendo nuestro deseo individual a las necesidades
y angustias de la comunidad) o al arte contemplativo (que sólo pretende la
satisfacción individual de objetivos estéticos).
-Eso me suena a Borges –continuó la Negra.
-Claro. Piglia demuestra que uno de los
aportes de Borges a la literatura fantástica moderna fue el desarrollar tesis
filosóficas en sus cuentos. En La muerte
y la brújula, por ejemplo, desarrolla la idea de Shopenhauer de que la
inteligencia humana, guiada por una especie de inspiración kantiana, que
adivina sin conocerlo el pensamiento divino, sólo puede repetirse a sí misma ad
eternum, repitiendo con variaciones las mismas ideas elementales. Así en Las ruinas circulares los seres humanos
somos sueños soñados por un dios creador y nuestras propias ideas son simplemente
sueños de un dios soñado por nosotros, y así hasta la eternidad.
-Una idea bastante reaccionaria si me
permitís.
-Bueno, Trostsky señaló en algún lado que
con el existencialismo del estilo de Shopenhauer o Nietzsche era prácticamente
imposible convencer a una persona de tomarse el trabajo de organizar un partido
político y enfrentar al régimen social para transformarlo de raíz. Siempre que
todo lo existente está prefijado en un sueño eterno…
-¿Entonces será que el Barolo y el Salvo
reproducen eso? ¿Un edificio concreto para alcanzar a dios? Pero no hay símbolos
religiosos en estos edificios.
-Ahí es donde cae el tema de la masonería,
una especie de religiosidad anticlerical…-señaló Santos.
-Sí, sí. La van viendo. El tema es tener
una caracterización política de la masonería y las logias burguesas del
feudalismo. Casi todos los científicos de La
Enciclopedia de Voltaire eran masones. La Revolución Francesa llegó a
montar un calendario ritual reemplazando a dios por la Razón pura, el
conocimiento absoluto. De esa manera la burguesía se desligaba absolutamente de
la necesidad de contar con un aparato ideológico católico, de pagarle a estos
tipos. Es todo el objetivo del iluminismo.
-Los Illuminatti de El Código da Vinci.
-Bueno, de hecho casi toda la simbología
de la burguesía radicalizada del siglo 18 y 19 es de inspiración masónica. La
pirámide de Egipto en los dólares bajo el lema “in god we trust”. El dios en
que creían era el dólar y la razón. No se olviden que en sus orígenes, la
burguesía era una clase poseedora no desligada del trabajo manual. Las primeras
logias secretas mezclaban a banqueros, comerciantes, navegantes, científicos y…
artesanos. En El Manifiesto Comunista
Marx y Engels observan con mucha precisión que uno de los orígenes del
proletariado moderno son los campesinos empobrecidos obligados a trabajar en
las fábricas y el artesanado medieval que pierde sus privilegios al calor de la
construcción de industrias basadas en las máquinas y no en el trabajo manual…
¿Saben qué significa “masón” en francés?
-….
-Albañil, constructor, ingeniero,
arquitecto.
-Carajo, Palanti.
-Claro… -se río con ganas- el conocimiento
que la burguesía viene batallando desde el siglo 12 para arrancarle a los curas
es un conocimiento teórico y práctico, porque los muchachos necesitan conocer
el mundo para navegar mejor, comerciar mejor, mejorar sus ganancias, hacer
guita. Su tarea consiste en bajar el Cielo a la Tierra en todos los órdenes del
conocimiento, desde la filosofía y la astrología hasta la economía y las
finanzas. La alquimia en última instancia buscaba crear oro…
-Colón buscaba una ruta más corta a las
Indias y China para conseguir oro con el que financiar las Cruzadas contra los
musulmanes…-volví a insistir.
-Eso es lo que ustedes tienen que hacer –me
cortó otra vez Pablo, sin darme pelota- para resolver el misterio: lo que hizo
Marx, bajar la ciencia al mundo real, dar vuelta a Hegel muchachos.
-No entiendo. –sinteticé la cara de mis
compañeros de viaje.
-Porque estás fascinado por el idealismo
burgués. Porque no podés cortar con la idea de que estos tipos tienen razón. El
tipo que llevó más a fondo la tarea de intentar un conocimiento perfecto y
total del universo en la filosofía occidental fue Hegel, el filósofo de la
Revolución Burguesa. Hasta Hegel, la burguesía se había estancado en Immanuel
Kant, otro religioso. Para Kant estaba muy bien que nos rompiéramos la cabeza
buscando el conocimiento total pero había un punto en que eso era imposible,
por eso de que sólo dios, solo una megaconciencia universal podía acceder a él.
Kant se queda ahí, plantea el noúmeno, ese “velo” que nos impide llegar al
conocimiento total, esencial, el que hace que la ciencia se deba limitar a
observar la superficie de los fenómenos. Pero Hegel vio como los ejércitos de
Napoleón barrían con todo lo que parecía sagrado e imposible del viejo mundo
católico europeo, y se animó a tocarle la nuca a dios, encontró la dialéctica y
el desarrollo imparable de la Idea hasta alcanzar el Estado perfecto, el Estado
basado en el conocimiento superior sin necesidad de la Iglesia. Marx, como él
mismo dice, se limitó a “darlo vuelta”, “ponerlo boca abajo”. Descubrió que era
imposible explicarse cada aspecto de la realidad humana basándose en el método
dialéctico pero examinando la superficie de la vida, lo que aparece a simple
vista: el orden político, el orden jurídico, el orden religioso, las artes…
-La superestructura… otra vez la metáfora
del edificio… ¿Marx era un masón?
-No podía serlo, era judío. Pero claro, la
metáfora del edificio. Marx se dio cuenta que el método dialéctico era bárbaro
pero que la única manera de entender la vida humana real de todos los días, de
poder ver a la cara la mano invisible de la economía, era mirar la base del
edificio, el lugar de donde emergían y en el que se sostenían todas las
expresiones visibles del mundo, las relaciones sociales. En su concepción
materialista dialéctica, la lucha permanente entre los seres humanos
organizados en clases sociales antagónicas para garantizar el acceso a las
necesidades elementales era el pivote, la piedra fundamental, la base donde se
construía todo el edificio, incluido el cielo. Y en este lugar las ideas se
hacían carne y la conciencia debía organizar la vida y la lucha para vencer. No
alcanzaba con tenerla clara, había que dominar el cuerpo del otro, obligarlo a
obedecer, vencerlo. Muchas veces las clases oprimidas lograron alcanzar la
sabiduría porque primero vencieron físicamente, porque atacaron la base
económica y material del edificio que las dominaba. Claro que sin el
conocimiento del funcionamiento del mundo la mayoría de las veces sólo podían
derrumbar lo anterior sin construir algo mejor. El drama de Espartaco y del
anarquismo, o del cristianismo radicalizado, del socialismo ingenuo, del
reformismo democrático de hoy. Pero una vez que los obreros abrieron la grieta
en la lucha de clases, se separaron de las ilusiones burguesas en la lucha
común contra el feudalismo católico, hicieron saltar los límites del
conocimiento burgués lo suficiente para que Marx y Engels, dos pensadores
formados por lo mejorcito de la ciencia burguesa moderna, que habían
entrelazado su vida material a las posibilidades de éxito de la clase obrera,
en la necesidad de organizar y encontrar un programa que permitiese derrumbar
el mundo anterior y construir uno mejor, tenían los elementos necesarios para
encontrarlo. Por lo menos mientras funcione el capitalismo.
-¿Qué querés decir? ¿Tenemos que dinamitar
el Barolo o esperar a tomar el poder para usarlo en nuestro beneficio?
-Siempre el mismo escéptico, Leo.
-Es lo que le digo siempre Pablo, no deja
de ser un católico enojado. Lo que Pablo quiere decir es que dejemos de pensar
como piensan Borges, Perón o Palanti y que pensemos como Marx.
-¿En concreto?- prepoteó la Negra.
-En concreto no lo sé, gente, eso lo tienen
que descubrir ustedes, que están en lo concreto. Si querés puedo llegar hasta
acá. Supongamos una mirada marxista del problema del Dante y Palanti. Si el
Cielo no está en un lugar alejado, enajenado de la Tierra, si entre la Tierra y
el Cielo hay en realidad una conexión dialéctica, una unidad contradictoria,
siempre la Tierra será la base material concreta donde poder construir el
Cielo. Fijate que Dante se ve obligado a imaginarse una montaña para poder
descender al Centro de la Tierra, al inframundo, a la infraestructura del
universo, para poder salir del otro lado, del lado desconocido del universo,
escalar una montaña para acceder al cielo. Y como bien señalan los tipos que lo
estudiaron, en el camino va discutiendo con todas sus concepciones filosóficas,
políticas y hasta románticas para poder despojarse de todo lo que sabe, ponerlo
en duda y así llegar al conocimiento total.
-Es lo fascinante, el tipo llegó a
imaginarse la redondez del planeta y la existencia de tierra firme en el
hemisferio sur, cosa que sólo se descubrió trescientos años después… ¿se puede
creer en una predicción profética?- preguntó la Negra, ansiosa de resultados
cortazarianos.
-¿Y no es así como funciona el
pensamiento? ¿Uno no se asombra primero con lo que no conoce? ¿No se cuestiona
todo desde ahí para alcanzar lo que desea? ¿No necesita prefigurar en su
imaginación lo que busca para poder encontrarlo? Los sueños son la
reelaboración de conocimientos que quedaron ocultos y desconexos en nuestro
inconsciente y también son premonitorios en el sentido que nos muestran lo que
deseamos profundamente…
-Y el inconsciente es el Infierno… -acoté.
-Claro, pero no está separado totalmente
del Paraíso… tienen una unidad contradictoria…-razonó Santos.
-Entonces, ¿dónde está la tragedia de todo
el asunto? En el amor. Dante, la burguesía y los católicos le chingan en lo
fundamental. El amor perfecto no es un amor desprovisto de deseo carnal,
material y sexual. Su búsqueda por lo tanto no debería estar desgajada de esa
materialidad, de la negación del placer y la sexualidad. Entre nuestro
inconsciente y nuestra conciencia superficial está la sexualidad, que es el
sitio concreto de nuestras emociones, no solamente en los genitales, en el
armado de nuestro mundo emocional ligado materialmente a toda nuestra biología.
Para encontrar a Beatrice, para consumar el amor, hay que coger, hay que
conectar los sentimientos de uno y otro en un combate físico, en un puente
físico-espiritual. El amor perfecto no debe estar basado en el sufrimiento,
sino en el placer, no debe estar basado en una fe emotiva puramente idealista
sino en el más profundo conocimiento racional y científico de quiénes somos,
qué queremos y nuestras posibilidades concretas de realizarlo. Bajen el Cielo a
la Tierra y van a encontrar el verdadero camino de la iluminación.
Dijo, pagó su cortado y se fue. Era la
última vez que lo íbamos a ver. Y con una mezcla de tristeza y alegría los tres
amigos lo vimos partir con sus jean celestes y anchos de pierna y su típica
camisa a cuadros, caminando por Triunvirato hacia el noroeste, bajo el tierno sol
de mayo, en una fresca mañana, besando los adoquines de Ortúzar, mirando las
nubes, o cagándose de risa del destino.
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