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jueves, 2 de abril de 2020

El Estado Maternal se gato en mi barrio

Todas las noches mi barrio se desnuda en media hora. A las 21hs, la hipocresía unifica balcones y ventanales, patios y terrazas en un solo aplauso patriótico. A las 21.30 quienes antes juntaban vivas ahora se vomitan gritos de odio alto voltaje, vozarrones de machos como falos enormes esgrimando los espacios vacíos de ruido del barrio. Se muestran dientes y pechos, se baten el tórax como si fuese un cuero de bombo a puro malambo de insultos que intentan humillar al otro apelando a su feminización forzada, ya sea por su propia fuerza sexual superior, metiéndole algo por el orto, o bien enviándolo de nuevo a la vulva original, cuando todo remate remite a la profesión mal vista socialmente de su madre obrera sub ocupada o desocupada o a la sospechable condición de puto del agredido.

Machotes dis(putá)ndose el sentido del Estado, si Macri o Alberto, ya no importa, ahora disputan el territorio de veredas y restoranes, se amenazan para cuando abra el chino y se vuelvan a cruzar en alguna cola...

A uno no lo llego a ver. El otro -no les miento- grita a través de un balcón de esos de rejitas grillé. Grita enjaulado. Juro que lo he visto, todavía lo estoy viendo, cada noche repiten el ritual.

Eso sí, diez minutos después este barrio dominado por machos que veneran la explotación de seres humanos línea Adam Smith o la versión Keynes, muestra que es pura cobardía cuando pasa el patrullero tocando pito por la avenida.

Recluidos por órdenes del Estado, que adoran por igual, a lo macho, agachan la cabeza cuando aparece su patrullero -a quien aplaudieron juntos hace cuarenta minutos- y vuelven a sus cubiles, con el rabo entre las patas, pero de un modo nada placentero.

Mamones del Estado, gatitos que le chupan la leche. No debería haber insulto más hostil y humillante -en mi barrio desnudo- que "macho del Estado".

Cuánto habrá que luchar para que algún día sea así.

Así sea.


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